Narcissa no miró como su hermana era consumida por las llamas. Había tenido suficiente con su hijo. Simplemente se giró y esperó en silencio. Aquello estaba mal. Estaba terriblemente mal. Cuando todo acabó se giró al lugar en el que mometos antes había estado su hermana e inclinó la cabeza con respeto. Lo siento mucho, Bella. Al final tuviste que pagar por el error de otros.
Esta noche todo podría acabar. ¿Y que le quedaba a ella? Nada. ¿Cómo iba a decirle a Lucius que había perdido a su hijo? ¿Cómo iba a poder seguir adelante? Sabía que tenía que ser fuerte, pero había perdido lo más importante para ella y no tenía fuerzas para nada.
Sirius permanecía en silencio y de un momento a otro, comenzó a reír suavemente. La voz de Narcissa había traído algunas ideas a su cabeza pero sonaban bastante ridículas, incluso en su mente.
- Esto parece una venganza contra la familia Black - rió y miró a Narcissa - Si es cierto que tienes esas pociones, deberías traer a Nymphadora de vuelta. Ella es inocente y lo sabes -.
Rita observó como se desencadenaban los acontecimientos. Mano en mandíbula y con pluma escribiendo a fuego a su lado, comenzó a hablar.
- Si se trata de devolver a la vida a personas inocentes, no es precisamente su prima la que encabeza la lista, 'señor Black' - comenzó - Puedo decir a ciencia cierta que la señorita Thonks era todo un lobo en piel de cordero.
- ¿No será que solo quiere que no la consideren? Ella era inocente, ella nos dijo lo que Luna podía hacer y si fuera un lobo en piel de cordero, como usted le llama, no hubiera sido atacada de noche. ¿Qué la hace estar tan segura? Tonks nunca hirió a nadie - sus palabras iban tomando fuerza.
Él no iba a permitir que alguien insultara la memoria de su prima y menos una rata almizclera como lo era Rita. Se contuvo de decir algo más pero su cara se veía desencajada y furiosa.
El profesor Dumbledore alzó una mano apergaminada, y dejó que su efecto se introdujera en todos los presentes. El silencio fue haciéndose, cobrando fuerza hasta que penetró en todos, y sólo la suave brisa podía escucharse.
—El día termina— anunció el profesor Dumbledore—. La noche se vuelve peligrosa— murmuró—. Id y dormid. Descansad para un día más de tormentos, amigos míos— hizo una pausa—. Sed fuertes.
Los despidió uno a uno, mirándolos con unos ojos brillantes detrás de los cristales de media luna.
—Fuerza a través de la unidad, unidad a través de la fe— susurró el profesor.