Partida Rol por web

 Me acicalaría la barba con la mano ante aquella explicación que resultaba sumamente interesante, por sobre todo el detalle de como la que tenía en su sangre la mezcla extraña de lo demoniaco y lo angelical, había de hecho, pasado por aquel proceso en mas de una ocasión, donde quedaba claro, que el uso de la magia oscura sería necesario para volver a hacer latir un nuevo corazón en su pecho. Definitivamente el estaría muy feliz cuando la viera de nuevo, aunque lamentablemente no lo recordase, siempre podía empezar de nuevo.

 Lo que traía a mi mente una incognita, y es si el sabía de este detalle. Seguramente no sería así por que de saberlo, no habría despertado aquella chispa en el si fuera conocedor de aquella información.

 -No me conviene andarlo divulgando...en cierta forma acabas de ponerme una cadena encima y eso no me gusta, pero lo tomare como el precio a pagar por aquella información tan interesante Ho ho hoooo.-

 Aunque no me agradaba la idea, no haría mas que reirme por aquella ironía de momento.

 -Creo que lo correcto sería preguntarse, que no nos oculta Leviathan....Te molesta si observo el proceso? has despertado mi curiosidad.-

 Si bien era consciente del desconocimiento que tenías a las muestras de afecto, Hares igualmente no pudo evitar sorprenderse un poco por tu reacción inicial ante su caricia, pero sentir como te presionabas contra su mano e incluso le detenías cuando decidió apartarla dibujaría una ligera sonrisa en su vago rostro.

 -Ahora podré acariciarte todas las noches para ayudarte a dormir -declararía el hombre, antes de volver su vista al frente mientras continuaba con la búsqueda del perro, a quién no tardarían en encontrar en uno de los balcones del castillo, ubicado en la parte trasera de este y por lo tanto no dando más que una vista al inmenso mar nocturno, con el cielo cubierto por espesas nubes negras que apenas dejaban ver una tenue luz lunar.

  Tan pronto como llegaron a acercarse, el hombre se dio la vuelta y les recibió con esa expresión neutral que le caracterizaba, dirigiéndote una mirada a ti junto a un asentimiento a modo de saludo antes de fijarse en Hares.

 -¿Qué tal tu memoria...? -preguntaría el albino.

 -Abrumadoramente amplia, pero supongo que lo entiendes perfectamente -declararía la deidad, siendo que el hombre delante de ambos asentiría como respuesta. -. Aquí lo tienes, Eli: ¿querías decirle algo? -te preguntaría entonces Hares, ganándose así una expresión de curiosidad por parte de Gladius, quién te prestaría atención expectante.

 Ante tu afirmación, el doctor no tendría nada que decir al respecto, a diferencia de tu petición de quedarte a observar, ante lo cual asentiría a modo de aprobación sin decir ni una palabra. Por su parte, Azrael aprovecharía para retirarse: no parecía cómodo viendo aquella escena donde Tamiel era operada por el cambia formas, y en general parecía tener cosas sobre las que pensar.

 El doctor saciaría tu curiosidad permitiéndote observar el procedimiento que llevaría a cabo con Tamiel, el cual consistiría básicamente en ir uniendo el nuevo corazón a su cuerpo con precisión quirúrgica, siendo que podrías ser testigo de como, efectivamente, el cuerpo de Tamiel se iba regenerando por si solo uniendo el corazón a las partes donde debía cuando el doctor las acomodaba, aunque incluso así era lógico que necesitarían más que pegarle el corazón para hacerlo funcionar, aunque Aurelion ya te adelantaría que de eso se encargaría un brujo que vendría después por ella.

 -Por cierto... No quise mencionarlo con el otro aquí, pero... Le hicieron algo al pelirrojo, ¿cierto? -preguntaría mientras dirigía su mirada hacia la camilla donde estaba Sutr. -. Algo cambió en él, y su cuerpo podría verse afectado por ello: desconozco si para bien o para mal, pero en este punto su vida seguramente vaya a dar un vuelco cuando despierte... ¿Estarás allí para protegerlo de la ignorancia cuando suceda? -el hombre no parecía tomar como una casualidad que tú, un liberador de esclavos, fueses quién se tomase las molestias de traer a su sala el cuerpo inconsciente del ex-semidios.

 Tu respuesta dejaría un tanto pensativo a la serpiente, más no le daría muchas vueltas ni mucho menos comentaría al respecto.

 -Es complicado saberlo: pudiste haber venido de otro de los clanes en un barco que se hizo pedazos, y fuiste el único superviviente al ser arrastrado a las costas junto a la ciudad, pero eso seria algo casi tan raro como ser un extranjero -explicaría la serpiente respecto a como te encontraron. Sobre tu edad, simplemente alzaría los hombros con desinterés -. Bueno, nunca dije que no hubieses muerto antes...

  Seria tu pregunta respecto a su opinión sobre ti lo que dejaría a Leviathan sin palabras durante unos segundos, acabando por responder con un asentimiento de cabeza sin dar más detalles.

