Partida Rol por web

De una de las aperturas en el suelo de las que Skarus amenazó que saldrían sus criaturas, aparece exactamente lo contrario. ¡Caballeros Jedi!. Y Pher y Danko que no tienen muy claro todavía lo que son.

Pher, Danko, Mus, Desna y Efíatres emergen a una enorme sala, una bóveda subterranea de la cual deducen que era el salón del trono de Skarus, donde pueden ver lo que parecía un gigantesco árbol en el centro de la misma que ahora mismo arde consumido con una extraña luz azul, en el suelo hay varios cadáveres de soldados. Y en un lateral dos vehículos mineros que al parecer han entrado en el lugar a través de la pared.

Y los esforzados jedi también llegan a contemplar como varios sith escapan por la única entrada. Entre ellos reconocen a Krona, Mudir y una mujer y un alienígena a los que no llegan a identificar.

En otro lado de la sala, hay dos vehículos mineros, uno de los cuales se pone en marcha y emieza a excavar en un lado de la sala, desapareciendo de la vista en seguida. Pher puede sentir que en aquel vehículo se encuentra Lia, y se la imagina escapando del lugar con su sempiterna sonrisa en la cara.

Podrían intentar alcanzar a sus enemigos... si no se estuviera derrumbando toda la cúpula, enormes explosiones sacuden el complejo y bloques de piedra caen entre los dos grupos...

Consigues concentrarte y empezar a pilotar el vehículo hacia la superficie, perforando capas de piedra o niveles subterráneos, una vez más no te importa trabajar sola. Ahora debes tratar de llegar a la nave... antes de que la República y el general Koff llegue.

Sentis claramente como Efiatres se comunica mentalmente con Dubber.-Esto se está derrumbando... Largaros por los túneles.-

Entre los que huyen por el pasillo podéis ver a vuestro excompañero Krona, al que por una vez veis con un sable de luz índigo en la mano y no con un rifle bláster, su pelo largo ha sufrido alguna quemadura y su mono parece lleno de carbonilla, pero no le veis ninguna herida sino una cara más determinda que nunca.

Llega hasta el final del pasillo que sale de la sala, donde contempláis los restos de un turbo ascensor, pero él se mete por el hueco, saca una pistola de ascensión y mirándoos desde el otro extremo del pasillo mientras dispara hacia arriba dice.

-Creo que vuestros maestros no van a estar muy contentos con vosotros.- Y luego se pierde cuando la pistola recupera la cuerda y se lo lleva.-Nos vemos arriba Mudir.-Añade mientras se va sin un atisbo de ironía.

La mujer que acompaña a Mudir saca su propia pistola de ascensión y mira a su compañero.

-Agarrate, pero como te vuelvas a sujetar de donde yo me se, te corto las manos después.- Y dispara hacia arriba siguiendo a Krona.

Mudir miró a los Jedi. Parece que habían acabado por fin con sus enemigos. Mientras ellos mataban esbirros, los sith se habían encargado de Skarus. Sonrió a Murbella.

- Algún día nos veremos a solas - gritó - ese día, el día que no te comportes como un cobarde y lleves a toda la chusma detrás, aclararemos nuestras diferencias. - iba dirigido a todos y a nadie en particular. Más bien lo decía para que cada persona pensara si darse por aludido o no. Los Jedi eran así, cobardes, no tenían un ápice de honor, y siempre tenían que luchar 7 contra 1 para poder vencer sus batallas. Putos cobardes...

Después se agarró a Murbella.

 - Vamos, Murbella, no te me vas a hacer ahora la dura - dijo agarrando de dónde podía sin pensar ni importarle si era cintura, pecho, trasero - Vámonos de aqui de una vez.

Cuando vió que ninguno de sus compañeros le hacía caso, Lia se encogió de hombros y cerró la escotilla. Justo en ese momento, aparecieron en la sala Pher, Danko y otros Jedis. Tarde. Pensó la Twi´Lek mientras sonreía.

