Año 425 después del Cataclismo
La posada de los Cinco Dragones, Pashin
El anciano sentado en la mesa con la joven Kairi se levantó bruscamente y emitió un gemido lo suficientemente fuerte como para rivalizar con una banshee. Después se avalanzó sobre ella con ambas manos. Sin alcanzar a tocarla, el anciano gritó nuevamente con aquel timbre que arruina hasta los sueños más profundos. Empezó a temblar como si una enfermedad estuviera atacando el centro de su ser y con voz profunda y silvante gimió
Las estrellas se están moviendo en un esquema tan astuto como divino; tened en cuidado con los espectros de la noche, con los designios invisibles; la llave que ahora tenéis es deseada; ¡Protegeos de la obsesión ARDIENTE!!.
Al decir ésto último, se echó hacia atrás. De repente su cuerpo se rodeó de llamas blanco azuladas que crepitaron a su alrededor antes de explotar, atrapando a Kairi en una onda expansiva fantasmal.
***
La tensión era palpable en el ambiente. El silencio se adueñó del salón unos instantes y el fuego de las dos chimeneas parecía haber menguado en su intensidad. Al observar bien sobre los restos del anciano, todos los presentes pudieron observar una pequeña caja de madera, pequeña y delicada. Se encontraba cerrada y en perfecto estado, como si la explosión no hubiera hecho mella en ella.
***
El silencio se hizo largo y la tensión palpable mientras Lobo Blanco abría la caja. En ella se activó un mecanismo y una elfa de madera se levantó lentamente y comenzó a bailar, girando en una lenta danza...
***
Sacudiéndome la cabeza, comenté al resto del grupo lo que había recordado, tratando de ser lo más claro y conciso posible, para no confundir a nadie:
He recordado una cosa que leí hace un tiempo, acerca de una caja musical que pasaba de generación en generación en la realeza élfica. Estoy convencido de que es esta...
Año 425 después del Cataclismo
La posada de los Cinco Dragones, Pashin
Antes que Lobo Blanco abandonara la Posada, Emaline se dirigió a él.
- Ten...- dijo acercándole una pequeña y hermosa piedra.- Es un material trabajado por los antiguos elfos. La Joya Painita le llaman. Es de escaso valor comercial, pero ellos no se lo entregan a cualquiera. Esta te llevará con Shalyn. Cuando te encuentre, y créeme que lo hará, él podrá responder tus dudas.- la mujer pareció vacilar al entregarle aquella pieza.- Espero que te sirva..-
Año 425 después del Cataclismo
Alcantarillas, Refugio secreto de los elfos, Pashin
Os he convocado, porque… Shaylin inclina la cabeza, esperando pacientemente vuestra respuesta antes de seguir. Es porque he visto... Ahora aparece una pequeña arruga entre sus ojos. He tenido sueños durante las últimas noches, sueños que me perturban. Me despierto temblando y llena de terror, pero los detalles del sueño se me escapan como el humo de las llamas. Suspira suavemente, bajando la mirada hacia el fuego brillante durante un momento antes de continuar. Todo lo que puedo recordar es que tiene que ver con vosotros. Todos vosotros. Levanta la vista y su mirada os atraviesa.
De repente, sus ojos se vuelven distantes y pierden todo su color hasta que parecen de blanco sólido y puro. Su voz adopta un tono musical mientras murmura.
Hay un dibujo que no podéis ver. Debéis liberar vuestro espíritu. Llevad la llave a las ruinas destrozadas, a través de la arena y por encima de las dunas. Buscad respuestas en las arenas del tiempo, buscad en vuestras almas y encontrad la señal.
Entonces, con un temblor, la cabeza de Shaylin se levanta hacia arriba y coge aire entrecortadamente, para acabar tosiendo violentamente. Finalmente se levanta cansadamente y os vuelve a mirar a todos.
Estoy cansada y pronto deberé descansar. Por favor, descansad ahora y más tarde hablaremos.
