Como de costumbre, el señor Harper ha llegado primero al pequeño despacho que compartís en una pequeña calle en Boston, en una zona bastante menos sórdida de lo que debiera ser, teniendo en cuenta el asequible precio del alquiler, una carga que se hace ciertamente llevadera entre dos personas, salvo que la fuente de sus ingresos sea esencialmente la misma, como es el caso.
Hace frío en la estancia. La mañana se ha alzado invernal e inmisericorde, y la sempiterna corriente de aire helado sopla por entre las junturas de las ventanas maltrechas por el tiempo. Los papeles y viejos archivos se amontonan en la enorme mesa en el centro de la sala y entorno a ella, frente a la que se sienta Harper al tiempo que Burk llega a la oficina.
Realmente no os va muy mal, tenéis casos con la suficiente frecuencia como para no morir de hambre y sois lo suficientemente conocidos como para cobrar unos honorarios sustanciosos (al menos, en relación a vuestro estilo de vida) por cada trabajo realizado. Por si eso fuera poco, no sois mal equipo, y se os da bien lo que hacéis. En retrospectiva, el despacho de mala muerte no os resulta tanto una carga, pues es un refugio seguro que pasa desapercibido, lo cual es suficiente para hacer frente a cualquier eventualidad que os surja en el trabajo.
Tras intercambiar las pocas palabras rutinarias de saludo y revisar el correo para comprobar que no hay nuevos encargos, sólo resta matar el tiempo hasta que llegue la hora que, cual pacto de caballeros, respetáis día a día como el momento de cerrar.
No obstante, no es sino en ese momento cuando alguien llama a la puerta. Se escucha una voz de mujer, joven pero endurecida, altiva, al otro lado de la puerta.
—Buenos días ¿La agencia Burk y Harper? Me gustaría entrar para hablar de negocios con ustedes.
Harper mira a la mujer y luego mira a su compañero Séamus y maldice para sus adentros. La última vez le toco a Burk atender a un tipo que vino a última hora, así que rindiéndose, lew se levantó, se estiró la chaqueta y poniendo una sonrisa en su cara contestó a la mujer.
- Sí, Yo soy Lew Harper y este es mi compañero Séamus Burk ¿que desea?... pero por favor entre y siéntese- dijo encendió las luces que estaba apagando y señalando una de las sillas enfrente de su escritorio.
Lew sujetó la puerta dejando que la mujer pasara, así, desapercibidadmente, se fijaba en las ropas que llevaba y sus complementos. Luego se quitó la gabardina y el sombrero, los cuales colgó en un perchero cercano. Tras esto se sentó en la silla de su escritorio y le dijo.
- ¿Qué es lo que le trae por aquí, señoritaaaa....?- dijo lew dejando que la mujer acabara la frase diciéndole su nombre.
Me ponía la gabardina de pie junto a mi silla mientras ultimaba un cigarrillo cuando llamaron a la puerta. Aquel dia no habría cerveza O´Connell o al menos no tan pronto. Ciertamente me alegre de que Harper fuera un caballero y acudiera él a la puerta, tal vez debiéramos abrir más tarde para cerrar más tarde.
Mientras la mujer entraba me quite la gabardina para sentarme y la deje doblada en el respaldo de mi silla –Señorita antes que nada para evitarnos situaciones incomodas –Dije mientras me sentaba y miraba mi pitillera-quiero decirle que nosotros no somos matones, averiguaremos si su novio le engaña pero solo eso-
La mujer entra en la oficina echando un vistazo a su alrededor con unos ojos grandes y oscuros. No tarda en arrugar el rostro en una mueca de disgusto, pero pronto se transforma en una sonrisa lobuna. Sus tacones resuenan en el piso mientras camina lentamente, con calma, como si para ella no corriese el tiempo; Se quita el abrigo y deja al descubierto un vestido abierto hasta el muslo, de buena tela, que denota, como mínimo, un origen pudiente.
Es de estatura media (calculáis metro sesenta y muchos sin ese calzado), pero se cuida de dar grandes zancadas para mostrar cierta altivez que no parece provenir de su posición social, sino de su propia percepción del mundo. De cara afilada, pelo recogido en un moño pulcro (Ni un solo mechón prófugo), y rostro perfectamente perfilado con maquillaje; Tenía el aspecto de una verdadera mujer fatal, la Elvira de Dashiell Hammet.
