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Para el tramo de viaje desde Buenos Aires hasta Mendoza el hotel te ha reservado pasaje en "el Pacífico", un tren que hace el recorrido en tan solo dos días.

Te han reservado un camarote exclusivo para ti: el 510. Se trata de un camarote no tan grande como esperabas, con un sillón amplio, un pequeño armario y dos literas (de modo que podrás ocupar una con el equipaje que no te entre en el armario)

Para el tramo de viaje desde Buenos Aires hasta Mendoza el hotel te ha reservado pasaje en "el Pacífico", un tren que hace el recorrido en tan solo dos días.

Te han reservado un camarote exclusivo para ti: el 511. Se trata de un camarote no tan grande como esperabas, con un sillón amplio, un pequeño armario y dos literas (de modo que podrás ocupar una con el equipaje que no te entre en el armario)

Para el tramo de viaje desde Buenos Aires hasta Mendoza el hotel te ha reservado pasaje en "el Pacífico", un tren que hace el recorrido en tan solo dos días.

Te han reservado un camarote exclusivo para ti: el 510. Estás llegando con el tiempo justo, buscas el camarote en el quinto vagón.

Por el pasillo ves a otro pasajero arrastrando su equipaje hacia otro camarote. Finalmente arribas al tuyo.

Para el tramo de viaje desde Buenos Aires hasta Mendoza el hotel te ha reservado pasaje en "el Pacífico", un tren que hace el recorrido en tan solo dos días.

Te han reservado un camarote exclusivo para ti: el 511. Estás llegando con el tiempo justo, buscas el camarote en el quinto vagón.

Por el pasillo ves a otro pasajero arrastrando su equipaje hacia otro camarote. Finalmente arribas al tuyo.

La puerta del camarote se abre. En el pasillo un joven de barba. En el interior un hombre vestido con ropas demasiado elegantes para el entorno.

Ambos parecen sorprendidos de hallar a alguien allí, aunque el camarote en realidad está diseñado para dos personas.

La puerta del camarote se abre. En el pasillo un joven moreno pero de ojos claros. En el interior un hombre de barba corta.

Ambos parecen sorprendidos de hallar a alguien allí, aunque el camarote en realidad está diseñado para dos personas.

Aquel hombre con aspecto europeo, medio calvo, horondo como una tinaja de vino y que olía como tal, se percató de la presencia de aquel hombre mientras este se servía una copita para el viaje, y a juzgar por las manchas que había por la habitación, probablemente fuera "una copita más para el viaje".

-Konichiwa. -Saludó en un idioma extranjero levantándose y derramando un poco más de vino de aquella copa por el suelo, dejando la copa a un lado, este llevó sus gordos dedos a sus ojos grandes y circulares y tiró de ellos hacia ambos lados para achinarlos- Mi nomble es doctol-sensei Vino-chan Won-chan, y soy un plestigioso médico chino. Pol favol, malchese de mi camalote, me está lompiendo los chaklas y altelando el "Ginigan". Sumimasén. Hentai. Mitchubishi.

Con esto esperaba que aquel hombre abandonara su camarote para poder continuar bebiendo en paz, como un cualquier buen Doctor Chino haría en su lugar.

John; un hombre fornido, de vestimenta casi perfecta y maletín en mano, miro con una claro gesto de asco aquel hombre del que no estaba seguro si se estaba burlando de él o simplemente era un borracho sin billete haciendo la peor imitación posible de un chino.

-Disculpe. Pero creo que esta equivocado, este es el 510, es mi camarote y dije expresamente que deseaba uno individual, así que quien debe marcharse es usted. -Contesto con un marcado acento ingles.

Sin llegar a entrar busca con la mirada alguien del personal, para que sacaran al viejo borracho de su camarote y de paso limpiaran lo que había manchado.

Sin quitarse las manos del rostro manteniendo sus ojos achinados, este volvió a responder, y su aliento a vino poco a poco iba empapando todo el vagón del tren, cuanto más hablaba más se extendía aquella nube gaseosa y nauseabunda que se empezaba a formar, de forma invisible, que lo empezaba a cubrir absolutamente todo.

-Pues no te disculpo. -Respondió el Doctor-sentei Vino-Chan Won-Chan- Yo no me malchalé de aquí. ¡Eso es Lacista de tu palte!. ¿Es polque soy neglo, veldad?. -Indicó el hombre acercándose amenazadoramente a John Doe, casi chocando barriga con barriga- Ya lo decía mi madle, que allá afuela hay gente muy lacista... pelo no me espelaba encontlalme a una tan plonto...

-"Buenos dias caballero. Disculpe mi reacción pero no esperaba encontrar a nadie en este camarote. Tenía entendido que estaba reservado en exclusiva para mi. Aunque si le soy sincero, algo de compañia no me vendrá mal para el camino. Me presento, Armando Montoro" -Digo extendiendo mi mano hacia el otro viajero

Interpuso su mano al choque de barrigas para que aquel vagabundo con ropa aun mas cara que la suya, robada sin duda a algún transeúnte que ahora estaría durmiendo en los servicios de alguna estación, no manchara su chaqueta e impregnara de su nauseabundo olor.

-Lo primero, le vendría bien una ducha y lo segundo, esto se arregla rápido, si no tiene el tickec o comprobante entonces no es su lugar y como dudo que lo tenga voy a llamar ahora mismo al servicio para que se deshagan de usted. -Hablaba de manera agresiva, pero siempre educado.