Año 425 después del Cataclismo
Alcantarillas, Refugio secreto de los elfos, Pashin
Entre los diversos refugiados encontráis a Angelyn, una elfa anciana, una antigua clériga de Mishakal antes de la Guerra de caos. Sintió agudamente la pérdida de su diosa, pero siguió ofreciendo sus habilidades para atender a los enfermos. Cuando Mishakal volvió, Angelyn se alegró, y volvió a usar sus conocimientos para curar a los elfos. La anciana elfa es la única que parece reconocer algo en la caja. Recuerdo haber visto esta caja hace muchos años en manos de Alhana Starbreeze. Era un objeto que guardaba con mucho celo, decía que fue creado por Silvanos, el fundador de la antigua nación élfica, para proteger algo importante. Pero el resto de la historia se pierde en los vientos del tiempo.
***
Alhana fue hija del Orador de las Estrellas, antiguo regente de Silvanesti. Durante la Guerra de la Lanza, su padre murió a causa de uno de los Orbe de los Dragones, y ella ocupó su puesto como regente. Durante la guerra conoció a Sturm, uno de los héroes de la lanza, del que se enamoró. Sturm murio bajo la lanza de Kitiara durante la batalla de la Torre del Sumo Sacerdote. Acabada la Guerra de la Lanza, Alhana se casó con Porthios y tuvo un hijo llamado Silvanoshei, que con el tiempo llegaría a ser Orador de las Estrellas, a pesar de que sus padres hubieran sido declarados elfos oscuros y desterrados tanto de Silvanesti como de Qualinesti.
***
La historia de Silvanoshei es trágica y funesta, nadie sabe dónde se encuentra. Si es que sigue vivo. En la noche de la Gran Tormenta fue llevado a la nación de Silvanesti atravesando el escudo que rodeaba la ciudad. Al conocer su linaje fue llevado a Silvanost y nombrado Portavoz de las Estrellas. Entonces se enamoró de Mina, la profeta del Dios Único. A instancias de Mina, destruye el escudo de la ciudad permitiendo a los Caballeros de Neraka invadir y conquistar a los elfos. Eso significo el fin de nuestra bella nación. La mirada de la anciana, hasta ese momento calidad se volvió gélida y llena de tristeza. Luego Silvanoshei siguió a Mina hasta Sanction.
Año 425 después del Cataclismo
Alcantarillas, Refugio secreto de los elfos, Pashin
Mientras duermes tienen un extraño sueño:
De pronto se abrieron las puertas y entraron dos soldados que arrastraban con violencia a un prisionero. Empujando a los compañeros a un lado, arrojaron al prisionero al suelo. Se trataba de una mujer. Llevaba el rostro cubierto con velos y vestía una falda larga y una pesada capa. Durante unos segundos se quedó tendida en el suelo como si se hallase demasiado cansada o abatida para levantarse. Después, hizo un gran esfuerzo para conseguirlo, sin éxito. Obviamente nadie iba a ayudarla. El señor se la quedó mirando con expresión torva y ceñuda. El draconiano que estaba tras él se había puesto en pie y la contemplaba interesado. La mujer a duras penas podía moverse pues se tropezaba con sus largas vestiduras.
Un segundo después Sturm estaba a su lado. El caballero había contemplando horrorizado el insensible trato que estaba recibiendo. Le lanzó una mirada a Tanis y vio al cauto semielfo sacudir la cabeza, pero la imagen de aquella mujer haciendo un denodado esfuerzo por levantarse era demasiado para él. Al avanzar hacia la dama uno de los soldados se interpuso en su camino.
Si quieres puedes matarme, pero voy a ayudar a la prisionera.
El guardia parpadeó y dio un paso atrás, mirando a su señor a la espera de órdenes. El señor negó levemente con la cabeza. Tanis, que lo observaba atentamente, contuvo la respiración. Le pareció ver que el señor sonreía, cubriéndose rápidamente la boca con la mano.
