Partida Rol por web

¡Me cago en todo! ¡¡Me cago en todo!! ¡Vamos a salir de aquí, y vais a venir conmigo! ¡Adina! -grito intentando romper su bloqueo. Necesito que ahora esté centrada en lo que hacemos, o moriremos- ¡Traza la ruta más corta hasta la lanzadera! Cada segundo cuenta.

¡Aornis! ¡Despierta, joder! -en momentos de pánico y bloqueo, por experiencia, a veces seguir órdenes te pone en marcha- Tú pégate a la consorte. Vamos a seguir con la misión. Cuando esté a salvo, te prometo que volveremos, las dos, a por los tuyos. Pero ahora vas a venir conmigo a la Ascensión aunque te tenga que llevar a patadas en el culo. 

Entiendo su frustración. Yo tampoco quiero ver caer a los míos. Pero si la dejo marchar ahora, sola, y en este estado mental, probablemente la matarán. Aparte de eso, tenemos una misión que cumplir, y esto no es una puta democracia...

Me cago en todos los idiomas que conozca, recordándole al maldito Syrus por cuántos orificios anatómicos le voy a meter la omnihoja, cuando la conexión de datos se corta abruptamente.

-¡Pues claro que estáis manteniendo el rumbo, vómitos de vorcha! -le grito al turiano aunque éste no pueda oírme-. ¡¡Es Nefilim quien os está dando una puta oportunidad, joder!!

Vuelvo a intentar reconectar con la Fortuna usando todos los trucos de hacker que conozco e inventándome algunos. Si la nave aún sigue arriba, he de conseguirlo. Y, por supuesto, ignoro completamente las voces que está dando Saria.

-Saca tu puto culo de IA de esa nave, jodido montón de tuercas... -exclamo para mí, tecleando convulsivamente, a la desesperada, quemándome los dedos y sudando de pura frustración-. Descarga tu mierda de superlógica en la Ascensión, joder, sálvate como se ha salvado el resto de la tripulación... ¡No me abandones, cafetera hiperdesarrollada!

Sé que no voy a conseguirlo, que él -no ello, ni eso, pues Nefilim está vivo de la misma manera que mi propia persona- no va a conseguirlo, pero yo nunca jamás me he rendido. Ni cuando me exiliaron, ni cuando fui esclava, ni cuando me mangoneó la Reina Azul, ni cuando lo hizo el puto Chellick, joder. ¿Los quarianos débiles? ¡Una especie con menos tenacidad que los quarianos se habría suicidado en cuanto sus jodidas lavadoras les hubieran echado a patadas de su puñetero planeta, hostia puta!

-¿Volver, cómo? ¡Ella entrará en la lanzadera y despegará hacia la Ascensión! ¡No van a esperarnos! ¿Dónde llevaré luego a mi gente? ¡No puedo dejarles morir aquí! ¡No puedo... IA? -me giro asombrada hacia Adina'Feru.

Durante un instante pierdo el hilo de lo que estaba diciendo, de lo que estaba pensando... míranos. Si aquí todos tenemos secretos turbios, turbísimos, profundos pozos oscuros... y fingimos que no pasa nada hasta cuando el mundo se cae a nuestro alrededor. Miro a Saria.

- ¿Ha... ha dicho IA? -consigo articular.

Tratas de conectarte a la Fortuna utilizando todos los trucos que conoces, pero el servidor no responde. No es que esté fuera de tu alcance sino que, sencillamente, no está.

La Consorte parece mantener la calma, aunque su rostro no oculta el dolor por las vidas que se están perdiendo en esta batalla. Cuando escucha que la Fortuna ha sido destruída, agacha ligeramente la cabeza conmovida. Los que no hayan podido escapar de la fragata no serán los únicos caídos de esta batalla y la empatía de la asari parece hacerle sentir cada una de las pérdidas.

Se dispone a consolar a Aornis cuando ella misma se queda parada ante la revelación de Adina. Acostumbrada a controlar sus gestos, no deja que la sorpresa sea tan evidente como en la joven asari, pero desde luego no esperaba que Adina tuviese una Inteligencia Artificial en una nave militar turiana. Sea como fuera el truco que usase para hablaros sin que nadie más lo escuchase, desde luego no lo utilizó para leer vuestras mentes, pues entonces ya habría conocido el secreto de Nefilim.

- Demasiadas vidas se están perdiendo en este conflicto - dice con pena, aunque nada en su tono indica si incluye o no a Nefilim en esa lista. - Y, si de mí depende, subiréis a esa lanzadera conmigo - le contesta finalmente a Aornis. Sin embargo, es sobre el hombro de Adina en el que apoya su mano a modo de consuelo. - Si ese es vuestro deseo, por supuesto - concluye.

Señala una puerta al fondo del pasillo.

- Ahí está la salida. Esa puerta nos dejará casi al lado de la entrada principal a los salones. - El lugar por el que habéis llegado, a sólo un puente de distancia del acceso a Seg-C donde os podrá recoger Reela con la lanzadera.

