No me encontraba inconsciente cuando la sacerdotisa de Mishakal acudió a mi lado para comprobar el estado de mis heridas. Puede que hubiera terminado así, de no haberlo hecho, pues la mezcla de cansancio tras el combate y debilidad por la hemorragia que no dejaba de sangrar me habrían llevado a ello, seguramente. A un dulce descanso del que tal vez no hubiera despertado. Sin embargo, cuando oí su voz, aún había fuerza en mí para responder.
Creo... que sí. -Respondí a su pregunta acerca de si estaba consciente- Si estuviera inconsciente, estar soñando con tu voz sería... embarazoso. -Añadí a modo de pequeña chanza, aunque al tratar de reírme sufrí una sacudida de dolor que me hizo quejarme amargamente.
Sin embargo, aquel dolor no duraría. Pronto, para mi sorpresa, se fue desvaneciendo hasta tornarse en la nada más absoluta, y al abrir los ojos, parpadeando, descubrí que podía incorporarme sin problemas. Me llevé una mano a la herida, y fue tan sólo piel lo que alcancé a palpar.
Estoy mejor que bien, Kairi Moonlight de Mishakal, gracias a ti. -Declaré solemnemente, poniéndome en pie ante ella, y tomando sus manos entre las mías. Me incliné y las besé suavemente- Has salvado mi vida varias veces, desde que nos conocemos. Es justo ofrecerte mi agradecimiento. -Le dije, soltando sus manos y uniendo las mías en mi pecho- Espero gozar de la ocasión de devolverte tal favor.
Terminé aquellas palabras con una tenue reverencia, inclinando mi cabeza unos instantes. Al volver a mirarla a los ojos, no pude evitar desviar mi mirada hacia su cabello, tan semejante al mío e igual de inusual. ¿Qué posibilidad había de que algo así fuera una mera coincidencia? ¿Había algo en todo lo que había unido a aquel variopinto grupo que fuera fruto del azar, y no del designio de los dioses?
Aquella noche medité acerca de ello antes de rendirme al sueño, tanto a primera hora como más tarde tras mi turno de guardia. En lo que calculé sería poco antes del amanecer, tomé asiento con las piernas cruzadas en un rincón del templo donde una pequeña raíz había logrado internarse a través de una grieta en la roca. No contaba con un amanecer, ni el arrullo de un río, ni la sombra de un imponente olmo. Pero Chislev estaba en cada detalle de la naturaleza, no sólo en los de extrema majestuosidad y belleza, sino también en cada semilla de vida. De ese modo, medité acerca de la naturaleza de la vida, del ciclo eterno de la creación, y de la vida silvestre. De algún modo, y a pesar de que el día anterior me había sentido extraordinariamente abandonado por la fortuna, me sentía bien, renovado de fuerzas, como si mi diosa me hubiera sonreído.
Apoyándome en la lanza que había obtenido como si de un báculo se tratase, caminé junto a mis compañeros en dirección a la salida del templo. Siguiendo la corazonada de Kairi, acerca de que había algo más además de aquella espada que debíamos encontrar, dedicamos algo de tiempo a registrar lo que quedaba de aquellos sótanos. Sin embargo, pronto nos dimos por vencidos, convencidos de que no había en aquel lugar más que lo que ya habíamos conseguido. De modo que con aquella espada salimos del templo, sintiendo de nuevo el frescor del aire puro en mi rostro y en el interior de mi pecho, y el calor del sol en nuestras pieles y nuestros corazones. Al menos, hasta que aquella voz hizo aparecer a la niña del campamento nómada tras nosotros, revelando nuevas acerca de a dónde nos llevarían nuestros pasos, pero desapareciendo antes de ofrecer una verdadera explicación de lo que estaba sucediendo.
Ruinas... una antigua ciudad sin miedo... sombra de fuego y muerte... -Repetí como el eco de un cañón ante las palabras de la niña desaparecida- ¿Alguien sabe a qué lugar se refiere? -Pregunté a los demás- Me temo que soy bastante ignorando de la geografía e historia de los hombres. Y tengo mis dudas acerca de lo que "fuegos y muerte" representa, si a la guerra... o a un dragón. Espero que no sea un dragón...
