Partida Rol por web

- No, no lo es. Él solo nos mandó a comprobar algo que ya se vió que era un rumor y a asegurarse que yo volviese de una pieza y esto, esto no está en sus planes. - Dije señalando aquel lugar. - Y te aseguro que ahora mismo debe estar caminando como un león enjaulado mientras espera nuestra llegada o al menos nuestras noticias. ¿Tanto nos hubiese costado mandarle un mensaje diciéndole que íbamos a seguir otro rastro? - Me quejé pero esta vez era más como una niña pequeña que no lograba salirse con la suya.

Sabía que como sacerdotisa de Seyran debía erradicar el mal allá donde lo encontrase, pero seguía sin fiarme de que aquellas dos... cosas, no intentasen comernos mientras descansábamos. Además, todo me sonaba a engaño.

- Creo que nunca estaremos de acuerdo en nada Crodos. Cuando conocimos a Mitil tu desconfiabas y yo confiaba en él y todo salió bien... no como estaba planeado pero no nos podemos quejar... ahora que no me fío de seres que se alimentan de carroña, eres tú quien confía en ellos. Espero que cuando dejen de mí solamente mi armadura, seas capaz de mirar a Mitil a los ojos y decirle que me pasó y de quien fue la culpa. - Le fui diciendo mientras me dejaba llevar y acababa trepando por la dichosa cuerda apareciendo en otro lugar en apariencia más seguro.

Y decía en apariencia, porque ellos eran cuatro y aunque heridos, ignorábamos hasta que punto aún les quedaba poder. Bien podrían esperar a que Crodos les sanase,  recuperar su magia y atacarnos sin miramientos. Lo que no hubiesen sacado de aquel lugar, lo cogerían de nuestros cuerpos y dejando nuestros cadáveres ahí arriba, jamás darían con nosotros y lo peor es que jamás volvería con mi amado y este no sabría que me habría pasado y su hermana aprovecharía el momento para sembrar la semilla de la duda en él, si no lo estaba haciendo ya...

- Extraño lugar... - Dijo Questin caminando de un lado a otro de espacio interdimensional.

Y en efecto era un lugar extraño. Se trataba de un cubículo aparentemente rectangular, cuyas paredes eran blancas y opacas y no dejaban ver nada hacia el exterior y no obstante, antes de subir a través de la cuerda, no podían divisar de forma alguna que aquel lugar en efecto, estaba allí. De hecho, ni tocarlo podían, pues el único contacto que tenía el espacio con el plano material en el que se encontraban era a través de la cuerda por la que habían accedido a él. No obstante, si había una forma de saber que era lo que estaba sucediendo del otro lado, pues había una ventana orientada hacia el templo, desde la cual se podía observar el plano material y aunque uno se asomase a través de la misma, no podía ser visto por nadie desde el exterior.

- Dormiré... - Declaró el mediano de pocas palabras.

Acto seguido se situó en un de las esquinas de aquel lugar dejando su equipaje en el suelo y deshaciéndose de su armadura y sus armas. Sacó un saco de dormir y se metió en el interior dándoles la espalda al resto. Momentos después ya dormía profundamente y hasta empezó a roncar.

- Aquí vais a estar seguros. - Explicó el arcano. - Nadie podrá vernos desde el exterior y ni los conjuros de adivinación podrán revelar nuestra posición, salvo que... - Ladeó la cabeza. - Salvo que esos conjuros sean tan poderosos que puedan viajar a través de los planos. - Alzó los hombros. - No obstante y aunque tienen lanzadores de conjuros, no creo que esos gnolls estén en disposición de poder conjurar de forma tan poderosa. 

Al igual que Questin, Redrick buscó un lugar donde sentarse. Él no iba a dormir, no todavía, pues prefería estudiar su tomo arcano para recuperar los conjuros que había gastado durante el día anterior. Dejó su equipaje en un lado y sacó aquel grueso grimorio y lo abrió por una página aparentemente al azar. Sin embargo, cuando parecía que iba a imbuirse en la lectura y el estudio de la magia, se giró de nuevo hacia Akta y Crodos y se dirigió a ellos.