Luego, se sentó en el puesto del piloto y se abrochó los cinturones mientras ponía el vehículo en marcha. Aferrando los mandos con fuerza, dejó de controlar su dolor.  Un pinchazo le subió por el brazo y otro por el costado. Sin duda tenía el brazo roto y alguna que otra costilla. Lia, apretó los dientes y olvidó ese lacerante dolor. Concentrándose nuevamente en la Fuerza, la mujer tomó los mandos y sintió como se hacía uno con la conducción de la tuneladora. Sintiendo la Fuerza y guiánsdose en ella, la Twi´Lek condujo ese trasto a la entrada del hangar.

Concentrada en la Fuerza para llegar a su destino, Lia no quisó pensar en nada, ni en Danko, ni en Pher, ni siquiera en lo que hacían ellos con los Jedis. Solo veía en su mente la manera de conducir la tuneladora y llevarla lo más próxima posible al hangar.

Krona ya creia que se había librado de Mudir, pero al parecer entre sus esbirros había gente competente.

Unas veces se gana y otras se pierde. Pensó con una sonrisa en la cara.

En el fondo tambien esperaba que Lia lo consiguiera, aunque fuera muy en el fondo.

Lo que sí tenía claro es que esperaria lo justo y necezario, tal vez menos.

Se sentía raro desde esa parte del "espectáculo", pero la verdad era que la Fuerza le había mostrado un camino extraño, uno que debía recorrer pese a todo. Sus antiguos camaradas huían del lugar en ruinas, sus enemigos también... Era hora de largarse. Miró a Pher:

- Pher, es hora de largarnos, esto se viene abajo... ¿Algun plan? - Dijo con algo de impaciencia.

Recordó las palabras que había dicho Mudir, y recordó a su vez el entrenamiento en el viaje hasta este planeta... "Algún dia, Mudir, algún día... Cuando la Fuerza me guíe a mi destino" Se dijo.

La ascensión hacia el salón del trono de Skarus tan solo reveló mas destrucción. Todo el complejo amenazaba con venirse abajo. Grandes trozos de piedra caían por doquier permitiendo tan solo una pobre composición de lugar para los recién llegados.

Skarus había muerto y con él había desaparecido la energía que mantenía unido todo esto, quien sabe si esta destrucción se trasladaría al resto del planeta haciendo infructuosa su escapada. Los sith que en otra ocasión habían sido sus compañeros huían de forma desordenada. Muy probablemente este desorden era fruto de una decisión final, en la que unos intentaron traicionar a otros siguiendo sus instintos, sus deseos o las órdenes de sus maestros sith. Sin duda el grupo de los aprendices se había disuelto para siempre.

Las palabras de Mudir llegaron a Pher como un eco lejano. Si, quizá nos encontremos de nuevo, si la fuerza lodispone te presentaré batalla. ¿De donde nacía ese amargo odio de Mudir por todo lo que le rodeaba? ¿sería porque odiaba la deuda que debía tener conmigo por salvarle la vida en el templo jedi? ¿se odiaría a si mismo por tener honor?

Pher valoró la situación. Toda su vida había sido un experto en escapar, en sobrevivir, no debería ser complicado valorar las posibilidades y tomar la decisión más correcta. Pero ahora las cosas ya no eran tan fáciles, ahora tenía fines valiosos, y esos fines eran sus compañeros, sus vínculos. Hace unos meses se contentaba con escapar con vida, era fácil preocuparse de uno mismo, pero ahora tenía que preocuparse por muchos, sus cálculos tenían que ser precisos.

Espero que Dubber y los demás puedan alcanzar los túneles, si nosotros volvieramos abajo perderiamos un tiempo precioso y no saldriamos con vida. La única salida está en este nivel, hay que avanzar.

-"¡La perforadora!, ¡es nuestra mejor baza!" Gritó mientras se ponía a correr hacia el lugar donde hace unos instantes había desaparecido Lia.

Mientras corría pasaron por su mente imágenes que resumían sus vida de las últimas semanas, desde el comienzo cuando se entregó al lado oscuro y fue enviado a reunirse con los demás aprendices, la búsqueda en el templo jedi y el encuentro de Seren, el espíritu jedi del pasado. Los jedis en Kuat, el combate con Aleiza que casi le mata, las almas del cristal volviendo a la Fuerza. Ahora Pher había comenzado ha recorrer el sendero luminoso de la Fuerza, decidido a ser un velero en su flujo y dejandose llevar por el continuo devenir de la misma. Consciente de que su papel en esta historia aún no había llegado a su fin.