- " ¡ Dragón, he oído Dragón ! " - hago un arco circular con klad mientras silbo de alegría - " Que oportunidad más gloriosa de enfrentarnos a un Dragón, ¿ verdad Klad ? Ohhhhh, por todos los dioses, que reto, que oportunidad de demostrar nuestra valía " - Miro con ojos brillantes al resto del equipo - " ¿ Cuando partimos ? ¿ vamos a tardar mucho ? " -
Anna se mostró maravillada por la energía que el medallón arrojó sobre ella. No solo cerró su herida sino que le provocó una sensación de gran bienestar. No era una calidez sino más bien como endulzar el pensamiento. Agradeció a Kairi observando como ayudaba a uno tras otro y se mantuvo pensando en el grupo al que se había unido durante todo el descanso.
El ascenso por el templo ocurrió sin percances, a pesar de que Anna temía que la araña no les dejaría marcharse con aquella espada. Sin embargo no se presentó y pudieron salir de allí para encontrarse con la vidente de los mikku.
Anna escuchó a la niña... y observó a sus compañeros - ¿Una sombra de fuego y muerte? Hay tantas ciudades en guerra en Krynn que necesitamos alguna pista más. Tan pronto tengamos un mapa y un destino os llevaré a él tan rápido como pueda ser
Observó al túnica blanca, quien seguramente era el más ducho en acertijos de espíritus y videntes
Al escuchar las palabras de la niña, trato de recordar todo lo que se sobre ciudades que casen con esas características, que no son pocas, debido a todas las guerras que han ocurrido a lo argo de los años, solo en la última década...
Motivo: Saber (Historia)
Tirada: 1d20
Resultado: 16(+11)=27
Lobo Blanco respondió a mi pregunta de cómo se encontraba de un modo que me sorprendió, como también me había sorprendido aquella pequeña chanza que formuló cuando aún estaba malherido. Tenía al druida por un hombre sabio que se mostraba serio la mayor parte del tiempo, pero aun así, no esperaba tal solemnidad por haber realizado mi labor.
Me sonrojé durante un breve instante al sentir que tomaba mis manos y las besaba, sosteniéndolas mientras me daba las gracias con una arrolladora sinceridad, tras lo que manifestó su deseo de poder devolverme aquel favor e hizo una leve reverencia.
En seguida sonreí, negando brevemente con la cabeza.
- Dirigir la luz que irradia mi Diosa es mi deber y mi deseo. No te sientas en deuda conmigo, por favor. - le pedí antes de dirigirme hacia el último de nuestros compañeros, que si bien se encontraba estable, también requería de ayuda.
Okodar también quiso agradecerme mi ayuda al verse totalmente recuperado, haciendo mención a que tenía una deuda conmigo que nunca olvidaría.
- No me debéis nada, de verdad. Veros a todos bien es suficiente para mí. - afirmé con una sonrisa, antes de disponerme a recoger mis cosas.
Ver mi vestido lleno de sangre resultaba algo desalentador, pero procuré que aquello no me afectara. Subimos al Templo del Atardecer, donde decidimos pasar la noche, y donde me dediqué a estudiar aquellos pergaminos hallados el día anterior que no había logrado descifrar. Estaba cansada, pero a pesar de ello no pude evitar dedicarles a estos algo de tiempo, un tiempo nada fructífero; pues aquellos escritos continuaban resultando inservibles.
Haciendo un último esfuerzo, dediqué una silenciosa oración a Mishakal implorando su ayuda por última vez aquel día, tomando uno de aquellos pergaminos y empleando su poder para que me revelara su contenido. No pude evitar soltar un entusiasmado “¡Sí!” más alto de lo que debía al serme revelado lo que el pergamino contenía, encontrándose ya los demás tratando de descansar. Me disculpé en voz baja, algo avergonzada, y guardé los pergaminos antes de dedicar unos minutos a orar.
La noche transcurrió tranquila y durante el desayuno por fin encontré el momento de hablar a mis compañeros sobre mis sospechas acerca de qué debíamos encontrar.
