Las palabras de Vrako resonaron en la mente de Perkins hasta que llegaron a la guardería. Había perdido y había ganado. En su opinión, era mejor persona, más completa, que cuando lo conoció por vez primera, o quizás es que ahora el médico lo veía de otra manera, con los ojos... de un amigo.
Sintió la tentación de añadir algo más, que tanto Connor como él mismo estarían a su lado en lo que le hiciese falta, que confiaban en él, y que incluso estaba seguro de Annaith, llegado el momento, lo defendería con uñas y dientes. Para alguien que se sentía tan solo... no dejaba de ser llamativo disponer de tanta gente dispuesta a apoyarlo.
Las puertas de la guardería se abrieron y Pkerins se dio cuenta de que hacía algún tiempo que no entraba en ella. Había estado en muchas ocasiones, porque después de todo, los niños solían ser reacios a ir al médico así que si Mahoma no iba a la montaña... , pero hacía ya bastante desde la última vez. Unos pocos niños jugaban entre ellos sentados en el suelo, y junto a las paredes, había algunas cunas con bebés parecidos a T'Kev.
Y en mitad de todo, la alférez Ailaia, encargada de la guardería, que al ver a Perkins, se abalanzó sobre él en un efusivo abrazo. Después de todo, se conocían desde hacía bastante tiempo.
-¡Liam! ¡Cuánto me alegro de verte!
Después del abrazo y del saludo, le dio un puñetazo cariñoso en un hombro.
-¡Ouch! -protestó Liam, fingiendo daño.
-Ya no vienes nunca por aquí ni me llamas. ¿Es que voy a tener que esperar a que uno de mis niños se ponga enfermo para que aparezcas?
-Lo sé, lo sé., Ailaia. Es que he estado un poco ocupado. Hemos tenido un poco de lío -le explicó Perkins, mirando de reojo a Vrako.
-Sí, ya me he enterado -dijo la alférez, mirando también a Vrako -. En este lugar se entera una de todo. Es mucho más fácil conocer un secreto militar gracias a los niños que con un interrogatorio cardasiano.
Entonces pareció darse cuenta de la presencia de T'Kev.
-¿Y esta personita quién es? -cogiendo una de sus manitas y agitándola, mientras le sonreía.
-Pues... Este es T'Kev. El Teniente Vrako está ocupándose de él, por el momento. Su madre... falleció hace unas horas. Mientras tanto, hemos venido a ver qué nos puedes dar para que no le falte de nada. Ya sabes: biberón, algún juguete que le tenga distraído, una cuna... lo básico.
La alférez Ailaia saludó a Vrako con una inclinación de cabeza.
-Teniente, he de decir que este pequeñín se agarra a usted como si fuese su padre, así que no puede engañarme -le dijo a Vrako, acercándose a él como si fuera a decirle algo que nadie más quisiera que oyese -. Es usted una buena persona.
Haber tenido que hablar de la madre de T'kev no dejó indiferente a Perkins, que se giró un instante con lentitud, casi arrastrando los pies. A Aiana no le pasó el gesto desapercibido y se acercó a él, colocando una mano sobre su hombro.
-Estoy segura de que hiciste cuánto pudiste, Liam. Siempre lo haces. Pero ya sabes que no podemos salvar a todo el mundo.
Perkins se giró y miró a Ailaia con una sonrisa de agradecimiento.
-Lo sé. Es solo... qué a veces me cuesta bastante asimilarlo.
Perkins parecía bastante afectado, así que se giró hacia Vrako.
-Le dejo en buenas manos, Teniente. Si me necesita, para cualquier cosa y a cualquier hora, ya sabe dónde encontrarme.
Cuando Perkins salió de la guardería, Ailaia se dirigio a Vrako.
-Liam es demasiado bueno para un trabajo como este. Ha perdido a muchos pacientes y cada vez parece que le afecte más. Todo desde... bueno, no importa. Dígame, Teniente. ¿Quiere algo más, o solo lo que me ha dicho Liam?
Observé el reencuentro de Liam con la alférez, no sin sentir cierta envidia ante lo que vi, sabiendo que yo no tenía a nadie que me recibiese así cuando regresase a casa... si es que tenía alguna casa a la que volver. El exceso de luz despertó lentamente a T'Kev quien soltó un pequeño bostezo antes de abrir aquellos ojitos y mirarme tan fijamente que llegué a pensar que estaba leyendo mi alma. Pero sabía que no era así, puesto que de haberlo hecho, se hubiera puesto a llorar de inmediato.
