Partida Rol por web

La lluvia que ya cae sobre la costa se mete en los ojos de Plesel impidiendole ver casi nada.

Las barcas que partieron del Leanander ya ha llegado a la costa y desembarcan al encuentro del hombre de la orilla.

Cogió con firmeza la mano de Plesel, pues ella era una joven no acostumbrada a las delicadezas. Sin duda se había convertido en toda una trotamundos, tal y como se había prometido al concluir la difícil misión que había unido a ambos.

- Zanahorias, espinacas y albaricoques. Tienes que comer más de eso; también frutos secos, frutas y hortalizas –dicho eso le puso la mano en el hombro- A partir de cierta edad hay que cuidarse, la vista es muy importante.

Después de recomendar una dieta adecuada para la vista de su amigo ambos subieron a la cubierta. Desde allí tuvieron una mejor visión de las maniobras del Leanander, y podrían distinguir algo más sobre la persona que al parecer sostenía algo entre sus brazos.

Desgraciadamente, aunque cada vez estaban más cerca, no pudo distinguir nada. "A ver si me ha pegado la ceguera. ¡Jo! Si antes lo ví muy bien", miró a su compañero suspicazmente.

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Plesel, junto con Leana, sube a la cubierta del barco, dando bandazos siguiendo el ritmo que marca el barco al ser zarandeado por la tormenta. Arriba, el capitán da órdenes a diestro y siniestro, haciendo que los rudos hombres de mar que gobiernan el barco se muevan atando sogas aquí, soltando velas allá. Las olas empiezan a golpear con fuerza la borda y el casco, haciendo que el navío se queje con cada nuevo envestida  del mar.

Capitán, podemos bajar los botes ya o debemos esperar?. Desde el abajo, mi buena señora Leanan a divisado un hombre en la playa y por lo que parece nuestro hombres en el Leanader también lo han visto. Hay que acercarse con premura, no me gustaría estar a bordo cuando el grueso de la tormenta azote el barco.

Desde cuebioerta ya se ve bien como algunos tripulantes del Leanander han bajado a tierra con dos botes y ya están reuniéndose con el hombre de la costa. Mientras la tormenta se enfrasca más fuerte.

Dos botes sakvavidas del Lagsol D'Oro son arriados y en ellos van varios dragonuts en uno de ellos, acompañados de dos marineros para bogar. Los mismo que en el otro transportan a Leanan, Lord Devirius y Plesel. Que apenas pueden evitar mojarse, entre las envestidas del mar y el aguacero.

Los dragonuts y humanos abordan el Plesel, que no tarda en partir del puerto, tras varios días de navegación hacia el este no tadan en llegar a las costas orientales de Grûm, divisan ya a lo lejos la ciudad de Neva Plesel, un puerto farnco en el reino innestable de Grûm.

Pronto bajan del barco, la ciudad está algo alterada, pues por mar han llegado noticas de lo ocurrido en Nolsania, aunque no hqay nada claro, de hecho bombardean a preguntas a los recien llegados.

Mi señor. - Inquiere a Plesel un hombre elegantemente vestido. - ¿Que noticias trae de Nolsania? Estoy preiocupado. Tres de nuestros barcos no han llegado de su viaje y tenían que haber atracado hace tres o cuatro días.

Bergötaj se estira cuando nota que el barco esta firmemente sujetado al puerto y asoma su cabezota por la borda del castillo de popa del barco escudriñando la ciudad. Observa, huele y tantea el pulso de la ciudad, alterado por las noticias de Nolsania. Después baja del barco escoltando a Lord Devirius.

El oír que tres barcos de sus negocios no habían llegado apesumbraron a Plesel sobremanera. Eso eran pérdidas y no beneficios.

¡Maldición! Tenemos malas noticias, sí, creo que todo es peor de lo que parece. - Piensa un instante tratando de recordar el nombre de aquel hombre. - ¿Seba... Sembar? Debemos reunir víveres y armas para una incursión en Karenthia, hazte cargo, por favor.

Dicho esto Plesel se dirigió a su humilde palacete cercano a la zona de atraque del puerto, desde el que se controlaba todo el lugar, con el tránsito de buques. Haciendo signos a Leanan, Devirius, Bergotaj y Ruwulf, para que le sigan trata de ponerles sobre aviso.