- Sé que estas criaturas... - Señaló con la mirada a los seres con apariencia de insecto. - Pueden parecer hostiles y seguramente lo serían en muchas circunstancias, sobre todo el thri-kreen, pero han salvado mi vida. - Afirmó rotundamente. - Me liberaron de mis captores y gracias a que tenemos un objetivo en común, hemos decidido colaborar. - Miró fijamente a Akta, quien era de todos, quien parecía menos dispuesta a aceptar la situación actual. - Unamos fuerzas por una vez en pos de un fin mayor. - Le pidió justo antes de ponerse de nuevo con su lectura.

Crdos se sentó en el suelo blanco de aquel blanco lugar. Era un lugar realmente extraño, y había entrado con muchas reservas, pero poco a poco se hacía evidente que era seguro. No obstante, era Akta la que se llevaba su atención.

​​​​​— Akta, si de tí solo queda tu armadura, tened por seguro que de mí no quedará ni el alma, pues la habré entregado para protegerte como así juré hacer. — dijo solemne y agarrando su mano reacia, guantelete apretando guantelete — Esto es lo correcto. No confiéis en ellos, pero confiad en mí, por favor.

Se giró hacia Redrick y los otros dos insectos, grande y pequeño.

— Contadnos, pues, a qué fuerzas nos enfrentaremos en esas cuevas. Cuántos son, qué disposición tiene el terreno, armamento y otros medios mágicos que puedan contrariarnos.

El lugar tenía aspecto de ser una caja, solo que completamente blanca, salvo por la ventana desde la cual se podía ver el templo. Era un lugar diferente, eso había que concedérselo, y transmitía una calma extraña, inesperadamente agradable. Pero no dejaba de ser un refugio.

Me acerqué a echarle un vistazo al templo y después me volví hacia los demás. Aquel muchacho seguía hablando de las amenazas del templo y Crodos ya había tomado una decisión respecto a su intención de entrar, así que aunque fuese solo por arrastre, sabía que todos íbamos a ir con él.

-Está bien, entonces tendremos que ir, aunque solo sea para que el bueno de Crodos tenga un reposo tranquilo. No podría comer sabiendo que hay mal en el interior y él no ha hecho nada para combatirlo -dije, haciendo gestos ostensibles con la cabeza al hablar del "mal", en tono de burla, no muy en serio, pero lo suficiente como para quitarle importancia -. ¿Qué es lo peor que podría ocurrirnos? ¿Morir? Bueno, eso es algo que puede sucedernos cualquier día así que tampoco hay que obsesionarse demasiado.

Cuando llegué junto a Crodos, me dejé caer en el suelo.

-Así que como dice Crodos, venga, desembucha. ¿Qué hay allí dentro?

Mitil, Mitil, Mitil... el nombre martillea una y otra vez mi cabeza como el molesto repiqueteo de la lluvia sobre una coraza abandonada en el bosque. Es una forma de tormento muy sutil pero efectivo que me da ganas de ponerme a gritar: MITIIIIIIIIIILLL.

Pero no lo hago, claro. Soy muy resistente a la tortura psicológica y lo que me sorprende es que los demás también lo sean. Vaya, menudo descubrimiento. Igual sí que tenemos una posibilidad de vencer a los gnolls después de todo. O de torturarlos hasta ellos mismos decidan marcharse para no escuchar el incesante goteo en su cabeza.

Estoy a punto de asomarme a la ventana para probar mi teoría repitiendo "mitil-mitil-mitil-mitil..." a toda velocidad hasta volverles locos a todos cuando veo que Redrick se pone en marcha. ¡Menudo aguafiestas!

Como no quiero quedarme rezagado, ni tampoco darles la espalda, me elevo de nuevo por encima de sus cabezas "para vigilar por si hay más hombres-hiena ahí alante". Escucharles jadear subiendo colina arriba con sus pesadas armaduras es para mí un sonido mucho más agradable que toda su cháchara absurda sobre confianza y desconfianza. ¿A quién le importa la confianza cuando un maligno elemental gigante va a convertir el mundo en cenizas?

Asisto con algo de aburrida somnolencia al truco de ilusionista barato de animar una cuerda pero mi sorpresa es genuina cuando veo al mago desaparecer al final de la misma.