 -Imagina que cuando el mundo decide que vas a existir te identifica de todos los demás con un número: estos números son únicos, e incluso cuando mueras y reencarnes, si es que lo haces, tu ID seguirá siendo el mismo. A través de las vidas las personas pueden cambiar de aspecto o personalidad, pero en el fondo son solo el mismo ser que se ha desarrollado de distintas maneras según los eventos de su vida. Alguien pudo ser un esclavo en una vida, pero en otra se les presentó las posibilidades para ser el amo... -explicaría, esperando que entendieses a que se refería. -. Y sí, de no ser por el ángel del purgatorio seguramente ya estarías muerto, y es que más allá del poder que te otorga en sí estar ligado, él colaborará para mantenerte con vida, o al menos evitar que tu cuerpo se destruya: sus deseos son los de liberarse y tener una forma física, y para eso necesitaría corrompe tu cuerpo. Si simplemente te mueres es difícil saber cuando yo podría encontrar tu reencarnación, o si siquiera seria capaz de hacerlo... Aunque lo de la magia ya es algo propio de ti: él solo te habrá ayudado a que sea más fuerte.

 Ante tu nueva duda, Leviathan no se lo pensaría mucho antes de responder.

 -De preferencia, nadie... Aurelion está enterado porque su conocimiento es de utilidad, y el rey divino en su momento me dio su aprobación para buscar un recipiente, pero aparte de ellos nadie más está enterado, y en todo caso, a menos que les expliques absolutamente todo dudo que alguien entienda lo que le digas, o siquiera te vayan a creer... -después de todo, a pesar de que él te decía que eres algo más que simplemente un marginado, para él resto lo seguirías siendo toda tu vida... -. ¿Y bien? ¿Ya acabamos?

 El procedimiento resultaba tan fascinante como la capacidad natural de la mestiza mas poderosa que habría visto, para sanarse a si misma. Sin círculos mágicos, plegarias o cantos, solo la mas pura naturaleza de su cuerpo poseía semejante cualidad digna de la envidia de mas de uno. Pensaría divertido que mientras ella con un brujo y un buen remendero podría volver de la muerte vaya a saber cuantas veces, yo tenía que rogar que el rey divino estuviera de buen humor para que mi propia magia curativa hiciera efecto adecuadamente, y ni siquiera estaba cerca de lograr una hazaña como reconectar mi propio corazón.

 Pero ante lo que luego diría el médico, inicialmente respondería primero mi cuerpo al asentir con la cabeza, antes que las palabras salieran de mis labios. -Efectivamente, hubo un cambio demasiado drástico, le arrebataron la mitad de su esencia, y si bien, sigue siendo endemoniadamente fuerte, no es tanto como antes.- Aun sentía rabia que por las maquinaciones de la serpiente, se le habría arrebatado su legitimo poder heredado por su sangre, solo para asegurarse esta de no ser atacada por aquel que tenía mas que justas razones para derrotar a su primer carcelero, y siendo que ni siquiera la hija de este habría muerto realmente, allí no había equidad alguna, solo la imposición de una serpiente astuta sobre el dragon divino caido.

 -Se lo debo, yo me encargare del muchacho.- No hablaría mucho del tema pero algo tenía claro. Si bien, estaba de acuerdo que el poder de Nekrodum tenía que estar en constante crecimiento, por lo que mi colaboración para con este seguiría, también nacía en mi el ardoroso deseo de hacer pagar a la serpiente y de alzar en el trono al hijo del dios al que había decidido volver la oscuridad de mi fe, mi fuerza corrupta a ojos de los hipocritas del coloso o los negligentes de la tercera nación.

El tema de mi origen y mi edad... parecían ser un tema que ni siquiera Leviathan parecía tener claro, y seguramente tampoco haya sido algo que le hubiera interesado indagar. Supongo que con ser un contenedor apto para su experimento le bastaría de sobra. Sobre el tema de mi edad... realmente no sabía que opción era mejor, haber vivido doscientos años sin saberlo, o que durante -¿Y co-como es que a nadie le e-extraña verme... si de ve-verdad llevo ta-tanto ti-tiempo por a-aquí...?- no pude evitar preguntar... Aunque viendo su desinterés seguramente ya no le interese hablar de ese tema. Me sorprendió que mi pregunta sobre ser su mano derecha le dejara sin palabras... más aún que asintiera con la cabeza confirmándolo... No sabía que decir, y mejor para no cagarla... no diría nada más...

Escuché sus palabras sobre aquello que llamaba "ID"... básicamente era como un "número" único que te identificaba como ser vivo. Y al parecer... según entendí por las palabras de Leviathan, mi número era el mismo que el del mismísimo rey de los ángeles del purgatorio y por eso podía estar ligado a mi. Asentiría a sus palabras para que supiera que le había entendido... Para luego escuchar que seguramente sin el ángel vinculado a mi, ya habría muerto hace mucho... Pues el rey necesitaba que yo estuviera vivo para no desaparecer -De mo-momento... ha si-sido i-incapaz de ha-hacerlo...- le comenté a Leviathan cuando dijo que él buscaría corromperme y hacerse con mi cuerpo.

