Partida Rol por web

Escapasteis del puerto aprovechando el caos.

Pero lo que se agitó Yartar durante los días siguientes fue un gran revuelo como nunca se había visto. El que iba ser proclamado Barón de Aguas próximamente había sido asesinado junto con varios VIPs de la ciudad. Se hablaba de rivalidad, de que la actual Baronesa había despachado a su máximo rival, de traición en el propio equipo de Drylund, del robo del siglo por parte de unos asaltantes y todo tipo de conspiraciones.

Sea lo que fuera, la gente mas influyente de esa ciudad había visto vuestras caras y en cuestión de días ibais a ser lo mas buscados de Yartar.

Sin perder tiempo Ajo se encaminó cargando con Weevil hacia el escondite de los Arpistas. Había que llegar a Mirabar lo antes posible para entregar el paquete y cobrar la recompensa.

Tassae trotaba unos pasos por detrás del grupo como era habitual, aunque en esta ocasión no era tanto por la longitud de sus piernas como por el hecho de que iba examinando la máscara que habían quitado a aquella mujer extraña. Sabía que podía cambiarse de forma, pero no tenía muy claro como. Finalmente, se dio cuenta de que se estaba quedando atrás y se la colocó para ir más rápido. Habían sobrevivido a una situación más que complicada y parecía que la cosa iba a peor... En aquel momento le hubiese gustado que su tío Aurelius estuviese allí para animarla a liarla, ya que era la mejor forma en la que le salían las cosas. Pero Felgolos no estaba y no sabía donde, solo sabía que estaba en problemas. Por mucho que Ajo insistiese en que estaba bien, la gnoma no podía evitar preocuparse por el despistado dragón cobrizo. Tenía que averiguar donde estaba.

—Deberíamos ir donde el padre de Amy, seguro que sabe como podemos llegar a esas islas... Y tenemos que encontrar a mi tío, temo que le haya pasado algo grave de verdad—.la voz de Tassae sonaba triste... pero algo más. Y es que inadvertidamente había activado la máscara y al concentrarse en su tío había tomado su forma. Ahora Aurelius caminaba con el grupo...

- Las cosas por orden. Primero, entregar la patata caliente. No quiero que se vuelva a escapar como la última vez. Vale lo que el bastón ese que queríais para Musgo – contestó sin volverse a mirar a Tassae.

—Estoy con Ajo, primero hay que poner a Weevil a buen recaudo antes de que se nos escape otra vez, que es un tipo de lo más escurridizo. Y si con lo que nos den por él le podemos comprar a nuestro archidruida el bastón que él quiera, mejor que mejor. ¡Será por bastones! Izztyl se merece eso y mucho más.

»Con estos círculos de teletransporte tan útiles de los Arpistas nos llevará solo un momento, ya lo veréis, y después podremos ir a buscar a tu tío, Tassae. ¿No te dio ninguna pista sobre dónde podrías encontrarle o cómo comunicarte con él? Está claro que es un gnomo muy despistado... Por cierto, ¿quién es Amy?

- Bastones... éste no está mal, pero debo confesaros que no es el mejor que he tenido.

Recuerdo con cariño mi cetro de la pitón, oh ese si fue un buen compañero de viaje.

Miro el truco de la máscara de Tassae y sonrío a pesa de su expresión apesadumbrada.

- Conozco un truco para encontrar a tu tío, pero es necesario un caparazón de kuo-toa o un espejo de obsidiana.

Me encojo de hombros.

- Serviría para cualquier ser que hayamos conocido. También podemos tratar de espiar a Imrith o localizar el castillo de Zephiros.