—¡Wala! ¡Qué bueno! —aplaudo con auténtica admiración, que todavía crece más cuando el paladín con cara de tristón desaparece también.

Estoy tentado a fingir que subo detrás de ellos y hacerme invisible para no entrar ahí. Dondequiera que sea "ahí". Pero me genera tanta curiosidad que termino subiendo aunque solo sea para descubrir a dónde lleva esa cuerda misteriosa.

El luminoso y reducido habitáculo hace que comprenda finalmente el obsesivo interés de los desconocidos por la confianza. Así que a esto se referían, a dormir a pierna suelta al lado de un grupo de gigantes indeseables cuyos ronquidos van a competir con el horror de la palabra "Mitil"...

Creo que yo acabaré durmiendo fuera, pero eso no significa que no esté dispuesto a tratar de demostrarles mi buena fe una vez más ofreciéndoles un poco de charla entretenida:

—Ahí dentro había un montón de hombres-hiena —intento contarlos con mis garritas pero pierdo la cuenta rápidamente. O finjo hacerlo—. Hemos matado a una docena de ellos, quizá más. A Kratztx... como se llame mi amigo insecto, se le da genial matarlos. Y a Questin también, ahí donde le veis. Pero una cosa es matarlos de dos en dos o de tres en tres cuando saltan por las ventanas y otra entrar ahí dentro y dejar que te rodeen. Para mí no es un problema, claro, pero para la gente corriente...

»Tienen algunos bastardos realmente duros ahí dentro, de los que partirían una vaca por la mitad de un solo hachazo. Y por lo menos un brujo. Casi lo mato y se ha quedado tuerto, como el elemental, pero no se quería terminar de morir el muy canalla y como el resto de mis amigos han preferido huir pues no les he querido dejar en evidencia matándolos a todos yo solo. No me gusta presumir, palabra de Glÿnmaer. Yo diría que el trabajo más difícil ya lo hemos hecho nosotros, si no fuera porque había unas cuantas puertas cerradas y no sabemos qué nos espera detrás. Pero seguro que a vosotros no os da miedo lo desconocido y seguro que a Mitil le encantaría estar aquí y se morirá de envidia cuando le contéis todo lo que habéis hecho sin él.

Al parecer la voluntad de Crodos primaba sobre la de las otras dos hembras, empujando al trío a combinar fuerza con el grupo del insectoide.

Krath-tk aún lamentaba no haber podido matar a Xaod pero, los cielos le ofrecían otra oportunidad  solo que esta vez era mucho más difícil, a diferencia del anciano senil quien estaba solo y loco, el paladín Crodos y la celestial Akta formaban un grupo junto a Lerissa quienes al parecer tenían lazos muy estrechos, cómo para que la muerte de uno de ellos quedará impune, a parte se veían igual de fuertes o incluso más que el mismo Xaod. Debía ser paciente y esperar el momento idóneo, mientras tanto aquellos gnolls pagarían por su descontento.

Caminaron a lo alto de una colina en un silencio sepulcral, hasta que Redrick saco su enorme grimorio y empezó a recitar unas cuantas palabras, en cuanto terminó una cuerda se erguia sobre los matorrales quedando totalmente perpendicular a la tierra. Uno a uno fueron subiendo y desapareciendo quedando solo el imperceptible aplauso de la polilla quien al final termina subiendo también, al verse solo decide subir también lleno de curiosidad de saber a dónde los llevaba aquella cuerda.

Aquella pequeña habitación por segura que fuera, no era lo suyo, se sentía incómodo estando tan cerca unos de otros pero decidió quedarse, no porque necesitase dormir, si no que quería evaluar a los recién llegados, así que se dirige a unas de las esquinas arrecostando su cuerpo mientras escuchaba lo que decían, mas no participo en la conversión.

Crodos asintió a Lerissa y, con gesto de solemne hermandad, profundo agradecimiento y mayor alivio porque Akta ya no tenía más remedio que aceptar aunque persistieran sus protestas durante todo el combate y más allá, puso una mano en su hombro.

— Gracias, Lerissa, pues verdad es que me costaría hasta comer sabiendo que el mal aquí ha quedado sin purgar.