Se sienta con las piernas juntas en la silla de los clientes, frente al escritorio. Una silla de madera vieja, que cruje, y con respaldo a media espalda. No es hasta que ella lo cree conveniente, que comienza a responderos con una voz suave y firme, como una madre dando órdenes a sus hijos.
—Señorita Brönte. Soy Darlene Brönte. No es necesario que ustedes se presenten, ya sé todo lo que hay que saber —Se lleva un cigarrillo a la boca y lo enciende con mano experta— También sé exactamente lo que pueden hacer y lo que no, y les garantizo que si mi prometido me engañase, no necesitaría un par de matones para castrarlo.
Su sonrisa se ensancha, como divertida por su propia ocurrencia. Al hacerlo, sus mejillas se desplazan hacia arriba, entrecerrando sus ojos.
—Estoy segura de que ustedes estarán al tanto de la última polémica sobre la retirada de Erich Zann ¿verdad? El genio de la ópera. Bien, supongo que están enterados también de su nueva y última obra, de la que nadie sabe nada.
>>Espero, también, que ustedes sean conscientes de lo que puede valer el libreto original... Tanto económica como socialmente... ¿Ven por dónde voy?
Lew acomodado en su silla mira como la mujer se contonéa con esa altivez típica de los de una clase alta. Cuando la mujer se quita el abrigo Lew aprovecha para observar el cuerpo de la misma y su ropa, seguramente le dijera algo sobre ella.
Pero fue cuando habló cuando le quedó claro el tipo de mujer que era: de armas tomar.
Lew sonrió varias veces cuando la señorita Brönte les habló. Parecvía que se informaba bien y que no tenía reparos en hablar de lo que fuese y con quien fuese. Eso a Harper le atraía tanto como repelía. Sabía que jugaban con fuego pero sabía que era un trabajo bien remunerado.
- Parece que tiene todo muy claro, señorita Brönte. Pero si sabe tanto como pretende demostrar, también sabrá lo que vale ese tipo de trabajo y el riesgo que conlleva- dijo Harper divertido siguiéndole el juego.
Es en ese momento cuando Darlene sonríe y se cuadra de hombros en el asiento, desperezándose con parsimonia. Parece rumiar lo siguiente que va a decir, pues notáis cómo se pasa la lengua por el interior de las mejillas. Seguidamente, enarcando las cejas e inclinándose hacia delante, os dirige una mirada pícara.
—Hablamos de quinientos mil dólares para cada uno. Una pequeña fortuna que les permitirá hacer grandes arreglos en su vida —Hace una pausa para que sus palabras tengan efecto y podáis asimilarlas— doscientos mil por adelantado, y trescientos mil para cuando terminen el trabajo. A juzgar por el Estado de su oficina, no les vendrá mal.
Da una calada a su cigarro y exhala el humo lentamente, con los ojos entrecerrados.
—Me sorprende que no hayan cuestionado acerca del trabajo... Son ustedes más traviesos de lo que temía —Una melodiosa risa escapa de sus labios —Dicho esto, es cierto que no puedo pedirles que roben el manuscrito. Sólo quiero que lo encuentren, que averigüen sin dejar lugar a género de dudas su posición exacta, pues el Kursaal, en ocasiones, es un laberinto inexpugnable... Y yo me ocuparé del resto.
>>Naturalmente, si ustedes no tienen de esos estúpidos escrúpulos, quizás podría haber una gratificación extra si me traen el libreto, pero eso es elección de ustedes. Ahora bien, esto es lo importante, necesito que se hagan cargo de forma prioritaria.
Fiuuuu
El silbido de Harper resuena por toda la sala mientras se pasa la mano por la nuca.
- Se ve que tiene todo muy claro, Señorita Brönte- dijo con unamedio sonrisa en la cara-. De todas formas es algo que debemos pensar- comentó Lew mirando a su comapñero.
- ¿Cuánto tiempo tenemos para decidirlo?- preguntó el detective volviendo a mirar a la Señorita Brönte.
