Partida Rol por web

Dentro forcejean Frank y el joven enclenque. Fuera tienes contralada la situación. La atractiva gótica está gravemente herida.

Pero ese idiota desde el suelo ha abierto fuego.

Pensé que habías muerto...

Frank nota el hacha golpearlo el costado, con la parte plana del filo. El pequeñajo había fallado. Pero el no tenía las manos libres para intentar romperle el cuello, como aquella vez, y no pensaba soltar la escopeta. Frank coge el poco impulso que puede a tan poca distancia, y acompañado de un leve gruñido, lanza una patada al pecho del arquitecto, con la intención de alejarlo para después tenerlo a tiro.

Frank es un guerrero. Un experimentado matón. Un soldado.

Su bota militar impacta con más fuerza de la que deseaba. Haber encontrado algo de resistencia en el adversario era estimulante. Y ayudaba a reducir los ya de por sí escasos remordimientos.

La patada impacta con violencia en la boca del estómago del arquitecto, que retrocede dos pasos, blanco como la pared, y cae de rodillas reprimiento el vómito. Con las rodillas y las palmas de las manos contra el suelo, habiendo perdido el hacha en el lance, Spinner sabe que está perdido. A merced del destino.

Con la patada había conseguido quitarse de encima al enclenque. El movimiento no había pasado desapercibido para la herida abierta del pecho, que le había dado un latigazo de dolor al estirarse la piel. Pero desde luego no era un dolor que le impidiese seguir con su trabajo, y ahora tenía a su victima de rodillas, a su merced. Frank levanta la escopeta que aún sostenía en sus manos, y apunta directamente a la cabeza del desafortunado.

Chico, he de admitir que tienes agallas- La grave voz del matón inunda la biblioteca. Frank mira fijamente a Mark durante apenas un segundo, un segundo que parecen horas para el arquitecto-. No es nada personal. No tendríais que haber venido aquí, eso es todo-. A la voz del asesino le acompaña un nuevo estruendo. El dedo de Frank ha apretado por fin el gatillo...

Jack mira con asco a la gótica. Se le ha ofrecido la oportunidad de redimir los pecados de su pasado y expirar su alma eterna y la ha rechazado.

Que su alma se reúna en castigo eterno con las demás que hay en la casa.

Y sin más se levanta arrancando la daga de la mano y se la clava en la cabeza. Tras ésto, saca la pistola que guarda en la gabardina y se asegura de que la chica esté muerta. Blam, blam.

No mezcles tu saliva con la de ésta escoria pecaminosa.- Le dice claramente a Frank. Siempre que Jack ha pronunciado una frase como ésta significa que nadie en la casa iba a salir vivo.

Jimmy no podía creerselo, había fallado. Entre algunas toses entrecortadas un hilillo de sangre le caía desde la boca y cada vez que respiraba un borboteo se producía en los pulmones, era cuestión de tiempo, pero ya estaba muerto. Había perdido su oportunidad de vengar a us hermanos y a si mismo llevándose a uno de estos hijos de la gran puta por delante, pero parece que no iba a ser posible.

Maldito seas, bueno para nada Skilton. La has cagado de nuevo, que les jodan, que les jodan a todos...

De alguna manera consigue medio incorporarse hasta apoyar la espalda contra el porche, ya todo le da igual. Con manos torpes y agarrotadas busca en sus bolsillos hasta encontrar la marihuana y se hace un porro. O algo parecido pues el papelillo queda impregnado de sangre y sale algo trompetero, pero aun así después de cuatro intentos consigue encenderlo y toser hasta echar los pulmones por la boca, pero aun así vuelve a dar otra calada.

Que os jodan putos bastardos, podéis matarme pero juro que en la otra vida voy a ser el fantasma más tocacojones que os podais imaginar, lo juro por mis hermanos muertos y que le puto demonio se lleve mi alma si la quiere y acambio me permite joderos hasta el hipotálamo después de muerto. Os voy a hacer la no vida imposible, os vais a enterar, os voy a hacer cagar shurikens...cof..cof...

Jimmy tose de nuevo esputos sanguinolentos, pero sonríe; y le da otra calada al porro de maría.

En menos de tres minutos, el silencio vuelve al lugar.

En los diez segundos anteriores, Frank acaba con Spinner; dándole al arquitecto una muerte patética. A cuatro patas, como los animales. Con el vómito ahogado en su garganta y la orina corriendo entre sus muslos. Sacrificio.

Blam!

Puré de cerebro y sangre...

La violencia de Jack fluye libre conducida por la ira. Nadie dice que no a la Congregación. Nadie.

El odio asciende desde lo más profundo de las entrañas. El sacerdote clava de manera brutal el puñal en el parietal derecho de Elizabeth. No se molesta ni en sacar el arma. La chica cae definitivamente entre espasmos involuntarios, con los ojos en blanco y salivando profusamente.

Jack deja que el chico que ha intentado matarle se desahogue.

Lo mira desde arriba, con aire de superioridad y maldad. Profunda maldad. Saca su revólver calibre 38. Deja que inhale el asqueroso humo de la repugnante droga. Con ese gesto, el mediano de los Skilton se ha ganado una muerte merecida.

Blam!

En menos de tres minutos, el silencio vuelve al lugar precedido por el retumbar del casquillo rebotando en el suelo.

Ya no llueve.

Ya ha amanecido.