Luego se sentó por allí como pudo a escuchar al insecto pequeño hablar, sin perder mucho de vista al insecto grande. Esos ojos sin párpados parecían estar fijos en los tres de su grupo y resultaban algo inquietantes. ¿Cómo se interpreta la mirada de una langosta?

— ¿No te gusta presumir matándolos a todos tú solo, Glÿnmaer? — preguntó clavándole una mirada gélida. — Ya veo... Bien, cabe esperar entonces que el trabajo difícil aún esté por hacer. Confío en que cuando estemos ahí dentro pongas esa "humildad" tuya a un lado y hagas lo que debas hacer.

- Como dice la polilla, son duros. - Comentó el mediano. - Si no les asesinamos a traición, no saldremos vivos... - Dijo con la mirada clavada en el infinito a la vez que sacaba una daga y la esgrimía hacia abajo realizando un movimiento de apuñalamiento. - Creo que... iré a inspeccionar la zona. - Declaró sus intenciones hacia Redrick. - Puedo ser invisible si me lo propongo. 

- Por mi bien. - Le respondió al mediano. - Pero me preocupa que vayas solo. - Miró a Lerissa de reojo. - Creo que tú podrías ayudarle. - Sugirió. 

Sin más volvió a su lectura. Necesitaba concentrarse y con tanta charla a su alrededor, no lo estaba logrando.

Miré a Crodos y asentí cuando me dio las gracias. Estaba claro que sí o sí ya estaba tomada la decisión, tal y como decía. Akta quizás no estaba convencida completamente, pero me acerqué y coloqué una mano sobre su hombro.

-No te desanimes. Mejor regresar con una victoria completa.

Cuando después indicaron que quizás debía acompañar alguien a ese mediano, volví los ojos hacia arriba. Por lo visto tenía que hacer de niñera.

-Pues entonces iré. Mejor eso que estar aquí sin hacer nada -comenté -. No puedo ser invisible pero si veo a alguien sí que puedo golpearle.

Me puse entonces en pie y me preparé para volver a la superficie y abandonar aquel lugar mágico.

Ambos al salir del espacio interdimensional y comenzar a descender la colina, agazapados entre las hierbas altas, fueron testigos de como varias patrullas de gnolls estaban vigilando las inmediaciones, lo cual sin duda dificultaría su labor de pasar inadvertidos. Al menos ya se habían alejado lo suficiente del lugar de reposo de sus compañeros, como para que si eran descubiertos, no los pusieran en peligro.

- Sígueme... - Le murmuró el mediano. - Si puedes. - Añadió con una risita maliciosa.

Si bien Questin no se hizo invisible, si que Lerrisa pudo comprobar con asombro que quizás por su pequeño tamaño o simplemente por su gran habilidad, aquel mediano era realmente bueno pasando desapercibido. La idea de aquel mediano no era otra que la de rodear la muralla en busca de algún punto flaco por el que asaltarla y eso fue lo que empezó a hacer. 

El peligro estaba por doquier, por lo que si quería salir con vida de aquella, debía ser por lo menos la mitad de silenciosa que su inesperado compañero y debía abrir bien los ojos, pues cuanto antes encontraran lo que buscaban, antes podrían regresar a la seguridad del espacio interdimensional de Redrick.

— Lerissa, ten mucho cuidado. — dijo a la tiefling. A pesar de su naturaleza intrínsecamente malvada, el paladín creía seguir viendo un ápice de luz en ella y aún no había perdido la esperanza de que su alma tuviera salvación. Por supuesto, ya no le decía nada al respecto, pues no quería que le partiese la nariz de un puñetazo, pero la intranquilidad de ver a su compañera en peligro le atenazó las entrañas. Conforme ellos se levantaban, así lo hizo Crodos, dispuesto a bajar con ellos por la cuerda. — No puedo quedarme aquí sentado mientras arriesgáis vuestra piel. Esperaré junto a este refugio, y si lo requerís hacedme una señal y acudiremos al auxilio con presteza.

