Partida Rol por web

Mientras Ariarkus esperaba las nuevas instrucciones se baraja en el ambiente que tipo de incursión podrían realizar como su primera nueva misión dentro de la Death. La verdad, el Ultramarine estaba deseando demostrar de que estaba echo y ver que podría hacer contra sus nuevos oponentes.

Estaban mas que dispuestos para ello, por lo que la espera se le estaba haciendo demasiado larga.

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El tiempo no tardó en pasar, minutos eternos mientras la cañonera, pilotada por vuestro piloto personal aterrizaba cerca de la imponente nave del inquisidor. El pedazo de esfera seguía donde estaba, custodiada por aquellos marines de leyenda o marines traidores que merecían arder en las piras purificadas mientras se les recitaba el salmo de condenación que evitaría que sus almas llegaran a morar junto al Dios Emperador.

La guardia imperial ya se había movilizado, se veían ingentes grupos de guardias realizando labores de atrincheramiento, sus palas cavaban el sucio suelo hasta que llegaban a la imponente coraza externa de lo que un día fue una bella nave de batalla astartes. Nada más llegar a sonar el clonk metálico, los adeptos de Marte se acercaban con sus perforadoras, unos servidores lobotomizados que tenían diferentes herramientas para poder cortar y transportar las pesadas placas de metal que iban sacando. Unos potentes cortadores de fusión empezaron a silbar mientras iban sacando más pedazos desmantelando la poderosa nave muerta; para cualquier adepto al mechanicum aquello era un sacrilegio en toda regla, pero la necesidad era la necesidad, y las prioridades estaban bastante claras, proteger la esfera, recuperar los trozos perdidos y volver a Marte, al sistema solar. 

La cañonera tomó tierra con poca galantería, el pesado transporte presentaba cientos de cicatrices de guerra, marcas del infernal combate aéreo que había dado lugar horas antes. No había habido tiempo suficiente para reparar el fuselaje del aparato, pero sin duda volaría, como acababa de demostrar.

En el horizonte, la estrella central del sistema se estaba perdiendo de vista, se iniciaba la noche, la corta y fría noche que ampararía el asalto Astartes mientras los miembros de la Deathwatch se infiltrarían con el fin de ir a por la cabeza de la serpiente para decapitarla y desmoronar la defensa de aquellos impíos herejes.

El vuelo no duró mucho tiempo, la base herética estaba a varios kilómetros de distancia de la Imperial y su visión resultó horrible para la vista de cualquier ser humano o astartes o adepto leal al Imperio. Los muros parecían tener vida propia, estaban hechos en base de metal pero lo recubría lo que resultó ser piel humana al hacer un vistazo en profundidad. Se alzaban torres oscuras como la noche donde colgaban cuerpos de marines capturados o de guardias imperiales muertos durante la lucha, aún caían gotas de sangre solitaria de sus cuerpos cuando eran mecidos por alguna ráfaga de viento. Gritos obscenos poblaban el aire, maldiciones lanzadas en un idioma que hizo que los marines se estremecieran, pero eran marines, se mantuvieron firmes y duros, como debía ser. Risas crueles, gruñidos de otro mundo y un sin fin de bramidos o lamentos.

El piloto os dejó en lo que podría ser catalogado como la parte posterior de la base mientras los Templarios Negros tomaban posiciones en el frontal, realizando el ataque principal y a la vez disuador para que la escuadra del recién nombrado miembro Deuteros, tomaba posiciones. Ante el grupo de asalto se alzaba una sección de aquella muralla repulsiva que debían cruzar cuando Deuteros diera luz verde al ataque a Cehetel, el Mariscal de los Templarios negros. El muro era grueso y alcanzaba los ocho metros de altura, pero nada que no pudiera saltar Numaios o que Laocastus no pueda atravesar con su arma o sus cargas de fusión.

Deuteros comenzó a analizar la situación con detalle. Contaba con que Cehetel distrajese el tiempo suficiente a los traidores como para que a ellos les diese tiempo a abrir una brecha en el muro y entrar a recuperar la esfera, debía ser una maniobra muy bien coordinada o todo podría irse al traste. Mientras levantaba una última oración al Dios Emperador hacia sus adentros, comenzó a explicar su plan de ataque a sus compañeros.

- Hermanos, tenemos que aprovechar el tiempo que nos conceda el Mariscal Cehetel para abrir una brecha, lo cual no nos debería llevar demasiado, teniendo en cuenta la cantidad de armamento pesado con el que contamos... - dijo mirando a Ariarkus y Laocastus. - ... y una vez estemos dentro nuestra prioridad es simple, recuperar el fragmento de esfera y neutralizar a cualquier traidor con el que nos encontremos. Nos encontraremos resistencia, pero demostraremos a esos perros infieles que el Dios Emperador esta de nuestro lado aplastando sus defensas... - dijo Deuteros con firmeza, ya que la moral era alta, no solo habían golpeado en la anterior batalla a los herejes con dureza, sino que sería la ocasión para algunos de vengar a su antiguo capitán, y la de Ariarkus y él, la ocasión de vengar a todos sus hermanos muertos en la Orgullo de Macragge.

Una vez terminó de dar las instrucciones necesarias se dirigió al Mariscal Cehetel para confirmarle el inicio de la operación.

     Imponente en su armadura de combate, con el halo azulado de la ignición de sus retrorreactores a la espalda y empuñando su crepitante espada de energía, Mumaios se preparaba mentalmente para la batalla. Durante el viaje en la cañonera, había realizado el ritual del agua, y ahora, la sal de Ithaka le acompañaría en el combate final, firme recordatorio de su pasado y quizás testigo de su fin, al enfrentarse a la escaramuza mas difícil de su vida pero la mas gloriosa también. Su cuerpo y mente estaban mas afilados que nunca y en ellos no existía mas opción que la de la victoria y la justa vindicación.