Mientras tratáis de reaccionar a la revelación de Adina y decidir qué hacéis cada uno, Jareth se pone en contacto con vosotros.

- Comandante Artrus a H'Shian. Saria, confirme el avance de su misión. Cambio. - Dice su voz por vuestro intercomunicador.

Saria consigue salir de su asombro para contestar.

- Jareth, nos hemos reunido con la Consorte. Estamos saliendo de los Salones dirigiéndonos al punto de reunión frente a Seg-C.

- De acuerdo, prosigan. Reela les esperará allí con la lanzadera dentro de 5 minutos. Corto.

Me dejo conducir hacia donde sea, completamente out ante la pérdida de Nefilim. Un hijo, eso es lo que he perdido, pues si bien no lo he llevado en mi interior sí fui yo quien le dio vida.

Escucho no-sé-qué sobre avanzar, sobre una misión. Una voz turiana. Malditos turianos, por vosotros se sacrificó Nefilim.

Avanzo sin ver, sin darme cuenta de nada.

Muy bien, señoritas, andando. Tenemos 5 minutos, y una misión que cumplir. -me giro hacia Aornis- Y tú vienes con nosotras. Si te quieres quedar luego en tierra, es tu decisión. Pero tendrás que cumplir tu parte, como los mejores.

Adina, K.O. por una cafetera. Supongo que debería decir algo, pero suena absolutamente ridículo. Más me vale que siga en mi papel, y deje lo de consolar para una pro, como la Consorte. Yo tengo que sacar a esta gente de aquí, y no me lo están poniendo fácil.

La voz de Saria no deja opción a réplica y, de cualquier forma, seguir a la Consorte ahora mismo es el único camino para salir de los salones, así que todos continuais, al menos en cuerpo, porque vuestros pensamientos están, salvo en el caso de la comando, muy lejos de este lugar.

Finalmente Sha'ira llega a un panel que bloquea el paso. Se acerca a él y levanta su mano. Esperábais ver una omniherramienta desplegarse, pero nada más lejos de la realidad. Un pequeño destello azul en su pulsera es contestado por un brillo en la pared antes de que la masa metálica se desplace hacia un lado, dejándoos junto a las escaleras en las que no hace mucho rato os encontrasteis con la drell.

Véis el punto de encuentro en frente de Seg-C, el mismo lugar donde Reela os dejase antes. Al otro lado del puente.

Sin embargo, vuestra duda sobre cómo llegar hasta allí evitando a los fancotiradores que tenéis encima pronto queda ensombrecida por problemas mayores. Literalmente. Cuando la luz natural desaparece, alzáis la cabeza y véis la inmensa nave de Saren, el Soberano, descendiendo sobre el Presidium. Unos enormes apéndices que parecen patas se separan del resto de la nave mientras se acopla con relativa suavidad sobre la Torre de la Ciudadela.

Saria insiste, pero... pero... no puedo. Sencillamente, no puedo, y el tiempo apremia.

- Lo siento... pero no puedo ir con vosotros -añado, pesadamente-. No hay tiempo. No puedo dejarles solos... no puedo llegar tarde otra vez. Mi hermana está muerta. Mark Kane está muerto. No puedo permitir que ellos también acaben igual... -me llevo la mano a la cabeza, donde un dolor palpitante está naciendo e impidiéndome pensar-. Sea lo que sea lo que pase, tengo que quedarme con ellos. Todo el mundo hace... lo que tiene que hacer.

No espero comprensión. Saria es una mujer con... ¿cómo dicen? ¿Los cojones bien puestos? Plenamente consciente de lo que tiene que hacer y cómo. Yo soy... una hoja en el viento. Incapaz de resistirme a los acontecimientos.

Lo que tengo que hacer. Pienso en hace dos semanas, cuando mi mayor problema... bueno, pequeño no era, vale, pero no llegaba a estos niveles de catástrofe. 

- Suerte -doy un beso en la mejilla a Saria y otro en el lateral del casco a Adina'Feru, despidiéndome  de la Consorte con una inclinación de cabeza-. Gracias por todo.

Doy media vuelta y salgo corriendo hacia La Gata antes de arrepentirme.

Escuchas a Saria maldecir mientras te alejas corriendo, pero la comando sabe que su misión es proteger a la Consorte y en el fondo, sabe que probablemente tengas más posibilidades de sobrevivir en los distritos que con ellos en el Presidium o incluso en la Ascensión del Destino.

Invocas tu barrera biótica para protegerte de cualquier posible bala perdida. Ya has tenido una mala experiencia con un francotirado y no te gustaría repetirla.

Sin embargo, no tienes ningún problema en llegar hasta el pasillo que conduce al distrito Zakera. Te quedas parada un momento al escuchar disparos más adelante, seguidos de una pequeña explosión. Esperas un momento en silencio hasta que te parece que todo ha pasado. Avanzas y, al cruzar una esquina ves la luz iridescente de un hanar.

