Partida Rol por web

- ¿Después de 17 horas? Con suerte encontraremos los cuerpos de los científicos sin descomponer. - Respondí con un tono bastante sarcástico. Estaba claro que estaba exagerando, al menos para mí. Era más que evidente que no estaba conforme en como se estaban haciendo las cosas por parte de la Enterprise. - Muchas cabezas pensantes para nada. - Esperen lo imposible y lo inexperado y sobrevivirán a esto. 

Como respuesta la voz neutral de Shev se hizo oír de nuevo: "Por supuesto, teniente. Perdone el lapsus. La doctora Connor será transportada a la Nueva Zelanda. Gracias por indicarlo. Aguarden instrucciones de... la capitana... y quédense tranquilo.”

Aquí lanzadera Nueva Zelanda. Esperando instrucciones.

- ¿De verdad que esa es su solución? ¿Trasladar a la doctora a otra lanzadera? ¿Así solucionan los problemas en la Flota Estelar? ¿Los cambian de sitio? Eso explicaría porqué todo funciona como... - Estaba realmente enfadado y ofendido por la actitud de "los mandos", pero opté por guardar silencio. - Sí al final ha de venir, que sea con mi equipo. Al menos me aseguraré de que no la ocurra nada. Australia fuera.

Golpeé la pared con la palma de mi mano tras la "conclusión" del comandante y su decisión. - Malditos tocapelotas sin pelotas. - Gruñí por lo bajo. - «Le destriparía solo por como me ha enojado...» - Susurré en romulano mientras que apretaba los puños con fuerza, tratando de calmarme un poco. - A Connor, precisamente a Connor. - Bufé con rabia. - Es como si deciden hacer venir a Anaith. - Volví a golpear con la palma de mi mano la pared de metal.

- «¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!» - Repetí en romulano. - Esta cerrada la comunicación con la Enterprise, ¿verdad? - Pregunté al alferez. Solo me faltaba que me hubieran escuchado en el puente de mando decir todo aquello.

La lanzadera permanecía a la espera delante de la estación espacial, completamente inmóvil y expuesta. No sabía que demonios estaban haciendo en el Enterprise, pero sin duda, estar allí sin hacer nada no era la manera más adecuada de enfrentarse a todo aquello. El tiempo pasaba y mientras tanto, el peligro era cada vez mayor.

En la parte delantera, los pilotos resoplaban ligeramente mientras observaban con detenimiento los sensores para evitar sorpresas desagradables.

Llevábamos mucho tiempo aquí varados. Demasiado para mi gusto. - ¿Y me tengo que creer que esto no es ser un cebo? - Pensé para mí. Se creían muy listos en la Flota Estelar y me estaba dando cuenta de que no lo eran tanto. Ni por asomo eran ni una cuarta parte de lo que pensábamos. - Menuda decepción. Cuando se enteren mis superiores de esto... desearán arrasar con todos de inmediato. - Pensé nuevamente para mí, dibujando una cruel y fría sonrisa en mi rostro.

Pero el tiempo pasaba y allí seguíamos esperando a... nada. Volví a golpear con mi mano la pared de la nave, cuando escuché a los pilotos respirar de aquella manera. - Abran comunicación con la Enterprise. Esto no se puede hacer así. - Actuaban como pollos sin cabeza. En ese momento llegó la transmisión de la nave, en boca de Anaith. Pero algo fallaba.

Ent........e no ...ucho ...ada. Nos ......os. E....o ...o .... ....guro.

- Alférez, arranque este trasto. - Le indiqué a la piloto. - No vamos a quedarnos ni un minuto más aquí parados. Trate de comunicar con Nueva Zelanda. A riesgo de que me suspendan y degraden, abortamos la misión. - Dije serio a la mujer. - No voy a regalarle vidas a nadie y menos aún cuando el mando no sabe ni lo que está haciendo.

- Si no logra comunicarse con Nueva Zelanda, pase delante de ella, quizás nos siga. - Ordené a la alférez antes de dirigirme a mis hombres por la megafonía de la lanzadera.

- Señoritas. Volvemos a casa. Cuando el mando de la Enterprise sepa que quiere hacer y si no me degradan por abortar la misión, volverán a salir. Mientras tanto, no voy a permitir que seamos un blanco fácil para cualquiera y no voy a permitir que se pierdan vidas inutilmente bajo mi mando.

Kalina accionó los motores de la lanzadera al tiempo que abría las comunicaciones.

Nueva Zelanda, aquí lanzadera Australia. Abortamos la misión. Regrese al Enterprise. Repito. Regrese al Enterprise.

Mientras tanto, empezó a darle la vuelta a la lanzadera, rodeando a la Nueva Zelanda y pasando por delante de la estación científica.