—Sí, sí. No hay problema en entregar al enano primero. Nos queda cerca...— Tassae seguía sin darse cuenta de que su voz sonaba diferente, ya que estaba muy ocupada rascándose unas escamas en sitios nuevos. Cierto era que de vez en cuando le salían escamas nuevas, pero normalmente empezaban poquito a poco, ahora había sido de golpe ¡Y mira que eran duras! Notaba también el cuerpo más pesado, seguramente por la paliza que le habían pegado y es que a pesar de las curaciones ser atravesada por espadas hasta caer era agotador... No sabía como lo aguantaba Izztyl a diario— Vaya, entonces no podemos buscar a Sansuri, que seguro que tiene que ver con su desaparición...Pero si podemos localizarlo a él... ¿No habría ningún espejito de esos entre las cosas que os regalaron los nobles?

La gnoma, o mejor dicho, el gnomo, habló ahora a Thoras

—Pues Amy es el señor este que encontramos donde Kayathalitica. ¿No lo recuerdas? Nos acompañó al volcán a resucitarte.

Dicho así, parecía una historia rocambolesca, pero lo cierto es que era una de las actividades más normales que habían hecho los buscatrufas

—¡Ah, sí, ya me acuerdo! El tipo este tan serio que parecía que le habían metido un palo por el culo. El que fuimos a buscar donde estaban los gigantes de piedra... —un involuntario escalofrío me recorre desde el cuerno de mi hocico hasta la punta de mi cola y me obligo a no recordar lo que pasó allí—. Su padre era el viejo ese de Zymorven Hall con síndrome de diógenes que coleccionaba toda clase de armas y armaduras raras, ¿no? Pues igual tienes razón y estaría bien hacerle una visita por si quiere añadir a su colección este estoque tan original con empuñadura de pulpo.

Me guardo muy mucho de no hacer ningún comentario sobre que Tassae me parece ahora más vieja y con más... vello facial. La gnoma me da miedo y me temo que cualquier mención casual sobre su aspecto, especialmente si no es particularmente halagüeño, acabe en una bola de fuego que nos engulla a todos.

Ajo parecía escéptico a los poderes de Izztyl, pero no dijo nada; la magia no era su campo.

- Juanjo tenía un palo en el culo, pero debía ser buen tipo. Fíjate que a pesar de ser paladín aceptó a Musgo sin intentar atizarle ni una vez – encogiéndose de hombros y con un tono que denota que es una de las cosas más extrañas que ha visto en su vida.

- A lo mejor nos interesa vender ese estoque más discretamente, no vaya a ser que se piensen por ahí lo que no es y que se lo robamos a Drylon o que tuvimos algo que ver con su muerte. – la gente era solía pensar siempre lo peor y por saquear un cadáver ya se pensaban que tú eras quien lo había matado.

Tomasteis el teletransporte en dirección a la ciudad norteña.

Al llegar a Mirabar os encontrasteis un nuevo escenario de una guerra agónica contra los gigantes. No os costó demasiado descubrir que hace unos días habían sido atacados por un destacamento de Gigantes de Hielo que buscaban hacerse con los preciosos minerales de la ciudad. La ciudad pudo resistir este ataque seguramente gracias a los poderosos escuadrones de Guerreros Escudo que se formaban en ese lugar.

Aún así un cuarto de la ciudad había sido destruida y una gran sección de la muralla suroeste se había visto comprometida. Parte de la ciudad se había refugiado en la parte subterránea donde convivían ahora humanos y enanos. Pudisteis observar como se apresuraban a reparar los daños causados esperando ya otro ataque.

Si los gigantes se habían aventurado a atacar una ciudad como Mirabar es que las cosas empezaban a pintar realmente mal para las 'razas pequeñas'.

Aún así todo seguía en funcionamiento y no os costó reuniros en el Consejo de la Piedra Brillante, donde los sabios de Mirabar debatían acerca de lo ocurrido y sobre la logística de la guerra. Weevil era un viejo y conocido enemigo de la Guardia Real y con gusto recibieron la captura del enano traidor.