Sorprendida, llevas la mano a tu arma, preguntándote cuándo has adquirido ese reflejo. Pero después de las últimas semanas, puedes esperar cualquier cosa. Sin embargo, tus dedos no llegan siquiera a tocar la empuñadura de la pistola, pues notas el gélido contacto del cañón de un arma en la base de tu cuello, demasiado pegada a tu piel como para que tu protección biótica o cinética sirva de algo.

Aornis se aleja y Saria maldice en voz alta. Sin embargo no puede sino recordar las palabras que le dedicó la Consorte. A veces es mejor dejar que se protejan solos. Con un último juramento, deja que la joven asari se vaya.

Adina, por su parte, está también demasiado afectada por la pérdida de Nefilim como para reaccionar a tiempo de parar a Aornis. Más deprimida aún al separarse de su Sail'ia, se apoya contra la pared.

Miráis el puente con desconfianza, sabiendo que tenéis que cruzarlo rápidamente, antes de que los brazos de la Ciudadela se cierren. Saria mira a la quariana, preguntándose si podrían sobrevivir a una nueva carga conjunta, pero esta vez son tres. Cuando parece que no queda otra opción más que subir a la azotea, escucháis el eco de un disparo, seguido de cerca por el zumbido del motor de una lanzadera.

El rifle de francotirador geth no es lo suficientemente potente como para penetrar los escudos de la pequeña nave, al menos no de un sólo disparo. Sin embargo, a cubierto desde el otro lado de la lanzadera, Jareth hace gala de la puntería que le valió un puesto en SPECTRE acabando con los dos geth.

Saria da la orden y la Consorte comienza a cruzar el puente. Adina, sin embargo, tarda más en moverse. Empujando a la quariana mientras Reela hace aterrizar la lanzadera, ambas conseguís cruzar sin mayor problema.

- ¿Dónde está Aornis? - Pregunta Jareth. - ¡Tenemos que salir de aquí ya! - Parece sinceramente preocupado por la joven.

Saria le dice que se ha ido a buscar a su gente y el espectro asiente. - Tal vez sea mejor así... - Susurra.

- ¡Reela! ¡Sácanos de aquí!

La quariana asiente y hace despegar la lanzadera a todo gas. - ¡Sujétese fuerte, Sha'ira! - Avisa Jareth a la Consorte mientras la lanzadera se eleva. - Desgraciadamente, esto no es una nave de pasajeros.

A toda velocidad, Reela dirige la lanzadera hacia uno de los huecos que quedan entre los brazos de la Ciudadela. El espacio cada vez se hace más pequeño y la joven quariana va haciendo girar la nave para acoplarse a la distancia. El distrito Zakera está tan cerca de vosotros que casi podéis ver a la gente en los pisos más altos de los edificios.

Súbitamente, el horizonte cambia por completo. La estación espacial queda atrás y estáis de nuevo en el espacio abierto alrededor de la Ciudadela. Aguantáis la respiración al ver que el combate entre las flotas geth, turiana y asari sigue en curso. Lo último que podéis esperar es salir con vida si alguna nave geth decide enfrentarse a la pequeña lanzadera.

Unos cazas se acercan a vosotros a toda velocidad. - Su escolta, Consorte - dice Jareth al ver las naves asari. A pesar de su reducido tamaño, esos cazas son capaces de desplegar una gran potencia de fuego. Protegidos por esas naves, seguís vuestro camino hasta la Ascensión del Destino.

La partida acaba en la última escena:
[Epílogo] Ascensión del Destino

Te giras lentamente y ves dos ojos negros que parpadean un par de veces al verte, como si estuvieran reprimiendo un recuerdo.

- Espero que estés mejor... - El comentario te deja desconcertada un momento, hasta que te das cuenta de que estás hablando con la drell que te aplicó el medigel antes de entrar en los Salones de la Consorte. - Veo que al final has decidido venir a los Distritos. Puede ser una buena opción si nos mantenemos todos juntos.

Te señala al hanar.

- Este es el dueño del Emporio. Tu gente le conoce como Delan. - Su nombre es demasiado complicado de pronunciar para las razas normales y, por supuesto, nunca desvelarían su Nombre del Alma a una desconocida. - Si conoces algún lugar seguro donde podamos cubrirnos en los Distritos, yo os escoltaré hasta allí.

Por un momento sientes una punzada de desconfianza hacia la drell, pero luego recuerdas que te salvó la vida. Desde luego, ir con ellos parece la mejor forma de llegar hasta la Gata y, ya que no vais a poder salir de la Ciudadela, es un buen lugar donde quedarse. Amplio y con bebidas de sobra para sobreponerse al apocalipsis. ¿Qué más se puede pedir?

La partida acaba en la última escena:
[Epílogo] Ascensión del Destino