Acaricié su pequeño rostro mientras que aquella singular pareja se ponía al día y aquella mujer reparó en él segundos después, recibiendo por parte de T'Kev un chillido bastante alegre al sentir como tocaba sus manitas. Las presentaciones no se hicieron esperar y saludé a la alférez con el mismo gesto con la cabeza que me había dedicado ella.
- No es mío, alférez. - Dije más serio de lo que realmente pretendía hacer. - Aunque no me importaría serlo. - Añadí algo más relajado. - Y me temo que no todo el mundo estaría de acuerdo con su percepción, alférez. - Había algo de dolor en mi voz, pero había trataba de bromear con ello, aunque era algo que no era fácil de pillar si no se me conocía puesto que no era capaz de sonreír.
- Gracias por su ayuda, doctor Perkins. - Le dije agradecido ante su pronta despedida. Hablar de la madre de T'Kev le seguía afectando, eso era evidente y las palabras de apoyo poco servirían ya. La batalla que debía librar Perkins ahora, solo dependía de él mismo. Los demás solo podíamos hacer una cosa por él. - Y si me necesita, si necesita hablar... lo que sea. Estaré en mi cabina las próximas horas. Sabe que no está solo. - Añadí al final. - Además, estoy seguro de que a T'Kev le gustará ver a su tío Liam. - Le guiñé un ojo.
Cuidar al pequeño era algo eventual, lo sabía. Pero no podía evitar querer darle una familia al menos durante el tiempo que estuviese a mi lado y la verdad era que no tenía a nadie más a quien meter en mi absurda idea. Cuando Liam salió, la alférez se dirigió a mí. - ¿Tan malo fue lo que le ocurrió? - Pregunté a la alférez con preocupación, volviendo a mirar la puerta por donde había salido Perkins. - Es un gran hombre y estuve allí cuando trató de salvar a su madre. Créame que hizo lo imposible por ella y no se rindió. - Nuevamente lo que sabía sobre mi pasado, sobre mi propia madre, volvió a mi cabeza de golpe. - Y estoy orgulloso de poder llamarle amigo. - Porque eso era lo que sentía que era. Un amigo.
Pero me iba por las ramas. Estaba allí por T'Kev y los secretos de Perkins deberían seguir siéndolo, salvo que él mismo me los contase. - Perdón. Me preocupa Perkins. Es duro ver a alguien que te importa así y hablando de personas importantes... Sí, lo que ha dicho Liam es lo que necesito. O eso creo... No estoy seguro, la verdad... es el primer pequeño que tengo entre mis manos y la verdad es que estoy completamente perdido. Solo se que no quiero juguetes vulcanianos para él, ni klingon. Supongo que los de los humanos estarían bien... pero los desconozco...
Ailaia observó la actitud del Teniente con Liam. A pesar de los rangos, el romulano mostró preocupación genuina por su reacción, lo cual no dejaba de ser sorprendente, teniendo en cuenta que, por lo que sabía, el Teniente Vrako no ra precisamente el hombre más accesible del mundo. ¿Cuándo se habría forjado aquella amistad?
El oír de sus labios "tío Liam", le arrancó una sonrisa a la alférez. Estaba segura de que a Liam le encantaría. Cuando las puertas se cerraron, el Teniente se giró hacia ella.
¿Tan malo fue lo que le ocurrió?
-Lo fue para él. Verá, en su último destino, el Espacio Profundo Dos, sufrieron un fuerte ataque de piratas de Orión que produjo una gran cantidad de bajas, entre ellas… la mujer de la que se había enamorado, una vulcaniana que actuaba como oficial de comunicaciones, llamada Sol'ena.
Ailaia tomó asiento mientras continuaba hablando.
-Nunca se lo dijo. Ambos lo sabían, pero ninguno se había atrevido a dar el paso. Cuando su cuerpo recibió la radiación de los motores debido a las fugas por los impactos de los torpedos... ya era demasiado tarde para poder salvarla.
Liam se lo había contado hacía algún tiempo y todavía no había podido olvidar su mirada al hacerlo, su gesto de tristeza y dolor al recordar que no había podido hacer nada por ella, mientras sí lograba hacerlo con otros menos importantes para él. "El destino es caprichoso", le dijo. "Habría dado mi vida por ella y sin embargo, ni tan siquiera tuve la oportunidad, mientras que no tuve ninguna dificultad en salvar a hombres y mujeres que no conocía e incluso, cuando empezaron a llegarnos algunos de los piratas que nos estaban atacando... "
La alférez continuó hablando pero a medida que lo hacía, su seriedad iba siendo también mayor.