- Aún portamos la llave. No nos ha hecho falta para alcanzar la espada, con lo cual... Creo que hay algo más que debemos encontrar. Además, el espíritu del campamento Miku dijo que el Fragmento de Luz nos llevaría por el camino que habíamos decidido recorrer. - comencé a compartir, deteniéndome a dar un pequeño sorbo de agua antes de continuar. - Shaylin Luna Naciente afirmó que la llave debía abrir algo muy importante, algo perdido desde la Era de los Sueños. ¿Recordáis lo que dijo Anasana sobre el modo de liberar al valle del toque de la muerte? Habló sobre las Lágrimas de Mishakal, las cuales dijo que estaban perdidas desde la Era de los Sueños. Podría ser casualidad... Pero el espíritu del campamento Miku nos habló de que los espíritus necesitaban nuestra ayuda, y habéis visto con vuestros propios ojos que eso es así. Nunca se ha verificado la existencia de ese artefacto, pero las leyendas dicen que las Lágrimas de Mishakal son capaces de calmar a los espíritus de los muertos y proporcionarles paz...
No quise extenderme más por el momento y continué desayunando, decidiéndonos a salir del templo cuando todos terminamos. Aun así, dedicamos algo de tiempo a revisar los rincones que no habíamos inspeccionado, por si encontrábamos algo u obteníamos algún tipo de pista; y al cerciorarnos de que no había nada que requiriera que continuáramos allí, regresamos al exterior.
Sentir la brisa acariciando mi rostro y meciendo mi cabello me insufló ánimo. Llevábamos demasiado tiempo metidos en aquel lugar, rodeados de polvo y muerte, aunque aún sentía esta pegada a mí. Bajaba la vista hacia las manchas de sangre de mi vestido cuando escuché una voz.
Me giré, todos lo hicimos, encontrándonos con aquella niña de ojos azules que ya conocíamos. Nos dio un nuevo mensaje, señalando que el Fragmento de Luz era la llave para encontrar lo que buscábamos, y desapareció internándose en el templo.
Mis compañeros no tardaron mucho en pronunciarse al respecto, mencionando Lobo Blanco la posibilidad de que pudiera haber algún Dragón en nuestro camino, algo ante lo que Okodar se mostró más que entusiasmado. Anna se mostraba dispuesta a guiarnos a donde fuera, pero no parecía saber dónde se encontraría aquel lugar. Anubis permaneció en silencio, al igual que yo, concentrada en aquellas palabras; palabras referidas a un lugar que no conseguí ubicar de inmediato, pero que me resultaban familiares. Con aquel olor a lilas aún en mi nariz, puse todo mi empeño en averiguar a qué se refería aquel espíritu.
Motivo: Descifrar pergamino: Comprensión idiomática (Orientación divina)
Tirada: 1d20
Resultado: 8(+8)=16
Motivo: Descifrar pergamino: Favor divino (Orientación divina)
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+8)=18
Motivo: Leer magia (1 Comprensión idiomática, 2 Favor divino)
Tirada: 1d2
Resultado: 1
Motivo: Historia
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+8)=28
Trato de descifrar los pergaminos antes de dormir, usando Orientación divina en el primero (figura también en el segundo por error, sólo podía usar el conjuro una vez). Fallo ambas tiradas.
Uso Leer Magia para descifrar uno de los pergaminos (he tirado para hacerlo al azar). Descifro el pergamino de Comprensión idiomática.
Una ciudad que no siente miedo debe de hacer referencia a una ciudad donde sus habitantes nunca tienen miedo. En el mundo de Krynn hay una raza que nunca tiene miedo, los Kender. La antigua ciudad de los Kender es Kendermore, ya que esta ciudad fue destruida por Malystryx, la gran dragona roja. Mientras destruía la ciudad y gran parte de los bosques donde se encontraba, la Merodeadora roja utilizó su poderosa magia y la concentró a través de su tótem de las calaveras, deformando la tierra para que se adaptara a su temperamento y personalidad. Así, el antes fértil paisaje y los bosques de la península de Goodlund se convirtieron en yermos pelados, llenos de grietas traidoras, picos escarpados, volcanes que llenaban el cielo de una nube eterna de hollín y fuego, y ríos de lava que fluían perezosamente mientras seguían reformando la tierra. Esta península se ha convertido en uno de los reinos más desolados del continente.
