Partida Rol por web

La rubia permanece anonadada mirándose el brazo azulado y frío.

Joder, joder, joder... murmura.

Los ojos enrojecidos por el reciente llanto y la tensión miran a Elizabeth y a Marcos. ¿Volver? ¿Al edificio principal? ¿Tú estás loca o qué? Ese edificio casi nos mata!

Muy pocas veces Rubí se ha opuesto a las ideas e iniciativas de Eliz. Salvo en el plano sexual, Rubí siempre ha cedido a las demandas de su excéntrica amiga. Hasta ahora...

Observa a su amiga y resopla al escuchar su reacción.

- Pero no has visto lo que acaba de suceder? - Por primera vez parece casi enfadada con Rubí - Tenemos que hacer lo que nos dijo. Es la única forma de hacer que esto acabe - Mira a los otros dos esperando su apoyo - A no ser que prefiráis esperar a que regresen los demás.

Pocas veces me encuentro tan desconcertado como ahora mismo. Lo que acabamos de ver es sorprendente. Algo casi increíble. Mi cerebro está ralentizado por la situación.

- ¿Volver a la casa? No suena demasiado prudente, Eli. Aunque ya no sé realmente si permanecer aquí lo es..

El recuerdo del sonido del agua cayendo golpea mi mente como un aspecto que queda pendiente, sin explicación. Y las cosas siempre tienen que tener un por qué..

Marcos saca uno de esos pañuelos de tela que sólo llevan los ancianos. Se limpia los sudores de la cara y del cuello. Su mano tiembla.

No, no, no. Debemos llegar al fondo de este asunto. Yo era el más escéptico de todos los presentes con respecto a este tema. Pero después de ver esto ...
Opto por ir al segundo piso. Debemos de investigar la única pista que tenemos, por extraña que pueda parecer.

Pf! Esto es increíble dice airada Rubí. De verdad es que no me lo puedo creer.

Y qué se supone que vamos a buscar, a ver. Un puñetero diario de una monja, no? Dónde? Me niego a creer que esté a la vista. Y os recuerdo que allí intentaron estrangularnos, envenenarnos y desquiciarnos...

El grupo se vuelve a dividir en dos, optando por posturas opuestas. De un lado Elizabeth y el viejo bibliotecario Marcos Saenz. Del otro, Rubí y Mark. Éste último en una postura más moderada. Es muy posible que sea el arquitecto quien al final decante la balanza hacia un lado u otro.

O se ponen todos de acuerdo en lo que hay que hacer, o cada uno hace lo que desea. La prudencia dicta la primera opción. El ánimo humano, no obstante, es absolutamente imprevisible.

- Debemos llegar al fondo de este asunto - Otro rasgo del espíritu humano: la curiosidad.

Viendo que Marcos y Elisabeth ya han decidido volver a la casa, mi prudencia se ve debilitada. - Quizás lo prudente sea lo imprudente

- Rubi, creo que no es prudente ir de nuevo a la casa.. pero tampoco es prudente seguir dividiendo el grupo en más subgrupos Miro a Rubi directamente a los ojos, intentando infundir tranquilidad.

- Quizás lo prudente sea mantenernos todos juntos.. Es ir y volver. Podríamos hacerlo rápido y estar aquí de vuelta en un rato.. Y, saliendo, podríamos ver dónde han ido los demás.

Mis palabras intentan sonar estables, pero el sonido de la lluvia en el exterior sé que resta fuerza a mis palabras.

La joven Johnson mira con desconfianza a cada uno de vosotros.

Elizabeth, Mark, Marcos,...

Parece un animal asustado, herido y desconfiado. Se frota distraídamente la mano usada en la ouija. Sigue fría y azul... Ese movimiento os recuerda la sobrenatural herida e involuntariamente os mirais también las manos.

No me gusta la idea... Rick sigue ahí fuera, los puñeteros Skilton también, y no sabemos nada de ninguno. Y ahora nosotros queremos exponernos también! Por mi vale. Morir aquí no está tan mal...

Se encoje de hombros mientras sus ojos se inyectan en sangre ahogando un llanto de desquicie.

Vamos...

El cuarteto sale precavidamente de la biblioteca. Fuera sigue lloviendo y el aire es frío. Muy frío. Comenzais a tiritar de frío, o de miedo, o de ansiedad, o de todo a la vez. Mirais a la izquierda: negrura. Hacia el frente: el bosque tenebroso y agitado. A la derecha: el jardín abandonado, su fuente seca y el edificio principal, que se recorta contra el fondo oscuro de la noche.

El cuarteto sale precavidamente de la biblioteca. Fuera sigue lloviendo y el aire es frío. Muy frío. Comenzais a tiritar de frío, o de miedo, o de ansiedad, o de todo a la vez. Mirais a la izquierda: negrura. Hacia el frente: el bosque tenebroso y agitado. A la derecha: el jardín abandonado, su fuente seca y el edificio principal, que se recorta contra el fondo oscuro de la noche.