La misión encomendada era muy importante, el fragmento de la esfera era el primer objetivo y su conseguirlo era fundamental para la campaña pero también tenían cuentas pendientes con un hereje, un ángel que había abandonado la senda de Imperio.

- Hermano Deuteros, si me permitís - En el Ultramarine recién asimilado a la DW había recaído el mando de la escuadra, algo normal después del trabajo que había desempeñado en el anterior combate - Hermanos, nuestros enemigos están muertos y todavía no lo saben. Es nuestro deber enseñarles su lugar en el universo. Es nuestro deber hacer que paguen por sus pecados, con la muerte o el arrepentimiento ¡Somos los Ángeles de la Muerte del Emperador! ¡Somos Su arma definitiva! ¡Haced que Él y sus hijos, nuestros Primarcas, estén orgullosos y nuestro nombre perdurará para siempre en nuestros Capítulos! ¡Así lo quiere el Imperio! Así lo quiere el Emperador!

Laocastus, un hombre siempre dispuesto a aprender, había adaptado ciertos trucos de la Guardia Imperial para uso propio. Entre ellos, el arte de echar una reparadora cabezada en los vuelos en lanzadera.

Tocaron tierra, y Laocastus comprobó más por ritual que por necesidad que todas sus armas estuvieran en su sitio y listas para el combate, y no se sorprendió al encontrar que seguían así. Asintió a las palabras de Deuteros, que rápidamente se había hecho cargo de la organización a nivel táctico del equipo. El conocimiento enciclopédico de Deuteros de los misterios de la estrategia presentes en Codex Astartes quizá se probaría útil. Dejó que las plegarias del capellán le penetraran, que reforzaran la fortaleza de su mente, que le preparasen para destruir a aquellos que se oponían a la justa causa del Imperio.

- Preparado.

Deuteros espero a que el hermano Castor terminase su discurso para retomar la palabra.

- Hermano Ariarkus, hermano Laocastus, colocad las carga de demolición en el muro mientras el resto los cubrimos con fuego de cobertura en caso de ser necesario. Una vez consigamos abrir la brecha nos abriremos paso usando todo tipo de cobertura posible hasta el fragmento de la esfera, todos unidos como uno solo, y así nuestros enemigos ni siquiera les dará tiempo a abrir sus heréticas bocas... ¿Alguna pregunta? - dijo el marine con autoridad, no quería que nadie se hiciese el héroe, ya que para el éxito de la misión necesitaría con vida a todos sus hermanos.

Laocastus, con mano hábil y experta fue colocando la masa gomosa y explosiva de dos de sus cuatro cargas de demolición. Las extendió con precisión creando una masa homogénea creando una puerta de explosivo, de la altura ideal para un marine, un único marine. Aún con la distracción de la entrada del campamento, el sigilo era vital al inicio de la incursión de los marines de la Death Watch.

Tras unos instante, Laocastus detonó el explosivo después de cebarlo y una puerta perfecta se abrió para los marines, que, de uno en uno, fueron entrando en la asquerosa y contaminada base de los marines traidores.

La base, si se podía llamar así, era un compendio indescriptible de horrores. Cuerpos mutilados colgando, abominaciones que se escondieron nada más veros, como alimañas que no eran más que reminiscencias de la disformidad, de sus poderes corruptos y abominables. Ante vosotros se alzaban unas estructuras que tendría que ser hangares para blindados. Al Sur de la posición en la que estaban los marines se escuchaba un feroz y mortal combate, como solo los astartes eran capaces de librar.

Ahora, bajo el liderazgo de Deuteros los marines debían localizar el centro de mando.

Jaden tuvo que plegar sobre el los nuevos artilugios que había adquirido gracias al servoarnés para pasar a través de la brecha. Pasar de controlar un único servobrazo a dos; mas las otras extensiones que ayudarían tanto en combate como en trabajos mas técnicos, era complicado y aún estaba acostumbrándose. Si Lorfig no le hubiese donado sus conocimientos le seria prácticamente imposible lograr controlar el arnés.

Aún estaba conmocionado por la cantidad de conocimientos nuevos que había adquirido en tan poco tiempo y se encontraba perdiéndose de tanto en tanto en su propia mente. Tenía una infinidad de cosas nuevas por probar y solo había sido capaz de poner una en practica: una nuevo mantenimiento para su armadura que prometía aumentar el rendimiento de esta. También había acabado por cambiar su ya maltrecha espada de energía por una hacha de energía.

Echó a un lado sus divagaciones una vez que entró al campamento de los hereticos e hizo una mueca:

-Este lugar apesta, acabemos con esto lo antes posible.

La acción combinada de Deuteros y Jaden localizó el centro del campamento donde estaría, supuestamente, el líder de aquel lugar, o al menos, algún lugarteniente en caso de que estuviera en el frente, pero sabiendo que tenía un fragmento de la esfera, era fácil imaginarse que estarían tratando de obtener algo de la esfera.

Los marines avanzaron por el campamento hasta llegar al punto indicado, y allí estaban... solo se escuchó la voz de Estelios y de un par de marines traidores, el edificio que había al lado de los marines, que les servía de abrigo y ocultación. Estaban ciegos y era difícil determinar el orden de actuación.

Deuteros hizo un gesto a Numaios para que se adelantase y reconociese el terreno, ya que probablemente entrasen en combate nada más salir del pasillo, y en caso de existir coberturas, sería bueno conocerlo de antemano. Mientras saco el rifle de fusión, listo ya para repeler las fuerzas heréticas que sin duda atraerían en cuanto se comenzase a abrir fuego.