Partida Rol por web

De pronto, uno de los dos hombres que estaban sentados al fondo se levantó de su asiento y se acercó a Henry.

-Disculpe, caballero. No quisiera pecar de indiscreto, pero creo que usted es el señor Jones, Henry Jones. ¿Me equivoco? Puede que usted no se acuerde de mí, pero creo haber coincidido alguna vez con usted en alguna de las reuniones culturales que solía organizar el señor Williamson en su casa los fines de semana. Soy Jeremy Morgan, profesor de Arqueología de la Universidad de Miskatonic y colega de Lancaster Williamson.

Parecía un hombre algo despistado, algo mayor y con semblante amable. Se quedó allí, esperando pacientemente, mientras Jones hacía memoria. Es cierto, alguna vez lo había visto, y aunque no habían llegado nunca a intimar, su rostro le era familiar.

En ese momento, una mujer alta, delgada, atractiva y muy esbelta entró en la estancia. Miró a su alrededor, se puso a contar a los presentes, y tras sonreír discretamente, se acercó a Gianna, colocándole una mano sobre el hombro en señal amistosa.

Carraspeó un par de veces, y comenzó a hablar. Su voz era clara y firme. Parecía tremendamente segura de sí misma.

-Veo que estamos ya casi todos. Es buen momento para ir conociéndose, ¿no? Máxime teniendo en cuenta que partiremos mañana a primera hora de la mañana. Soy Denise Williamson, hija del profesor Williamson, y miembro integrante de la expedición de rescate. Es más, soy el equipo médico de la expedición. Además de buscar a mi padre, a Baldwin y a los cuatro muchachos, velaré por la salud de todos ustedes.

Un breve vistazo le hizo reconocer a Henry Jones, amigo de su padre, así como a Morgan, colega de profesión del profesor Williamson. Su amiga Gianna también estaba presente, y Allan Quarter era uno de los mercenarios que había contratado. En una de las mesas detectó a otro de los expedicionarios, un hombre inmenso al que había contratado al llegar a Honduras.

Lockly le devolvió la mirada cuando ésta se posó en él. Era el hombre inmenso que estaba sentado junto a Morgan, conversando amistosamente.

No dijo nada. Su aspecto era una mezcla entre amenazante y socarrón. Un mercenario completamente estándar, hecho en serie. Grande, muy fuerte, y violento. No parecía un gran orador, y en general su aspecto resultaba algo desagradable, pero había sido contratado para defender a la expedición de cualquier peligro, no como chica de compañía, y para eso su aspecto feroz le iba como anillo al dedo.

Al dar un vistazo a todo el comedor, Gloria observó a todos los que en él se encontraban. Y lo primero que pensó era que si aquello era un grupo de rescate...lo tenían un poco claro! Evidentemente no se esperaba un grupo de mercenarios armados hasta los dientes y co material para sobrevivir durante semanas en medio de una selva amazónica... pero ver que el grupo estaba compuesto por gente de cierta edad, una mujer que podía estar más preocupada de romperse una uña a perder la vida por la picada de una serpiente y, casi todos, más acostumbrados a la vida de ciudad que a encontrarse en un lugar de peligros constantes...no le alegró mucho que digamos!

Y ella no era la mejor preparada, en absoluto, pero había vivido situaciones comprometidas y se sentía orgullosa de haber salido airosa...o, como mínimo, con vida!

Pero al dar el barrido visual, típico de su profesión, reconoció el rostro de uno de los hombres que se encontraban en la sala. Era uno de los amigos, supuso, del profesor Armitage. Lo había visto segundos antes de su entrevista con el eminente profesor.

Al ser el único a quién encontraba algún tipo de lazo o enganche para "romper el hielo", la periodista decidió prepararse un café bien cargado y dirigirse a su mesa para entablar una primera conversación. Lástima que cuando se encontraba a escasos dos metros, alguien se abalanzó en su mismo dirección para robarle el turno de palabra.

El hombre en cuestión era un tal Jeremy Morgan y debía ser, tal como le habían informado, el encargado de todo el tinglado organizativo del rescate. Y el rostro conocido pertenecía a Henry Jones, profesor y colega de Armitage.

Gloria inició su natural proceso de memorización de nombres para, más tarde y con libreta en mano, traspasar las notas para comenzar a escribir el boceto del reportage que presentaría al periódico.

