Tres días después de la lucha en Baohu-Yousai, el grupo formando por los Shangu-Shouhu, la Baohu-Gonying y la fortuna La Zong llegaban a la linde del bosque de las fortunas. La Zong era una fortuna de la iluminación, cuya razón de ser se había convertido en ayudar a los Shangu-Baohu en su camino hacia la perfección. Ese era el motivo por el que tenía relación con Randkai y Chang Wuang y por el que incluso doblegada por la sombra había acabado acudiendo en busca de ayuda.
Y allí estaban tal y como el ser iluminado les había indicado. La Zong estaba terriblemente preocupado de que la sombra alcanzase a Daiwang Bailu, el Señor del Bosque. Aunque al ser interrogado por la naturaleza de esa fortuna, La Zong había sido enigmático, estaba claro que era el espíritu más importante de todo el bosque y que los demás dependían de él. Lo que sí estaba claro era que si el enemigo doblegaba a Daiwang, estarían perdidos.
Ogra tomó airea y... su boca fue rápidamente tapada por la zarpa blanca de Bai Hu.
—No vamos a cometer el mismo error dos veces, ¿verdad?—dijo risueño el félido guiñándole el ojo a los demás.
—Gracias Bai Hu—dijo educado como siempre Donang.
Rikitsiki desenvainó su espada.
—Es extraño... nunca pensé que hubiera un lugar de Tiangulong que pudiera considerarse territorio enemigo. Ni siquiera Tai-Yue. Y ahora... siento que en cualquier momento vamos a ser atacados.
—El mayor peligro de éste bosque no está en lo que aquí puedas encontrar, sino en lo que lleves dentro de ti.
—Pero... el enemigo está aquí, ¿no?
Qiang Huo giró la cabeza para mirar con expresión dubitativa a La Zong, mas no recibió respuestsa alguna de la fortuna. Entonces se dirigió al resto de sus compañeros.
—¿Entramos?
Las palabras de La Zong hicieron que a Bomei le recorriese un escalofrió que le erizó la piel. Sabía que los mayores miedos de cada persona se encierran en su interior, y son miedos que podrían paralizar hasta al más fiero de los guerreros. Si se trataba de eso, deberían estar más unidos que nunca para afrontarlo. Algo que, para lamento de Bomei, hasta este momento no había sido el fuerte del grupo.
Tras la pregunta de Qiang Huo la muchacha respondió mientras, armándose de valor, comenzaba a dar los primeros pasos para adentrarse en el bosque.
- Claro, para eso hemos venido.
El grupo anduvo por el bosque durante media hora sin que nada ocurriesese. Desde el primer momento comenzaron a sentirse observados y poco a poco una neblina poco densa pero algo siniestra fue rodeándolos aumentando el nerviosismo en el grupo. Después comenzaron los ruidos de un y otro sin llegar a ser nada. Los monjes empezaron a sentirse un poco de agobio por toda la situación y hasta Bai Hu había perdido su habitual buen humor. Sin embargo La Zhong no parecía detectar nada especial.
—¿Alguno de vosotros había estado aquí antes?—preguntó Chang.
Todas las miradas se dirigieron hacia Ogra. Bao-Sheng era la ciudad más cercana al Bosque de las Fortunas así que si alguien había estado aquí lo más seguro es que fuera ella.
—¿Por qué me miráis? Todo esto... fortunas, espíritus, peligros interiores... eso son tonterías.
—Por favor Ogra, deberíais pararos a pensar lo que decís—le replicó Donang—. Todo esto, nos hace mejores. Nos ayuda a alcanzar la perfección.
—¿Vas a despreciar esto como despreciaste a nuestros enemigos?—dijo afilada Rikitsiki—. Porque te recuerdo que fueron capaces de tumbarte. Así sólo vas a encadenar derrota tras derrota.
—No creo que discutir sea una buena idea—dijo Qiang Huo intentando poner paz—. Y mucho menos en este lugar.
Pero a Ogra eso le daba igual, casi parecía que incluso le aliviaba y le hacía parecer olvidarse del agobio que los había atenazado unos segundos antes. La orca avanzó para encararse con Rikitsiki y una vez más Bai Hu se interpuso en su camino.
—Deja de empeorar las cosas—le recriminó el félido—. ¡No eres la única que está nerviosa!
La Shangu-Shouhu no estaba acostumbrada a intervenir tanto en los diálogos de aquellos que la rodeaban, pero la intranquilidad que sentía por todo lo que entrañaba aquel bosque la hizo intervenir:
- Si os entretenéis entre vosotros, les será más fácil sorprendernos. Dejad las discusiones pueriles para cuando todo haya terminado –añadió Bomei, sin dejar de observar con inquietud hacia todas las direcciones posibles.
Parecía que los ánimos se calmaban algo, cuando todos notaron que el sol empezaba a ponerse, la temperatura bajaba y la niebla se volvía más densa.
—¿Qué horas es?—preguntó Chang.
Lo cierto era que nadie tenía la sensación de llevar más de una hora en el bosque, así que la sorpresa por la llegada de la noche era más que normal.
—Manteneos juntos—dijo Rikitsiki mientras desenvainaba su arma.
Uno a uno los monjes comenzaron a sacar sus armas o a prepararse para un combate. Lo cierto era que no había ningún enemigo visible, pero todo lo que estaba ocurriendo era demasiado extraño como para no esperar un ataque en cualquier momento.
—¿Dónde está La Zhong?
Bai Hu se giro hacia sus compañeros y Bomei vio como la sorpresa se dibujaba en su félido y blanco rostro. El Shangu-Shouhu comenzó a girar la cabeza a un lado y a otro.
—¿Dónde están los demas?
La monje miró a un lado y a otro y vio que su compañero tenía razón. Se habían quedado sólos.
De la estupefacción que sintió al darse cuenta de que Bai Hu estaba en lo cierto, Bomei paso rápidamente a la acción. Se acercó rápidamente a su compañero y se pegó a él tanto como pudo, apoyando su espalda en uno de los fornidos brazos de este. A su vez, empezó a buscar entre sus pertenencias hasta que halló lo que buscaba.
Sacó una ligera cuerda de seda que se amarró a una de sus muñecas y se dio con premura la vuelta para decirle al Shangu-Shouhu:
- No lo sé, pero no debemos separarnos. Rápido, átate el otro extremo de esta cuerda a tu muñeca, así al menos deberíamos permanecer unidos –dijo al mismo tiempo que ponía en la mano de su compañero el otro extremo de dicha cuerda.
Intentó sonar lo más tranquila posible, pero nada pintaba bien en aquel bosque. Y el hecho de que se hubiesen separado complicaba aún más las cosas. Ahora debería encontrar a Randkai, pues seguía siendo la prioridad, pero además debía dar con al resto de los Shangu-Shouhu. Si algo les ocurría, también sería una nefasta noticia para los habitantes del valle.