Señora mía, permitidme que os ayude. Dijo Sturm con suma cortesía sujetándola con sus fuertes manos y ayudándola a ponerse en pie.
Sería mejor que no me hubieses ayudado, caballero .Dijo la mujer. A pesar de que sus palabras apenas fueron audibles debido al velo que cubría su rostro, Tanis y Gilthanas dieron un respingo y se miraron el uno al otro. No sabes lo que has hecho… has arriesgado tu vida…
Es un privilegio haberlo hecho Dijo Sturm haciendo una reverencia y permaneciendo junto a ella sin apartar la mirada de los guardias.
¡Es una elfa de Silvanesti! Le susurró Gilthanas a Tanis . ¿Qué debe estar haciendo aquí? Silvanesti está muy lejos…
Puede que… Comenzó a decir Tanis, pero uno de los soldados le dio un golpe en la espalda para que guardase silencio pues el señor se disponía a hablar.
Princesa Alhana Dijo éste en un frío tono de voz, se os comunicó que abandonaseis la ciudad. La última vez que os presentasteis ante mí fui misericordioso porque veníais en misión diplomática, y en Tarsis aún observamos el protocolo. No obstante, os dije entonces que no esperarais que os ayudásemos y os di veinticuatro horas para partir, pero veo que aún seguís aquí.
Alhana... Murmuró Tanis para sí. Luego se dirigió a Gilthanas. ¿Por qué me resulta tan familiar ese nombre?
¿Has estado alejado de nuestra gente tanto tiempo que ya no reconoces ese nombre? Sólo una de nuestras primas de Silvanesti se llamaba así. Alhana Starbreeze, hija del Orador de las Estrellas, princesa y única heredera de su padre, ya que no tiene hermanos.
¡Alhana! Exclamó Tanis recordando. Los elfos se habían separado cientos de años atrás, cuando Kith-Kanan guió a muchos de ellos a la tierra de Qualinesti tras las guerras de Kinslayer. Pero sus dirigentes se habían mantenido en contacto a la misteriosa manera de los elfos quienes, se dice, pueden leer mensajes en el viento y hablar el idioma de Solinari. Ahora recordaba a Alhana —que tenía la reputación de ser la más bella de todas las mujeres elfas, y tan distante como la luna plateada que brilló la noche que nació.
Muralasa la llamaban los elfos, princesa de la Noche. Su cabello, negro y suave como el viento nocturno, estaba sujeto por una red tan fina como una tela de araña, y cuajado de pequeñas joyas que titilaban como estrellas. Su piel era del tono pálido de Solinari; sus ojos del profundo púrpura del cielo nocturno, y sus labios del mismo color que las sombras de Lunitari.
Año 425 después del Cataclismo
Campamento Miku, Khur meridional
Todos os despertáis con el sonido suave y melodioso de una voz de niña que habla en tono bajo, aunque suficiente alto para que escuchéis sus palabras claramente.
Debéis daros prisa... los vientos transportan las voces de muchos espíritus, y están pidiendo ayuda entre llantos. Debéis mantener la llave a salvo o todos se perderán. La voz de la niña es monótona, casi como si estuviera recitando un poema. En el templo de los traicionados encontraréis el fragmento de luz, que os llevará por el camino que habéis elegido recorrer. La niña se encuentra de pie en mitad de la tienda vestida a la usanza de los Mikku. Los ojos azules de la niña parecen brillar suavemente en la penumbra de la noche.
Año 425 después del Cataclismo
Campamento Miku, Khur meridional
Alakar, ¿qué sabéis del templo de los traicionados?
Hurim era antiguamente un puesto avanzado de Istar, establecido como un lugar de retiro religioso para los fieles que querían alejarse de la agitación de la capital para poder comunicarse más privadamente con los dioses.