Terminaría de escucharle... sabiendo quienes podían saber todo aquel asunto del Purgatorio y el ser al que estoy enlazado... Recordándome que seguramente nadie me creería si les decía todo aquello -De a-acuerdo...- dije con seriedad... Antes de asentir con la cabeza cuando me preguntó si ya habíamos acabado -Si, su-supongo que si... La-lamento haberle consumido pa-parte de su tiempo...- le comentaría a mi amo... Y si me dejaba irme, haría una última reverencia y me dirigiría hacia la enfermería... A ver como estaban los demás, aparte de Azrael y el hijo del Rey Divino.

No esperé ninguna reacción ante aquello que hice, es más lo vi algo como que probablemente ignoraría... Pero porque era así como veía practicamente a todas las personas... No obstante cuando mencionó aquella frase, mis ojos se abrieron mucho y mi rostro se puso rojo sin llegar a entender porque me pasaba ¿A que era debido aquello?

Por si acaso, evité mirarle directamente por si era algo malo mi reacción, pues realmente no tenía ni idea. Aunque tenía algo muy claro, si todas las caricias se sentían así, no me importaba que lo hiciera cada noche.

Por suerte o por desgracia, aquella sensación terminaría pronto, pues según seguíamos caminando hacia donde podría estar Gladius, cada vez estabamos más cerca suyo, hasta que finalmente nos lo encontramos en un balcón mirando a... ¿El cielo? Era extraño, pero... la escena era bonita. ¿Me pregunto que opinaría si le dijera eso... Aunque no podría decirselo incluso si quisiera.

Aunque fuera de verle de aquella manera, lo que más me extrañó fue el como se cruzaron palabras Gladius y Hares. No sabía exactamente que hacer entre ellos pero... Tampoco sabía si las palabras que se cruzaban eran asperas y duras entre si... Pero algo raro había en el ambiente entre ambos y era algo que se notaba a simple vista... ¿Como una persona que cuidó tanto de nosotros, podía ser el objeto de enfado de uno de nosotros? Bueno, la respuesta era más sencilla de lo que creía... No lo recordaba, pues solo me acuerdo de esta vida.

Pero Gladius era otro cantar, así que cuando Hares me preguntó aquello pegué un pequeño sobresalto por la tensión del ambiente y asentí muy de golpe para directamente lanzarme al suelo a apoyar la libreta y empezar a dibujar. Tardé quizás un poco más de lo debido, y cubrí mis dibujos para que no se vieran hasta que no terminara, pues realmente eran dos en un principio. Al terminar, con la mano con la que dibujé, agarrando toscamente la pluma, manchada ya por la tinta, mostré el primer dibujo.

Literalmente era la escena que había tenido lugar hace unos cuantos minutos antes. Antes de separarnos... Antes de que Hares apareciese como tal. Yo estaba llorando y Gladius se aproximó a tranquilizarme... Pero no sabía quien era... Por ello con el dibujo quise preguntarle sobre aquella cercanía que teniamos... O más bien que no recuerdo que tuvieramos. Es más, señalé esa última parte donde el sonreía y me terminaba de tranquilizar, y luego le señalé a el y a mi más tarde... ¿Que sentía el hacia mi? Eso es lo que quería averiguar.

Lejos de ser mascotas de un dios, o lejos de ser hermanos al cuidado de un dios, quería saber lo que sentía el, pues seguro sería totalmente diferente a lo que me pudiera decir Hares. Es más mi colita se movía timidamente mientras mi cabeza estaba levemente inclinada detrás del dibujo...

Me respondiera lo que me respondiera, luego apartaría levemente la mirada mientras le mostraba el proximo dibujo.

El cual literalmente era un pequeño halago o elogio... O más bien una opinión personal, pues con el quería decirle que me gustó su sonrisa... O que me gustaba que sonriera... Aunque claro... Con ello algo inquietante se apoderó de mi y luego de mostrarselo por unos cuanto segundos, tiré la libreta al suelo para empezar a dibujar de nuevo rápidamente tratando que aquella extraña sensación desapareciera, ya que me sentía muy extraña... ¿Que eran esas sensaciones?

Al final, acabé mostrandole un dibujo más, el cual directamente se lo mostré desde el suelo.

En el cual traté de pedirle que me contara su vida. Su historia... Que me contase quien fue el y quien es ahora... O como decían muchos... Que nos pusieramos al día, pues quería saber más de aquel con quien al parecer compartía tanto y de quien no me acordaba de nada.

 La respuesta, si bien resultaría del interés del doctor, no pareció haberle sacado ninguna reacción en particular, como si ya hubiese pensado en la posibilidad de que hubiesen arrebatado una parte de la esencia del pelirrojo.

 Por otro lado, respecto a tu determinación de hacerte cargo de Sutr...

 -Cierto, eres un liberador de esclavos... Supongo que será interesante ver como se desarrolla todo cuando los intereses del príncipe choquen con los de la mano derecha de su padre... -concluiría el doctor.

 Aurelion no parecía mostrar ningún interés por lo que claramente eran dos bandos bien definidos: uno era el de Sutr y su deseo de venganza contra aquel que le lanzó a una vida de esclavitud, y otro el de la serpiente que ponía los intereses de su rey ante todo.

 Poco luego de haber sido testigo del tratamiento de ambos pacientes, podrías ser espectador de como un gran esqueleto de unos dos metros de altura y complexión ancha entraba a la enfermería cargando en su espalda un ataúd, el cual colocaría junto a la camilla de Tamiel para poder tomarla e introducirla en él, cerrándolo antes de volverlo a subir a su espalda para llevársela.