- Esto no es asunto de Mitil. - Dije mirando a la polilla que se mantenía lejos de mi alcance. - Y no debería ser nuestro tampoco. - No cuando aquellos que estaban allí lo deseaban tanto. Seguía sin fiarme de ellos, sobre todo de aquel insecto grande con sus chuchillas en los brazos. El otro me parecía cada vez más un adulador y un pelota, además de no conocer la palabra humildad.

- De haber sido realidad la misión a la que nos encomendó Mitil, hubiese ganado un emplazamiento más y nosotros y punto cercano para Seyran. Pero esto está demasiado lejos para poderlo controlar desde la base de Mitil. Lo podremos limpiar, mi buen Crodos, restablecer a Seyran  y luego abandonarlo hasta que lleguen quienes se quieran establecer aquí, pues sabéis que mi hogar ahora es otro. - Le dije al paladín antes de que los demás deseasen salir tan apresuradamente. - Y no, Mitil no sentiría envidia alguna por estar aquí, pero vos y vuestros amigos sentirían terror, pues a él no le engañaríais como a mi buen Crodos y vuestras cabezas rodarían antes de que entrásemos a purgar el lugar. Pues ese sería el trato final con él. Así pues, tenéis suerte de que no esté aquí.

Poco a poco se fueron recostando, pude ver a Crodos agradecer a la tiefling su apoyo y su ayuda y como esta optó por salir al exterior a ponerse en peligro sola, sin que los supuestos heridos se curasen ni descansasen. Yo no entendía nada, salvo dos cosas: que nos estaban engañanado y que no eran de fiar.

Y vi como Crodos no opinaba igual y se retiraba la armadura para descansar y quise maldecirle una y mil veces por confiado y estúpido. Así que me acerqué a su lado y me acosté junto a él, con mi espada en mis manos y mi mochila de almohada. - ¿Por qué no... - Me acerqué tanto a su oído para que nadie me escuchase, que mis labios rozaban su oreja - ... lanzas ver el mal cuando Lerissa salga de aquí? Quizás sea por que son insectos y me dan asco, pero no me gustan... sobre todo el grande... el otro si fuese más humilde y menos liante, sería hasta adorable y me atrevería hasta achucharle... pero su compañero...

Y miré a Crodos a los ojos y recordé ese día en la taberna, cuando curó mis heridas y tuve que apartar la vista, porque sabía que si Mitil no hubiese entrado en nuestras vidas, quizás hubiese habido algo entre nosotros. Algo que no hubiese durado, pues cada uno opinaba de manera opuesta. Él veía el mal encarnado en Mitil y yo veía a un hombre que sufría bajo esa dureza en el rostro. Ahora yo veía el mal en aquellas criaturas y él, estaba dispuesto a descansar sin su armadura con ellos como si nada...

Él descansaría bien, yo me atendría a los rezos a mi dios y a velar por mi compañero y proteger su dulce sueño. Al menos que uno estuviese despierto si optaban por atacar en aquel pedazo de espacio invisible a ojos de los demás.

Salimos de aquel lugar y seguí al mediano colina abajo. Al ver que se agachaba, intentando ocultarse, le imité. Las hierbas altas dificultaban que fuésemos vistos y antes de que pudiera preguntar por qué, me fijé en un grupo de esos gnolls, eso debían ser, que vigilaban los alrededores del templo.

-Vaya -gruñí, mientras me agachaba todavía más. 

El mediano se mostraba demasiado seguro de sí mismo, pero al ver como se deslizaba entre las hienas me di cuenta de por qué. Era todo un especialista.

-Maldita sea. Tenía que haberme quedado descansando -protesté, antes de seguirle.

Si nos descubrían, lo pasaríamos mal y si había algo que no debía hacer era dirigirlos hacia los demás, así que comencé a buscar posibles rutas alternativas para salir huyendo, de ser necesario.

No había una sola brecha en el muro. Algunas zonas del mismo parecían haber sido remendadas recientemente posiblemente y aunque pareciera imposible, por los mismos gnolls que ahora habitaban el lugar. Fuera como fuera, a Questin no pareció preocuparle y siguió buscando y ambos pasaron ocultos entre las hierbas altas sin que las patrullas de hombres-hiena dieran con ellos. Por el camino fueron encontrando muchos restos de los terribles sucesos del pasado. Calaveras, huesos humanoides y armas oxidadas y trozos de ropa harapienta y enganchada a viejos restos humanos o entre la maleza, abundaban por doquier.

