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Mass Effect: Destino

[Epílogo] Ascensión del Destino

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09/12/2013, 14:56
Jareth Artrus

-- La semana siguiente --

Tras la destrucción del Soberano, volvísteis a la Ciudadela. Durante días fuisteis tratados como héroes de guerra y se celebró una fiesta en vuestro honor, en la que conocísteis a los otros grandes triunfadores de la Batalla de la Ciudadela. Esa tal espectro Sephard parecía una mujer dura, pero demasiado apegada a las normas para tu gusto. Sin embargo, compartiste unas buenas bebidas con Garrus, el turiano que la acompañaba.

Tu cuenta bancaria tiene ahora más cifras de las que podías haber imaginado hace menos de un mes. Parece ser que Jareth se ha mostrado fiel a su palabra.

No puedes evitar pensar en el turiano cuando llaman a la puerta de tu habitación. Para tu sorpresa, es el espectro quien aparece al otro lado. Cojeando por las heridas sufridas en la batalla, entra en la suite que te han reservado en el Presidium después de darte una botella de brandy de Serrice, con tanto alcohol que resulta apto para la bebida de humanos y turianos indistintamente.

- Siento no haber podido venir antes, Saria. He tenido mucho papeleo que rellenar... - Dice con una sonrisa. Haces una mueca de disgusto al imaginar ese trabajo. - Hiciste un buen trabajo en la Ciudadela. Rescataste a la Consorte y mantuviste con vida a todo tu equipo. Es algo digno de un miembro de SPECTRE.

Se echa a reir al ver tu expresión. - ¡No te preocupes! Ni se me ocurriría recomendarte para el puesto. Acabarías disparando a alguno de los Consejeros - bromea.

Sirves un par de copas y bridáis.

- Mi padre tenía un lema en combate. Nadie se queda atrás. Parecía imposible cuando empezamos todo esto, pero casi todos hemos salido con vida. - Su rostro se ensombrece. A pesar de que la mayor parte de la tripulación de la Fortuna llegó a las cápsulas de salvamento, no todos lo consiguieron. Durante un momento, el espectro bebe en silencio.

- Me han asignado una nueva nave. Un modelo más clásico que la anterior, pero también más funcional, con un buen gimnasio para entrenar. Estoy reponiendo a mi tripulación, pues algunos han decidido dejar el servicio tras la batalla. - Se encoge de hombros. - L y Syrus estarán allí, pero Ramcer se ha retirado. De todas formas necesitaría alguien con quien poder entrenar hasta que recupere la movilidad de esta pierna y me vendría bien contar con alguien que sepa manejar una escopeta en las misiones de tierra.

Las aletas de su boca se abren y cierran un par de veces.

- Sí, te estoy ofreciendo trabajo, maldita sea. ¿Qué me dices? ¿Aceptas?

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11/12/2013, 17:21
Director

Abres la puerta de La Gata sobre el Tejado de Zinc, temerosa de lo que puedes encontrar dentro. La última vez que estuviste aquí estaba todo arrasado por la explosión biótica de tu hermana. Sin embargo ahora sabes que la culpable de aquello no fue la heramana que tú pensabas. ¡Diosa! Parece que ha pasado una vida desde que te fuiste y, de alguna forma, para ti han pasado varias vidas.

El local ha sido restaurado y prácticamente no ves ninguna diferencia con lo que recordabas de él. Sin embargo parece completamente vacío. Haces un gesto a Thea y al hanar para que te acompañen al interior cuando escuchas un ligero chasquido. Hace un mes no hubieras sabido reconocerlo, pero has pasado demasiado tiempo en una campaña militar como para no reconocer el sonido de un arma amartillándose.

La drell rápidamente se lleva su rifle de francotirador al hombro y apunta en la dirección del sonido más rápidamente de lo que creías capaz que alguien pudiera reaccionar.

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11/12/2013, 17:32
Daniel

Danielparece dudar un momento, pero Violín agarra el cañón de su rifle, forzándolo a apuntar hacia el techo.

- ¡Maldita sea, Aornis! ¡Podías haber avisado! - Dice cuando te reconoce, sin darse cuenta de que las comunicaciones de toda la Ciudadela están colapsadas por el ataque Geth. Sin preocuparse por tus acompañantes, se dirige hacia ti y te da un abrazo. - ¡Te habíamos echado de menos!

Mira un momento de arriba a abajo a Thea y al hanar.

- ¡Semanas viajando por la galaxia y no vienes acompañada de ningún hombre! ¡Qué decepción! - Dice acercándose a los recién llegados. - Mi nombre es Daniel. Bienvenidos a mi club...

Violín se acerca a ti con una sonrisa y te pone la mano en el hombro sin decir nada.