Los nativos de Kendennore que sobrevivieron al ataque de la dragona se dirigieron hacia el oeste, donde finalmente fueron bien venidos por sus hermanos de Hylo, en la isla de Ergotf del norte.
Hace solo 4 años que murió la dragona suprema Malystryx a manos de Mina, que empuñando una dragonlance a lomos de un dragón muerto viviente mato a la dragona roja. Aun así, la tierra no se ha recuperado el influjo maligno de la dragona.
Caminaba pensativa de un lado a otro de la senda, teniendo que dar la vuelta cada pocos pasos. Una idea comenzaba a surgir en mi cabeza. ¿Podía tratarse de eso? Tras unos segundos más, llegué a una conclusión.
- ¡Eso es! - exclamé golpeando con mi puño cerrado en la palma de mi otra mano, girándome con determinación hacia el resto. - Creo que lo tengo.
Tras aquel anuncio me acerqué a ellos, dispuesta a explicarles lo que había concluido.
- Mortaja, - dije mirando a esta. - vosotros nunca tenéis miedo, ¿verdad? - pregunté a la kender, mirando después a todos. - El espíritu debe referirse a Kendermore, es ahí hacia donde debemos dirigirnos. La ciudad fue destruida por la gran dragona roja, Malystryx. La Merodeadora roja, como también se la conoce, utilizó su poderosa magia y la concentró a través de su tótem de calaveras para adaptar las tierras que destruía a su malvado ser. La ciudad y los bosques colindantes se convirtieron así en tierras yermas y llenas de peligrosas grietas, picos escarpados, volcanes que llenan el cielo de hollín y fuego e inmisericordes ríos de lava. - relaté con una tristeza que iba en aumento. - La península de Goodlund, sus fértiles tierras y preciosos bosques, pasaron a convertirse en uno de los lugares más desolados de Krynn...
Miré a Mortaja brevemente, sintiendo lo que sus antepasados habían tenido que vivir, y esperando que me corrigiera si lo que iba a decir a continuación no era así.
- Los nativos de Kendermore que sobrevivieron al ataque se dirigieron tras ello hacia el oeste, donde sus hermanos de Hylo, en la isla de Ergotf del norte, los acogieron. - conté con pesar.
Aún quedaba algo más, algo que no había leído en los libros.
- Pero eso no es todo. Malystryx murió hace cuatro años. Según me contó mi padre, lo hizo a manos de Mina, quien empuñaba una Dragonlance a lomos de un dragón muerto viviente. Sin embargo, el influjo maligno de la dragona no se fue con ella, y la tierra sigue sin recuperarse... - expresé con pesar y preocupación.
Mi gesto se torció al oír al semiogro hablar con tamaña ligereza de enfrentarnos a una bestia tan descomunal como lo era un dragón. Apenas habíamos sido capaces de enfrentar, faltos de garantías, a los diversos peligros que nos aguardaban en el interior de aquel templo, habiendo sido suficientemente duro y peligroso nuestro último enfrentamiento con el demonio, pero sin poder olvidar que poco había faltado para ser devorado en vida por aquel monstruo puerta. ¿Qué clase de locura nos llevaría a enfrentar a un dragón?
Anna, al menos, parecía entender aquellas palabras de un modo más similar a las esperanzas que yo mismo albergaba, que se tratase de un peligro mucho más mundano, propio de las guerras de los hombres. Sin embargo, fue la sacerdotisa de Mishakal quien pareció resolver el enigma. Al mencionar a Mortaja caí en la cuenta, casi al tiempo que ella misma lo explicaba. Los kender, por supuesto, el pueblo sin miedo.
