Partida Rol por web

El látigo cepa de aquel gigantesco Venosaur chasqueó en el aire golpeando en la espalda de la joven Airi Wada, haciendo que el bolso que tenía esta se rompiera levemente a causa del latigazo y las bayas que había recolectado del interior del árbol se deslizaran por este pequeño tajazo en la tela, haciendo que estas cayeran al pequeño riachuelo y se perdieran entre las ahora enturbiadas aguas.

Grité de dolor al recibir aquel ataque y salir volando. Aterricé medio mareada en el suelo y miré aterrada al pokemon que acababa de atacarme. Mientras lo hacía me di cuenta de que había perdido todas las bayas que había recogido.

- ¡No, las bayas! - grité desesperada. Nuestros amigos las necesitaban, Kana las necesitaba, no podía perderlas.

Me levanté como pude y eché a correr río abajo tratando de escapar del pokemon y de no perder de vista las bayas.

- ¡Touma! ¡Las bayas! ¡No podemos perderlas! - dije señalándolas.

Decidí huir del lugar, no sin antes darle una orden a Sekitan para que fuera en busca de alguna de las bayas que a Airi Wada se le habían caído en el proceso. Aquel Pokemon era demasiado grande como para enfrentarlo nosotros solos por lo que huir del lugar tenía prioridad.

-¡Sekitan agarra las bayas y huye!. -Dije mientras salía corriendo del templo.

El látigo cepa de aquel gigantesco Venosaur chasqueó en el aire golpeando tratando de golpear en el lomo de Sekitan, al igual que ya había golpeado la espalda de la joven Airi Wada, al parecer aquella bestia deseaba a toda costa no solo expulsarlos del lugar, sino además era bastante agresiva contra ellos por algún motivo.

El Sekitan de Touma Makoto vio como los látigos iban hacia él y con una gran habilidad logró esquivar aquellas lianas del Venusaur, y no solo eso, también fue capaz de coger una de las bayas usando su boca y salir corriendo hacia la salida del lugar, evitando los ataques de aquel Pokemon que parecía estar guardando el templo de intrusos.

Y así fue como aquel dúo de domadores Pokemon conformados por Airi Wada y Touma Makoto, así como el Pokemon de este último, el Houndour llamado Sekitan, ya habían logrado llegar al exterior de aquel Templo Abandonado, mojándose los pies y completamente asustados por lo que acababan de ver.