Escasos segundos después, una mujer se presentó a todos los integrantes del comedor como Denise Williamson, hija de uno de los profesores desaparecidos. También parecía que se encargaría de las cuestiones médicas del equipo de rescate.

A Gloria le pareció que aquello parecía el inicio de una rueda de presentaciones, donde cada uno recibía el turno para presentarse al resto de compañeros. Pero estaba convencida que ella no sería la siguiente en presentarse...ella venía a trabajar y no a hacer amigos. Primero debían presentarse los más relacionados con el equipo d einvestigación y después ya llegaría su turno.

Tomó asiento en una de las sillas, donde pudiera ver la cara y reacciones de todos los miembros del grupo, y esperó que las presentaciones siguieran su curso...

En ese caso, y si ya estamos prácticamente todos, porque no nos pone en antecedentes, y nos dice que ruta seguiremos, y cuando partiremos. 

Allan había cambiado un poco su actitud, al ver que practicamente todos los allí presentes formaban parte de todo el asunto del rescate. 

Tenia que haber supuesto que todos aquellos huespedes, libreros o no, habían dado con sus huesos allí por el mismo motivo que el. 

Ahora que ya tenia caras, más tarde o más temprano les ubicaría en oficios y condición. 

Le interesaba mas ver si la parte sobre el terreno estaba controlada. Moverse por la selva nunca era fácil, y menos cuando la mayoría confundían la selva con central park. 

Pese a que tenía ganas de conocer al resto de miembros de la expedición lo antes posible decidí centrarme primeramente en el desayuno. Un par de tostadas, dos piezas de fruta fresca y una larga taza de café cargado y sin leche. El bueno de Tyronne solía decir que seguramente se podría llegar a despertar a un muerto con una par de esas tazas. Sonreí de forma nostálgica al recordar a mi querido amigo, albergando la esperanza de que pronto pudiera repetir esa broma.

Una vez terminado el desayuno eche una ojeada al resto de integrantes de la expedición. Sin duda era un grupo de lo más variopinto, de eso no cabía ninguna duda. Incluso con alguna cara que me resultaba familiar como aquella mujer que vi en el despacho de Henry. Pero justo antes de que pudiera acercarme a decirle algo otro hombre se me acerco y dirigió la palabra.

Si ahora que lo dice recuerdo haberle visto en alguna ocasión le digo estrechándole la mano disculpe si no le había reconocido la primera vez que entre, la edad hace que mi memoria no sea ya tan buena y fiable como lo era antes le digo con una amplia y amable sonrisa.

Finalmente el último miembro y líder de la expedición hizo su entrada. Denise, la bella hija de Tyronne, se dirigió al grupo con decisión, lo cual me hizo sonreír pues sonaba exactamente igual de decidido que su padre cuando se le metía algo en la cabeza. Se hizo un breve silencio hasta que un hombre grande, probablemente uno de los mercenarios contratados por Denise, hizo la pregunta que todos deseábamos hacer, así que calle a la espera de la respuesta.

Cuando Denise entró en la habitación, Gianna se sintió aliviada, pero estaba claro que no encajaba muy bien en el perfil del resto de los presentes. Agradeció que Denise se apoyara en ella cuando empezó a hablar y cuando ésta dijo que todos eran miembros de la expedición, sus pensamientos no fueron precisamente positivos

Así que nos vamos todos juntitos. No se si dar saltitos de felicidad... Menos mal que he venido a cuidar de ti, amiga, aunque no se si debería preocuparme más por "tus mercenarios" y el resto del grupo que por los mosquitos y la selva...

En cuanto Denise acabo de hablar, Gianna quiso quedarse con ella a solas para poder tirarle de las orejas. No tenía nada en contra de lo señores que, obviamente, venían de la universidad, pero el resto... ¿No se supone que en situaciones que entrañan algún peligro mínimamente grave, uno debería rodearse de gente en la que se pueda confiar? No es que ella nunca hubiera podido elegir la compañía en situaciones de ese tipo, pero ya que Denise si que podía, no podía entender porque no lo hacía.

Aunque tal vez el día diera para más de lo que esperaba y le hiciera cambiar de opinión, pero sería más que difícil, se sentía de lo más incomoda.

Gloria notaba cierta tensión en la sala. Posiblemente por el hecho de no conocerse entre ellos...