Kendermore... -Repetí en voz baja, atendiendo a las lecciones de historia de Kairi con atención. Una ciudad destruida por una dragona que convirtió sus tierras en un yermo volcánico, que había permanecido así tras su reciente muerte merced a su poderosa magia- ¿Hace tan sólo cuatro años de la muerte del dragón? Que... conveniente. -Comenté con suspicacia- La apertura de este valle, la muerte de ese dragón... pareciera que todo haya sido alineado para anteceder nuestros pasos. -Alcé la mirada hacia el cielo- Como si este viaje hubiera sido meticulosamente planeado, tiempo ha. -Bien era posible que algunos de los presentes no quisieran verlo, pero yo no podía dejar de vislumbrar algún tipo de plan divino tras todo aquello, a pesar de que nos fuera negado tal conocimiento- Anna, ¿a cuánto están esas tierras? Podrás guiarnos hasta allí, ¿verdad?
La ruta mas rápida hasta Kender more es ir a la ciudad portuaria de Ak-Khurman, hacia el noreste. Desde aquí coger un barco que atraviese la bahía de Balifor hasta Puerto Balifor. Sin embargo, para llegar hasta Ak-Khurman, hay que cruzar las 40 millas de llanuras ardientes de sal conocidas como las tierras Ardientes. Cruzar las tierras Ardientes llevará 2 ó 3 días. Dar la vuelta a las tierras Ardientes llevará más tiempo, una semana de viaje, pero será más seguro.
Las llanuras ardientes de unas 40 millas de ancho es la mayor llanura de sal de Ansalon. Comprende la zona desde las ruinas de Hurim hasta la base de la península de Ak-Khurman. Su superficie está cubierta con el polvo de los desiertos circundantes.
Inmediatamente después del Cataclismo esta región era un lago de agua salada, que durante la siguiente década se hundió lentamente en la arena, desapareciendo de la vista. Hasta la llegada de Malystryx y los cambios que causó en esta parte del mundo, las tierras Ardientes contenían algo de vida.
El territorio no contiene ninguna flora y casi ninguna fauna salvaje. El aire es extraordinariamente seco, lo que lo hace perfectamente transparente, permitiendo que se pueda ver fácilmente el otro extremo de la llanura de sal, a 40 millas. Sin embargo, esta gran visibilidad también distorsiona la percepción de la distancia.
De las tierras Ardientes han salido varios relatos extraños. Algunos dicen que la montaña ardiente lanzada por los dioses todavía arde allí. Otros dicen que las tierras Ardientes son un lugar místico. Los seguidores de Sirrion dicen que en su centro hay una columna de fuego inextinguible, que puede conceder un poder ilimitado a los adoradores lo suficientemente dedicados para encontrarla y seguirla hasta su destino final.
Como guía del grupo, aqui tienes la informacion para llegar a Puerto Balifor, desde aqui se llega a Kender. PEro vamos por pasos.
Anna miró las montañas a su alrededor y señaló la hondonada por la que habían llegado - Por allí está Pashin - Luego estiró el otro brazo quedando en cruz - Por allí Ak-Khurman - Y por último unió sus manos hacia una posición perpendicular a las anteriores - Y por allí Kurmos
Primero tenemos que salir de la provincia de Khur cruzando la bahía. Podría usar el dinero que me pagaron por traeros a Hurim, para comprar unos pasajes en algún barco hasta el puerto de Balifor.
El puerto más cercano aquí en Khur es el de Ak-Khurman, pero para ello debemos atravesar el desierto blanco, cuyos fantasmas aparecen a la luz del día para perder el viajero - Miró sonriente a Kairi y luego a Lobo - Si creeis que vuestros dioses no os dejarán perder el norte, podemos adentrarnos en esas tierras malditas. En tres días llegaríamos a Ak-Khurman
Vaya, todo está maldito aquí
No sé si me perdería en el desierto blanco, de ser así podría ser fatal. Si albergais dudas retrasaremos nuestro viaje al puerto de Kurmos, donde la gente es menos amistosa y el pasaje probablemente será más caro. En Ak-Khurman ya salen barcos a Balifor. Ah, y si andais pensando en cambiar vuestros harapos, esperaos a Balifor donde tienen unas de las mejores telas en estos rincones de Krynn
Puso los brazos en jarra y miró hacia el este - Yo elegiría el desierto blanco.... total... que son unos pocos espíritus más
Las indicaciones de Anna parecían llenas de coherencia, conocimiento y experiencia. Sin duda, había sido toda una bendición contar con sus inestimables servicios en aquella peculiar misión. Después de todo, ¿cómo habríamos podido afrontar un viaje tal sin su sabia guía? No obstante, cuando terminó de explicar nuestras opciones se hizo un incómodo silencio. No me quedó claro si éste era debido a que entre los presentes no se vislumbraba una dirección clara, o si sencillamente les daba igual. Algunos miembros del grupo no se prodigaban precisamente en valoraciones. Más extraño me resultó en el caso de la sacerdotisa de Mishakal, de quien asumí que su silencio debía deberse a la indecisión.