Sentado en la silla vi como se movía, justo como una gata. Maldita fuera mi estampa si no hablaba también como una gata que al parecer sabia bastante acerca de estos dos sabuesos pensé mientras revolvía mi mesa buscando aquel viejo periódico que leí días atrás acerca de la retirada de Erich Zann. Mire a Harper un momento para volver de nuevo mi mirada a la señorita Brönte, si seria mejor dejarlo hablar a él así solían ser las cosas y no les iba tan mal.
Bien dicho Harper si quiere ese tonto manuscrito le costara. Medio millón de dólares eso decía esa mujer que costaría. Me encendí un cigarrillo con unas cerillas que estaban tiradas por la mesa y creo que por primera vez mire fijamente a esa mujer. ¿Medio millón de dólares por un estúpido libreto? Allí había algo más sin duda.
-Si tendremos que pensarlo Señorita Brönte- Dije después de darle una larga calada al cigarro - ¿Cómo podríamos ponernos en contacto con usted?-
Darlene niega con la cabeza y se encoje de hombros.
—Nada de ponerse en contacto conmigo. Tienen exactamente hasta esta noche. Verán, todos los días la compañía Himmel se reúne para ensayar desde las seis hasta las nueve de la tarde. Ese es el mejor momento para realizar la investigación, ya que es cuando va la gente de la prensa, el edificio está abierto y nadie hace demasiadas preguntas mientras no se moleste a los artistas.
>>Se lo voy a poner muy sencillo. Yo dejo aquí quinientos mil dólares que ustedes se repartirán como quieran. Si aceptan el encargo, cójanlos y vayan a investigar esta misma noche. En caso contrario, será mejor que ese dinero esté aquí mañana por la mañana.
Tran las últimas palabras, deja un espacio de tiempo en el que ni ella ni nadie hace un sólo movimiento para permitir que el efecto de las mismas cale en vuestras conciencias. Seguidamente, extrae de su bolso de piel dos sobres que deposita sobre el escritorio. Luego, apaga su cigarrillo casi consumido en el cenicero que tenéis dispuesto a tal efecto.
—Supongo que si no tienen medio cerebro lobotomizado, estarán pensando que aquí hay gato encerrado y que me tomo demasiadas molestias para conseguir un simple libreto. Pues tienen toda la razón, hay un gato encerrado. Un gato encerrado en una caja opaca, sin comida ni agua, pero créanme: No es nada de su incumbencia, ni va a afectar a su encargo, si es lo que les preocupa.
Lew no podía emitir palabra alguna. La señorita Brönte parecía tenerlo todo demasiado bien pensado como para que nada se le escapara nada y lo malo es que algo rondaba detrás de todo esto, sin duda alguna. De hecho hasta ella se vanagloriaba en reconocerlo: hay un gato encerrado en una caja opaca, sin comida ni agua. Tenía redaños y dinero era una combinación fatal.
- Bien señorita Brönte, acérquese mañana por la mañana, seguro que algo tenemos para usted- dijo divertido Harper levantándose de su mesa y acompañando a la señorita Brönte a la salida. Esperó hasta que se montó en el coche con su sonrisa en la cara a modo de máscara. Lo que realmente quería es ver la matrícula del coche y de si alguien la llevaba o conducía ella.
Una vez solos Lew miró con cara de asombro a su compañero.
- ¿Sabes algo de Darlene Brönte? Sabemos que tiene mucho dinero o puede acceder a él con facilidad y a dicho algo de que estaba prometida. Además o tiene mucha información o sabe dónde conseguirla...recuerda que ha dicho acerca de nosotros "también sé exactamente lo que pueden hacer y lo que no". Debemos saber más de ella. No quiero jugarmela por una niña rica con ambiciones extrañas- preguntó a Seámus-. Deberíamos preguntar a nuestros contactos a ver que saben de ella. Y ya de paso sobre Erich Zann, la compañía Himmel y el teatro Kursaal.
Lew se sentó de nuevo y cogió el teléfono y marcó el número de uno de sus contactos. Un periodista que se encargaba de cosas de famaseo y otras actividades sociales. Quizás él pudiera saber algo de Darlene Brönte.
No sé si tengo algún contacto ni quien puede ser pero puede quedar bien.
