Partida Rol por web

-¿Mentiras? ¿De tu esposo? En el nombre del Señor, cuando padre se entere va a matarle. ¡Después de todo el luto que hemos llevado por tu muerte! ¡Todas esas lágrimas...! ¿Cómo has podido escapar? Es por la rebelión, ¿verdad? -Tu prima parece enormemente inquieta- Vinieron hace dos horas unos soldados y se llevaron a padre al Alcázar. No quiso decirnos nada, pero hemos visto cuadrillas de hombres armados caminar a toda prisa por la calle. Un regidor llegó hace una hora preguntando por padre, pero no le abrimos la puerta y se fue... ¡estamos atemorizadas!

El gangrel intenta coger un poco de carrerilla para llegar hasta la ventana de la torre pero justo en el último momento antes de saltar tropieza y se cae al suelo provocando un fuerte ruido

Sura Soho comienza a trepar con soltura, seguido de Garcés, que trata de fijarse en los lugares en los que el bohemio va poniendo los pies para hacer su ascenso más fácil. Sin embargo, justo en mitad del ascenso la turba con antorchas que se hallaba en el centro de la plaza carga contra la puerta del Alcázar. Garcés no puede evitar echar una mirada curiosa y entonces... ¡pierde pie!

Aferrado sólo con sus manos a un saliente, sabe que no podrá resistir en esa situación durante mucho tiempo...

Cuando parece que Pedro esta a punto de caer vuelve a levantar la mano y se agarra a la pared, cuando esta otra vez sujeto suelta un leve suspiro a pesar de que hace muchos años que no respira.

Al notar las antorchas de la muchedumbre, abarrotada frente al alcázar, acerarse y comenzar a golpear con fuerza la puerta de entrada, Soho tampoco puede evitar voltear su mirada hacia el tumultoso lugar y sonríe sarcásticamente al percibir al gangrel con dificultades para escalar aquella pared de piedra.

Sin embargo, sube con agilidad propia de él mismo y alcanza el ventanal sin mayores dificultades.

Observa y escudriña su interior, pegándose instintivamente a cualquier pare de la nueva estancia en la que se encuentra.

¿Se llevaron a mi tio?-la voz de Beatriz se quebraba, aunque hiciera todo lo posible por mantener la compostura. Los hombres reunidos por su padre se habían llevado a su tio... Y tal y como querría Paulo de Cesena, su malévolo sire, sólo le darían dos opciones. Debería contribuir a la causa o morir. Y su tio podía perderlo todo, menos su honor.

Catalina -se obligó a suspirar- ¿dijo aquel regidor su nombre?-miró hacia la puerta, buscando a María con la vista

Tu prima capta la preocupación en tu rostro y responde, con ojos titubeantes.

-Sí... sí... dijo... dijo que se llamaba Juan de Padilla... mencionó el nombre de nuestro primo Pedro, pero no le abrimos la puerta. Estábamos demasiado aterrorizadas. Se fueron en dirección al Alcázar, como una hora después de que padre fuera para allá.

La voz de la joven está teñida de miedo.

Con agilidad entráis en el interior del Alcázar por una estrecha ventana de medio punto. Estáis en uno de los pisos superiores, evidentemente. Quizá unos cuatro o cinco por encima del suelo. Sin embargo, se oyen nítidos los ruidos apresurados de pasos que corren escaleras abajo. Por el peso, hombres armados. El pasillo en el que os encontráis está adornado con tapices flamencos y la luz oscilante y tenue de las antorchas. Al fondo, unas escaleras en espiral tanto ascienden como descienden. A izquierda y derecha del pasillo hay cuatro puertas, dos a cada lado, situadas unas frente a otras.

Los movimientos del exterior alertan al asesino Ventrue que apoya su ancha espalda contra las paredes de la estancia a la que acaban de acceder. Sí, seguramente se tragte de humanos armados, y seguramente se dirijan hasta la puerta principal del alcázar, donde la muchedumbre acosaba a los guardias con antorchas y gritos de muerte y pánico.
El asesino observa al Gangrel subir arriba. Por suerte es silencioso, y no parece que ninguno haya llamado la atención lo suficiente como para llamar la atención de nadie. Pedro es español, y seguramente las fortificaciones tengan una estrictura parecida.

- Pedro - dice el Ventrue, con su acento brusco y tono cerrado típico de su origen en tierras germanas - Vos vivís en este reino y debéis conocer bien las estructuras de los alcázares. Sabéis qué podría haber en las habitaciones contiguas ?

Aún así, su tono no es elevado, y casi cuchichea al Gangrel para no llamar la atención de ningún guardia.

Pedro sube con ciertas dificultad al pasillo. Nada mas entrar escucha el ruido de personas armadas bajando las escaleras

Espero que no vengan a por nosotros. A continuación mi compañero asesino me pregunnta por la estructura de los alcazares españoles, pero yo no podre ser de mucha ayuda en ese sentido ya que nunca me ha gustado estar en las fortificaciones

-Lo siento pero no tengo mucho conocimiento sobre estos castillos, suelo vivir en los bosques-

Asi que parece que no tenemos ninguna pista sobre que habitación entrar primero asi que decudo acercarme a una y escuchar para intentar averigüar que hay en el interior.