Si el problema de ese desierto es la posibilidad de extraviarnos, creo que yo podría ser de ayuda con eso, Anna. -Indiqué alzando la vista unos instantes hacia el cielo, antes de mirarla con una tenue sonrisa- He dedicado mi vida a la naturaleza, de modo que soy conocedor de los rudimentos de la supervivencia. Puedo ayudarte a mantenernos orientados y a buscar agua en ese desierto. Y si aún así las cosas se complicasen, mi diosa puede proveer en ambos sentidos. -Añadí encogiéndome de hombros- Yo, al igual que tú, optaría por cruzar ese desierto, si con ello acortamos camino y abaratamos costes. ¿Qué opináis los demás?
vosotros nunca tenéis miedo, ¿verdad?
No. Contesto de forma desinteresada la kender, desde que había salido del templo se había mostrado bastante alicaída. No sé qué es eso. Solo sé que hay dos tipos de situaciones, aquellas que te llevan a vivir una vida larga y otras que te llevan a vivir una vida no tan larga, y hay que escoger las primeras. Es una enseñanza de mases Tas, el héroe de la lanza.
Mortaja pateaba piedras mientras escuchaba la conversación sobre el próximo destino del grupo. Desierto…. Hay no hay nada, solo arena. Mascullo entre dientes. Calor. Vaa… Luego Mortaja permaneció en silencio, cambiando el peso de un pie a otro, totalmente inquieta. En varias ocasiones abrió la boca para decir algo, pero callaba en el último momento, y volvía a pasear inquieta. Finamente estallo. ¡Yo no voy! El desierto no es interesante. Lo siento, pero me quedo, me quedo en las ruinas. No es que vosotros seáis aburridos, pero aquí hay cosas mucho mas interesantes. Hay fantasmas, objetos de otras eras, cosas antiguas. Ninguno de vosotros es más antiguo que estas rocas, y a más antiguo más interesante.
Me resultó curiosa la forma en la que Mortaja respondió a mi pregunta sobre el miedo. Decía no conocerlo, sin embargo, este parecía tener algo que ver con la afirmación que hacía después; al menos desde una perspectiva humana. Al parecer para los Kender no existía el miedo, pero sí el riesgo, la precaución, y el deseo de evitar la muerte.
Cuando acabé de hablar, el druida no tardó en pronunciarse, volviendo a poner sobre la mesa algo de lo que estaba convencida, que todo cuanto estaba sucediendo formaba parte de algún tipo de plan divino.
- Puede que fuera la muerte del dragón lo que desencadenara todo lo sucedido después. - comenté sin pararme a pensar demasiado en ello, realmente las distintas posibilidades eran muchas.
Lobo Blanco en seguida preguntó a Anna sobre las mencionadas tierras, ante lo que nuestra guía trató de inmediato de ubicarnos y mostrarnos nuestras distintas opciones. Ambos se mostraron a favor de cruzar el desierto, añadiendo el druida de qué manera podría ayudar a que la dificultad de atravesar este fuera menor. Me había tomado unos segundos para meditar el asunto, pero estaba de acuerdo con ellos, aquello era lo que debíamos hacer.
Iba a pronunciarme al respecto cuando Mortaja intervino, negándose en rotundo a acompañarnos, no porque temiera lo que podía sucederle; sino porque atravesar el desierto le parecía algo aburrido. La verdad era que el que se quedara me tranquilizó un poco. No es que aquellas ruinas fueran el lugar más seguro del mundo, aunque sí parecían ser algo más seguras ahora, pero estaba convencida de que lo que nos esperaba sería muy peligroso.