Fue construido en un valle tranquilo, lejos de cualquier otra villa o ciudad, como un lugar alejado de la civilización donde los devotos podían encontrar la soledad. Por supuesto, con el tiempo, cada vez empezó a viajar más gente hacia Hurim, peregrinos que buscaban paz o meditación y gente en busca de respuestas y plegarias. Con el tiempo se construyó un gran templo para los sacerdotes que vivían en el valle y una pequeña villa cerca de él. A pesar de las diferencias entre las religiones de los istarianos y los khuritas, para los sacerdotes del templo de las Arenas doradas, como se lo llamó, era un refugio. Los espirituales Khur, que son apasionados con sus dioses, eran tan bienvenidos como cualquiera que siguiera las enseñanzas del Príncipe de los sacerdotes.
Desdichadamente, durante la Noche de la traición, los sacerdotes moribundos recurrieron a sus dioses para lanzar una maldición sobre el valle. Desde ese día, ninguno de los nómadas que ha puesto un pie en el valle ha vivido durante otro ciclo de la luna plateada. Durante el Ahogamiento1, una avalancha selló el valle y todo el mundo evita la zona.
1- Cuando llegó el Cataclismo, el océano Courrain meridional entró violentamente en las praderas, produciendo lo que los nómadas khuritas llamaron el Ahogamiento, creando el mar de Khurman y matando a incontables familias.
Año 425 después del Cataclismo
Campamento Miku, Khur meridional
La anciana agita lentamente la mano y lanza los huesos sobre un plato plano de madera que le ha acercado la muchacha. Con ojos cansados inspecciona los huesos, deteniéndose en un grupo de tres tabas que habían quedado juntas. Los muertos son incansables. Los espíritus, impulsados por antiguas envidias y conflictos, luchan en un cementerio por el alma de una que se creía perdido para siempre...
Los huesudos dedos de la anciana se mueven por encima de los huesos. Una figura de fuego y condenación, forjada a partir de la sangre de un dragón pero con apariencia abismal, protege un arma de luz que se creía perdida mucho tiempo atrás...
Coge con las manos un puñado de huesos y los acerca a los ojos. …y uno se impondrá a lomos de los constructores de la naturaleza, caminará por un suelo viviente y hablará a una voz que es una por encima de muchas. Tras pronunciar las últimas palabras con voz sílbate, la anciana apoya la cabeza en los cojines y cierra los ojos.
protege un arma de luz que se creía perdida mucho tiempo atrás...
Podría tratarse de la lanza de Huma, la primera en ser forjada dragonlance. Que fue el arma que Huma usó para derrotar a Takhisis durante la Era de los sueños.
Entonces recuerdas una de las canciones que de niña te cantaban sobre la Leyenda de Huma y la Dragonlance
De uno de los pueblos de los numerosos condados,
surgido de la tumba y de la tierra, de la tierra y de la tumba,
dónde esgrimió su espada por vez primera en las danzas crueles de la niñez,
al descubrir la eterna retirada de su pueblo,
su grandeza germinó en una ciénaga en llamas,
con el vuelo raso del martín pescador acompañándolo en el cielo,
Huma caminó sobre rosas, guiado por la fúlgida luz de la Rosa.
Acosado por los Dragones, se retiró al confín de la tierra,
al límite de sus emociones, de su ser,
hacia la espesura
donde Paladine lo enviaba.
Y allí, rodeado del fragor de los cuchillos,
creció entre la violencia, anhelante,
abatido por un ensordecedor coro de voces.
Allí fue donde el ciervo blanco lo encontró,
al final de un viaje planeado en los albores de la Creación,
trotando en el linde del bosque donde Huma,
desfallecido y hambriento, tensó su arco,
agradeciendo a los dioses la presa y el alimento.
Entonces vio en el frondoso bosque, en el silencio primero,
el símbolo del corazón turbado, la resplandeciente cornamenta.
Bajó el arco y la vida se reanudó.
Huma siguió al ciervo, su maraña de sus astas fundiéndose en la espesura,
como el recuerdo de una luz joven,
cual garras de aves remontando vuelo.
La montaña se agazapaba ante ellos.
Ahora todo era inmutable. Las tres lunas se detuvieron en el cielo,
y la larga noche se precipitó entre las sombras.
