Partida Rol por web

  Bolverk se habia mantenido intacto y entero hasta ahora mismo. Hasta que observó la mole que bajaba del cielo antes que ninguno de sus compañeros lo advirtiesen, y es que estaban enfrascados en la tarea de repartir fuego y muerte a sus enemigos. Bolverk sintió, en primer lugar, un ápice de miedo o incertidumbre mejor dicho, ante la presencia de aquel terror alado. Luego se relamió por las promesas que traía aquel Tirano. Y es que aquel Tirano sabía a gloria. Pura Gloria. Era el enemigo que todo guerrero desea, el duelo final con el que sueña cada alma valiente. Si Bolverk luchaba y sobrevivía, la gloria sería infinita. Si Bolverk caía contra esa bestia, su nombre sería recordado.

  Pero recordó que no estaba solo. Y gruñó. Las cuatro vidas de sus compañeros, y las vidas de los soldados de la Guardia Imperial, podrían peligrar si Bolverk rompía la cohesión que todos mantenian y se lanzaba a lo loco al combate. No. La gloria también se consigue después de una misión bien cumplida. Quizá fuera la reprimenda que Adenoriel le echó con la mirada, cuando Bolverk rompió la formación. Pero el Lobo Espacial pudo mantener a la bestia atada, pero no calmada.

   - ¡Sois hombres! ¡Sois parte del Imperio! ¡Parte del mismísimo Emperador! ¡Ese ser devorará vuestra historia! ¡Vuestras familias serán un mero aperitivo si vosotros flaqueais! ¡MATADLO! ¡Por el Imperio! ¡Por la Humanidad! ¡Por el Emperador y por Fenris! ¡Muerte!

   Y Bolverk acompañó a su hermano de batalla, al Hermano Muerte, descargando su pistola bolter sobre la inmensidad de la criatura que les enfrentaba.

¡Comisario! ¡Que sus hombres no flaqueen! ¡Necesitamos su fuego concentrado en los xenos de menor tamaño! ¡nosotros nos hacemos cargo del grande! - luego afianzó su posición, retrasó una pierna, se llevó el bolter al rostro y abrió fuego con intensidad hacía el xeno... todos los disparos efectuados fueron ejecutados a la perfección, era difícil no impactar contra semejante monstruo, pero debían hacerle frente... solo confiaba en que los guardias imperiales no salieran huyendo, un Astartes no conocía el miedo, pero sabía cuando la situación podría peligrar, y esta, era una de esas veces - ¡HERMANOS! - bramó por encima del fulgor de la batalla - ¡APROVECHAD LA DISTANCIA Y ACRIBILLAD AL XENO¡ ¡MUERTE AL XENO! - gritó dejándose llevar por su aspecto más humano, el de lider, olvidando su frío comportamiento habitual al haber sido instruido por el adeptus mechanicum, sabía mantener la cohesión de unidad perfectamente, Adenoriel había estado en una situación peor, cuando su entero capítulo fue practicamente extinguido por los herejes y los xenos - ¡NO HAY CUARTEL! ¡NO HAY RENDICIÓN! ¡HERMANOS Y HOMBRES DEL IMPERIO! ¡LUCHAD HASTA EL ULTIMO ALIENTO! ¡VENDED CARO VUESTRO PELLEJO! 

El sacerdote sanguinario observó a aquel abominable ser que se cernía sobre ellos. Estaban cerca de la victoria, una victoria total y absoluta. Podía sentirlo en su cuerpo, en sus huesos... Burbujeando en su sangre. Un rictus de ira apareció en su rostro. Aquel maldito xeno había venido, cuando ya estaban a punto de lograr su objetivo, a arrebatarles su triunfo y sus vidas, a destruir aquello por lo que habían luchado. Pero Salaphael no iba a permitir éso. 

-¡POR LA SANGRE DEL PRIMARCA!-bramó, mientras abría fuego contra la enorme criatura.

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T -12 antes de la llegada de la ofensiva Xeno

La caída de ese Tirano de enjambre había desecho las filas defensivas y, todo se había ido al garete. Esa defensa de la colina de libro, de manual, llevada a cabo por ese regimiento de la Guardia Imperial desconocido para esos astartes, se había desecho como un castillo de naipes ante el golpe de mesa de la mole xenos.