- ¿Estás segura? - pregunté a la kender, acercándome a ella e inclinándome para darle un abrazo. - Ten mucho cuidado, Mortaja. Creo que esta no será la última vez que nos veamos, espero que tengas una nueva historia que contarnos entonces. - le dije a la mujer antes de soltarla, mostrándole una cálida sonrisa antes de girarme hacia mis compañeros. - El desierto blanco, sin duda. - dije con firmeza. - Ese espíritu no hace más que insistir en que debemos darnos prisa. - expliqué pronto. - Yo también podría solicitar la ayuda de mi Diosa en mis próximas oraciones, y que así me capacite para potenciar vuestras habilidades, o para crear o purificar agua; pero hasta entonces al menos podemos contar con su divina orientación y protección. - sonreí de forma tenue.
Mortaja se había despedido del grupo y sus pasos se perdían hacia el interior del templo, donde seguramente también estaría la Aranea, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
El grupo bajo por la interminable cuesta repleta con los escombros de las estatuas de los dioses, atraviesa la llanura llena de niebla cerca de la torre de vigilancia y finalmente entra en el barranco donde todavía se pueden ver los símbolos pintados que se han desgastado y vuelto a pintar tantas veces a lo largo de los siglos.
Cerca de la entrada del valle podéis encontrar los suministros de Alakar, el líder de la tribu Mikku, dejo para vosotros. Junto a las provisiones encontráis también un mapa que indica el nuevo asentamiento del campamento Mikku, este se encuentra e lejos de vuestra ruta.
Contarme como os preparáis para el viaje…
Me entristece no poder volver a ver a los Mikku. Pese al incidente sobrenatural que tuvimos en plena noche, su hospitalidad era muy apreciada y, después de lo ocurrido en el templo, hubiera sido agradable ver unas caras amigas.
Observé a mis compañeros, para ver si estaban tan decepcionados como yo y, a continuación, tras equiparnos con los suministros que nos habían dado tan generosamente, nos preparamos para continuar nuestro viaje.
Después de que la pequeña kender mostrase su decisión de permanecer en el valle y no acompañarnos, algunos miembros del grupo parecieron preferir no mostrar su opinión acerca de la ruta a seguir. Tal vez fue por comprobar que una mayoría ya había alcanzado un consenso sobre ello, tal vez les daba igual, o tal vez otro motivo les había llevado a guardar silencio. Yo había pasado a lo largo de mi vida mucho más tiempo entre bestias que entre hombres, así que muchos de los detalles sobre la conducta de las personas se me escapaban como el agua del río entre los dedos.
En cualquier caso, recorrimos el camino de vuelta hacia la entrada del valle, desandando la ruta que nos había llevado a aquellas ruinas desdichadas. Nuestras ropas, a excepción de la túnica del mago, estaban sucias de sangre y sudadas por el esfuerzo, y aún nos quedaba un largo viaje por delante. Sin embargo, resultaba un alivio tener el cielo sobre mi cabeza y aire puro en mis pulmones, lejos de los oscuros techos de roca y el aire viciado de aquel templo.
Dijiste que la ruta por el desierto supone unos tres días de camino, ¿verdad, Anna? -Comenté al alcanzar aquel punto en que el líder de los nómadas Mikku nos había dejado víveres para el retorno, observándolos detenidamente- Creo que tenemos más raciones de viaje de las que necesitamos. Quizás deberíamos llevar sólo las imprescindibles, como mucho alguna de más siendo previsores, y dar prioridad al agua. No conviene cruzar un desierto con exceso de carga...
Verdad. Será mejor que lo llevemos todo Lobo. Este desierto no es como el resto. Envenenará nuestra comida si tiene ocasión.
Protegedla bien, aunque no deberían soplar vientos, si lo hacen levantarán toda la sal del desierto
Ah sí, es un desierto de sal - Rasca la tierra con una bota y mira el suelo. Pensando en lo que había oído en Khur de las caravanas que traían la sal del desierto ardiente.
