OH DIOS, RUMPELSTRISKIS!!!
Vale, ¿entonces te contesto, espero aquí, contesto y espero...?
Vale, ¿entonces te contesto, espero aquí, contesto y espero...?
Up to you! Prefiero que contestes y si tarda demasiado en responder el otro jugador ya se me ocurrirá algo para que no te aburras.
-Quizá podrías ser un poco más explícito... ¿qué gestiones exactamente?
Diosa, qué he hecho? ¿Dónde me estoy metiendo? Oh, maldita sea, si lo más seguro es que Mark Kane ni se acuerde de mí, seguro que está en cualquier otro bar bebiendo cualquier otro whiskey delante de cualquier otra camarera de cualquier otra raza.
Pero mi hermana lo va a matar. Acuérdate de porqué hace esto. No lo haces por él, no eres tan cursi. No eres tan ñoña. Lo haces porque tienes que hacerlo.
Duda cruel, ¿porqué me ocultas el nombre del "otro jugador"?
El salariano mira su omniherramienta durante un instante, como si leyese un mensaje entrante y teclea algo a toda velocidad. No podrías decirlo a ciencia cierta, pero no crees que haya sido más de una o dos frases cortas.
- Como te dije, tengo que pedir un favor a un amigo para que puedas salir de aquí... - te contesta.
Violín se revuelve a tu lado, ligeramente nerviosa, esperando la resolución del salariano.
¿porqué me ocultas el nombre del "otro jugador"?
No lo he ocultado... Pero tampoco tienes por qué saberlo. :P
Si te sirve de algo, no es Rad (obvio) ni Barrett (menos mal, porque está muy parado últimamente). Te quedan dos.
¡Espera un poco más!
El salariano recibe otro mensaje en su omniherramienta y lo lee a toda velocidad.
- ¡Bien! Ha sido fácil... - dice con una sonrisa. - Saldrás de la Ciudadela en una nave del grupo de Tácticas Especiales y Reconocimiento - SPECTRE... ¿Cómo demonios se las ha apañado Lash para conseguirte un pasaje en la nave de un Espectro? - Seg-C no tiene jurisdicción sobre los Espectros, así que tu pasaje será completamente legal... - Su rostro no oculta una mueca de triunfo. - Como os dije, es un gran favor...
Teclea algo en su omniherramienta y te envía un plano a la tuya.
- Tu contacto será un volus, Pat Dur. Te esperará dentro de dos horas en los muelles de Seg-C. No llegues tarde. - Os mira a Violín y a ti alternativamente, sin perder su sonrisa.
- Tendréis noticias mías. - Asegura. - Buena suerte en tu viaje. Hablaremos sobre ese favor cuando estés de vuelta...
¡Hala! ¡Ya sabes quién es el jugador!
¡¡¡LO SABÍAAA!!! ajajajaja!!!
Violín se levanta de la silla y saluda con la cabeza al salariano.
- Gracias Lash. - Normalmente añadiría algo como "te debo una", pero en este caso era más que una expresión, así que prefirió no añadir nada.
Salís del estudio seguidas por la mirada del salariano. Pese a haberte sentido observada a menudo por los clientes del bar, te sientes como si estuviera estudiando tus carnes antes de llevarte al matadero.
- Bueno, ¡sabía que podía ayudarte! - dice Violín una vez en la calle. - Y no te preocupes por ese favor, pese a lo que aparenta, Lash es un tipo bastante razonable.
De repente su expresión cambia y su rostro parece ensombrecerse.
- Bueno, Lash dijo que no tenías mucho tiempo. ¿Vendrás a ver a Daniel antes de ir a buscar al volus? - Pregunta con seriedad.
Niego con la cabeza.
- No. Imagínate que te han dado una paliza y cuando vuelves en tí lo primero que ves es a la zorra que lo ha hecho. Aunque yo quiera ir para quedarme tranquila lo último que Daniel necesita ahora es que le trate así. Pobre.
Camino mirando al suelo, en silencio...
- Me gustaría que me hicieras un favor. Acompáñame a mi piso. En la estantería del salón hay una colección de discos de jazz antiguos, prácticamente son únicos. Daniel hace años que le tiene echado el ojo a una grabación de Miles Davies. Cuesta una pequeña fortuna, pero lo que le hace único es su sonido. Es una grabación de estudio, sin depurar, con los comentarios entre Davies y los técnicos, y una tipa que estaba allí y que no sé quien es. Es una grabación de la intimidad de un artista creando. Ese es su verdadero valor. Cógelo y llévalo al hospital. Y cuando esté consciente y pueda comprender todo lo que ha pasado, repítele lo que yo os dije. Cuando vuelva -si sobrevivo- hablaré con él en persona, pero quiero que comprenda lo importante que es para mí y lo que lamento lo que ha ocurrido.
Camino hacia mi casa acompañada por Violín y le entrego el disco con ceremonia. Adoro esa grabación, Daniel lo sabe. Hago el equipaje, metiendo de todo, incluso algún vestido de noche. No sé qué tendré que hacer para conseguir encontrar a mi hermana, así que mejor ir preparada para cualquier eventualidad. Incluso meto un arma, aunque no sepa usarla. Cualquier cosa que me pueda resultar útil, por rara que se me antoje la situación en que la necesite.
- Candy tiene una copia de las llaves, de cuando estaban pintando su piso y se quedó aquí -añado-. Por si os hace falta.
Me cambio de ropa, todavía voy vestida de fiesta. Un sobrio vestido azul oscuro y una bolsa de equipaje anodina. Nadie me miraría dos veces.
- Estoy aterrorizada -le digo, mientras me miro en el espejo de mi cuarto. En el reflejo veo las cajas de madera que contienen mi pasado. Por supuesto que estoy aterrorizada-. Pero esto va a terminar, de un modo o u otro. De alguna manera es un alivio. Si no sobrevivo -ni me molesto en fingir. Morir es una posibilidad realista, tengo tres cajas detrás de mi que me lo demuestran cada vez- hay una grabación en mi ordenador. Fue enviada a Mark Kane, sabrás cual es. Si no sobrevivo, visiónala. A partir de ahí, haz lo que consideres necesario. Repartíos mis cosas entre los tres; no tengo demasiadas, pero hay discos bastante valiosos en el salón. No te molestes en fingir que todo va a salir bien -me giro y la miro con expresión neutra-. Somos adultas. Seamos realistas.
Mientras arrastro mi equipaje hacia la salida, sigo en silencio, apesadumbrada. Cuando cierro la pesada puerta blindada dejo caer la bolsa y abrazo espontáneamente a Violín.
- Gracias por todo. Cuando todo esto se aclare comprenderás muchas cosas, pero sin comprenderlas, has confiado ciegamente en mí.
Apartándome de ella, sin esperar ni querer una respuesta, me voy con los ojos llenos de lágrimas.
Por fin voy a enfrentarme a mi pasado. Y después de esto, tendré que saber quién soy. Qué soy.
En mi equipaje, como tres lápidas, las tres cajas de madera que contienen mi pasado.
Llevo discos, pero todo copias: los originales se quedan en mi casa. Si voy a morir, quiero pasar mis últimos días disfrutando de la música que todavía pueda oír.
Te alejas de Violín y de tu apartamento con una extraña sensación de pesadez. Atrás dejas tu pasado, los últimos años de tu vida, grandes momentos en los que, pese a las dudas y las investigaciones de la DNS, has sido feliz. Mientras te diriges a los muelles de Seg-C, piensas que, ocurra lo que ocurra, nada volverá a ser lo mismo.
Continuamos en el Capítulo 1:
Reunión