Los restos de los gantes que estaban cerca se abalanzaron sobre la cobertura y saltaron por encima de la guardia, dirigidos por una inteligencia superior hacia el tenomarine astarte, pero en ese momento el comisario escuchó lo que decía ese hombre y algo en él se iluminó- ¡SOLDADOS, YA ESTÁBAMOS MUERTOS Y NOS SALVARON! ¡EL EMPERADOR QUERÍA QUE AYUDÁRAMOS A ESTOS ASTARTES! ¡CARGAD! -y sin duda alguna, esos hombres cargaron bayoneta en ristre contra la horda, contra esos gantes que avasallaban a Adenoriel, acabando con los pocos que quedaban mientras que, haciendo más una demostración de agallas que de destrucción, el Comisario disparó un tiro de su pistola plasma contra ese ser, al cual no pareció afectarle nada.

Bolverk, que parecía haber vuelto en sí, disparó tres tiros de su pistola bolter contra ese tiránido enorma, impactando los tres, y haciéndole que gritara de dolor, pues alguna herida sí le había llegado a causar. El hermano Salaphael hizo lo mismo, haciendo que se tuviera que cubrir con una de esas enormes alas, pero causándole también alguna herida visible. Estaba sometido a un fuego intenso, y los astartes continuaban. Adenoriel y Muerte dispararon sendas ráfagas, pero solo parecía que algún disparo le afectara, aunque se le veía bastante dañado ya.

Sin embargo, en ese momento ocurrió. Extendió las alas mientras emitía un grito ensordecedor que hacía reverberar la cabeza de todos los cercanos. Los Guardias y el Comisario cayeron al suelo con las manos en la cabeza, pero pudieron ver como a uno de esos pobres guardias le explotaba la cabeza como si fuera un melón maduro contra el suelo. Por suerte sus compañeros no lo vieron o se habría convertido en una desbandada. El comisario soltó un grito atroz y le empezaron a sangrar los oídos, haciendo que cayera inconsciente y casi muerto (o muerto) en el suelo, donde había hecho frente al Tiránido. Si por esto no fuera poco, aprovechando la situación, el tirano de enjambre caminó cubriendo la distancia de sus enemigos. 

Ahora estaban al alcance de sus espadas y de su látigo.

Los sentidos del casco, y probablemente su blindaje, filtraron lo peor de aquel grito que emitió el maldito xeno y que derribó a todos los guardias. El ángel sangriento correspondió aquello con otro enorme grito por su parte, aunque desde luego carente de la habilidad destructiva de aquella mole, mientras se lanzaba a por él espada sierra en mano, lanzando un furioso tajo. 

   Los disparos de Bolverk fueron certeros y el Lobo sonrió. Ningún ser, por muy grande y amenazante que fuera, se interpondría entre un hijo de Russ y sus Hermanos de Batalla. Entre los Elegidos, los Hijos del Emperador.

   Pero la mole avanzó. Abrió sus fauces y de una garganta antinatural surgió un espantoso grito, tan agudo que hizo que a un Guardia Imperial le explotara la cabeza. Bolverk, que carecía de la protección del casco, sintió como si millones de espadas invisibles entraran por sus oidos, clavandose en su cerebro. Rebanandole la cordura. Ni siquiera la resistencia modificada de un astartes pudo combatir contra la intensidad de aquel grito.

   El guerrero soltó la pistola bolter, que cayó al suelo, y exhaló un grito de dolor que nacía de lo más profundo de su cuerpo. De sus oídos manaban sendos hilitos de sangre, al igual que de sus fosas nasales, que se abrían y cerraban como las de un animal. Arqueandose hacia atrás, se tapaba los oídos con las manos para tratar de evadir aquel maldito sonido, pero nada le alejaba del chillido. Sentía como si su cabeza estuviera ardiendo por dentro, o licuandose.

Las hordas enemigas ya casi no eran un problema, pues la mayoría estaban demasiado lejos para ello. Sin embargo, el oponente que tenían ante ellos era de por sí un desafío más que suficiente para todos los presentes. Muerte había visto como el Tirano de Enjambre apenas se había inmutado por su ráfaga y, desde luego, esta no parecía haberle hecho casi efecto. Fueron los demás quienes tuvieron más tino contra la criatura, más aún parecía estar lejos de ser abatida.

Lo peor fue lo que hizo a continuación: en lugar de cargar contra ellos, que era lo que el Escudo Negro había esperado, emitió un grito aberrante que taladraba los oídos y el mismo cerebro. Ver los efectos en alguno de los guardias fue suficiente para que el marine táctico supiera que aquello no era un simple grito, sino algo más.

Y lo peor era que estaba afectando también a Bolverk.

- ¡Hermano! -gritó, antes de clavar su mirada en la bestia, lleno de furia contra ella - Hoy no vas a tumbar a ninguno de nosotros, xeno. Te lo garantizo.

