Veo que el hombre de el pelo excesivamente largo sigue esperando instrucciones de Mealy, que, embebió en su trabajo, parece no haber escuchado su pregunta.
El capitán te ha pedido que ayudes? Digo sorprendido Bueno… miro los platos y empiezo a cargar de nuevo mi bandeja creo que entre los tres podemos llevarlo en un viaje, como no se puede derramar, llevare muchos más platos de un golpe…
Cuando termino, la bandeja está a rebosar y solo quedan 6 platos en la cocina. Miro al hombre enorme con gesto sumiso.
Hubiera subido yo todo, pero si el capitán dice que tenéis que ayudar… con que subáis dos platos cada uno, ya habremos terminado y podréis empezar a comer de una vez.
Sin esperar respuesta de los dos marineros, por lo que pueda pasar, salgo de nuevo de la cocina. Llego a la mesa, no sin esfuerzo, y reparto la carne entre la tripulación. Me sitúo a un lado del capitán, los brazos bien pegados al cuerpo.
Señor, la comida ya está servida, si no necesita que suba nada más, podría comer con el resto de la tripulación?
Mis ojos brillan de expectación.
Perdonad por acelerar la acción, pero como sigamos a este ritmo las palabras del capitán se vana hacer realidad, y vamos a llegar a Madeira sin comer X)
El capitán mira a los ojos al grumetillo descarado con cara seria, como de estar perdonándole la vida en esos mismos momentos. Le coge del brazo, a la altura del bíceps y aprieta con gran fuerza.
- Muchacho, dice sin aflojar la presión - en este barco, quien quiera comer con el capitán deberá merecérselo..., el capitán vuelve a hacer otra dramática pausa y aumenta un poco más la fuerza sobre el brazo de Ian. - Y ninguno de los que hay aquí sentados en estos momentos ha trabajado más que tú desde que hemos embarcado. Coge un taburete y siéntate por ahí. Y a ver si comemos algo más, con esos brazos no serás capaz ni de izar nuestra bandera..., finaliza el capitán sonriente. Luego le suelta el brazo y le da una fuerte palmada en la espalda al chico que le hace tambalearse y casi caer al suelo, lo que provoca las carcajadas en algunos de los presentes.
Miro al capitán boquiabierto, conteniendo a penas el impulso de dar un paso atrás cuando alarga la mano para cogerme del brazo. El contacto de su callosa mano con mi piel hace que se me erice el bello en una reacción casi animal. He metido la pata! Si yo no quería comer en la mesa, solo quería comer YA!
Cierro la boca y, con gesto torvo, aguanto el apretón del hombre sin dar demasiadas muestras de dolor. Puede que, los que estén cerca, vean que tengo las mandíbulas fuertemente apretadas. Cuando recupero el equilibrio después de la palmada, me dirijo a una caja vacía, con una sonrisa forzada dibujada en el rostro. Claro, si encima hay que reírle las bromas al viejo. Espero que no se parezca tanto a él como aparenta…
Me siento en la caja y, después de respirar lentamente unas cuantas veces para controlar las ganas de engullir mi comida sin masticar, empiezo a tomar mi sopa con una expresión que, alguien más culto, solo podría haber descrito como de deleite. Dios te bendiga Mealy, hacia años que no probaba algo tan bueno… El calor que va llegándome a la barriga hace que me relaje, olvidando casi por completo el pequeño incidente.
Cojo los dos platos de humeante sopa y los subo con cuidado a cubierta.
Una vez allí, sirvo a quien queda por servir. Lo mismo hace el compañero que ha bajado conmigo.
Una vez hecha mi tarea, me siento en un extremo de la improbisada mesa, y empiezo a comer.
No está mal, no, nada mal. A lo mejor no tiro por la borda al cocinero, jejeje... A lo mejor.
Mientras como, me voy apartando el pelo de la cara, que se me mete en el plato. Dejo la cuchara. Me hago un nudo en el pelo con el mismo pelo, a modo de goma, para hacerme una coleta.
Vaya, creo que aquí falta algo de vital importancia...
- ¡Chico! - digo, dirijiendome a Ian - ¿Hoy no tenemos ron?
Esbozo una sonrisa, y espero...
He dirijido al pnj marinero, que si no se queda allí para siempre.