 -La nigromancia nunca deja de sorprender, ¿no? -comentaría el doctor con su característico tono neutral.

 Sin mucho más que hacer, no tardarías en emprender tu retirada, no sin que antes el doctor te asegurase que te mantendría informado respecto a Sutr. De esa manera, podrías abandonar más tranquilo la sala médica, y recorrer los pasillos del castillo nuevamente en busca de algo más que hacer.

  Seria en medio de tu caminata que te encontrarías directamente con aquella silueta inconfundible de la enana que lideraba la secta a la que pertenecías, caminando por los pasillos con su natural aire delicado y a su vez tan amenazante, aunque lo que te llamaría la atención primeramente seria su expresión, pues esta se encontraba manchada por una visible molestia.

 -Einar, ¿ya terminaste de cuidar al hijo del rey? -a pesar de todo, una vez se encontró contigo, su sonrisa volvería a su rostro. -. ¿Quién pensaría que de un día para otro estaríamos involucrados en algo como esto?

 -Bueno, dependiendo de la persona tuve que alterar algunas mentes, dar algunas órdenes de actuación, amenazar o eliminar... -en otras palabras, en realidad que tuvieses doscientos años no era del todo un secreto, solo que la gente fingía no saber nada...

 Ante tu afirmación sobre los fallos del rey del purgatorio por corromper tu cuerpo, Leviathan asentiría con la cabeza reafirmando tus palabras.

 -No es que lo tenga sencillo tampoco. No es como esas historias de los cuentos donde alguien pierde el control y el demonio de su interior se libera: si no tiene cuidado cuando te intente dominar, podría romper tu cuerpo y, como ya dije, no es algo que le convenga...

  Finalmente llegaría el momento de tu retirada, y Leviathan simplemente te despediría con un asentimiento de cabeza mientras se daba la vuelta para darte la espalda, quedándose a solas con el cuerpo durmiente de su rey.

 -Espero que sea la última vez que tenga esta conversación... -se diría a si mismo, suspirando antes de seguir con su vino.

 Caminando por los pasillos de camino a la enfermería, podrías observar como junto a ti pasaba un esqueleto de dos metros y cuerpo ancho y cargando en su espalda un ataúd, yéndose por su propio camino mientras tu seguías por el tuyo: no era raro ver no-muertos por el castillo haciendo mandados, después de todo.

 Al llegar a la enfermería tendrías una breve charla con Aurelion, quién te explicaría que Sutr estaría bien, pero que ya había preparado y guardado el cuerpo de Tamiel para tenerlo presentable si Leviathan se decidía a hacer un entierro como era debido. Por otro lado, Lilith estaba dormida junto a la camilla donde descansaba Daemon, y no había rastros de Azrael en el lugar, al menos hasta que el doctor te explicó que se fue hace poco, por lo que sin mucho más que hacer terminarías saliendo nuevamente.

  Seria durante tu caminata por los pasillos que te encontrarías con la inconfundible figura del demonio albino, encasquetado con sus vestimentas negras y mirando las llamas de una chimenea de uno de los salones del castillo.

 -¿Ha ido todo bien...? -preguntaría, sabiendo que te quedaste a hablar con Leviathan.

 El perro, título que solo iba cobrando más fuerza para referirse al albino, enarcaría una ceja con curiosidad al verte tirarte al suelo para ponerte a dibujar, siendo que era la primera vez que te veía con la libreta, y ver como ibas tapando mientras lo hacías solo le provocaba más curiosidad, pero ni él ni Hares tenían intenciones de presionarte a mostrarles nada hasta que estuviesen listos.

 -Hmph... -una vez le enseñaste el primer dibujo, el hombre lo observaría con cierto detalle intentando descifrar su significado, algo que por suerte no pareció costarle mucho. -. ¿Te preguntas qué somos? -o tal vez sí le costó un poco. -. No tenemos relación de sangre, pero fuimos criados como hermanos al ser mascotas de Hares. Siempre fuiste la más débil e indefensa, algunas veces temerosa, pero bastante inteligente en comparación al lobo y a mí: supongo que hice lo mismo que haría en el pasado al verte asustada, ir a apoyarte -concluiría.

 Seria el segundo dibujo lo que le haría enarcar nuevamente la ceja, siendo que con el anterior las cosas se empezaron a mezclar un poco en su cabeza al momento de sacar conclusiones.

 -¿Piensas que estoy enamorado de ti...? -tal parecía ser que aquel corazón apuntando con una flecha a su sonrisa la tradujo como un corazón en general hacia él. -. Supongo que es complicado... Nuestra relación era de mucha confianza, y a través de cambios de forma gracias a magia podíamos compartir todo tipo de momentos juntos entre nosotros o con nuestro amo... Pero más que todo siempre te veré como mi hermanita pequeña. Aún así, si te hace feliz... Supongo que podría intentar ser tu pareja.

 -Creo que se refería a que le gusta tu sonrisa -le corregiría entonces Hares, con una expresión de "definitivamente no eras el más inteligente de los tres".