Escúchame bien...-el rostro de Beatriz adquiere una expresión grave, seria-iré al Alcázar, e intentaré volver con mi tio. Mientras, ni tú ni María deben perder tiempo... Apresúráos, preparad los enseres necesarios, porque si la situación se complica deberemos huir. Sólo confía en mí, haz caso a lo que te digo, y después habrá tiempo para explicaciones.

No le abráis la puerta a nadie... Apagad los candiles, como si nadie estuviera en esta casa, y huid, huid si corréis peligro, hacia algún lugar que consideres seguro, lejos de Toledo. Si se diera el caso, una vez estéis a salvo, mandad una carta a nuestro primo Garcilaso, que se encuentra en la corte, y yo intentaré reunirme de nuevo con ambas, a poder ser en compañía de vuestro padre...-la desesperación casi podía palparse en sus palabras. Su mirada suplicante le rogaba a su prima Catalina que no preguntase, que no dudase de su consejo.

-Así lo haremos, prima -Dice Catalina, a cuyo rostro regresa el color por momentos. Ahora parece más segura, con mayor aplomo. Mientras María te da un abrazo eterno que deja tu regazo lleno de lágrimas de felicidad, tu prima mayor va apagando los candiles, hasta que una sutil tiniebla reina por fin en el hogar.

-Ahora que estás tú aquí, siento que no puede pasarnos nada malo.

Un beso en la mejilla sella sus palabras antes de que te encuentres nuevamente en el exterior. La gelidez de tu rostro sin rubor natural vuelve a tomar su lugar en tu pálida piel, y los vientos de Toledo, vientos de guerra y sangre, te dominan mientras te encaminas al Alcázar...

Frente al Alcázar ha estallado algo. Una multitud de toledanos, armados con antorchas y armas improvisadas, carga contra las puertas que defienden unos diez soldados con espadazos cada vez más furiosos. De las filas de la multitud regresan de tanto en tanto hombres con regueros de sangre corriéndoles por las heridas abiertas, y en el suelo se distingue al menos media docena de hombres caídos.

Nadie parece reparar en lo extraño de la presencia de una doncella en esta situación. Pero eso es porque nadie te está mirando...

EL Ventrue ya lo sospechaba, pero debía asegurarse antes del reconocimiento del lugar. Echa un vistazo a su alrededor y tan solo ve las puertas del pasillo, y unas escaleras que evidentemente llevaban a las plantas inferiores. Deberían acabar bajándolas, tentando a la fortuna de ser descubiertos ? Desde luego, Sura Soho caminaría hacia su objetivo sin contemplaciones, pero con astucia, se dijo.

- Claro. - es lo que contesta a Garcés mientras le observa arrimándose a la puerta. El Ventrue no esperaba encontrar ahí su objetivo, pero sin duda debían explorar antes de continuar.

Sigilosamente espera la maniobra del Gangrel para con la puerta mientras hace guardia estudiando las posibles entradas que llegaban hasta ellos.

La puerta se abre sin resistencia, aunque cruje levemente. No obstante, el ruido de combate que arrecia en los pisos inferiores es suficiente para ocultar cualquier escándalo que decidiérais montar. Con cuidado examináis la habitación. Sillas, mesas, y un atril para armas vacío indica que es una sala de Guardia vacía. Vacía recientemente, a juzgar por las jarras de cerveza a medio terminar encima de las mesas. La sala de guardia se comunica con un pasadizo lleno de celdas en su extremo, por un arco estrecho.

Parece que no hay ningun guardia en esta habitación, asi que hago un gesto con la mano para que mi compañero se acerce mientras entro lentamente por si hay alguien en la habitación que no pueda ver.

El gangrel solo da un par de pasos dentro de la habitación para parase a continuación.

Haciendo caso omiso de quedarme apartado, el Ventrue se adentra en las celdas junto al Gangrel con una esperanza más amplia al cerciorarse de que eran celdas lo que había al otro lado de la puerta de la habitación en la que se encontraban.

- Véis alguna cosa, Garcés ? - le digo al gigante escudriñando las sombras.

Aprovechando el hecho de estar pasando desapercibida, Beatriz rodea el alcazar, en busca de una entrada alternativa, o de alguien a quien pueda convencer para que la deje entrar. Si estuviera viva, de seguro su corazón palpitaría y se le saldría del pecho. Ahora sólo sentía una extraña presión, como si fuera a ocurrir lo propio de los vivos pero no terminase de pasar.

Pensaba en sus primas, en sus tios, en todos al mismo tiempo a una velocidad vertiginosa en un enmarañado entramado de preocupaciones y miedos. ¿Y si no encontraban un lugar seguro? ¿Y si Juan de Padilla, su padre, no llegaba a encontrar a su tio? ¿Y si ella estaba equivocada y Juan de Padilla no quería salvar a su tio, sino que estaba obligado a ejecutarle por serle fiel al rey?

Agitó la cabeza, en un intento de desechar el pesimismo. No había lugar para los temores ahora.