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11/12/2013, 17:36
Candy

- ¡Sí! Podías habernos avisado de que nos ibas a mandar al único salariano salido de toda la puta galaxia. - La voz de Candy entrando en el salón desde la zona de servicio te obliga a girarte hacia ella. - ¡Si me vuelve a mirar el culo, juro por todos los dioses que va a desear que le atrapen los Geth!

Como una exhalación, la camarera llega a tu lado y te abraza con fuerza. No puedes sino responder a su abrazo con una sonrisa, incluso a pesar de todo lo que ha ocurrido. De repente te separa con fuerza y te mira de arriba a abajo sin soltarte los hombros.

- ¿Estás bien, Niña? - Te pregunta. - Has adelgazado y pareces más pálida. ¡Cómo esos sintéticos te hayan hecho algo me las van a pagar! - Dice preocupada al ver la herida que recibiste al cruzar el puente.

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11/12/2013, 17:56
Violín

Violín se vuelve hacia Candy, agarrándole el brazo para que te suelte.

- ¡Oh! ¡Déjala ya! - Protesta en tu nombre. - Y no sigas llamándola niña, que es mayor que tú. Además, estoy segura que tiene muchas cosas que contarnos... - Casi puedes escuchas sus pensamientos en su tono preocupado. Estás convencida de que Violín no te considera en absoluto una niña. Nunca lo ha hecho, pero con la mayor empatía de las asari sin duda se ha dado cuenta de que algo no ha ido del todo bien.

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11/12/2013, 18:00
Lash

Al fondo de la sala, siguiendo de lejos a Candy y un poco apabullado por los modales de la humana, aparece Lash, el salariano que consiguió que salieses de la Ciudadela por un trato con Pat Dur.

- Parece que no vas a poder cumplir tu parte del trato... - Dice con preocupación. La emoción del reencuentro ha hecho que tus amigos dejen a un lado el peligro que corre la Ciudadela, pero el salariano es mucho más pragmático y está menos implicado emocionalmente. - Si salimos de esta aún me deberás un favor - sentencia.

Sus palabras os traen de vuelta a la realidad. Los brazos de la Ciudadela se han cerrado completamente y sólo puedes esperar que Reela fuera lo suficientemente rápida como para salir antes de que lo hicieran. Sea como sea, la batalla espacial está ahora completamente separada de lo que ocurra en el interior. Pensándolo fríamente tal vez podríais considerar más segura esta situación, pues así no hay peligro de que los restos de las naves destruídas caigan sobre vosotros. Sin embargo saberos encerrados en la estación despierta un miedo primitivo en todos vosotros.

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11/12/2013, 18:08
Director

Os acercáis a una ventana, preocupados por lo que pueda ocurrir. Desde vuestra posición podéis ver como la inmensa nave de Saren, el Soberano, sigue acoplada a la Torre de la Ciudadela.

Durante largos minutos todo sigue igual. El tiempo parece haberse detenido y no podéis evitar pensar en que el infierno de todas las religiones no debe de ser muy diferente a esto. Sin embargo, al cabo de un rato os permitís imaginar un rayo de esperanza.

No tardáis en daros cuenta de que no es meramente un destello imaginario, sino que la luz del exterior empieza a colarse entre los brazos de la Ciudadela. ¡Se están abriendo! Pero la luz no es lo único que entra en la estación: toda una flota de naves espaciales parece surgir de la nada para abrir fuego sobre el Soberano.

Notas de juego

Eso sí, tú te quedas sin la transcripción por radio de lo que se está diciendo, que Lash no es tan buen pirata como para acceder a ese canal. :P

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11/12/2013, 18:21
Director

El inmenso acorazado parece no inmutarse a pesar de la pontencia de fuego desplegada. Los cañones no parecen dañar su blindaje y sus barreras cinéticas absorben todos los disparos como si dispusieran de una energía infinita. Sin embargo finalmente la nave parece tambalearse y se suelta de la Torre de la Ciudadela, precipitándose hacia el Presidium.

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11/12/2013, 18:23
Director

La onda expansiva sacude toda la Ciudadela. Los cristales de la Gata a penas aguantan el impacto y numerosos edificios en los distritos no parecen tener la misma suerte. Un segundo después de la tremenda explosión fragmentos de metal golpean por toda la zona, causando daños por toda la estación.

Sin embargo, gritáis en un estallido de júbilo. El Soberano ha sido destruído y, no sabéis cómo, pero vosotros seguís vivos.

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11/12/2013, 18:26
Daniel

-- Tres días más tarde --

La vida parece volver a la normalidad. Daniel ha vuelto a abrir la Gata y Violín y Candy te acompañan sirviendo mesas. La gente ha visto la muerte mucho más cerca de lo que hubieran imaginado posible y eso hace que ahora tengan más ganas de vivir. ¡Ójala pudieras sentir lo mismo!