Cuando estáis pasando por cerca de la Nueva Zelanda, los sensores advierten. Kalina mira hacia ellos y después a Vrako.

-¡ATENCIÓN! ¡TORPEDO!

Apenas tiene tiempo para hacer nada más. Una explosión aparece en la pantalla en el lugar en donde estaba la Nueva Zelanda, y la lanzadera sufre una violenta sacudida que os lanza a todos contra las paredes y el suelo.

El panel de control se ilumina como un auténtico árbol de navidad, con luces intermitentes señalando los daños sufridos a causa de la onda expansiva.

- ¡Alférez! ¡Sáquenos de aquí! - Exclamé tras escucharla gritar torpedo. Pero la onda expansiva de la detonación del torpedo contra la Nueva Zelanda nos dio de lleno. Mi cuerpo impactó con un par de paredes antes de caer al suelo.

- Connor.- Mi mente voló fugaz hacia la doctora, de quien lo último que supe fue que iría a la lanzadera vecina. - Como estuviese allí, juro que mataré a ese cabrón azul. - Sentí una punzada en mi cabeza, haciéndome recordar que el dolor seguía en ella, que no se había ido. Pero lo que realmente me hizo reaccionar fue ver la iluminación de la cabina. Como las luces se encendía y apagaban intermitentemente.

Me levanté lo más rápido que pude. - ¡Vamonos! - Exclamé sin saber cual era el estado de la nave. - ¡Saque a este trasto del espacio, alférez! - Ordené. No estaba dispuesto a vender mi pellejo tan fácilmente como la Enterprise hizo con la tripulación de Nueva Zelanda.
 

Kalina vuelve a su sitio y examina con rapidez las mútiples señales luminosas.

-Los escudos han caído. Hay daños menores en el casco y en los sistemas de inercia gravitacional. No sé si podré enderezar la nave.

Rápidamente, comienza a pulsar un botón tras otro.

-Lo siento, señor. Necesito un poco de tiempo. Los sistemas están fallando. La onda expansiva dañó los controladores inerciales y ahora tengo que reiniciarlos -exclamó asustada, pero manteniéndose bajo control. Sabía que todo dependía de ella.

La situación no podía ser peor ni más crítica. Si antes de todo aquello tenía la sensación de ser cebo vivo, ahora me sentía como una res en un matadero. La diferencia era sutil. Siendo cebo podía salir vivo de aquella, como res a punto de entrar en la zona de matanza sabía que no había vuelta de hoja. Puse mi mano sobre el hombro de la alférez. - Tranquila. Dele tiempo a la lanzadera a recomponerse. - La dije lo más calmado posible. Dudaba que saliésemos de aquella situación y mejor que estuviese en calma llegado el momento.

Apoyé mi cuerpo en la pared de la lanzadera, dándome cuenta en ese momento de que me dolían más los codos y las costillas que la cabeza. Pasé mi mano por mi rostro y al mirarla vi mi propia sangre verdosa en mi palma, seguramente estaba sangrando por la nariz o por la boca. - ¿Sabemos al menos de donde vino el torpedo? - pregunté a la alférez.

Fuese quien fuese, su sistema de camuflaje solo podía compararse con el de mi propia raza. Los klingon tenían al menos ese "honor" de mostrarse tras disparar. A los romulanos no nos importaba el honor, era la estrategia y las victorias lo que nos movían. - Alférez, ¿funcionan los canales de comunicación? Si es así, quiero que los abra todos.

Kalina agradeció las palabras calmadas del Teniente. Su voz se elevó sobre todos los pitidos que salían del panel de control, haciendo que la alférez se recompusiera lo suficiente como para hacer su trabajo.

-Sí, señor -dijo diligentemente.

ATENCIÓN. PELIGRO DE DESCOMPRESIÓN.

La computadora hizo el peor aviso posible en el peor momento posible, pero Kalina ya estaba prevenida. El casco había sufrido daños, pero aún disponían de energía, así que desvió una parte de la misma hacia los escudos para tapar el agujero.

-He desviado un poco de energía hacia los escudos. No nos protegerá, pero al menos no hay peligro inminente de descompresión. El disparo provino de debajo de la estación. 

Finalmente, Kalina pulsó varios botones en una rápida sucesión.

-Comunicaciones abiertas, pero no sé si nos oirán. 

No tenéis tiempo de decir o hacer nada más. En cuanto Kalina informa de las comunicaciones están abiertas, todos los de la lanzadera sienten ese pequeño revoltijo en el estómago que precede al transporte y todos y cada uno de los tripulantes de la lanzadera, desaparecen.