Era de día cuando llegaron a la arboleda, a la ladera de la montaña,
desde donde el ciervo partió. Huma no lo siguió,
pues sabía que el final de este viaje era sólo verde
y la promesa verde que perduraba en los ojos de la mujer ante él.
Y benditos los días que se acercó a ella, bendito el aire que transportó
sus amorosas palabras, sus canciones olvidadas,
y las lunas absortas arrodilladas sobre la Gran Montaña.
Aún así ella lo eludía, luminosa y escurridiza como una ciénaga,
encantadora y sin nombre,
más encantadora aún por no tener nombre.
Descubrieron que el mundo, las deslumbrantes capas de aire,
la propia espesura se reducían
a nada ante la frondosidad del corazón.
Al final de los días, ella le reveló su secreto.
Pues no era mujer, ni siquiera era mortal;
sino hija y heredera de un linaje de dragones.
A Huma el cielo se le torno indiferente, colmado por las lunas.
La corta vida de la hierba se burló de él, se burló de sus padres.
La hiriente luz se encrespó sobre la resbaladiza montaña.
La mujer sin nombre ofrecía una esperanza
que no estaba en sus manos, pues sólo Paladine podía saber
que, a través de su eterna sabiduría ella podría surgir de las eternidades,
y allí, en sus plateados brazos, florecería la promesa de la arboleda.
Huma rezó por esa sabiduría, y el ciervo regresó.
Y hacia el este, a través de los desolado campos, sobre brasas,
cenizas y sangre, cosecha de los dragones,
viajó Huma, mecido por los sueños del Dragón Plateado
con el ciervo perpetuo como guía.
Al final llegaron al último puerto, un templo que quedaba tan al este
Que yacía donde el este acababa.
Allí apareció Paladine, en un estanque de estrellas y gloria,
Anunciando que de todas las alternativas,
La más terrible había caído sobre Huma.
Pues Paladine sabia que el corazón es un nido de anhelos,
Que podemos viajar hasta la luz eternamente,
convirtiéndonos en lo que nunca podremos ser.
Pues la novia de Huma podía caminar bajo el sol devorador,
Y juntos regresar a los techados condados,
Dejando atrás el secreto de la lanza y el mundo deshabitado
En la oscuridad, desposado con los dragones.
O Huma podía tomar la DragonLance purificando todo Krynn
De la muerte y la invasión, de los verdes senderos de su amor.
La más ardua de las elecciones, y Huma recordaba
cómo la espesura había protegido y bautizado sus primeros pensamientos
bajo el cobijante sol; y ahora, mientras la luna negra
giraba sobre sí misma absorbiendo el aire y la substancia de Krynn,
de todas las cosas de Krynn, de la arboleda, de la montaña,
de los abandonados condados... Él dormiría, se olvidaría de todo.
Pues lo que mas dolía era la elección, y las alternativas
queman la mano cuando el brazo ha sido cercenado.
Pero ella fue hacia él, sollozante y luminosa,
n un paisaje de sueños,
donde él vio al mundo derrumbarse
y renacer bajo el destello de la lanza.
En su despedida había muerte y vida.
A través de sus condenadas venas, el horizonte explotó.
Alzó la Dragonlance, retornó a la historia.
El pálido ardor fluyó por su brazo elevado, y el sol y las tres lunas,
aguardando prodigios, pendían unidos en el cielo.
Huma se dirigió al oeste,
a la torre de el Sumo Sacerdote, sobre la espalda del Dragón Plateado.
Y en el camino atravesó un país desolado donde sólo los muertos
caminaban, murmurando los nombres de los dragones,
por el lamento de los agonizantes,
el rugido en el aire hambriento, aguardaban al silencio indecible.
Esperaban, aún peor, temerosos de que el estallido de los sentidos
deviniera en un momento de vacío en que la mente
descansa con sus pérdidas y oscuridades.
Pues el sonido del cuerno de Huma en la lejanía
danzó en los campos de batalla.
