Partida Rol por web

No hizo efecto que intentara hablar con el niño Frank, ya que salió corriendo en cuanto le hablé.

Mi gesto tornó en uno de gran fastidio y volví a fijarme en el chico de antes, el único dispuesto a ayudar –no, para nada. Tú no has hecho nada malo. No tienes de qué preocuparte- expresé con una tenue pero sincera sonrisa.

Ahora ya sabía que aquello se extendía por varias zonas, así que decidí cambiar el rumbo de las preguntas -¿sabes dónde puede quedar alguno de esos bombones?- inquirí para poder llevárselo a George y que lo analizara, pese a que lo mismo ya tenía algo con la muestra de sangre.

 Yo sólo hice lo que el guardia me dijo que hiciera...

Un momento, volví a repetirme la anterior frase del pequeño -¿sabrías decirme quién es el guardia que los repartió?

El niño negó con la cabeza a tu primera pregunta pero ante la segunda asintió. Te cogió la mano y dio un pequeño tirón de ti. - Se donde puede estar, baja todas las mañanas, igual el tiene más.- dijo el niño.- Pero hay que darse prisa, se queda muy poco rato y se marcha.- añadió antes de empezar a correr aun sosteniendo tu mano.

Le seguiste hasta casi el final de aquella barriada, el niño se paro y te señalo al hombre que tomaba notas en un cuaderno digital en un rincón.

-Es ese señor.-dijo el chico sin ninguna duda.- Nos ha dado dulces muchas veces, es bueno con nosotros.

 Viste su cara, su traje... Era un guardia de seguridad pero de los niveles altos. En teoría no tendría que estar haciendo nada allí. 

Viste que estaba a punto de recoger para marcharse, si querias hablar con él solo tendrías esa oportunidad, de llegar al ascensor le perderías el rastro.

- No ha visto donde vive....- replico Angelo y después resoplo.- De acuerdo, nos vemos alli.

El sitio era pequeño y mal oliente, poco salubre pero tenía un encanto especial.

Era algo pronto, acababan de abrir y Angelo todavía no había llegado. En un rato el lugar se infestaría de gente, de chismorreos y seguramente una o dos broncas.

Detrás de la barra un rostro conocido te dio la bienvenida con su natural simpatía.

-¡Joder! Debe ser día de fiesta porque mira que regalito me han traído.- aseguro poniendo los codos sobre la barra.- Hacia semanas que no se te veía el pelo por aquí, Greg, empezaba a pensar que te habías buscado otro antro para beber.-bromeo.

Gregory miro a Yara, sonrio y dijo -Como si hubiera un sito en el que vendan la misma bazofia que tienes tu, ya tengo el estomago hecho o mejor dicho desecho para poder beber tranquilamente aqui - se rio mientras se sentaba en la barra y le guiñaba el ojo -ponme dos de lo de siempre dobles que ahora llegara Angelo - miro alrededor y se dio cuenta de que la taberna estaba mas vacia de lo habitual, siempre habia grupos tanto que parecia que estaban plantados en macetas como que habian nacido ahi dentro pero extrañamente hoy no era el caso.

-Que es lo que pasa que hoy no tienes las mesas llenas con esa especie de hongo que parece que vive aqui -dijo haciendo referencia a los habituales a los que tenia por costumbre ver.

-¿No te has enterado?- pregunto quitando el corcho de una de sus botellas para llenar dos vasitos con su contenido.- Han puesto una bomba en el sótano dos, justo cuando pasaban unos guardias, no les ha herido pero les ha llovido mierda... literalmente.- explico divertida con la idea y después se encogió de hombros.- Supongo que algunos tienen miedo de que tengamos una nueva oleada de represarías por ello y han preferido quedarse en casa. Pero tu no, claro, tu no tienes miedo a nada ¿verdad?.- dijo guiñandote un ojo

Me dejé guiar por el niño. Le tenía que estar muy agradecida por todo lo que estaba haciendo. Por ello, cuando vi al guarda le acaricié brevemente la cabeza –ya vengo, tú espérate aquí- le dije sin perder a mi objetivo de vista.

Y, sin más dilación, me separé del pequeño.

Mientras me acercaba al trajeado hombre, con un paso ligero, fui pensando las diferentes opciones que tenía. Unas opciones que, a decir verdad, no eran tantas. Hablarle o preguntarle resultaría meramente inútil. Meterme en un conflicto por empujarle a modo de pelea sería terminar rodeada de policías. Así que…no. Ninguna de esas dos valían. Casi podía oír la voz de George diciéndome que iba a acabar metida en un buen lío.