Las autoridades de Mirabar eran fieles a su palabra, aunque ese momento no era el mejor para desprenderse de 5000 monedas de oro de las arcas de la ciudad, aunque tal y como os dijeron reunirían hasta la ultima pieza de cobre si así lo requeríais. Lo que os ofrecieron como otra opción era su ayuda en forma de un poderoso escuadrón de enanos guerreros si en algún momento decidíais llevar la batalla hacia las puertas de los gigantes o el responsable de todo aquello.

Se rascó la barbilla pensativa. Fue entonces cuando se dio cuenta de que tenía barba. EL sobresalto de la gnoma fue de apenas unos segundos en los que le dio tiempo a pegar un bote y un grito que desde luego, hubiesen sido un problema. Después de unos segundos de confusión, mirando su reflejo en una daga, Tassae suspiró y disolvió el hechizo, volviendo a tener su apariencia habitual.

—¿Y no me decís nada?— se quedó unos segundos pensativa y llegó sola a la conclusión de que cosas más raras le habían visto hacer sus compañeros— Bueno, al menos ya sé como funciona... 

El paseo por Mirabar no fue precisamente agradable. No hacía tanto que habían abandonado aquella región pero ya estaba destruida. Claro, que cuando persiguieron a Weevil por la ciudad el ataque había empezado y ya había sido destrozada parte de ella... pero no así. Ante la propuesta de sustituir el dinero por un ejército, Tassae dudó.

 —El problema es que si no conseguimos nuestra misión no habrá ejercito que pueda detener la destrucción que viene— respondió la gnoma rascándose la cabeza y mirando a sus compañeros. Aquello sonaba bien, pero era una locura a poco que pensases. Al fin y al cabo, salvo Thoras, ninguno tenía mucha idea de estrategias de ejércitos y no habían comandado uno— Contábamos con ese dinero para conseguir suministros y objetos que nos ayuden en nuestro viaje... necesitamos un un caparazón de kuo-toa o un espejo de obsidiana, pociones, muchas pociones variadas y un bastón especial para nuestro compañero. Quizás si pudiesen darnos algunas cosas de esas aunque no llegase a las 5000 monedas podría beneficiarnos a todos...

Vuestro relato era cuanto menos fantasioso: haber derrotado al legendario Kraken de las profundidades que estaba aliado con la temible dragona Iymrith y tras rescatar a Hekaton Rey de los Gigantes, habíais recuperado el Trono del Wyvern en Malestrom. Cualquier otra persona os habría encerrado por demencia pero Krowen ya conocía vuestras hazañas desde hace tiempo por lo que no salía de su asombro.

El nuevo plan iba ser terminar de una vez por todas con Iymrith para acelerar la derrota de los lideres Gigantes insurgentes que seguramente habían sido instigados por ella misma. Para ello era muy importante que fuera lo antes posible, las noticias iban a volar y seguro que Iymrith aún tenía aliados en las Cortes de los Gigantes, por lo que cuanto antes atacaseis su guarida menos tiempo tendría para prepararse. Si teníais alguna opción había que ejecutarla ya.

— ¿En dos semanas? Estáis locos.. para tener alguna opción de victoria debemos atacar ya. En cinco días iniciaremos el ataque. Los Arpistas os daremos toda la ayuda necesaria para que os podáis reunir con vuestros aliados.

Lejos de haber terminado el conflicto las noticias que llegaban a vuestros oídos eran devastadoras: alentados por un último intento de apoderarse de la mayor parte de tierras, los gigantes habían lanzado distintas ofensivas en muchas partes de los Reinos Olvidados. Iba a ser necesario un fuerte golpe en la mesa para parar con ello, sino pasarían años hasta que el Rey Hekaton pudiera restablecer el Orden que se había roto.

Y así fue: Krowen y el resto de Arpistas os iban a ayudar para teletransportaros a cada uno de vosotros a los lugares indicados para poder reunir fuerzas y encontraros en cinco días a un punto seguro que ellos tendrían preparado, en el Desierto de Ascore donde se escondía la guarida.