Toda Solamnia elevó su rostro hacia el cielo del este,
y los dragones volaron hacia firmamentos más elevados,
creyendo que había sobrevenido algún terrible cambio.
Del tumulto de sus alas, del caos de los dragones,
del corazón de la nada; la madre de la noche,
arremolinada en lo incoloro de los colores,
se precipitó hacia el este, dentro de la mirada del sol,
y el cielo se deshizo en plata y en vacío de colores.
Huma yacía en el suelo, a su lado una mujer, rota su plateada piel,
la promesa de verde liberada del don de sus ojos.
Ella susurró su nombre en el instante en que la Reina de la Oscuridad se inclinaba sobre Huma.
La madre de la noche descendió.
Y desde lo alto de las murallas,
los hombres vieron sombras bullir
en el incoloro batir de sus alas: un cobertizo
cubierto de junco, el corazón de una espesura,
una olvidada luz plateada, explotaron en un terrorífico rojo.
Y del centro de las sombras surgió una profundidad
en la que la propia oscuridad resplandecía,
negando todo aire, toda, luz toda sombra.
Y arrojando su lanza al vacío, Huma cayó en la dulzura
de la muerte, en la redentora luz del sol.
Con la lanza, con su fuerte poder y la fraternidad
de aquellos que deben caminar hacia el límite del aliento
y de los sentidos, desterró a los dragones
al corazón de las nada, y las extensas tierras
florecieron en equilibrio y armonía.
Aturdido por la nueva libertad, aturdidos por la luminosidad
y los colores, por la insistente bendición de los santos vientos,
los caballeros llevaron a Huma, llevaron la Dragonlance,
a la arboleda de la ladera de la montaña.
Cuando regresaron a la arboleda en peregrinación y homenaje,
la lanza, la armadura, el propio Exterminador de Dragones,
habían desaparecido de la vista del mundo.
Pero la noche de las dos lunas llenas brilla en las colinas
sobre la silueta de un hombre y una mujer,
destellando acero y plata, plata y acero, sobre el pueblo,
sobre los techados y cuidados condados.
Año 425 después del Cataclismo
Interior del Templo Destrozado, Khur meridional
Como mínimo harían falta las lágrimas de Mishakal para limpiar el toque de la muerte de este valle, y las lágrimas han estado pérdidas desde la Era de los sueños.
***
Las lágrimas de Mishakal son un artefacto de la Era de los sueños. Se dice que eran dos lágrimas que cayeron de los ojos de Mishakal cuando se produjo el primer asesinato. Se creé que son unos zafiros con forma de lágrima que cuelgan de una cadena de plata. Las leyendas dicen que las lágrimas tienen el poder de calmar a los espíritus de los muertos y proporcionarles paz. Desdichadamente, no se han visto desde la Era de los sueños. Algunos creen que las lágrimas se separaron, y otros que fueron corrompidas por Chemosh, pero nadie ha sido capaz de encontrar ninguna evidencia de su existencia, ni de verificar esta leyenda.
Escuchad la canción de los sabios,
descendiendo del cielo cual lluvia de lágrimas,
purificando los años,
tañendo el Cántico de la Gran Leyenda de la Dragonlance.
Anterior al recuerdo o la palabra, hace muchos, muchos años,
en los primeros albores de la vida,
cuando las tres lunas ascendían sobre el regazo del bosque,
los inmensos y terroríficos dragones
sobrevolaban los cielos de Krynn.
De la Oscuridad de los dragones,
gracias a nuestros ruegos de Luz,
en la vacía superficie la pálida luna negra
una Luz naciente brilló en Solamnia,
un poderoso caballero invocó a los verdaderos dioses
y forjó la poderosa Dragonlance,
atravesando el alma de los dragones,
apartando de las relucientes costas de Krynn
la sombra de sus alas.
Así Huma, Caballero de Solamnia,
Portador de Luz, Primer Lancero,
siguió su Luz hasta el pie de las Montañas Khalkhist,
hasta los pies de piedra de los dioses,
hasta el agazapado silencio del templo.