Acto seguido, Muerte emitió un grito lleno de ira y cargó contra el tirano, blandiendo su espada de energía.

¡VICTORIA O MUERTE HERMANOS! - bramó adenoriel encarando a semejante monstruo que les había rebasado la posición. La batalla se estaba tornando desesperada pero un marine nunca se rendía. Adenoriel cogió su bolter con la mano izquierda mientras la diestra sacaba de su funda la pistola bolter. El hermano de batalla accionó su servo brazo y este se descargó violentamente sobre el enorme cuerpo quitinoso del tirano, sin esperar mucho, disparó a quemarropa pero erró su disparo por bastante, cosa que maldijo en silencio... 

Sin esperar mucho más, comandó en binario al servidor para que tomara parte en el combate a muerte y se lanzara sobre el tirano de enjambre.

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La pesadilla xenos acababa de empezar y Bolverk se había quedado bastante ido. Ahora estaba a merced de esa enorme mole que, sin más problema estaba metido en el combate por completo.

Salaphael fue el primero en moverse y, actuó con gran velocidad y rabia, lanzando una estocada de su espada sierra que fue parada por una de las dos espadas de hueso que llevaba el xeno, anulando su ataque, pero entonces el xeno respondió a la lluvia de ataques. 

Con una velocidad inusitada para un ser tan grande, el Tirano de Enjambre comenzó a lanzar una lluvia de golpes contra todos sus rivales. Lanzó un espadazo a Adenoriel directo al torso, otro a Muerte que falló, pero lanzó un tercero contra el Escudo Negro directo al torso también, un cuarto ataque fue hacia Salaphael, directo al brazo derecho y, por último, soltó un latigazo tremendo sobre Bolverk, el cual no pudo hacer nada por detenerlo y se vio como partía la servoarmadura por el pecho, con un tajo brutal en toda la placa pectoral.

Tras eso, Adenoriel soltó un tremendo golpe con su servobrazo, el cual provocó que el xeno gritara, pero esta vez de dolor, y comenzara a sangrar de forma abundante y desporporcionada, pero eso no parecía que le fuera a parar, por lo que Muerte le lanzó un tajo con su arma de energía, causando otra herida menor, en comparación con la causada por el tecnomarine.

El servidor industrial obedeció la órden del tecnomarine y se lanzó a la carga contra el xeno, lanzando un tremendo golpe con una perforadora minera contra el torso del xeno, perforando la armadura del xeno pero sin llegar a causar gran daño.

Muerte se alegró de haber logrado herir a su enemigo, pero el golpe estaba muy lejos de ser letal. Aquella bestia aún estaba viva y no iba a caer sin ofrecer un combate terrible. La prueba de ello fue cómo empezó a moverse, con una velocidad antinatural, especialmente dado su tamaño. El Escudo Negro evitó un golpe dirigido contra él y logró bloquear un segundo. Salaphael había conseguido también desviar su ataque, más Bolverk, aún en shock por el ataque psíquico del Tirano, no pudo hacer nada para evitar el ataque con el látigo, siendo herido gravemente. Adenoriel, por su parte, no fue lo bastante rápido para detener la espada enemiga, llevándose el peor golpe de todos. No aguantaría otro ataque semejante.

- ¡Maldito! - rugió el marine táctico antes de volver a atacar con su espada de energía. Tenían que acabar con esa criatura a toda costa.

El ángel sangriento consiguió desviar con su espada el ataque de la cuchilla biológica de aquel abominable xeno, aunque éste había desatado un verdadero torbellino de muerte. Sólo podía esperar que todos sus hermanos salieran con vida de esto, mientras él volvía a atacar con su espada sierra. 

Adenoriel recibió todo lo peor, no pudo evitar el ataque del enorme tirano y no pudo evitar ser herido de gravedad. El tecnomarine gritó de puro dolor e hincó la rodilla en el frío suelo mientras las células de larraman se esforzaban en tratar de contener la hemorragia. Los corazones se esforzaban al máximo para bombear sangre oxigenada pero el fin parecía estar cerca para Adenoriel, más, no se rindió, la ferrea voluntad de un marine espacial le hacía superar la más duras de las gestas y esta, era una de ellas. Se levantó rugiendo de dolor y trató de repetir lo mismo que hacía unos segundos, un golpe con el poderoso servobrazo y un disparo a quemarropa... pero las graves heridas que había recibido provocaron que fallara sendos ataques... no podía hablar, estaba sin resuello.