Era el momento de separarse, las despedidas fueron cortas y rápidas. Os veríais en cinco días.

Zymorven Hall había sido asediada varias veces por los Gigantes de Fuego, por suerte solo por pequeños grupos por lo que habían conseguido repeler los ataques en todas las ocasiones, aunque el precio a pagar fue alto: en vidas y en parte del castillo destruido.

Así se lo encontró Ajo cuando llegó. Aún así fue recibido con todos los honores por Jaime y su padre Harthos, pues las noticias de las hazañas habían llegado hasta ahí. Atendieron a tus peticiones y aunque Lord Zymorven se negó enseguida ya que no podían dejar sin defensas el castillo, Jaime salió en tu defensa pues él sabía lo que había en juego y aún tenía una deuda de honor con vosotros.

— Está bien, mi hijo, el Príncipe Zymorven y sus mas aferrimos caballeros cabalgaran junto a ti, Ajo Longspear, para acabar con Iymrith. — dictó sentencia en la corte, también diezmada por los ataques.

Ante tu otra petición Jaime sabía que si lo habías pedido es que era algo realmente importante.

— Ajo, para ser un caballero alado de nuestra unidad requiere años de esfuerzo y entrenamiento. Me pides que te enseñe todo lo que sé en cinco días. Haré lo que esté en mi mano, pero no va a haber descanso hasta el último día antes de la partida ¿Estás preparado?

Y así fue como durante cinco días, día y noche Jaime enseñó a Ajo todo lo que sabía sobre el combate sobre un pegaso, manejo de esas bestias y un rápido ritual de emparejamiento con lo que iba a ser tu nueva montura: Virtuoso.

La vuelta a Neverwinter fue un choque de realidad. Os habían llegado noticias de que había sido asediada por un pequeño ejercito de Gigantes de Escarcha, pero cuando Izztyl llegó pudo ver la magnitud de la tragedia, media ciudad estaba en ruinas y una cantidad ingente de personas  malvivía en las calles entre escombros y cadáveres.

No fue difícil dar con los drows renegados pues tu presencia enseguida fue notoria y ellos mismos se pudieron en contacto contigo. Su iglesia escondida había sido arrasada y se habían trasladado en una sección de las alcantarillas, malviviendo entre olores fétidos e insalubridad. Ahí te encontraste con la sacerdotisa Phaere Mizzrym y todos sus acompañantes, esta vez pudiste ver muchísimos mas drows renegados que seguramente habían salido desesperados de sus escondites y habían buscado ayuda en el templo de la Luna.

Para todos ellos eras una leyenda viva pues la propia sacerdotisa te había profetizado en sus plegarias y había hablado de tu vuelta. Estaban preparados para ser liderados por alguien como Izztyl, pero si antes había que librar una batalla, la mismísima Suma Sacerdotisa lucharía bajo tu mando.

— Irónico ¿no? Los papeles se invierte Izztyl, una sacerdotisa luchando bajo las ordenes de un varón. Contigo conseguiremos romper estos estigmas y otros, tu.. ¿serás nuestro salvador, verdad?

La bella drow parecía completamente perdida ante tu presencia y rendida ante tí.

Estuviste una noche entera de comunión con la naturaleza: Reidoth había hablado de un equilibrio entre las fuerzas druídicas de la superficie y de la infraoscuridad, de las raíces y los tallos; ahora necesitabas su ayuda e ibas a llamar su atención.

Cuando ya parecía que no había respuesta, una tos te despertó de tu estado meditativo, no muy lejos de ti, en aquel claro del bosque a las afueras de la ciudad, estaba Reidoth, aunque quizá no era en cuerpo, pues una forma parecida a la que recordabas de él aparecía dibujada entre la corteza de un árbol.