Desde aquí calculo que habrá unos cuatro días hasta nuestro destino. Propongo que descansemos. Mañana a primera hora partiremos y trataremos de resolver este misterio de destrucción.

Aunque Leanan había viajado bastante en barco, gracias a su socio Plesel, para la joven tocar tierra firme era muy agradable. Lo mismo sucedía con Zupo, su fiel amigo. El pobre se pasaba todas las travesías yendo de un lugar a otro inquieto, e incluso había llegado a sentirse indispuesto. Pero ahora meneaba la cola sabedor de que al fin sus patas no pisarían un suelo tan movidito.

- Síiiii, ya estamos en tierra. ¡Pero no te vayas con la primera que veas! –le advirtió con severidad- Tenemos aún mucho que hacer, así que deja el golfeo para después.

Dicho eso cogió su mochila, siempre ligera y con lo imprescindible, y siguió a Plesel.

- Se agradece descansar sin que la comida del estómago se maree –comentó- Y tomar un baño… -sonrió mientras su mente se alejaba placenteramente por unos instantes- Bien, antes de disponernos a descansar tenemos que organizar bien las cosas. Asegurar que tenemos lo necesario, buscar mapas más fiables e incluso averiguar si han llegado noticias de Karenthia.

Me encargaré de que todo vaya perfecto mi señor. Mañana con el alba partiremos. Equiparé el Lagsol D'Oro con armas anti abordaje y meteré armas de asalto en la bodega por si nos hicieran falta en Karenthia.

Las última palabras las decía mientras se iba alejando hacia los almacenes. Sin esperar la confirmación de Plesel.

A la mañana siguiente, tal y como Ruwulf anunció el barco estaba equipado con todo tipo de armas, y a petición de Leanan, mapas del mar de Sellecktesh y del interior de Karenthia.

Todo estaba listo y solo faltaba que Lord Devirius diera el visto bueno para la partida. Tan solo 20 dragonuts irían con ellos. El grueso de los dragonuts se supone que avanzaban por tierra has la frontera este de Grûm, para entrar en Karenthia si fuera necesario.

Bergötaj disfruta de un noche en una cama, en tierra firme, bajo techo, pensando que quizas no vuelva a descansar así en una buena temporada. De madrugada tiene sueños de guerra, fuego y una enorme ola que se avalanza sobre todos ellos. Se despierta pensando si signifacará algo y apravochando que todabía no ha amanecido observa las estrellas intentando descifrar sus designios.

Con los primeros rayos de sol ya esta listo para embarcar y continuar su travesía.

El cielo nublado y las antorchas de la ciudad no permiten ver con claridad las luces a noble dragonut.

El barco parte a la hora convenida, tras cinco largos días de navegación llegan a las costas de Karenthia.

Bien. - Habló Plesel al ver ya cerca su destino. - ¿Donde desembarcamos? ¿Cerca del bosque o en la capital?

Bergötaj observa las costas de Karetia con una mirada de desconfianza. Que extraño mal ha surgido de estas tierras desconocidas. Será mejor avanzar con precaución. Sobre la cuestion que plantea Plesel, el preferiría ir directamente al bosque, pero puede ser útil pasar por la ciudad a buscar alguna información. Espera silencioso a que Devirius se pronuncie sobre el asunto.

Para Leanan aquella zona le parecía fascinante, no porque fuera espectacular sino porque era la primera vez que veía Karenthia. Disfrutaba mucho con las cosas nuevas porque siempre entrañaba aventura, y así se había convertido su vida desde que abandonara por primera vez la desolada Rétoram.

- Deberíamos pasar por la ciudad –comentó mientras permanecía apoyada en la barandilla del barco- Como no sabemos qué noticias tienen de Nolsania lo mejor sería pasar desapercibidos en un principio. La gente suelta la lengua más fácilmente con una jarra de cerveza que ante las prisas de unos forasteros.

Sus oscuros ojos se perdían entre la fina línea del horizonte como queriendo encontrar allí la respuesta.

- O podemos dividirnos y tener así dos tipos de información: la oficial y la del pueblo.

La mujer se giró finalmente y al observar uno de los dragonuts estaba claro quiénes podían pasar desapercibidos y quienes no.

¡Que Lord Devirius decida! - Sentenció Plesel.

Leanan se giró nuevamente.

- Que Lord Devirius decida... Que Lord Devirius decida... neeeee -masculló las palabras mientras se cruzaba de brazos infantilmente molesta.