Sube cuando está repartido todo ya, dos tinajas una en cada brazo... hay ron pero bajo la supervisión del capitán, lo que si que hay para todos es una buena cantidad de mealy vanilly, os gustará estoy seguro, pero debo advertir a todos que no se debe abusar de ello, ¡o podéis pasaros unos días con mal de intestino!
Desde las alturas llegan los ecos de mis canciones, pues me he quedado anudando los últimos cabos y retoques junto con otro marinero mientras los demás empiezan a comer. Ya después me pasaré por la cocina para pedirle un bocado al cocinero.
La tensión en los músculos, el esfuerzo físico, el aire escarchado de sal en mis pulmones... Éste es el paraíso.
Mantengo la vista fija en el horizonte pues mi segunda función es la de vigía y no hay que descuidarse ni un momento pues pronto cruzaremos aguas francesas, y aunque un encuentro es una posibilidad endemoniadamente remota, prefiero no arriesgarme.
Me llega pronto el olor de lo que se come debajo de mí, y aunque me rugen las tripas continúo asegurando el velamen y siguiendo las peticiones de nuestro navegante al respecto de cómo quiere que disponga las velas.
Miro con asco al gitano, mientras que, cucharada tras cucharada palio el fuerte rugir de mis tripas, cuando menos se lo espere probará el sabor de mi sable, pienso a su vez.
Tomo un sorbo de ron, y vuelvo a mirar a la tripulación. Ei Gibbs, digo mientras intento no ahogarme con un poco de grava que había en el plato, ¿porqué no nos cuentas una de tus viejas historias? Seguro que será una buena manera de reir todos juntos.
Sonrío para mis adentros al ver a Mealy subir de la cocina con las tinajas. El tipo ese me tiene manía, seguro… vete a saber por que. Un gigante busca problemas, y un viejo mata escoceses, el viaje de mis sueños…
Termino mi comida en silencio y espero a que los demás acaben para empezar a recoger sus platos. Esta ha sido la comida más copiosa que he tenido en años, así que la digestión se hace pesada y, el sopor empieza a apoderarse de mi. Mmmm, que sueño, madre mía… Esforzándome por mantener los ojos abiertos, miro al anciano, esperando la historia que la mujer le ha pedido.
Tras notificar el estado de la artillería al capitán, Gibbs, observa algo atónito el inesperado movimiento de la tripulación, que a una orden del Capitán preparan mesas y sillas, como si de experimentados mêtres se tratasen.
Sin dudarlo ni un instante, se pone a trabajar con ellos, y a pesar de su estado casi remitido de embriaguez, ayuda como el que más, recogiendo trasto, yendo y viniendo, mientras alienta a los tripulantes con frases marineras para elevar el ánimo de la tropa.
Acto seguido, cuando está listo, revisa de una manera curiosamente perfeccionista que todo esté en regla, de forma que no falten taburetes o improvisadas mesas.
Se sienta como el resto de los marinos, en un taburete, algo cerca de Rowkick, pero, compartiendo lado con simples marineros, pues a Gibbs siempre le ha gustado sentirse como uno más.
Se deja caer sobre su taburete, y por primera vez en todo aquel tiempo, nota un leve cansancio, algo imperceptible para los demás, pero, si muy simbólico para el propio marino.
-Me estoy haciendo viejo...
Piensa, mientras nota el hormigueo en la planta de sus pies, y azotar del viendo silbante contra su cara, amortiguado solamente por la presencia de los compañeros a ambos lados.
Tras unos instantes de algarabía, en los que conversa animadamente con sus nuevos compañeros, a los que de nada conoce, pero trata como buenos camaradas, nota el rugido imperante de sus tripas, que claman por algo que llevarse a la boca.
La ingesta de ron, le había dado sed, y esperaba ansioso la llegada de la comida. Apoyado sobre su asiento, hecha la espalda hacia atrás, para poder ver bien la entrada a cubierta, y ver si alguien trae el alimento en cuestión.
Para su sorpresa, un grumetillo larguirucho, para su edad, y algo encanijado, aparece portando en la más improvisada y efectiva de las ocurrencias, una multitud de cuencos de sopa, en una bandeja.
El viejo, sonríe divertido al ver la curiosa habilidad del chaval, que como un veterano trapecista, camina con mucho cuidado, de no derramar nada, dando la sensación de que todo caerá en cualquier instante.
El chico, parece volver a la cocina, tras depositar la carga, para repetir de nuevo el proceso. Sin embargo, el capitán en un acto de lógica, manda a varios hombres a ayudar el renacuajo.
