- Seguís amenazándome sin pararos a examinar los hechos. Decís que ojalá nunca me hubiese unido a la comitiva. Dioses, dan ganas de reírme. Seguís sin reflexionar sobre lo sucedido. De no haber venido yo, habríais traído a una inocente a ser sacrificada en un altar para que un demonio corriese libre por el mundo. De hecho vos hicisteis todo lo posible para que eso ocurriese. De no haber estado yo, ahora Denia sería un demonio, y todos los demás estaríais muertos, y la humanidad entera estaría en peligro por vuestros actos. Afortunadamente para vos y para el resto del mundo, sí vine con el grupo, y afortunadamente para vos y para el resto del mundo, contraveniendo vuestras órdenes, entre Edgar, Navief y yo, pudimos evitar el sacrificio de Denia. Y sin embargo, no solo no me agradecéis enmendar vuestros errores, sino que me condenáis a muerte, nos condenáis a todos a muerte, y me amenazáis con darme muerte vos mismo.
- ¡Vos que con fervor ciego habríais ayudado a traer un demonio al mundo, en vez de darme las gracias, queréis darme muerte!
Lirio dio unos pasos hacia el linde del claro.
- Ah, y que sepáis, que no es tan fácil darme muerte -y sacando una daga, se la clavó con toda su fuerza en el muslo, la sangre comenzó a brotar con fuerza donde la ninfa se había autoapuñalado profundamente, pero al sacar la daga, la piel se cerró rápidamente sin dejar siquiera cicatriz mientras ella tiraba el arma al suelo- pero en cambio sí soy muy peligrosa -y con unos gestos de la mano, un nuevo relámpago descendió del cielo, reduciendo la daga a un amasijo de metal.
- Vuestras amenazas no me interesan, ni la razón está de vuestro lado, ni tampoco la fuerza. Y ahora me iré, os vuelvo a rogar a todos menos a los caballeros que me acompañéis, no deseo quedarme aquí para seguir escuchando tonterías y mi oferta de amistad y mi invitación a mi reino queda revocada. El mal ha sido vencido, pero aún debo curar lo que hizo. Denia, Edgar ¿me acompañais aunque solo sea un par de días? Agradecerá vuestra ayuda y os perderán la pista. Por mi no habéis de preocuparos, estoy tan condenada a muerte como vos, que me acompañéis no cambiará nada. Salvo que podré curar los males de mis tierras con mayor rapidez si cuento con vuestra ayuda. De todos modos, si deciden venir ya no me encontrarán. Navief, entiendo que queráis cumplir vuestra palabra, pero realmente nada le debéis, y si con vuestra ayuda llegan antes a Franfurt, antes comenzará la caza de inocentes, si los abandonáis llegarán igual, pero tardarán más, y eso sería bueno para todos. Mantengo mi invitación de que me acompañéis vos también.
Dos cosas, la daga como mucho hace 1d6+2 de fuerza, tengo RD 10/hierro frío, así que el numerito es correcto. La segunda es que si no calculo mal, aún tengo el hechizo de llamar al relámpago activo.
- Basta! - Finalmente el del escudo brillante montó en cólera, desenfundando su espada larga mientras se ubicaba frente a la elfa, la presento frente a su rostro y evitó, aunque con mucho esfuerzo, utilizarla para atacarla
- Os dimos el beneficio de la duda y seguís insistiendo en insultarnos. No quiero retractarme de mis palabras, pero estáis haciendo todo lo posible para que deba hacerlo. Idos. Ya. Si escucho solo una palabra más de vuestra parte, me obligareis a demostraros el filo de mi espada. Os aseguro que es más dañina que esa daga con la que habéis intentado, nuevamente, engañarnos -
- Los que quieran irse con vos que lo hagan. Ahora. No obligaremos a nadie a permanecer a nuestro lado. Pero si levantáis las armas contra nos, ateneros a las consecuencias - exclamó verificando la posición de cada uno de los presentes
Como move desenfundo la espada y, si hace falta me acerco a Lirio.
Como standard dejo una acción preparada. Ataco (con AP 5) declarando esquiva y bloqueo con el escudo contra Lirio si vuelve a hablar
A Edgar la conversación inconsecuente que se prolongaba más de lo debido no hacía sino apesadumbrarle el corazón.
Con ánimo decaido, produjo unas notas lúgubres en su laúd. Una balada triste de despedida. Tentativamente, avanzó unos pasos hacia Lirio y miró sobre su hombro, a Denia.
Vamos, dulce flor, larguémonos de aquí, antes de que los ánimos se nos marchiten más.