 -Oh, ¿era eso...? -te miraría entonces Gladius, esperando así confirmar su error. -. En ese caso... Creo que podría intentar sonreír más seguido, pero no prometo nada...

 Por último, estaba aquel dibujo que, por fortuna, pudo entender con cierta facilidad.

 -¿Quieres que te hable de mi vida...? -al decir este, pudiste notar cierto tono de preocupación en su voz, quedándose en silencio unos segundos antes de continuar hablando. -. Honestamente, es algo que aún estoy procesando... Vivir bajo las cadenas de El Coloso fue como ser otra persona, y aún tengo visiones del paso por el purgatorio que tuve que realizar para ascender como arcángel... -fue mencionado mientras se pasaba suavemente una mano sobre la cicatriz en su pecho. -. Bajo sus órdenes hice cosas de las que me arrepiento, y creo que ayudar a Nekrodum es la manera que tengo de pagar por esas atrocidades...

 -Nada de lo que hiciste fue tú culpa... Una vez todo acabes, serás libre de tomar tu propio camino -declararía entonces Hares, siendo que sus palabras provocarían una notable calma en el perro. -. Y hablando de vuestro futuro... ¿Qué hay de ti, Eli? -la deidad entonces pasaría su atención a ti, mirándote fijamente. -. Durante tus reencarnaciones fuimos haciendo planes: fue complicado porque nunca recordabas las anteriores, pero siento que en el fondo siempre llegaste a desear lo mismo...

Ya llegó un momento en el que saber que muchos de los presentes en el castillo o bien también fueron manipulados para no extrañarse por mi edad real, o bien les amenazaba y eliminaba por tal de que no me extrañase con aquellas discrepancias con mi verdadera edad y la que yo pensaba que tenía. También escucharía que el rey de los ángeles del purgatorio tampoco lo tenía fácil para tomar el control de mi, pues había riesgo de que lo hiciera y yo muriese rompiendo mi cuerpo... ya ni me sorprendería saber que tenía más probabilidades de morir. No dije nada realmente a partir de allí, pero cuando dijo lo de que deseaba que fuera la última vez que tuviera esa conversación... -Su-suena a que e-esta no fue la primera vez...- no pude evitar añadir... pero no me quedaría a escuchar una respuesta. Le dije que me marcharía... y eso hice.

Iría hacia la enfermería, cruzándome con un esqueleto que portaba un ataúd... teniendo una sospecha de quien podría estar dentro. Una vez en ella, vería quienes estaban allí descansando... aparte de hablar con Aurelion quien me explicó como Sutr estaría bien, mientras que veía que Daemon y Lilith estaban descansando... pero no había rastro del vampiro -Su-supongo que Belmont iba e-en el ataúd que ca-cargaba el esqueleto... ¿lo hacía mu-muerto... o no-muerto...?- le pregunté a Aurelion, por saber si habíamos sufrido una baja más o no. Con el tema de Tamiel... bajé la mirada, obviamente apenado aunque seguramente al médico ni le importase mis sentimientos -E-en un re-reino de va-vampiros, zombies, e-esqueletos y una la-larga lista de no-muertos... ¿De ve-verdad... no po-podemos ha-hacer nada por e-ella...?- pregunté al médico directamente... sabiendo que perfectamente podía ser ignorado, o tal vez esa pregunta le despertase su morbosa curiosidad.

De todas formas, después de la charla... me marcharía. No me sentía cómodo en la misma sala donde descansaba el cuerpo de Tamiel... aún me sentía culpable; y además había venido a ver a Azrael y él se había ido, por lo que no podía hacer mucho más allí. Me marché hacia los pasillos... hasta encontrar al demonio albino mirando la chimenea de uno de los salones. Y al escuchar su pregunta... suspiré con cansancio -E-eres de las po-pocas pe-personas que me pre-pregunta eso... gra-gracias...- le dije yendo a su lado en el salón, mirando también la chimenea... pensando unos segundos antes de responder -No sabría de-decirlo... Me he e-enterado de cosas de mi que no se si que-quería saberlas... Se a-avecinan tiempos de gue-guerra... Ángeles, demonios, dioses y otras criaturas que-querrán poner fin a la di-disputa que tuvieron y zanjar la batalla que tuvieron años atrás...- le respondí al demonio albino... haciéndole un resumen de parte de lo que nos vendría encima -Azrael... ¿tu que ha-harás a pa-partir de ahora? Que-quedándote aquí... se-seguramente todo eso te sa-salpique, cu-cuando tu solo vi-viniste buscando re-respuestas y u-una disculpa...- le preguntaría directamente al demonio albino -Con lo se-segundo du-dudo que pueda a-ayudarte, al me-menos de fo-forma directa... Pero con lo primero... ains... Qui-quiera o no qui-quiera, co-como "mano derecha" o como e-esclavo... soy de lo-los que más ti-tiempo ha compartido con él. Si ti-tienes alguna duda que yo pu-pueda solucionarte... lo intentaré...- terminaría diciéndole... Esperando a ver que decía.

No eran las respuestas que me esperaba las que me daba Gladius, pero según hablaba entendía un poco el porque ocurría todo como estaba ocurriendo, en especial sus respuestas. 

