Partida Rol por web

El viaje de Buenos Aires a Mendoza en el tren llamado "el Pacífico" transcurrió sin mayores inconvenientes.

En la terminal de trenes de Mendoza encontráis a un hombre que grita a voz en cuello "pasajeros para finca Zúñiga". En breve, un grupo de personas hasta entonces desconocidas os reunís en torno a él, quien los guía hacia un nuevo tren al tiempo que hace señas a unos empleados para que se ocupen de vuestras maletas.

Cuentan con un vagón comedor reservado exclusivamente para ustedes siete. El viaje hacia el norte no es muy largo, pero el tiempo es más que suficiente para poder presentarse entre ustedes al tiempo que, por las ventanillas al lado izquierdo del tren, pueden observar la espectacular vista de los Andes, la segunda cordillera más alta del mundo.

El Doctor Vino Won cuando se bajó echó un vistazo al paisaje y simplemente se encogió de hombros, no era como si ver la segunda cordillera más grande del mundo le impactara o le impresionara demasiado. Aún con todo, dejando las maletas en el suelo y llevando sus manos a los ojos para achinarlos comentó ante todos.

-No es pala tanto. -Dijo con convicción- De donde yo vengo, China; hay una montaña más glande que todas esas. El Monte Fuji.

Y tras terminar de hablar, se quitó las manos de los ojos achinados y las puso en sus maletas para caminar hacia donde este tenía que ir para tener una cómoda estancia en la "Finca Zúñiga".

Sonrió de satisfacción al ver aquella cordillera, su destino estaba mas cerca cada vez y estaba impaciente, aunque intentaba disimularlo ante desconocidos.

Una vez pidieran sus maletas se quedo nuevamente con su maletín y camino a una yarda de distancia del aquel extraño anciano, para buscar un sitio donde sentarse y observar al resto de los presentes, por suerte de apariencia mas normal que él mencionado, al parecer iban a tener mas visita de lo que esperara.

  Una vez sentado en el vagón Guillermo se relajó al fin. El viaje hasta la finca Zúñiga no había sido rápido pero ya sólo faltaba la última etapa. Contempló el maravilloso paisaje que se les brindaba desde el tren durante unos minutos, recreándose en la vista de los Andes. Sí, no cabía duda de que la finca se encontraba en un lugar privilegiado en medio de la naturaleza. 

 Al rato se fijó en sus compañeros de vagón. Según parecía, se iban a alojar también en el hotel así que se presumía que pasarían unos cuantos días juntos. 

 A su lado se sentaba un hombre de expresión seria, con barba oscura. 

 - La vista es impresionante ¿eh? - dijo para romper el hielo.

- No digo que su Monte Fuchi no sea increíble también, - replicó Nicolás al hombre venido de China al escucharlo. - pero tiene que admitir que esta cordillera que tenemos delante no es algo que se vea todos los días. - le dijo.

Se acomodó en el vagón comedor, soltando un suspiro de alivio cuando su cuerpo quedó reposando sobre el asiento, y se dedicó a disfrutar del viaje mientras observaba al resto de los presentes. Un grupo no tan diverso exceptuando a un par de, aparentemente, extranjeros.

Me bajo del tren y observo la impresionante cordillera de los Andes, la he visto muchas veces y siempre me entusiasma su belleza.
Al parecer mi compañero de compartimento y otros cinco caballeros se dirigen también a la finca Zúñiga
Uno de ellos, un tipo con rasgos asiáticos, rompe mi momento de observación, pero algo de lo que dice llama mi atención
-"Disculpe caballero, si no tengo mal entendido el monte Fuji está en Japón y no en China, pero no soy un experto en geografía y posiblemente esté equivocado"

Aquel tipo con rasgos asiáticos mantenía sus rasgos asiáticos a raya porque usaba ambas manos para achinarse los ojos mientras hablaba, o mejor dicho, replicaba la respuesta que aquel hombre le dio sobre la localización del Monte Fuji.

-¡Clalo que estás equivocado!. -Replicó el Doctor Vino Won- ¿Quién sablá más de donde están montañas? ¿Tú un no-geoglafo o yo un Doctol-Sempai en Medicina aclamado en toda China?. ¡Desde mi apaltamento de lujo tengo vistas al Monte Fuji!. ¡Y de vez en cuando subo a escalal-lo!. Así que, lo siento mucho Señol-San. Pelo está usted equivocado. Las montañas no se mueven, ni pol Mahoma ni pol Mahomenos.

-No se moleste en entablar conversación con ese anciano. No dice una cosa con sentido, figurese que hace un minuto su madre era negra y ahora el chino vive en japon. -Comentaba el hombre de traje perfecto y re-peinado, a Armando, cuando el Doctor le hubiera replicado sin admitir que estuviera equivocado.

Escuchando como aquel hombre que quería robarle el sitio en el tren volvía a la carga con su particular racismo contra los chinos y xenofobia contra los negros, o quizás al revés; no tuvo más remedio que acercarse a aclarar las cosas y lo que era aún mejor, demostrar el odio ponzoñoso que había en el corazón del barbudo.

-¡Mi madle hace un minuto ela negla y ahola mismo sigue siendo negla!. -Se quejó y se defendió ante semejante acusación- ¡La gente no cambia de laza así como así!. ¡Y nunca he estado en Japón, supongo que es un lugal bastante feo con gente amalilla y con dientes excesivamente glandes, como los de un conejo!. ¡Y es pol eso que China es supeliol!. ¡Pelo si quiele hablal tanto de mi madle, pol que no hablemos de la suya?. Pelo lo que puedo asegulal es que vuestla madle no le ha enseñado modales ningunos.

Al arribar a la pequeña estación en la que vuestro guía os indicó que descendieran, una caravana de autos los estaba esperando, un coche para cada uno. Los vehículos cruzaron el puente sobre el río Mendoza (¿sería ese el lugar donde apareció el cuerpo de Carlos Zúñiga?) y luego se dirigieron directamente hacia el oeste, ascendiendo poco a poco a esa impresionante cordillera.

El camino de ascenso era bastante árido, se hacía difícil creer que una vid pudiera desarrollarse allí. Pero al llegar a la finca el paisaje reverdeció como por arte de magia.
Milagros del riego artificial.

A pesar de estar ya avanzado el otoño, el césped y los árboles de hojas perennes que adornaban el jardín frontal de la mansión conservaban todo el esplendor de su verdor.