Invocando a los forjadores de la Dragonlance,
tomó su indecible poder para aplastar al horroroso Mal,
haciendo que la garganta del dragón
engullese la envolvente Oscuridad.
Paladine, el Gran Dios del Bien,
brilló al lado de Huma,
reforzando la lanza de su brazo derecho,
y Huma, resplandeciente bajo miles de lunas,
expulsó a la Reina de la Oscuridad,
expulsó la enjambre de sus ululantes huestes
devolviéndolos al reino sin sentido de la muerte,
donde sus maldiciones cayeron sobre un vacío absoluto,
lejos de aquella tierra iluminada.
Así acabó la Era de los Sueños
y comenzó la Era del Poder.
En el este apareció Istar, reino de Luz y verdad,
donde minaretes de blanco y oro,
elevándose al cielo y a la gloria del cielo,
anunciaron el final del Mal,
e Istar, acunando y cantando a los largos veranos del Bien,
brilló como un meteoro
en los blancos cielos de lo verdadero.
Pero en la plenitud de la luz del sol
el Príncipe de los Sacerdotes de Istar vio sombras:
en la oscuridad vio que los árboles tenían dagas,
los riachuelos se oscurecían y espesaban bajo la silenciosa luna.
Buscó libros en los que hallar los senderos de Huma,
buscó pergaminos, señales y encantamientos,
para que también él pudiera invocar a los dioses,
encontrar apoyo para sus fines,
y desterrar, así, el Mal del mundo.
Los dioses abandonaron el mundo
y llegó la hora de la Oscuridad y la muerte.
Una montaña de fuego asoló Istar,
la ciudad explotó como un esqueleto en llamas;
de fértiles valles nacieron montañas,
los mares se filtraron en las grietas de las montañas,
sobre los mares abandonados suspiraron los desiertos,
los amplios caminos de Krynn estallaron,
convirtiéndose en senderos de muertos.
Entonces comenzó la Era de la Desesperación,
La Era de la Oscuridad.
Los caminos se mezclaron.
Vientos y tormentas de arena visitaron las ciudades.
Llanuras y montañas se convirtieron en nuestros hogares.
Cuando los antiguos dioses perdieron su poder,
gritamos hacia el cielo vacío,
hacia el frío y desmembrado gris, a los oídos
de los nuevos dioses.
Pero el cielo está sereno, silencios, quieto.
Y aún tenemos que escuchar su respuesta.
Año 425 después del Cataclismo
Entrada del Templo Destrozado, Khur meridional
Cuando finalmente llegáis a fuera y notáis el aire fresco, sentís como si hubieran retirado una carga de vuestros hombros.
Lo habéis encontrado Dice una voz suave desde detrás de vosotros, una voz que ya habéis oído antes. Os giráis y veis la extraña aparición de la niña que visteis en el campamento de los Miku, esta de pie mirándoos con esos raros ojos azules que miran demasiado lejos.
Debéis daros prisa, ya que las arenas del tiempo se deslizan con rapidez... el fragmento de luz es una llave, una llave que os permitirá encontrar lo que buscáis en las ruinas de una ciudad que antes no sentía miedo, pero que ahora se encuentra bajo una sombra de fuego y muerte...
Sin esperar una respuesta, la niña se vuelve y desaparece en las profundidades del templo, dejando atrás sólo un leve olor a lilas flotando en el aire.
Año 425 después del Cataclismo
Oráculo en el Oasis de la Desolación, cerca de Kendermore y pico Malystryx
Estáis cerca del final de este viaje, pero después empezará otro. En la sombra del volcán encontraréis algo que buscáis. Pero las respuestas no están en Kendermore, sino en el vientre de la bestia. En un lugar de oscuridad y fuego encontraréis una herramienta de luz. Con la luz condenaréis la oscuridad. Lo que acaba en fuego puede terminar en hielo.