Las palabras de Lirio dieron ganas a Ulrich de atravesarla por la mitad. No sólo insultaba y provocaba sino que como cualquier mujer que él conocía daba la vuelta a la situación intentando hacer parecer que los caballeros eran los culpables de todo lo acontecido. Ellos que habían defendido a Denia con su propia sangre, que no habían dudado a entregar su vida por ella, mientras aquella cobarde se escondía a metros sin siquiera haber intentado proteger a la muchacha con su propio cuerpo. Lirio era el tipo de combatiente que el guerrero odiaba. Alejada del combate, del horror y de la destrucción y luego se jactaba de dar lecciones a los demás sobre su capacidad de defensa.
Incluso cuando la elfa hizo alarde de su poder, el caballero no pudo más que reir.
-¿Creéis que sois enemigo comparable a nos? No me hagáis reir. Sois tan necia como embaucadora. El guerrero se dispuso a acercarse para desafiarla a un duelo, pero Sir Rudolph intervino y el caballero se dio cuenta de la situación a la que había llevado su compañero. Una situación que no deseaba seguramente y decidió asentir a sus palabras. Lo mejor sería volver. Ya habría ocasión de encontrarse más adelante y ajustar cuentas.
No la asustó tanto la demostración de poder de Lirio, como la reacción de Sir Ulrich, que parecía estar dispuesto a desenfundar armas una vez más. Tuvo el impulso de tomarle del brazo para intentar calmarlo, pero se abstuvo de hacerlo, sintiendo que sería una grave ofensa para el caballero. Para su alivio, Sir Rudolph intervino justo a tiempo para evitar una tragedia. Navief le dirigió una mirada con ceño fruncido a la ninfa, con quien, en esta ocasión, discrepaba grandemente por su forma de actuar.
- Ya basta, Lirio. Es mejor que cerréis vuestros labios. No hay sabiduría en los derroches de palabras, ni hay inteligencia en la provocación. ¿Tantos años decís que habéis vivido y aún no aprendéis tan básica lección? Está claro que ya todos hemos tomado una decisión, y ya bastante tensión ha generado eso como para que vos queráis encender más los ánimos. Proteged a los que apreciáis con humildad, y al menos por respeto al tiempo que pasamos juntos, sellad vuestra boca, antes de que esto termine en una tragedia mayor.
Se sorprendió a sí misma reprendiendo a quien alguna vez admirara, pero no se retractó de sus palabras. Luego dirigió la vista hacia ambos caballeros.
- Mis señores, volvamos a Franckfurt lo antes posible. Perdonad por esta vez las necias palabras de la que fue nuestra compañera de viaje. Tenéis una misión que cumplir, no desperdiciéis vuestras energías y ánimos. Os lo ruego, por favor, regresemos ya por el camino que hemos venido.
Lejos de lo que haría comúnmente, la guía inclinó la cabeza en una leve reverencia, empuñando ambas manos a lado y lado de sus piernas. Se notaba que aquel gesto le había costado, pero su intención no era otra que la de evitar el derramamiento innecesario de sangre, y si debía hacer a un lado su orgullo por esta vez, estaba dispuesta a hacerlo.
Miro a los caballeros y a Lirio -Por favor, no derramemos más sangre de la ya derramada, creo que ha sido más que suficiente, esta tierra ya ha sufrido bastante, y creo que todos y cada uno de nosotros también- se dirigió hacia los caballeros -Sabed ambos que os debo mi vida y os estaré eternamente agradecida, solo lamento no poder acompañaros y que nuestros caminos se separen tanto, creedme si os digo que cumplisteis vuestro cometido con creces, mil gracias- Luego miro a Navief cogiéndole las manos -Os deseo lo mejor de todo corazón, pues sois una mujer realmente excepcional, seguid con vuestros ideales, llegareis lejos, lo se- seguidamente se volvió hacia Edgar y Lirio -¿Vamonos?- y sin más se puso en marcha -tenemos unas tierras que ayudar-
El camino nunca había sido un paseo entre rosas, sombras oscuras acecharon a cada paso y, a la postre, una conclusión no menos lóbrega que, de un modo u otro, habían conseguido aliviar. Habían evitado que una diosa atroz e inhumana llegara al mundo Gaia o Dios, según las convicciones de cada uno habían evitado una competencia directa y muy activa gracias a ellos.
Pero ahora que se separaban, los ánimos eran incluso más abatidos, no en vano ellos mismo habían sido parte del peligro muchas criaturas habían perdido sus vidas en su empeño primero por llevar a Denia a Ponape y luego por sacarla de allí. Algunas como las del Abad Ludwig estaban mejor extintas. Otras, como la de Padre Oso, eran irrecuperables y nadie sabía cómo podría afectar al futuro.
Pero los compañeros partieron, Edgar, Lirio y Denia se internaron entre los árboles, que crecieron tras ellos para formar una barrera de un verde, ahora sí, natural y radiante de una exhuberancia natural que no tardó en ocultarlos. Navief, Sir Rudoph y Sir Ulrich de vuelta al monasterio herético, los demás pronto dejaron de oír sus pasos acorazados.
Paso a prepararos los epílogos.