Partida Rol por web

N le dirigió una larga mirada a Medea. A pesar de que parecía muy seguro en sus palabras, seguía escudriñándola con la mirada, juzgando sus opciones. Los nervios de la mujer en su voz y sus gestos no consiguieron que el hombre bajara el arma. 

- Hablo contigo, Cassandra, contigo y con los que te han metido dentro del cuerpo de Medea. Puede que tú seas todo lo inocente que quieras parecer ser, pero te aseguro que no estás aquí por casualidad. No sé si vienes de un puto microchip o qué cojones han hecho con el cuerpo de Medea, pero está claro que sea lo que sea no pueden controlarlo del todo. - N ladeó ligeramente la cabeza - Me gustaría creerte, de verdad... Pero prometí protegerla. Incluso si eso implica acabar con...

Las palabras de N se interrumpieron por un intenso pitido que atacó a su cabeza y le nubló la vista. N no pareció moverse del sitio, ni parecía que lo hubiera escuchado. El pitido se repitió de nuevo y Cassandra sintió ese tirón otra vez, pero esta vez de forma mucho más violenta. No se estaba dejando llevar de vuelta; alguien la había arrancado de allí, con la misma sensación de alguien que tiraba de todo su cuerpo hacia atrás sujetándola por el cuello. 

Lo último que escuchó Cassandra antes de ser arrastrada fue un chillido con su propia voz, totalmente rota.

¡QUIERO SALIR DE AQUIIIIIII!

- Te aseguro que tengo las mismas dudas que tú -aseguró poniendo ambas manos frente a ella, a la vista de N para no provocarle más-. No sé qué hago aquí, no sé si realmente soy Cassandra o Medea, pero te puedo asegurar que de donde vengo o viene Cassandra no hay ni un solo humano que nos control... ¡AHHHHHH!

En un acto reflejo se llevó ambas manos a las sienes. Aquel pitido estaba taladrando sus oídos. Dolía, como un intenso pinchazo en el cerebro, la bloqueó, incluso nubló su vista.

- N... alguien está tirando de... mí... ¡Ayúdame! -tenía lágrimas en los ojos.

Luego hubo un grito y tras eso tan solo silencio.

"¿Ha sido mi voz verdad? Soy yo la que ha gritado ¿Dónde estoy? ¿Quién soy?"

N frunció ligeramente el ceño al ver los intentos de Medea de calmarlo, pero volvió a apuntar con la pistola al escuchar su grito. Parecía que N estaba diciendo algo, pero Cassandra no conseguía escucharlo. El mundo a su alrededor se había difuminado con aquel pitido y la estática comenzó a sustituir cualquier otro sonido. 

La mujer vio cómo N bajaba lentamente la pistola y extendía la mano hacia ella, pero antes de que pudiera alcanzarla, Medea reclamó su lugar.