Mi gesto era bastante serio. No tenía tiempo para idear planes, por lo que decidí algo rápido: chocarme con él, como si de un accidente se tratase. Esperaba, o mejor dicho, confiaba en que aquello me ayudara a ver lo que anotaba. Aunque me conformaba con hacer que se le cayera algo y poder cogerlo del suelo. Una llave para subir a otra parte hubiera sido genial. Aunque eso, era soñar.

En apenas unos segundos llegó el momento y probé suerte: choqué de frente.

-Perdone…-fingí que estaba desorientada –estoy un poco mareada, no he comido nada- expresé posando la mano derecha encima de mi cabeza.

El hombre te miro como si tu presencia fuera un fastidio.- Le sugiero que se desplace al comedor social. Todos los residentes de los sótanos tienen derecho a sus raciones vitalicias. Pida las suyas a los responsables del servicio.- dijo secamente, mientras te esquivaba para seguir su camino.

Parecía que la cosa iba a torcerse.

-Me han comentado que usted tiene chocolates- reproché ya sin importarme ni la estrategia, ni el disimulo -sé que los baja- comenté abiertamente. Tras aquello ya sí que podía haber múltiples elecciones entre las que debatir, por ejemplo y entre ellas, que me ignorara, o que tomara represalias...

No sabía qué pasaría, pero fuera lo que fuese esperé alguna respuesta, para al menos saber a qué atenerme.

El hombre acorto la distancia entre tú y él de dos zancadas. Su gesto era claramente amenazante cuando te agarro el antebrazo y te pregunto.- ¿En serio?¿y que más cree que sabe?.- Sonrió del modo en el que los depredadores lo hacen cuando están jugando con su cena.- Señorita Dailly, ayudante del medico tullido, le daré un consejo. No se meta donde no la llaman o podría pasarle algo desagradable.- aseguro.

- Seria una pena que una chica bonita como usted terminara en uno de esos lugares tan sórdidos del tercer sótano, donde las chicas entran pero ya no salen. ¿comprende?

Esbocé una sonrisa de medio lado, me sorprendió su reacción pero no me intimidó, al menos ya no, yo ya no era así… –tiene usted más que perder- tiré del brazo para intentar soltarme.

-Lo único que le sugiero es que pare, que deje de envenenar a personas inocentes- miré con rabia sus ojos –la vida da muchas vueltas. Hoy quizás estás arriba- le tuteé- pero puede que mañana…-realicé una breve pausa para que el hueco pudiera rellenarlo él mismo.

-Deja en paz a los que están aquí abajo- concluí.

Lograste sacarle una risa profunda y siniestra.- Me divierte usted, ¿En serio cree que mi diversión es tal?.- te pregunto igual que si fueras una niña tonta que no supiera sumar dos y dos mientras te soltaba.- No bajo a ensuciarme las suelas de los zapatos por gusto, señorita. Yo solo hago mi trabajo mientras ustedes procrean como ratas sin darse cuenta de lo limitado del espacio que habitan y lo.... peligrosa que es la sobre población en sus circustancias.-  dejo caer.

- De todas formas ya he terminado aquí... por ahora.- dijo girando sobre sus talones y empezando a caminar en dirección a los ascensores. 

Me enfureció que nos asemejara a “ratas”. Bastante difícil era de por sí el subsistir en los sótanos, como para encima soportar que nos infravaloraran. Entrecerré los ojos. Me hubiera gustado decirle lo que pensaba de él y su séquito, pero lo dejé irse.

Indudablemente prefería ser un animal a una "persona" de las que habitaban arriba. Realmente el ser más destructivo era el humano, capaz de manipular, reírse y hasta de matar a sus iguales. Unos iguales que no veían como tal, al menos en la torre. La discriminación por cuestiones económicas, raciales y hasta de género eran estrepitosas. Nos consideraban inferiores, siendo exactamente seres idénticos.

Giré la cara desviando la vista al suelo. Si su estrategia era la de matar a niños sólo por evitar la sobre población…hiciera lo que hiciese en aquel momento sería un caso perdido. Las órdenes venían desde arriba. Ya planearía algo. Lo importante era ir hacia George y hablarlo.