Lo bueno, es que ahora entendía que había alguien cercano a mi que sabía que me iba a proteger en cualquier situación... O al menos eso pensaba, pues aunque pareciera que eramos cercanos, ni siquiera sabiamos quienes eramos. Su acto de ir a apoyarme ante me alegró tanto que por eso quería saber tanto de el y ahora simplemente la cosa iba fluyendo tranquilamente.

Al menos hasta que durante la respuesta al segundo dibujo empezó a decir todo aquello, terminando en ser mi pareja que me puso bastante sonrojada. Ser como su hermana menor me bastaba, pero decir aquello, y sin saber como lo había relacionado, fue bastante bochornoso. Suerte que Hares estaba allí para solucionar el malentendido, ante el cual asentí muy rápidamente. La alternativa a ser pareja, me gustó mil veces más, tanto que hasta sonreí levemente mirandolo con cierto brillo en los ojos, para finalmente asentir como si se lo pidiera por favor.

Bajo sus últimas palabras ante el tercer dibujo, empecé a dibujar en respuesta algo simple y rápido para contestarle al mismo tiempo que el terminaba... Aunque no sabía si aceptaría como tal...

Tras enseñarle el dibujo, esperé su respuesta, para tan solo escuchar luego una pregunta del propio Hares. Aquella pregunta me dejó un tanto confusa ladeando la cabeza. No hacía falta ni que hiciera un dibujo para preguntar sobre aquello, así que simplemente dibujé una gran interrogante sin saber exactamente de que hablaba.

 Ante tus deducciones, Aurelion enarcaría una ceja momentáneamente antes de negar con la cabeza.

 -Belmont se fue de aquí hace rato por sí solo: en el ataúd iba Tamiel: se guardará el cuerpo en un lugar seguro y adecuado mientras Leviathan se decide por el funeral -explicaría sin tacto alguno, quedándose en silencio durante unos segundos cuando hiciste aquella pregunta: contrario a lo que esperarías, no te ignoraría en absoluto, pero tampoco parecía curioso o sorprendido por la idea. -. Creo que ya tienes el tiempo aquí para saber que no deberías tener ese tipo de esperanzas...

  Una vez abandonada la sala médica, y reunido con aquel bastardo albino, pudiste ver en sus ojos un tenue sentimiento de lastima por ti cuando respondiste de aquella manera, aunque no parecía que fuese algo que le sorprendiese particularmente: sabía bien que aquel lugar no era uno donde se preocupasen por alguno de los dos.

 -Tenía pensado irme, pero... Creo que alguien tendrá que cubrir a Tamiel en las filas de los demonios... Teniendo en cuenta lo orgullosa que era, al menos estará en el otro lado sabiendo que su muerte no fue en vano: es lo menos que puedo hacer como su hermanastro... -explicaría el chico, quién a pesar de todo parecía haberse encariñado con la hija de Leviathan. -. Sobre lo otro... En su momento tuve muchas dudas, pero honestamente muchas de ellas ya no me importan, aunque en la reunión pasó algo que me llamó la atención... ¿Viste las espadas de Tamiel? Como eres humano seguramente no lo hayas notado, pero a nosotros los demonios la mera presencia de la angelical nos resulta repugnante, y tocarla ya seria horrible y doloroso: pero él cargaba ambas en su espalda como si nada...  Ocultó la existencia de sus hijos, ocultó cosas sobre ti... ¿Qué crees que pueda ocultar sobre él...?

  Ver como confirmabas velozmente el comentario de Hares de las intenciones tras tu segundo dibujo dejaría un tanto pensativo al perro, quién acabaría correspondiendo tu mirada antes de corresponder con un asentimiento.

 -Muy bien, lo intentaré... Pero mira que decirle a un hombre que no quieres ser su pareja es doloroso, ¿sabes? -tras ese comentario, el albino cerraría los ojos momentáneamente, y al abrirlos intentó mostrar su mejor sonrisa.

 -Okey, creo que Eli se conformará conque sonrías en otros momentos que los veas adecuados... -intervendría de inmediato Hares, momento en el que Gladius te observaría esperando tu respuesta, pero en todo caso no tardaría en dejar de "sonreír" para adoptar nuevamente su expresión neutral.

 Una vez enseñaste tu respuesta a su breve historia, el perro no podría disimular un leve gesto de sorpresa.

 -¿Quieres que vaya contigo y los demás? -preguntaría para esta vez no equivocarse. -. Lo lamento, pero... Tengo asuntos que atender, pero prometo siempre estar cerca para cuando lo necesites: en algún momento podrías presentarme al resto y esas cosas -si bien no parecía que pudiese aceptar la propuesta, sí que se notó que le gustaba la idea de poder compartir tiempo contigo y tus personas de confianza.

  Seria ante tu muestra de duda que Hares suspiraría suavemente, tomándose unos segundos antes de explicarse.