El archidruida había detectado la alteración y aunque no se consideraba una fuerza bélica aceptó en ayudarte contra tu batalla final contra Iymrith si con ellos aceptabas labrar una alianza con él para restaurar el equilibrio de la región.

Sus hablares eran erráticos, llenos de adivinanzas y místicos. De tres flores que brotaron al lado de aquel árbol con forma del archidruida aparecieron las tres ardillas que habíais conocido que se acercaron a ti y te seguirían hasta el combate. Pero esta vez no caíste en aquel engaño, sabías que eran poderosas criaturas.

Aguas Profundas se mantenía en pie, por algo era la mayor ciudad del reino, aunque se notaba que habían sufrido ya varios asaltos por parte de grandes grupos de Gigantes: partes de las murallas estaba completamente derruidas, había barrios enteros que estaban hechos escombros y en general la situación era pésima pues había refugiados por doquier hacinados de cualquier manera en las calles.

Muchos soldados habían muerto en la defensa de la ciudad y la situación era crítica, aún así fuiste recibido en la Torre de los Magos por Thyriellentha Snome quien ahora estaba a cargo de toda la milicia de Aguas Profundas. Le habían llegado noticias de vuestras hazañas, no todas ciertas y algunas exageradas como si se estuviera labrando una leyenda de vuestro grupo, como si fuerais la esperanza del pueblo.

No hacía falta ser muy astuto para entender que ningún ejercito podría acudir en vuestra ayuda en la otra parte de los Reinos, aún así Thyriellentha escuchó tu propuesta.

— Un grupo de aventureros lleva tiempo trabajando para mí, ayudándome a derrocar los malvados planes de la Secta de Asmodeus que tanto daño ha hecho en la ciudad. Ahora estos valerosos guerreros se han postulado como paladines y defensores de Aguas Profundas. Lo he hablado con ellos y te acompañaran en vuestra particular lucha.

Se giró hacia una de las puertas y con un gesto mágico hizo que se abrieran.

— Adelante, pasad, os voy a presentar a Sir Thöras.

La Ciudadela de Felbarr estaba ante constante acoso y derribo por parte de los Gigantes de Fuego pues al parecer una de las piezas del Gran Constructo que tenían intención de terminar se encontraba custodiada en sus forjas. Los orgullosos enanos se habían asegurado de defenderla y aunque no lo sabían con su hazaña probablemente habían cambiado el rumbo de muchas batallas, habían evitado un mal mucho mayor.

De la misma manera, eran conscientes que faltaba algo mas para terminar con los gigantes y escucharon el plan de los "Heroes" de los que todos hablaban en esa época. No, no podían disponer de ningún guerrero en esos momentos y las forjas estaban 24/7 en funcionamiento produciendo armas y armaduras para la incansable batalla que se librara en los reinos.

Pero el Rey Emerus se mostró comprensivo y te hizo un regalo mas valioso de lo que nadie habría podido imaginar. Te concedo los servicios de nuestro mejor Mago-Herrero para que te ayude como pueda en tu empresa.

— [...] eso si, cuando seáis vencedores, no olvidéis que el Gran Rey Emerus Warcrown fue clave en la victoria.

Encontrar a Aurelius no era fácil, tu tío nunca te había dicho donde se escondía su guarida, así que finalmente tuviste que pedirle a Krowen que te ayudara en esa empresa con su magia telepática. Tras ponerse en contacto con él tu tío apareció, dos días tarde, pero apareció.

Al principio se mostró escéptico ante tu plan y trató de reconducirlo o evitarlo de varias maneras lo que hizo que tuvieras que devanarte los sesos para conseguir convencerlo finalmente.

— [...] está bien está bien chiquilla, no te pongas así. Ya te dije que te ayudaría con Iymrith. Ahora súbete a mi lomo que vamos a buscar a ese gigante chalado.

Surcasteis el cielo en busca de aquel torreón que supuestamente deambulaba por esa zona de los Reinos.