La señorita Brönte parece marcharse satisfecha con vuestra respuesta, y así os lo hace saber con un condescendiente asentimiento de cabeza. Se levanta decorosamente del asiento, sacudiéndose un polvo que jamás se posó en su regazo, y recogiendo su abrigo para marcharse. No vuelve la vista atrás para dedicaros unas palabras de despedida en ningún momento, tal es la altivez que ha desprendido cada uno de sus movimientos.
En ese momento, el señor Harper llama a su contacto, un periodista llamado Billy Wyatt. Billy te contesta con su habitual voz despreocupada y animada, hablando rápido y atropelladamente, típico de un hombre acostumbrado a exponer últimas noticias a sus jefes de redacción para conseguir la exclusiva.
—Brönte... Brönte... Un momento Lew... ¿No será ESA Darlene Brönte? ¡ohohoh! ¡Esta es buena!
Un detective privado tiene obligatoriamente contactos en ciertos sitios, y teniendo en cuenta que no sois precisamente novatos ni malos en vuestro trabajo, estoy más que dispuesto a aceptar sugerencias para lucimiento de la trama.
- Relaaaaja, compañero. Ata esos caballos que andan desbocados en tu eufórica mente- le contestó Harper a Billy entre divertido y preocupado-. No debes hablar de esto con nadie. Esta llamada no ha tenido lugar y nadie te ha preguntado nada ¿capicci?- le cortó la euforia a su contacto.
- Dime lo que sabes de esta "belle dame" y te recompesaré como se merece- prometió el detective.
Aun así, aunque no le dijera mucho más, la respuesta de Billy al oír el nombre de Darlene Brönte le decía mucho pesa a no ser nada.
- Venga, desembucha- dijo espectante.
—¡Pero Lew! ¿No me digas que te ha visitado? Si lo ha hecho, no me puedes hacer esto, es un bombazo.
Has intentado apagar su fuego, pero parece que su olfato periodístico se ha activado, y sus palabras se tropiezan, luchan por salir a la vez, y se confunden unas con otras. No obstante, sabes que puedes confiar en él, pues de lo contrario, no sería tu contacto. De eso podéis estar seguros los dos. Aunque será mejor que le recompenses bien si vas a dejar que se le escape esta exclusiva.
—Realmente, Darlene Brönte está de capa caída últimamente —Comienza, cuando se serena un poco, a relatar con su voz de noticiario matinal—. Verás, ella es la única hija de un terrateniente metido en el negocio de la minería de piedras preciosas al que le ha ido de lujo estos últimos años. Lo que viene siendo un nuevo rico, vaya.
>>Pero lo realmente jugoso, y escúchame bien... Bueno, para empezar... A ver como lo cuento ¿Te suena Erich Zann, el músico genio? Bien, pues verás, Darlene tuvo un romance con su hijo, Samiel Zann. Esto pasó hace poco menos de un año, y fue muy fugaz. Parece ser que, cuando Darlene se enteró de que Erich había repudiado a su hijo y que había altas probabilidades de que no fuera su heredero, la relación se terminó, se rompió como una bombilla sobrecargada ¿Me sigues? Darlene ya tiene el dinero. Ella quería fama. Es más, ahora se está rumoreando que, a pesar de estar prometida con un hombre del círculo de confianza de su padre, está teniendo un escarceo con un productor musical o algo por el estilo, no hay muchos detalles.
>>Y ahora, Lew, venga, hazlo por nuestra amistad, prometo que no publicaré nada, pero no me dejes con la curiosidad ¿Te ha visitado Darlene Brönte? ¿A un detective privado?
Cada palabra que Billy decía era música para los oídos de Lew: escarceos amorosos, fortunas venidas a más y menos, gente de alta sociedad, vidas altruistas y desprocupadas...vamos todo aquello sonaba a dinero y a problemas como si fuera una orquesta.
- Ya sabes que me mi código deontológico me prohibe hablar de mis clientes, pero te puedo decir queuna señorita estirada y bien vestida, con aires de superioridad ha estado aquí esta tarde- dijo enigmáticamente
- Pero ahora deja de pensar en eso y céntrate. Dime, ¿qué sabes de Erich Zann y su hijo Samiel Zann?- preguntó el detective en vista de que los tiros podían ir en este sentido.