 -Luego de que todo acabe seremos libres de hacer lo que queramos, con quienes queramos... Creo que seria cruel pensar que Gladius se quedaría con nosotros luego de llevar tanto tiempo sometido a un tirano: necesitará tiempo para él. Por otro lado, estoy seguro de que el lobo ha conseguido a alguien más a quién seguir hasta el fin del mundo... Por lo que cuando todo acabe solo estaremos nosotros dos -con esas palabras, Hares se detendría momentáneamente para acercarse a ti, y entonces proceder a alzarte para tener sus rostros a una altura ligeramente más cercana que si estaban de pies sin más. Se bastaba con uno de sus brazos para sujetarte, y con el otro tomar una de tus manos. -. Entonces podremos recuperar el tiempo perdido, disfrutar de cuanto nos fue negado, estar el uno para el otro en las buenas y en las malas... Podremos vivir libres, Eli.

La eternidad es nuestra...

No es que me gustase mucho la noticia de que en el ataud fuese Tamiel... hubiera preferido no saberlo. La idea de que estuviera en un ataúd seguía sin gustarme lo más mínimo. Y luego de eso, para mi sorpresa Aurelion si que respondió a mi comentario... diciéndome básicamente que no debía tener esas esperanzas después de tanto tiempo viviendo aquí por querer que Tamiel viviera. En condiciones normales hubiera agachado la cabeza e irme sin decir nada... Pero teniendo en cuenta que se trataba de Tamiel... -No es e-esperanza lo que tengo, e-esa la pe-perdí hace más años de los que yo se-seguramente recuerdo. Solo... he so-sobreestimado tu interés médico... o ca-capacidad como doctor...- dije con seriedad absoluta mirando al suelo... Y si, seguramente fue de los primeros comentarios negativos que había hecho en mi vida. Me marcharía después de eso, importándome bien poco su reacción... No me apetecía seguir allí.

Ya junto con Azrael, no me sorprendió que me mirase con lástima... pero lo prefería pasar por alto para no deprimirme más con respecto a ello. Escucharía atentamente la respuesta a sus preguntas... reconozco que sorprendiéndome y asustándome un momento cuando dijo que tenía pensado irse. Pero luego continuó hablando sobre cubrir el puesto de Tamiel, para que al menos sepa desde el otro lado que su "hermanastro" tomó su manto -Ojalá... se-sea eso lo que ella quisiera...- dije, asintiendo a sus palabras... deseando que ojalá fuera lo que ella deseara y le pareciera bien.

Luego de eso, escucharía las dudas que podía tener Azrael, diciendo que muchas ya no le importaban... aunque si hubo algo que le llamó la atención de la reunión -¿So-solo una...?- no pude evitar decir, pues en esa reunión realmente ocurrió de todo. Asentiría a las palabras de si vi las espadas de Tamiel -Si... lo se. Po-por eso... utilicé e-esa espada pa-para pelear co-con Sutr...- le dije confirmando que sabía que la espada angelical de Tamiel les causaba un gran discomfort y no podían ni tocarla. Mencionó que Leviathan la cargaba como si nada... y por lo tanto algo que ocultar -Si... seguramente él o-oculte mu-muchas cosas. Quizás el tema de la espada... te-tenga que ver co-con la ma-madre de Tamiel...- le comenté. En parte, teniendo en cuenta lo que yo sabía, iba pensando otras teorías en mi cabeza... relacionando con toda la información anterior que tuve con mi amo.

Yo...- empecé a decir de forma tímida mirando a Azrael de reojo -Me... a-alegro de que te que-quedes... De-después de que... Tamiel haya mu-muerto, e-es a-agradable... po-poder ha-hablar con a-alguien...- le confesaría al albino girando un poco el rostro hacia él -Creo... que e-eres... la única pe-persona con la que puedo hablar lo más pa-parecido a u-un... "a-amigo" que he tenido nu-nunca...- le dije al final... aunque entonces negué con la cabeza -Pe-perdón, o-olvidalo... se-seguro te he i-incomodado...- terminaría diciendo al final, arrepentido y sintiendo que lo había cagado diciendo.

 -Creo que será muy interesante todo lo que pase de ahora en más...habrá que ver cómo lo toma Sutr, y como se manejará la Leviathan.-

 El cruce entre ambos sería inminente, pero si no habría acabado con la vida del semidragon, o volverlo a poner en su sello como antes, es por que claramente la mano derecha del rey divino tenía planes para el.

 Ya ante el despliegue de la nigromancia con ese inmenso esqueleto llevándose el cuerpo de Tamiel para iniciar su letargo, no podría reaccionar de otra forma que con asombro, aunque sereno, pues su intriga le llevaba a tratar de analizar antes que solo dejarse deslumbrar.

 -Y que lo digas, sin duda es una fuerza versátil.-

 Y al no quedar nada que pudiera hacer hasta el despertar de Sutr, saldría a deambular por el castillo en busca de aquella con la que compartía ideales; y tras encontrarla en poco tiempo, compartiriamos un poco el asombro que habíamos experimentado con lo vivido en las últimas horas.

 -Mi maldita sacerdotisa, que es lo que ha ocurrido?, Acaso el recién invocado te molesto de alguna forma?-

 Con genuino afecto abriría sus brazos para ofrecerle cobijo así como su oído para escuchar sus pesares.