Parecía que la atmosfera enigmática de la desaparición de la expedición, hubiera envuelto a todos y cada uno de los miembros del grupo de rescate. Como si todos supieran que aquello no era una "simple" búsqueda de alguien que se ha perdido en el bosque. Miedo? Posiblemente...y aquella era una sensación que no le gustaba en absoluto.

-Y su nombre es...?-preguntó Gloria al robusto hombre que había roto el silencio, tras las palabras de Denise Williamson.

Era de suponer que su instinto periodístico para recaudar información de toda situación, había salido a la luz. Si nadie se animaba a presentarse, puede que alguien tuviera que animarlos a hacerlo.

Mi nombre señora es Allan Quarter. Y mi función es que las fieras salvajes y los peligros de la selva no acaben con nuestros huesos blanqueando al sol.

Saludo a la señora de la misma y tosca manera que un militar, pero sin duda, con menos formalidad, llevando solo dos dedos a la frente hasta tocarla y luego hacer un enérgico movimiento. Era un saludo mucho más civil.

Luego volvió su vista hacia la anfitriona. Sabía que pretendía montar una expedición, y que si había sido tan vehemente como lo había sido consigo aquella gente estaba preparada y cualificada para determinadas contingencias.

En cierto modo era extraño que no hubiera más hombres de acción, pero por otro lado también le alegraba. Era complicado encontrar hombres de fiar en lugares como el que estaban. Así que eso eliminaba ciertas complicaciones potenciales.

Pero si que era más que evidente que tanto librero empolvado, aunque útil para decir si una piedra era vieja o muy vieja era algo fuera de lugar. Así que sospecho que había algo que aun no sabía sobre aquel trabajo. Pero no era el momento de sondear. Ahora importaba saber si el resto del equipo, lo que no eran propiamente las personas estaba bien atado.

Había que buscar nativos, seguir el rastro de la expedición anterior, contactar con las personas que los vieron y cotejar sus movimientos con la búsqueda de lo que demonios fueran buscando.

Así que volvió a preguntar lo que le interesaba.

Insisto que ahora mismo es más productivo ver que ruta seguiremos, porque dependiendo de esta necesitaremos equipo de clases distintas, y sobre todo una línea de acción. Uno no puede ir por la selva simplemente llamando a voces a los que buscas. Habrá que encontrar su rastro, y seguirlo muy de cerca.

Yo no era un hombre de acción ni estaba muy seguro realmente de cuál era mi papel en aquella historia. Al margen de catalogar lo que encontrásemos por el camino y de poder colaborar a la hora de identificar los peligros de un lugar por sus símbolos o su Historia, poco podía hacer yo. Claro que viendo la gente que me rodeaba, aquella expedición de rescate no parecía haber sido muy bien planificada, ya que éramos un grupo de lo más variopinto. A mí me parecía bien la idea de presentarnos para saber un poco con qué contábamos antes de partir, pero dada la insistencia de Quarter sobre hablar primero de la ruta, decidí mantenerme al margen. A fin de cuentas, a mí nadie me había preguntado nada directamente y, en un caso como el que me encontraba, me parecía que mi poca experiencia en este tipo de lugares me hacía poco útil en un principio. Mejor que quienes más saben sean quienes inicien la toma de decisiones. Además, suponía que la que aparentaba ser la líder del grupo tuviese ya un plan, por lo que me limité a asentir a las palabras de Quarter y a mirar a la anfitriona, esperando una respuesta.

-Tras el desayuno, tras el desayuno- comentó, con vehemencia, mientras se sentaba al lado de Gianna- Falta gente de la expedición por unirse a nosotros. He quedado exactamente dentro de media hora con los miembros restantes. Les agradecería que no faltase nadie, pues hemos de tratar detenidamente el plan a seguir.

Y ya no dijo más. Estaba acostumbrada a decir algo y ser obedecida, así que no se le pasó por la imaginación aguardar a que los demás expresasen su aprovación o su disconformidad. Era mujer de carácter, muy inteligente y decidida y, por qué no decirlo, absolutamente ingobernable.

Con un enérgico gesto de la mano avisó al camarero, que se aproximó a tomar nota de lo que deseaba desayunar.

Habría que esperar media hora. En breve se pondrían las cartas sobre la mesa.