Allí no hay plantas ni animales, todo está muerto y me dijeron una vez, que en el centro se encuentra la columna de fuego de algún dios. Siempre ardiente. Por si no hiciera poco calor.
No espereis la hospitalidad y abundancia que tenemos aquí en los desiertos de Hurim. - Terminó con sarcasmo
" Hambre, tengo hambre, por los Dioses que haya comida en las provisiones " - " GRRGGRRRGGRR " - hace mi estómago cada vez más fuerte - " Perdonad pero tengo un hambre que me caigo, la verdad es que si han dejado comida el resto me es indiferente " - me agacho y revuelvo entre el equipo hasta dar con las raciones de viaje, " bueno peor es nada " y muerdo un trozo mientras me siento en el duro suelo y suelto un largo suspiro mientras disfruto de este manjar. Con la boca llena - " La ver ñam..dad es q..ñam..ue me da ig...ñam..ual donde vaya..ñam..os, mien..ñam..tras tengamos comida ( Eructando con fuerza ) Ala ya está, ¿ hacia donde nos movemos ? " -
Terminamos dejando el templo atrás, y con él a Mortaja, quien se había vuelto a internar en este. El camino de vuelta a la entrada del valle me pareció mucho más sencillo que el emprendido al internarnos en él, a buen seguro por saber lo que no íbamos a encontrar. Lo incierto y peligroso aún se encontraba mucho más allá, en aquel desierto blanco.
Abandonamos el valle, y cerca de la entrada, hallamos las provisiones que el pueblo Mikku había dejado tan amablemente para nosotros. El simple hecho de encontrar allí lo prometido me sacó una sonrisa, era bonito presenciar cómo actuaba la bondad de la gente.
El encontrar aquellas provisiones provocó que parte de mis compañeros comenzara a hablar sobre si sería adecuado cargar con todas ellas. Lobo Blanco abogaba por que cargáramos tan sólo lo imprescindible, queriendo evitar trabas en un camino que sería ya duro de por sí, mientras que Anna creía que lo más adecuado era llevar todo lo que pudiéramos, pues en aquel desierto no había manera de obtener alimento y su propia naturaleza podía echar a perder el que ya portábamos.
La guía comentó alguna cosa más sobre aquel lugar, disponiéndome a pronunciarme después, pero me vi interrumpida por la intervención de Okodar. No comprendí del todo lo que quería decir, aunque quedó bien claro que continuaba teniendo hambre a pesar de que acabábamos de desayunar, y que veía la comida como algo imprescindible en aquel viaje.
- Un segundo, por favor. - pedí a Okodar ante su impaciencia, preguntando hacia dónde nos dirigiríamos cuando ni siquiera me había pronunciado aún. - Portar alimento es importante, pero podríamos sobrevivir días sin comida, mas no sin agua. - comencé a explicarme ante todos. - Creo que debería ser suficiente con portar comida para cuatro o cinco días, y si vemos que el camino se complica podríamos racionarla, ¿no? - miré entonces a Anna. - Si el desierto envenena el agua o el alimento podría pedirle a mi Diosa que me permita purificarla, aunque eso no podría ser hasta mañana.
Mi rostro se tornó entonces preocupado, bajando la mirada un instante antes de alzarla para continuar explicándome ante todos.
- Yo ya porto más peso del que debería llevar, el avance está siendo bastante costoso para mí, no quiero ni imaginar cómo puede llegar a tornarse en un lugar como ese... Podría terminar retrasándoos. - dije con preocupación, comenzando a quitarme la mochila. - A menos que alguno pueda ayudarme, creo que tendré que dejar aquí más que raciones de viaje... - comenté pesarosa y algo avergonzada.
El grupo comenzó los preparativos para e viaje, lo que les tomo el resto del día. Siguiendo el consejo de Anna, lo mejor sería caminar por la noche descansado cuando el sol se encontrará en lo más alto. Era mucho más fácil protegerse de las bajas temperaturas de la noche caminando y estando activo, también era mucho más fácil orientarse con las estrellas.
Fin de escena.