El bar está lleno y no paráis de trabajar. Sin embargo, hay una mesa que sigue vacía. - Está reservada - le dices a unos turianos que se dirigen a ella. No puedes permitir que nadie ocupe la silla en la que siempre te esperaba Mark. Aún no.

Dolida por el recuerdo, agitas la cabeza, pensando si alguna vez podrás volverte a sentir como en casa en este lugar. Quieres a tus compañeros, está claro, son como tu familia... Pero no lo son. Les has contado lo ocurrido durante tus viajes, todo excepto el episodio del apartamento de Omega. Incluso Violín, la más suspicaz de los tres, puede entender que estés rara después de todo lo que has visto. Los cascarones, la persecución en Omega, el humano con el cerebro lavado, tan desesperado que se suicidó ante la posibilidad de volver a estar cerca del Soberano... Suficiente para que una chica alegre tenga una temporada melancólica.

...Si supiera la verdad...

Daniel se acerca a ti y te pone la mano en el brazo. - Aornis, te están esperando en la trastienda.

Te vuelves hacia él con un gesto interrogativo, pero en vez de decirte a quién se refiere, sonríe y te hace un gesto con la cabeza para que vayas hacia allí.

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11/12/2013, 18:37
Jareth Artrus

La pícara sonrisa de Daniel debería haberte dado una pista. "Esos turianos con sus largos rifles..." Jareth espera sentado en una de las sillas del despacho de tu jefe. Cuando te ve se levanta y se dirige hacia ti. Cojea ostensiblemente y su rodilla no parece doblarse de forma completamente natural.

- Quería haber pasado antes por aquí, pero he estado ocupado estos días... - Temías escuchar una reprimenda, o incluso enfrentarte a un consejo de guerra, pero su tono parece amable. - Demasiado trabajo.

Os sentáis nuevamente, uno frente al otro.

- Tus compañeros acudieron a una gala con el Consejo, pero tú nunca fuiste oficialmente parte de mi tripulación - explica. - Además, si hubieras aparecido por allí seguramente alguien hubiera planteado preguntas sobre por qué no volaste con nosotros a la Ascensión del Destino... - añade con una sonrisa; o algo parecido, aún no te has acostumbrado a leer las emociones en el rostro del turiano. Pero resulta evidente que está más que dispuesto a pasar por alto tu momento de insubordinación.

Obviamente no te importa lo más mínimo, aunque lamentas haberte perdido la escena de Adina y Saria en una reunión con el Consejo. Esas dos podrían haber causado tantos estragos como el mismo Soberano si las dejas solas en la Torre. Sin embargo, pensar en esa fiesta y en tus antiguos compañeros sólo te trae malos recuerdos y tu rostro se ensombrece por un momento.

Jareth parece darse cuenta y, casi tímidamente, te pone la mano sobre el hombro.

- Te debemos mucho, Aornis, y quería darte las gracias personalmente. Sé que todo esto ha sido complicado para ti... Especialmente Omega. - Miras al turiano rápidamente y en su mirada reconoces la calma del conocimiento. Depués de todo, no es improbable que el Espectro tenga contactos allí y dejaste a Mark Kane y a tus dos hermanas muertas en un apartamento. No debe de haberle costado mucho seguir los hilos hasta ti y deducir en parte tu papel en el final de lo que parece una tragedia clásica.

Se encoge de hombros, como si no diese improtancia a todo lo ocurrido. ¿Por qué debería? Él mismo probablemente haya asesinado a mucha más gente durante su carrera que todo vuestro pelotón en el último mes.

- Una conocida común me ha pedido que te recuerde que en Kallini podrás encontrar respuestas. Y paz. - Kallini, el hogar del monasterio de las Ardat-Yakshi. El lugar que más has temido durante toda tu vida, pero también el sitio donde mejor podrías continuar tu investigación. Con cualquier finalidad que quieras darle. Ciertamente, allí podrías encontrar paz, sin estar obligada a quedarte ya que tú no tienes DNS. Entender a tu hermana a través de las que son como ella... o estudiar el Don y buscar una forma de obtenerlo para ti.

Asientes, pensativa. No es una decisión que puedas tomar en el momento. Jareth se levanta y te tiende la mano a modo de saludo. Tampoco en eso parece dispuesto a obligarte a decidir nada. Todo un gesto por su parte, especialmente porque deja entrever que, si decides quedarte en la Gata con tu nueva familia, tampoco hará nada por impedirlo.

Se dirige cojeando hacia la puerta cuando se para bruscamente.

- ¡Ah! Se me olvidaba. Tengo algo para ti de la ex-oficial de comunicaciones Ramcer. Me dijo que consiguió rescatarlo de la nave antes de evacuarla...

Descuelga su mochila del hombro y antes de salir te entrega un pequeño paquete. Una caja lacada con el símbolo de un escorpión.