 -Sutr estará bien, pero parece que tardará en despertar, pero fuera de eso, quien pensaría que de un día para otro estaríamos aquí fortaleciendo a Nekrodum y todo marcha según nuestros intereses, que podría estarte inquietando en estos momentos?.-

Más roja de lo que estaba aún por la pregunta de Gladius, al escuchar su reacción al ver que era una sonrisa lo que le pedía y no que saliera conmigo, no se podía estar... En ese momento quería que la tierra me tragase, pero no sabía si mis sentimientos hacia Gladius correspondían al amor... De hecho, nunca había sentido lo que es el amor ¿Como lo reconocería? Hice una reverencia a modo de disculpa y al mismo tiempo negué, intentando expresar que no quería que todo aquello acabara así.

Pero por suerte, el albino sonrió... De manera forzada, y aunque su sonrisa pudiera parecer horrible y asustara, yo sonreí de alegría al ver que lo podía hacer. Era como una niña pequeña a la que le regalaban lo que quería. Sin embargo, Hares intervino diciendo aquello y yo tan solo pude ladear la cabeza no sabiendo a que se refería.

Aunque avanzando la conversación, por otro lado, ver que no se uniría a los demás que acompañaba, me hizo agachar un poco las orejas. Eso duró poco tiempo, pues parecía agradarle la idea aunque no pudiera aceptar en ese momento. Así pues, simplemente me acerqué a el a darle un abrazo a modo de agradecimiento, incluso apretaría un poco el abrazo.

Ya tenía muy claro que siempre podría ver a Gladius cuando lo necesitara, y eso significaba mucho para mi. Más aún si tenía en cuenta que no preguntó por mi pasado... Una parte de mi le gustaría saber su reacción, sin embargo otra teme de contarlo a alguien tan cercano.

Ya por último restaba lo que no entendí de Hares. Realmente, lo que decía tenía sentido, pero igualmente pensaba mucho... ¿Y si Gladius quería permanecer con nosotros? No era cruel pensarlo, pues era una opción, no una obligación. ¿Que me hacía mucha ilusión, si, que fuera a ocurrir, dependía del albino. Pero por otro lado pensar que quedariamos solo nosotros dos, me hacía ver triste. ¿Que pasaría con Shuvi? ¿Que pasaría con O'lupent? ¿Nunca más podriamos volverlos a ver? Pero además de todas esas preguntas, volvió a decir palabras que no entendía para nada. ¿Recuperar el tiempo perdido? ¿Estar el uno para el otro en las buenas y en las malas? ¿La eternidad?

No pude evitar bajar las orejas mirandole con una expresión muy confundida. No entendía nada de lo que decía, igual porque jamás llegué a saber esas cosas. La idea no era mala, pero sin explicación y contexto, era abrumadora. Quería entender todo lo que decía pero... ¿Como explicarselo? De nuevo, la interrogante era lo que mejor asumía mi situación, pero no se lo achacaría a su culpa. Como el bien ha dicho acaba de recobrar todos sus recuerdos y son un poco caoticos... Pero yo ni siquiera recordaba una vida anterior a esta.

 Si bien se había esforzado por disimular su disgusto, y a muchos otros igual solo les hubiese molestado más tu capacidad de ver a través de ella, la maldita sacerdotisa reconocería lo bien que la conocías, tomándose el asunto con gracia con una pequeña risa sincera.

 -Oh, hermano Einar, la deidad de las llamas está lejos de quitarme el sueño -afirmaria la mujer antes de aceptar tu ofrecimiento, encontrando cobijo entre tus brazos donde rápidamente se recostaria en tu pecho. - Supongo que el destino finalmente decidió sonreirnos y sacarnos de la aburrida rutina que llevábamos: el culto tendrá algo por lo que regodearse verdaderamente, y es que finalmente se acerca el día que tanto esperábamos: pisotear al coloso y sus seguidores -la chica sonreiria con emocion, antes de alzar la cabeza para dirigirte la mirada. - Mis preocupaciones no son nada que no pueda resolver luego: después de todo, no hay forma de que el destino ponga cadenas sobre nosotros, ¿cierto? 

 Su sonrisa era contagiosa para el liberador de esclavos, incluso le provocaría su característica risa tras pensar en la sola idea de que alguien intentará esclavizar les.

 -Siempre una figura fuerte e imposible de doblegar...por algo eres el corazón del culto querida..y si alguien nos trata de poner una cadena, solo debemos romperla, es nuestra especialidad ho hooo hooo.-

 Aún había mucho por hacer antes de que el culto fuera tan poderoso como para aplastar al coloso y a Betestal, pero todo llegaría a su tiempo. Y por ahora el futuro auguraba mucho bien en el porvenir de la pareja de enanos.

 -Sabes que si necesitas ayuda puedes contar conmigo, pero por mientras demos un paseo...las cosas han salido mejor de lo esperado, quizás hasta podríamos tomar unas copas para celebrar.-

 Si bien la chica ya estaba acostumbrada a tu manea de expresarte, seria la primera vez que escucharía una de tus anécdotas con tanta atención. No tardaría nada en entender a lo que te referías, y precisamente plantearlo en la situación actual le causaba escalofríos, siendo que le hiciste darse cuenta de un temor que desconocía, uno de los peores; de esos que no se podía saber si existía realmente...

 -Yo también espero eso, O'lupent... -confesaría la chica mientras dejaba que su vista se perdiese en el cielo como la tuya. -. Yo también espero eso...