Al cabo de un rato, más escudillas con sopa son repartidas entre los hambrientos tripulantes. En esta ocasión, Gibbs no deja escapar su comida, y se hace con una de ellas.
Antes de dedicarse por completo al suculento manjar, hace una pausa para hurgarse la nariz de manera ostentosa. No se percata de que un par de sus mocos caen al plato.
A continuación, y sin mediar palabra, junta ambas manos y para asombro de todos, entona en voz alta, pero, de forma que no llega a superar el jaleo general, una oración.
-¡Hay que bendecir la mesha, y darle las gracias al Buen Padttor, por los alimentos que nos ha propodcionadooo!
Baja la cabeza, y cierra los ojos, con gesto concentrado. Aunque tras una milésima de segundo, deja un ojo entrecerrado, para vigilar que nadie le robe su comida.
-Oh...- empieza- Padre Nueshtro que edtás en los cielos, bendice estos alimentos, que nos has otodgado; así como bien haces, matando de hambre a esos cerdos escoceses. ¡Amén!
Y como si se tratase de su última comida en la tierra, agarra el cuenco de sopa con ambas manos, y se lo lleva a la boca, bebiendo con fruición el contenido, como si se tratase de la mejor botella de ron que nunca jamás hubiera visto. En medio de una mirada casi animal ansioso, parece brillar en sus ojos, una expresión de máxima felicidad. Al fin y al cabo, llevaba meses sin comer una buena sopa, y mucho menos, algo caliente.
Traga el último sorvo, y exclama un sonoro.
-¡Ahhrrrrggss!- plenamente satisfecho. Hace una breve pausa, para segundos después lanzar un poderoso eructo. Se limpia la boca, con el puño de su camisa, y se queda observando al plato.
-Que los tenttáculos der Kraken she apiaden de este cocinero...-murmura, como muestra de respeto hacia el autor de su comida.
Por un instante sus ojos se iluminan. Lleva sus sucios dedos, al interior del plato, y saca algo que se mueve con un gracioso bailoteo con vida propia: un gusano.
-¡No más adquerosa cadne de mono fritto hijo de escocés podrido!- piensa deleitado, mientras sin dudarlo un segundo introduce al bicho en su boca, para a continuación triturarlo con sus desgastados dientes.
Al ver como aparece el supuesto cocinero, no puede sino casi levantarse de su taburete de golpe. Se controla, agarrándose con ambas manos al borde la improvisada mesa. Y no es precisamente, por el hombre, sino por las tinajas que porta que dice que llevan ron en su interior.
Ya va a llamar a gritos al cocinero, cuando algo le interrumpe. Mira su alrededor, y ve que es la granujilla de Gracy quien le habla.
-Je, ¿acasho quieres edcuchar una historia de eshte pobre viejo? Pues no zeré yo quien te prive de ello, jajaja.
Y como si lo hubiera hecho cientos de veces, con una parsimonia ensayada, comienza a contar la historia, sin el menos atisbo de duda, elevando el tono, para que sea audible por toda la mesa Está bien...creo que este día es una ocasión perfecta, para contar mi aventura, y la del resto de mi antigua tripulación en la Isla de la Rata Muerta.
-Fue hace muchosh años, tantos, que la mayorhía de vosotros, puede que ni hubierais nasido. Yo acaba de edtrar a fodmar padte de la tripulación de una terrible embadcación piraata, y aquella era una de mis primerash aventuras como corshario forajjido- sonríe y muestra una mueca orgullosa-.
-Mi Capitán, pod aquel entonces, había arrancado de sus dedosh fríos y muertos un mappa, a un pirata francés enemigo suyo, y que contenía al parecer la localizasión derr botín consheguido por esos rufianes...
Hace una pausa, para intentar atraer la atención de la gente a su alredor y eleva los brazos, y empieza a ondearlos muy lentamente a la misma altura de su pecho, simulando el movimiento de las aguas del mar.
-Pushimos rumdbo al islote, peddido de la mano de Dios, donde esos hijos der Diablo, habían escondido su tesoro. Llegamos tras una shemana y media de navegación, a una misterioshaaa tiedrra- su rostro se contrae, para dar más misterio al asunto-, donde las brumas se esstendían, y los mudmullos de los muertos pareshían venid der Más Allá, para atodmentar nuestras almas.