   Bolverk sentía la rabía que surgía de su interior. Aturdido como estaba no era de gran ayuda para sus hermanos. ¡Les estaba fallando! El Lobo Espacial trataba de avanzar, incluso llevó una de sus manos enguantadas en ceramita a la empuñadura de una espada sierra. Rugía a cada paso y movía la cabeza intentando deshacerse del doloroso pitido que le aturdía y le pinchaba en la cabeza.

   Entonces sintió un poderoso golpe en el pecho que le lanzó metros hacia atrás. No lo habia visto venir y no habia hecho nada por evitar aquel golpe o resistirlo. Vino tan deprisa como se fue. Bolverk se convulsionó y un caracteristico "crack" se escuchó por el campo de batalla. La ceramita de la armadura de Bolverk habia cedido y el golpe casi había sido mortal. Si Bolverk fuera un humano corriente y moliente le habria partido en dos como un cuchillo caliente parte a la mantequilla. Pero era un Marine Espacial, y aunque el golpe casi es mortal, Bolverk aun se debatía entre la vida y la muerte...

  Bolverk aulló, pues aunque estaba malherido... haria algo. Se lanzaría contra ese xeno y haria explotar sus granadas de fragmentación. O distraería a la mole para que sus compañeros la desmembrasen. Pero seguía aturdido.

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Los movimientos de los hermanos de batalla eran ligeramente más torpes en este combate, ya fuera por el cansancio o por la situación en sí de que el Tirano de Enjambre los superaba por completo.

Salaphael lanzó un ataque contra el xeno, que fue parado con gran facilidad, pero el xeno devolvió otra lluvia de golpes contra todos los presentes, siendo el más letal el recibido por el Tecnomarine, pues en lugar de lanzar un golpe alto, esta vez lo dirigió hacia una de sus piernas, amputándosela, a la vez que el látigo impactaba en Bolverk, abriendo en canal el torso y la armadura, destrozando por completo la placa pectoral de la sagrada servoarmadura que portaba. Otros dos ataques fueron bien dirigidos contra el Ángel Sangriento y el Escudo Negro, éste último asestando otro golpe ligero contra el rival.

Aquella bestia era demasiado fuerte y poderosa. No había más que ver cómo se movía y cómo les estaba combatiendo a todos. No sólo había conseguido herir de nuevo a Bolverk, y no poco precisamente, sino que le había amputado a Adenoriel una pierna como si él y la servoarmadura fueran de mantequilla. El mismo Muerte lo tuvo complicado para, de nuevo, parar el ataque del Tirano de Enjambre, más no por ello iba a rendirse. No, debía seguir luchando si quería conseguir aguantar el tiempo suficiente como para que la Thunderhawk les evacuara a todos.

Por ello siguió atacando, volviendo a dirigir un buen golpe contra la criatura. Otra cosa era si ella llegaba a acusarlo, claro. Más debía tener fe en que el Emperador les daría la fuerza necesaria para conseguirlo.

Y lo iban a conseguir.

El ángel sangriento intentó seguir luchando, a pesar de encajar aquel tremendo golpe del xeno. No perdía la esperanza, aunque la parte racional de su cerebro le decía que, o las cosas cambiaban, o todos encontrarían su fin frente a aquella abominación. 

Adenoriel apretó los dientes con fuerza, acababa de perder una pierna y estaba a las puertas de la muerte pero como un buen Consul Negro, nunca se rendiría hasta que su alma se reuniera con el Emperador... lejos de amilanarse, Adenoriel comandó a su servo brazo para que se volviera a descargar sobre el enorme y asqueroso xeno con la clara intención de poner fin a ese combate... solo la gracia del divino Emperador podría suponer la diferencia entre la vida y la muerte...

 Bolverk gruñía. No lograba quitarse el aturdimiento y aquello le ardía por dentro. Mucho más que el dolor de la herida, que estaba ignorado, la ira por sentirse tan inferior le invadía. Y es que era un auténtico muñeco de trapo. Un pelele indefenso a manos del Tirano. ¡Russ se avergonzaba de él! ¿Acaso no era un Marine Espacial? ¿Acaso no era un auténtico Guerrero? ¿Un hijo de Russ?

 Bolverk apretó los dientes y su rugido se hizo más audible. Sus fosas nasales se retraían y temblaban por la violencia del rugido. Sus ojos, más animales que hombres encaraban poco a poco a la bestia que jugaba con ellos. Parecía que murmuraba algo, amenazas, juramentos o solo Russ y el Padre de Todos sabían qué. Pero el caso es que Bolverk se estaba levantando, e ignorando su herida echó mano de sus dos espadas sierra.

