La tarea de Geela Ominia era observar, pero a lo largo del viaje la había invadido la sensación de ser ella la observada. No le gustaba nada las situaciones inesperadas o fuera de control, en aquella nave se aunaban ambas.
Ni siquiera en sus sueños más locos la twilek había vislumbrado semejante tecnología. Los dispositivos que conformaban la nave parecían estar unidos de un modo desastroso, pero sin embargo el diseño modular de la nave rozaba la perfección, si algo se estropeaba era aislado automáticamente del sistema y el navío continuaba operando.
Habría preguntado cientos de cosas, pero Zhoriam no sabía nada o no quería decirle nada. La nave tampoco hablaba de si misma, aunque la idea de conversar con una máquina como esa le hacía gracia.
Recordaba aun la primera vez que escucho al "Primarca" hablar, su voz pasaría perfectamente por humana, era imponente, fría e incluso despiadada. Debería pedirle ayuda a Geela para reparar algunos mecanismos desconocidos, pero más que pedir ordenaba disgustado, para la twilek eso era mucho ego. ¿Pero como podía poner en su sitio a una máquina?. Incluso la idea de provocar una avería era absurda, si realmente ese navío sabía en cada momento exacto donde estabas.
Su peor recuerdo había sido al abandonar la órbita de Geonosis, la nave se parecía sospechosamente a la flota pirata que había diezmado el convoy de suministros. Cuando le pregunto a Zhoriam que rumbo tomarían este se limitó a reir afirmando que no había peligro alguno.
Defensa planetaria disparó contra la nave, pero ningún medidor registro daño alguno en el blindaje, esos escudos alienígenas bloquearon todo el daño a pesar del fuego pesado.
Tal vez el peor miedo de Geela era la sensación de conocer toda esa tecnología desde hace mucho, aunque su mente le dijera que jamás la había visto antes.
Geela ya estaba inmersa, rumbo a Dathomir en una nave de otro mundo...