Los explosivos colocados por Skarus en su propio refugio, y activados por él mismo cuando se dio cuenta que sus heridas eran mortales van acabando su trabajo mientras los sith, que han cumplido la misión enviada por sus maestros de asesinarle, y los jedi, que trataban de que pagara por su genocidio y evitar otros, escapan cada uno como puede.

Krona sube hasta el hangar con su pistola de ascensión y corre a través del desierto lugar hasta salir fuera donde contempla aliviado la lanzadera Gamma, que se ha elevado y espera fuera, a su lado Merlon y los supervivientes del ataque al escudo planetario, tratando de que les dejen entrar.

Mudir, agarrado a Murbella, sube más lentamente. Selfeth les sigue, ya que también disponía de su propia pistola de ascensión.

Una vez han salido Mudir y Murbella, Nicola aproxima la nave y todos los esbirros, heridos y cansados, de los señores sith entran en la lanzadera mientras la enorme pirámide se colapsa detrás de ellos.

Justo cuando van a partir, del suelo justo debajo de la nave aparece un vehículo minero y Lia sonriente que se apunta al viaje de salida.

Que no va a ser fácil, el escudo ha caído y las naves de la República se acercan, ya se pueden ver los cazas...

Krona, el único superviviente con ciertas habilidades de pilotaje entre los sith se pone a los mandos de la nave e ignora los contínuos comentarios sarcásticos de Mudir mientras traza un curso hacia el ecuador del planeta. Nicola le cede gustosamente los mandos, ya que ella tiene habilidades de pilotaje bastante pobres. En una esquina de la cabina de mandos pueden contemplar a su rehén, la mujer que sus maestros les han enviado a secuestrar.

Los escudos de la lanzadera son fuertes y aguantan el viaje hasta la superficie, hostigados por los cazas de la República y sólo porque los honrados pilotos se niegan a volatilizar una nave con un rehén a bordo y tratan de inutilizarla con cañones iónicos y disparos a los motores, una vez en órbita reciben el refuerzo de tres cañoneras del ejército de los señores, que saltan a la ayuda del comando y duran aproximadamente dos minutos estándar enteras cuando tres escuadrones de cazas X las transforman metódicamente en chatarra volante con torpedos de protones.

Pero cumplen su propósito, y aunque dos no logran entrar en el Hiperspacio y revientan en pedazos, la otra, junto con la lanzadera, salta hasta el punto de reunión con los señores, donde los sith entregan a Nadia y se disponen a recibir su merecida recompensa.

Por su parte Desna, Efiatres, Mus y Danko corren hacia la tuneladora. Y es afortunado que lo hagan porque toneladas de piedras y arena sepultan la cúpula en la que estaban. Dejándolos enterrados en el vehículo. Preparado para resistir precisamente esas presiones. Los cuatro en un minúsculo habitáculo concebido para dos personas.

Pero cuando se van a poner a los mandos para salir, algo les escama, la Fuerza les avisa de un peligro y se dan cuenta que los controles están conectados a unos explosivos, un método antirrobo bastante radical y sin las claves no pueden poner el vehículo en marcha...

Efiatres y Desna enseñan a Pher y Danko a ponerse en Trance de hibernación y allí esperan a la Republica, varios días después abren los ojos cuando son rescatados por Dubber, Stellos y Amelia, que lograron escapar por los túneles. Gracias a que éstos no estaban llenos de explosivos como el resto del complejo.

La República se ha encargado de los restos de las tropas de Skarus y libera a millones de personas de los campos de exterminio a los que les había destinado Skarus, en los que les iban a incinerar vivos por motivos bastante esotéricos, y los investigadores van reconstruyendo la historia de éste siniestro personaje y del planeta. 

Efíatres y Desna hablan con Pher para ofrecerle nuevas vías de entrenamiento en el cuartel general de la Orden, el Templo Jedi, sin embargo con Danko son más firmes y es "vigilado intensamente" hasta que tenga una entrevista con varios maestros del consejo. Porque no piensan dejar que un usuario del Lado Oscuro escape, si pueden evitarlo.