Tania reportándose!
Tarde pero seguro. Uff.. Esto ha sido como un parto, pero valió la pena ^^.
El asesino ejecuta una elegante finta para detener tu espada con su acero y las hojas chocan a la luz de la luna como si bailaran. Notas el mortecino brillo de las manos de Athanoc, y por una fracción de segundo piensas en toda la sangre que han vertido esos dedos. La forma en la que agarra la empuñadura de su espada es sorprendente, y sientes una mezcla de fascinación y temor ante la destreza de este maestro de asesinos.
Después de detener tu golpe, el suave movimiento que describe la espada en el aire te devuelve a la realidad: tus músculos se tensan y te preparas para defenderte de su contrataque... pero la espada se detiene y cae al suelo.
-Un ejecutor. Eso sois. Igual que yo, pero con distintos amos. Ejecutadme, pues -dice el assamita ofreciendo su pecho-. Matadme y demostrad cuál es vuestra naturaleza. Estoy cansado y no podré huir, no con los vuestros persiguiéndome sin descanso, queriéndome cazar como un animal. Pero cuando hundáis vuestra espada en mi corazón, no olvidéis que nada nos distingue. Sólo un nombre, sólo un nombre...
Bajo la vista y veo al assamita arrodillado y derrumbado. Por un segundo siento piedad por él, por un asesino, como yo... No, ambos tenemos algo que nos diferencia.
Alzo mi espada com ambas manos en la empuñadura y la sostengo por unos segundos.
No Athanoc, yo jamás huiré. Eso es lo que nos distingue.
Bajo rápidamente la espada en un giro directo a la yugular.
No sé si al tener 0 exitos consigo alcanzarte...
La espada baila en tu muñeca y por un momento sientes que el golpe ejecutor no va a llegar a su destino. El terror se dibuja en tus ojos cuando Athanoc, lentamente, aferra tu muñeca con su huesuda mano y la dirige sin temblarle el pulso hasta el interior de la capucha que cubre su rostro. La espada, que aún sostienes firmemente, topa con algo carnoso que comienza a desgarrar con la fuerza colosal del antiguo asesino. Mientras la espesa sangre negra brota hasta el suelo, te encuentras paralizado por el terror. Oyes los borboteos inconfundibles de una garganta abierta, y la cantidad de vitae derramada sólo puede indicar que la yugular ha sido seccionada, pero pasa una eternidad hasta que los firmes dedos de Athanoc relajan la presa que hacían sobre tu muñeca.
El cuerpo se desploma en el suelo encharcado de su sangre, provocando un ruido sordo.
A lo lejos, un buho ulula por encima de los árboles.
Fin del preludio, a menos que aún quieras hacer algo más. Tienes 12 px para repartir; puedes ver cómo gastarlos en el hilo Creación de fichas (pag. 4, creo, hay una tabla). Ponme como los gastas allí y pasamos al juego. El último preludio en acabar es el tuyo. ¡¡Vivaa!!
Sura Soho se quedaparalizado, observando el cuerpo inerte del assamita, aún expulsando a borbotones chorros de sangre que lentamente va inundando la base del cadáver.
La espada, cogida por el pomo con la mano derecha, cae hacia el suelo golpeando la punta y apoyada en el suelo.
El aire silba a mi alrededor, cuando el búho aletea en pos de la noche.
Genial ! Esta noche me reparto la exp.
Bohemia, 1519.
Han pasado quince años desde que la ejecución de Athanoc te convirtió en uno de los cazadores más preciados por la naciente Camarilla. Quince años en los que has perfeccionado tu técnica en múltiples misiones al servicio de tu organización. Cuando un vampiro era declarado enemigo de La Camarilla, tu eras el encargado de hacer cumplir la sentencia. Y lo hacías sin asomo de duda. Aunque nunca te habías encontrado con ningún enemigo que tuviera la entereza de Athanoc...
Y eso te turbaba extrañamente. A veces, incluso sentías admiración por el antiguo asesino.
Pero lo superabas centrándote aún más en tu trabajo.
Como ahora: tras una serie de misiones para los Toreador franceses, el príncipe de Valladolid, en Castilla, reclamaba tus servicios. Al parecer tenían un traidor al que ejecutar. Poco sabías de Castilla, aparte de que era un reino en su mayor parte en manos del Sabbat. De hecho, Valladolid parecía ser la única ciudad de importancia que La Camarilla mantenía en el país. Y eso hacía tu misión, si cabe, aún más complicada...