 Quizá no saliera de allí. No saldría vivo de Tantalus. ¡Pero por Russ que la escoria tiránida temblaria al escuchar su nombre! Accionó el motor de las espadas sierras, que reverberaron sedientas de sangre. Y con un gutural aullido, Bolverk se lanzó al combate contra la bestia tiránida.

 - ¡RUUUUUUUUUUUUUUSS!

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Parecía que ese tremendo golpe en el que a otro ser vivo cualquiera le habría partido por la mitad, Bolverk al fin espabiló y, con ambas espadas sierra en las manos, se lanzó a dar espadazos al Tirano de Enjambre, el cual paró uno de sus ataques y, el otro, no consiguió superar la resistencia natural de ese bicho.

Salaphael continuaba con sus ataques, poco útiles, a pesar del tremendo golpe y la herida sufrida por una de esas malditas espadas; pero si que distraían la atención del xeno, el cual parecía estar avasallado por las tres espadas sierra que intentaban destrozarle, manteniendo sus armas ocupadas.

Mientras eso ocurría, el Hermano Muerte paraba otro golpe con una habilidad pasmosa, usó un movimiento para lanzar esa espada de energía y herir de nuevo al tirano. Esta vez supo que le había herido de gravedad por la cantidad de fluídos que caían de la herida y el tambaleo brutal que dio el xeno, el cual casi arranca el arma de energía de las manos del astartes de no ser por la fuerza potenciada por los genes y la servoarmadura.

Por último, en medio de un charco de sangre mejorada y con los implantes luchando para cortar la hemorragia de la pierna amputada, el Hermano Adenoriel lanzó un golpe brutal con el servobrazo que perforó por completo la armadura y se incrustó en las entrañas, en uno de los múltiples agujeros que habían causado entre todos al exoesqueleto del tremendo xeno. Una vez dentro, abrió el servobrazo y lo retrajo, arrancandole la mitad de lo que sería el estómago y haciendo que profiriera un grito de dolor y cayera entre estertores de muerte.

Unos instantes después, aunque con la adrenalina a tope y los dos corazones latiendo a toda velocidad parecieron minutos u horas, una lanzadera thunderhawk salió de entre las nubes, de color negro y con la "I" de la Inquisición en la rampa. La Thunderhawk disparaba a todo lo que se movía incluso antes de aterrizar a unos escasos diez metros de los heridos, y abrió la compuerta, pero entonces hubo algo que sorprendió al Equipo de Eliminación.

La compuerta se abrió y de ella salieron dos figuras, una era de un Dreadnought que portaba un cañón de asalto en un brazo y un lanzamisiles en el otro, de color negro y portando la insiginia de los Manos de Hierro, y a su lado era un tecnomarine pero más grande, parecía un Dreadnought en pequeño, más alto y robusto que un astartes, mostrando un servo-harnés completo y, para colmo, sobre los hombros portaba uno de los arcaicos lanzamisiles ciclón. Unos chirridos rápidos y precisos se intercambiaron entre el Dreadnought y el Tecnomarine y se desplegaron. El primero avanzó a gran velocidad hasta tener una buena posición desde la cual comenzó a otorgar fuego de cobertura brutal, con balas y misiles saliendo de ambas armas a expuertas y, también, lanzando unas granadas de humo a la base de la colina, con la esperanza de detener las hordas xenos que se aguantaban. A su vez, el otro Tecnomarine, que portaba la enseña de los Salamandras, se dirigió hacia Adenoriel, y con uno de esos brazos que eran casi como un puño de combate, lo alzó y se dirigió de nuevo hacia la lanzadera.

-Retirada, hermanos. El Venerable Roklus ganará tiempo. Todos arriba y ya le estabilizaréis en el camino -otro chirrido dirigido hacia el Magos y el Adepto-Minoris hizo que el segundo ayudara al primero a subir a la lanzadera mientras que el servidor industrial se lanzaba a la carga colina abajo, para servir de carnaza contra esos malditos xenos.

-Quiero la línea formada de nuev... -comenzó a decir el Comisario, pero una voz, mecánica y grave que surgía del Dreadnought lo dejó callado y paralizado un instante.

-Comisario Sanders, usted y sus hombres ya han cumplido su misión. Suban a la lanzadera. Ya -y el comisario, que parecía haber estado dispuesto a morir de forma heróica para que los Astartes pudieran escapar, no dudó y ordenó una retirada controlada, llevándose el cuerpo decapitado de su compañero caído.

Cuando todos estaban arriba de la lanzadera, el Dreadnought giró las piernas y, mientras caminaba hacia la lanzadera seguía disparando hacia la marea de gantes que se venía encima, y una vez arriba, la lanzadera encendió motores y alzó el vuelo de nuevo.