-Navegábamos a ciegas, guiados, sholo pod la brújula der contramaestre y la Fe en Dios. No shabíamos, a siencia cierta, si era de día o de noche, y er recelo entre los filibudteros más indeseables, crecía. Perooo...
Una nueva pausa, con el fin de generar la curiosidad en los demás. Así como para tragar saliva.
-¡Lo consheguimos! Tras tred días en medio de la espesa niebla, aquella bruma enviada pod algún brujo escoshés, dio paso a la isla más extraña escarpada que habíamos visto. Era una auténtica fodttaleza de despeñaderos, donde ni er más habilidoso de los timoneles, podría haber arriado allí sus velas.
Su rostro se torna incierto, y sombrío.
-Ashí, que echamos el ancla, cerca de una pequeña playa de tiedrra oscura, como la sangre seca, y desemdbarcamos un grupo de hombres. Entro los que yo estaba preshente, claro, está, jajaja- rompe a reir, aliviando la tensión del ambiente, pero, acto seguido la retoma, con pasmosa facilidad-.
-Al llegar al lugar, deshcubrimos que la isla tenía una rara vegetación, como si de las densas jundglash de La Española se tratase, donde parecía que el Maligno podría acechar tras cada arbusto, tras cada shombra...
-¡Y vaya que errra así!- cierra su mano, y golpea la mesa con su puño creando un repentino estruendo-. ¡Estábamos rodeados, por los nativos de la isla!¡Imagina! Eran seres de metro y medio, muy morenos de piel, pintados con colores grises, verdes y otras porquerías propias de una furcia, por las cuales no se les veía ni a un metro de distancia. Yo mismo pendshé que era los Demonios, enviados pod er Señor Oscuro, destinados a destruinos...jejeje...
Ríe con una risilla maliciosa, con los ojillos entrecerrados.
-¡Esho fue, hasta que descubrimos que er plomo no les gustaba, jajajaja! Volvimos al barco, y regresamos con refuerzos, medio navío, armado hasta los dientes- alza su puño orgulloso-. Ellos nos atacaron con palos y piedras, jajaja, y nosotros con pidstolas y antorchas, jajaja- ríe a pleno pulmón, con una carcajada casi inocente al oído, como si fuera la de un niño pequeño.
-Jajaja, no quedó ni uno...no nosh moledtamos en saquear su poblado, ya que nos interesaba más el tesoro. Sin los molestos perros sadnosos, pudimos encontrarlo tranquilamente. Estaba ocurto bajo varios metros de tierra, al lao de un gran árbol...
Hace de nuevo una pausa...
-Y vaya shi valió todo aquello la pena. Era un ardcón enorme, casi como un macchho inglé, lleno de doblones españoles, ¡doblones españoles! Increíble, pocas veces she habrá vidto cemejante tesoro. Hicimos bien matando a aquellos franceses, ya lo creo, shu botín bien merrrecía los problemas que nos causaron- asiente, seguro de lo que dice-.
-Pero...a la vuerta fuimos a Todtuga, y ya se sabe, el dinero es mala compañía para un marino que se precie, así que vivimos a cuedpo de rrrey, casi como nuestra bien amada Reina, durante más de medio de año.
-Esa es la maravilla del Nuevo Mundo, cashinos, dondde jugar a los dados, apostando rameras y barriles de ron, juerdgas a la luz de la luna, canciones y borracheras, españoles a los que matar...la autédtica vida, camaradas míos.
Va concluyendo su historia.
-Los que ya habéish edtado, sabéis de lo que hablo...y los que no, lo sabbréis muy prodnto, jeje- se levanta de su taburete, y se dirige al Capitán.
-Capitán, propondgo que hagamos un brindis, con ese buen ron que abunda en er badco, por el Destino que nos abarca. Sin duda, alejaremos al mal fario, y la Grashia de Dios, estarrrá con nosotros.
Gente, por favor, no me pidáis mucho que estoy de exámenes. He visto que se me necesitaba de pura causalidad, por que he entrado un momento, pero porfa, no me involucréis mucho en el tema, jejeje. ;)
Apenas puedo escuchar mientras el viejo Gibbs cuenta su historia, por muy mayor que se haga su capacidad de inventar prácticamente iguala a su capacidad de ingerir ron, pienso mientras se me escapa una risilla.
Una vez terminada la narración, arranco a aplaudir y espero que los demás me acompañen. Y bien, digo gritando a la tripulación, ¿alguien más se atreve a contarnos una historia?