Finalmente llegaron a la zona trasera de la muralla del templo y a unos cien metros de allí, localizaron lo que parecía ser un manantial descendiendo un pequeño desnivel y oculto a la parte trasera del templo. Aunque nada parecía tener que ver con el complejo del templo, el mediano le hizo un gesto a Lerissa para que le siguiera en dicha dirección y ambos, todavía agazapados llegaron hasta allí tras descolgarse por el desnivel.

La zona del manantial era realmente bella y no podían creer que un lugar como aquel estuviera tan cerca del horrible templo. Hasta un zorrillo se permitió el lujo de acercarse al manantial para beber algo de agua fresca y al ver llegar a las dos figuras bípedas, que no obstante se arrastraban como culebras, salió corriendo a toda prisa. Una vez solos y sin estar a la vista de las patrullas, Himmble finalmente se relajó.

- Curioso lugar éste. - Dijo el mediano.

Acto seguido se puso a husmear por la zona. Examinó la pared rocosa que tenía frente a él, de la cual descendía una cascada que acababa en un estanque de agua clara. Aprovechó entonces para beber y llenar su cantimplora. Fue entonces cuando pareció percatarse de algo.

- Bajo la cascada hay una cueva... - Dijo y sin más bordeó el estanque hasta la pared vertical y pasó bajo la cascada hacia el interior de dicha caverna. - Hay un túnel... va en dirección al templo. - Comentó sonriente. - No me extrañaría que conectase con algún lugar en el interior del recinto. - Sonrió ante su descibrimiento.

Conseguimos pasar ocultos tras las altas hierbas sin que nadie nos viese ni reparase en nuestra presencia. Parecía increíble, puesto que no eran precisamente pocos los gnolls que protegían, ahora, la entrada al templo. Al verlos, entendía mejor que nunca que hubiesen salido huyendo; quedarse habría sido un completo suicidio.

Mientras avanzábamos, observé con curiosidad como aquel lugar era un lugar de muerte; todos los restos que se acumulaban a su alrededor, transmitían el mensaje de que quien se acercase, lo haría para morir, a no ser, suponía, que formase parte activa de la secta.

No podía entender que alguien lo hiciera, pero para gustos, colores.

Cuando llegamos a la parte de atrás, todo estaba mucho más tranquilo. Había una especie de manantial y al verlo, el mediano me indicó que lo siguiese hasta allí.

Era un lugar ciertamente hermoso, comparado sobre todo con todo lo que habíamos visto en nuestro camino y por supuesto, la lóbrega entrada. El mediano pareció tranquilizarse y adoptar una manera más segura.

-Supongo que sí -le respondí escuetamente, mientras observaba todo el lugar en busca de cualquier cosa que me llamase la atención. Vi como llenaba su cantimplora y yo me acerqué a beber un poco de la orilla, cuando entonces me advirtió acerca de la cueva.

-Es una buena deducción. Sin duda, el mejor camino para entrar. El problema es que hay que pasar por delante de las patrullas, lo cual no es muy buena idea. Si alguno de nosotros fuese visto, nos descubrirían a todos. Si pudiésemos crear alguna distracción, sería posible traerlos.

- O podemos dar un rodeo. - Comentó alzando la vista. - Aunque no se si es posible. - Añadió. - Hay muchas patrullas y no se hasta donde llegarán. - Explicó. - Podemos hablar con Redrick. - Propuso y se quedó unos instantes callado. - ¿Regresamos entonces?

Miré al mediano, pensativa. Dar un rodeo entraba dentro de las posibilidades, pero como bien decía, no sabíamos hasta dónde llegaba.

-No, todavía no. Además, puede que las patrullas se cansen. Quizás esta noche podamos entrar sin ser vistos. Lo mejor será que inspeccionemos esa cueva antes para asegurarnos de que lleva al interior y ver exactamente a donde da. Una vez lo sepamos con seguridad, yo esperaría a ver si las patrullas se retiran.

Esperaba en todo caso que los demás no se impacientaran y esperaran a que regresáramos.