- Y otra cosa, ¿a qué se dedicaba nuestra querida Darlene Brönte?- quiso saber para poder relacionarla con más gente y saber más de ella.
Escuchas a Billy frotarse las manos al otro lado de la línea. Luego, el inconfundible roce del grafito contra el papel. Ciertamente, no pierde el tiempo.
—Veamos... —Dice, con su voz claramente distraída— De Zann sé lo justo, sinceramente. Su vida privada es un misterio para todo el mundo, así te lo digo. No creo que vayas a encontrar nada más allá que rumores y amarillismo... Como el mío, por otra parte —Con una leve risita, sella su propia ocurrencia—. En fin, aparte de que es un maldito genio, sé que hace ya unos cuantos años tuvo un intenso romance con una soprano de su compañía, pero por mucho que se ha investigado, no se sabe ni su nombre, ni su paradero actual. COmo puedes imaginarte, la opinión general es que Zann la asesinó, pero no ha habido atestado oficial. Presumiblemente, su hijo Samiel es fruto de ese romance.
>>También puedo afirmar con seguridad de que a Erich se le ha visto fuera del Kursaal en muy contadas ocasiones. Y cuando digo contadas, me refiero a contadas con los dedos de una sola mano. En resumidas cuentas, vive por y para su música, no esperes nada suculento de él.
Parece que termina de escribir, pues ahora su voz se oye más cercana al auricular del teléfono.
—Volviendo a la señorita Brönte... Sinceramente, no sé qué más quieres oír. No se sale de lo común en esta gente de la alta sociedad, al menos, en su vida pública. Fiestas, galas benéficas, y algunas subastas. Eventos todos ellos en los que, por cierto, no dura mucho y no suele mostrar gran interés. Parece ser de costumbres más bien caseras.
>>Por otra parte, se sabe que tiene varios pisos por toda la ciudad, la gran mayoría en barrios bajos, con los que va con sus amantes, aunque esto tampoco es extraño. Lo extraño es que esta gente siga pensando que ese truco funciona para que no se sepa sobre su vida privada...
- Me esperaba otra cosa de nuestra querida Darlene- comento sincero Lew mesándose la perilla mientras escuchaba a su contacto Billy-. Esperaba que ella formara parte de alguna cosa super-secreta o super-oscura...no lo sé, realmente le pega jajajaja- rió con ganas el detective.
- Te has ganado tu sueldo, pero te daré diez dolares extra si me dejas un par de pases de tu periódico para esta noche- le propuso Lew como si hiciese tratos de estos cada día.
He dejado un par de días para que Seamus pudiera contestar, que parece que hablo yo solo acaparando la escena >.<!
Orasaue me ha mandado un privado para decir que se ausentará unas semanas, así que por eso no te preocupes.
Sobre los pases de prensa, dos cosas como aclaración:
-Tened en cuenta que, a diferencia de ahora, los pases de prensa apenas tienen validez alguna legal o materialmente, simplemente te identifican como periodista, pero no establece ninguna obligación para nadie más ^^.
-Por otra parte, ello hace que sean sencillos de conseguir y falsificar, así que no tenéis problemas en conseguir un par.
Con esto y un bizcocho, proclamo concluida la introducción. Ya sólo falta que termine un último jugador, y podremos empezar ^^.
Sobre Seamus, yo lo pnjotizaré hasta que pueda incorporarse de nuevo cuando lo estime oportuno .
Orasaue me ha mandado un privado para decir que se ausentará unas semanas, así que por eso no te preocupes.
Sobre los pases de prensa, dos cosas como aclaración:
-Tened en cuenta que, a diferencia de ahora, los pases de prensa apenas tienen validez alguna legal o materialmente, simplemente te identifican como periodista, pero no establece ninguna obligación para nadie más ^^.
-Por otra parte, ello hace que sean sencillos de conseguir y falsificar, así que no tenéis problemas en conseguir un par.
Con esto y un bizcocho, proclamo concluida la introducción. Ya sólo falta que termine un último jugador, y podremos empezar ^^.
Sobre Seamus, yo lo pnjotizaré hasta que pueda incorporarse de nuevo cuando lo estime oportuno .
Perfecto, todo comprendido ;)