Dio un paso atrás y miro por el pasillo para llamar la atención a quien estuviera en el atendiendo.
-¡A ver por favor! Alguien que aclare este malentendido con este... este señor. ¿Por favor?

Al parecer no habían tenido un primer encuentro placentero para ninguno de los dos, pero por suerte esto podía cambiar dependiendo de qué fuera lo que sacara este hombre no solo para redirigir el enfado del otro hombre más joven hacia los atareados empleados del tren, sino para recuperar la oportunidad de conseguir una buena impresión.

-¡Ya me tomalé una ducha cuando llegue al Hotel!. -Dijo el hombre indignado- ¡Además tengo el ticket!. En alguna palte... -El hombre soltó una mano de su rostro para toquetearse el cuerpo en busca del ticket, pero para que no se percatara el otro que su ojo dejaba de ser achinado, se puso de lado- Segulo que lo encuentlo en algún lado, debe de estal pol aquí... -El hombre desistió en la búsqueda en ese lado de su cuerpo, y recuperando la mano a su rostro para achinar ese ojo, volvió a girarse aunque hacia el otro lado, liberando su otra mano para buscar en ese lado de su cuerpo, tratando que aquel hombre no se fijara en que su otro ojo también dejaba de ser achinado- ¡Aquí esta!. -El hombre sacó un recibo de unos palillos chinos comprados recientemente- Bueno, eso no ela... pelo yo no soy el que tiene que dal explicaciones. ¿Quién eles tú?. ¡No impolta!. ¡No me impolta!. -Comentaba mientras más se iba acercando a aquel hombre, haciéndolo retroceder- ¡Fujitsu!.

Dicho esto cerró la puerta del camarote dejándolo al otro lado de la misma. Aunque se le olvidó de cerrar con llave, por lo que este podía volver a abrir la puerta sin problemas.

Un empleado del ferrocarril vio la escena y volvió al minuto acompañado por otros dos, uno de los cuales llevaba una planilla con el pasaje.

Luego de preguntarle y verificar el pasaje de Doe y de llamar y abrir la puerta y verificar en la planilla que efectivamene ambos tenían reservadas las dos plazas del camarote les dijo

-Disculpen señores, mister Doe, señor... Won, ha habido alguna confusión que intentaremos subsanar lo más rápidamente posible. Dejen aquí su equipaje si quieren, que estará seguro, y acompáñenme al coche comedor donde podrán esperar más cómodos a que hagamos los arreglos pertinentes.

Y dicho esto los guió dos vagones más adelante hasta el comedor

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El lugar era elegante y contaba con sillas más cómodas que el sillón del camarote. De momento estaba vacío.

Apenas unos minutos después de que el gurada se retirara un mozo entró con con una taza grande de café y se acercó a Won.
-Tome señor, esto es para usted, cortesía de la casa- luego se volteó y miró a John Doe -Y usted, señor, ¿qué desea beber?

El café miró al Doctor Won como el Doctor Won miró al café, era similar a mirar al abismo y que este te devolviera la mirada, aunque en este caso era complicado saber cual de los dos era el abismo. Levantando la cabeza de la mirada del café, este se dirigió directamente a John Doe.

-Ah, el café... -Comentó con un suspiro- Me recuerda a mi madre, ella también era de color caca oscura.-En ese momento, el Doctor se puso visiblemente nervioso llevándose las manos a la boca para luego llevarse las manos a los ojos y achinarlos- Cof, Cof, -Dijo simulando una tos falsa- Quielo decil, que el café me lecuelda a mi madle, ella también ela de colol caca oscula. ¿Sabías que es de Aflica?. Un glan país.

Ya estaba por comenzar el proceso de colocar mis pertenencias en el camarote cuando sin previo aviso la puerta se abrió y un hombre entró. Los dos nos miramos sorprendidos, y él se presentó y me tendió la mano.

- Nicolás Rodríguez. - me presenté también, estrechándole la mano al recién llegado. - Yo también estaba convencido de que este camarote era sólo para mí. Claro que, pensándolo bien, hay dos literas. - digo, señalándolas, y me encojo de hombros. - No sé cuán buena compañía seré, pero adelante. Póngase cómodo. - sonrío, haciendo un gesto para que entre y coloque también sus cosas.

-Espero que sea rapido. -Advirtio al guarda cuando por fin apareció y vio que la culpa era de ellos y de nadie mas.

Aun indignado recogió su maletín, el mismo que llevaba con el cuando llego al camarote y se fue con el hasta el comedor, donde se sentó, una mesa alejada de aquel estrafalario vagabundo. -Señor le llaman... Increíble lo que tengo que escuchar...-Se coloco la chaqueta, desabotonando previamente los botones para sentarse y miro al mozo.

-Traiga un whisky, escoces. Nada de esa bebida aguada de los irlandeses y necesito un boli, no se donde he puesto el mio. -Echas sus demandas se acomodo y evito escuchar los desbarios de aquel hombre. Que si era chino, que si su madre negra, algunos no tienen pasado y no les interesa los del resto.

El mozo demoró bastante en volver, y volvió con una botella de whisky escoses de bastante buena calidad y otros dos de marcas desconocidas para ofrecerte que elijas. Además trajo un lápiz.

Volvió a aclarar, como si hiciera falta, que el valor del wisky corría por cuenta de la casa.

El resto del viaje hasta Mendoza transcurrió si más inconvenientes