-Pero eso no fue todo. Cuando comenzaron a llegar heridos de las naves atacantes, Liam, todavía con sangre de Sol'ena en sus ropas y el recuerdo reciente de su muerte, dejó morir a varios de ellos, sin ni siquiera pestañear, y aquello estuvo a punto de destrozarle. Ante los demás, dedicó su tiempo a los heridos de la estación, pero él me reconoció que debió haberlos atendido a ellos en primer lugar debido a su gravedad. -"Habría podido salvar a alguno... si hubiera querido, pero lo único que me quedaba en aquel momento era un odio irracional por ellos. No fui capaz de ayudarles... y me odio por eso", me explicó. Es su parte oscura, la que siempre intenta ocultar y que le empuja a intentar salvar todas las vidas que pueda para hacer valer lo que no hizo aquel día.
Finalmente, Ailaia sonrió y miró a Vrako de otra manera, como si todo aquello fuese un mal recuerdo, casi una pesadilla.
-Liam es una persona muy especial. Puede estar salvando la vida de otros sin pensar en sí mismo, pero cuando deja de hacerlo, cuando fracasa, todo regresa a su cabeza, como si de repente abriese esa maleta que tenemos todos en la que guardamos las cosas en las que no nos gusta pensar. A él le viene todo de golpe. La muerte de Sol'ena, el fallecimiento de su madre cuando era más joven y todas las vidas que no ha sido capaz de salvar.. además de las que no quiso. Por eso… se ha ido. Necesita un momento antes de volver a ser… el de siempre.
La alférez miró a Vrako de nuevo, esperando su reacción. Bajo aquella capa de afabilidad en Liam, había otra mucho más oscura que a menudo le invadía, pero que conseguía mantener alejada gracias a su trabajo. Saber que había intentado salvar a la madre del pequeño no era una sorpresa, sino algo normal. El oír hablar a Vrako de que lo consideraba su amigo… eso si era digno de escuchar.
Estoy segura de que también lo es para él, Teniente. Lo conozco, y cuando lo ha mirado, no lo ha hecho como si fuese su superior, sino su igual. Pero no se preocupe, dentro de un rato volverá a ser el de siempre. Yo sé todo esto... porque estaba con él en la estación. Era solo una adolescente, pero él me ayudaba cada día y ahora, continúa haciéndolo.
La gravedad de todo aquello había roto el ambiente relajado con el cual Perkins y tú habíais entrado, pero la alférez pareció darse cuenta de ello y poco a poco, ambos volvisteis de nuevo a centraros en el objeto de tu visita.
No se preocupe, teniente, sé justo lo que necesita -te dijo Ailaia, poniéndose en pie.
Unos minutos más tarde, ambos salíais de la guardería llevando una cuna y un contenedor lleno de juguetes y demás utensilios para bebés.
-Recuerde cambiarle los pañales a menudo, incluso aunque no los tenga muy manchados, para que no se le irrite la piel. Debe darle de comer cada cuatro o cinco horas como mucho y conseguir que duerma profundamente entre cada toma. Para ello, procure jugar un poco con él, simplemente colocándole cosas delante para estimular su atención, que use sus manitas, etcétera.
Las puertas se cerraron detrás de vosotros, mientras salíais en dirección a tu cabina.
Escuché cada palabra de la explicación de aquella mujer sobre la historia de Perkins. Estaba claro que él también había vivido su propio infierno personal y que los fantasmas del pasado no le dejaban vivir en paz. Quizás se equivocase con su actitud, quizás hizo bien. Yo no sería quien le juzgaría por ello. No cuando yo mismo había matado a "mi hermano", aquel klingon con el que me había criado en su planeta, para poder regresar junto a mi raza. Un secreto que, al igual que tantos otros, me llevaría a la tumba. Guardé silencio unos instantes, sopesando mis palabras en respuesta a aquella atroz historia.
- Todos tenemos una parte oscura en nuestro interior, alférez. Pero mientras sólo sea una parte y esta no rija al resto de nuestras acciones o elecciones, todo irá bien. Y veo que Liam es un hombre extraordinario que ha logrado sacar la parte buena de todo aquello. - Aunque seguramente esos fantasmas le martiricen hasta el final de sus días. - Si ha llegado hasta aquí, podrá ser quien quiera, cuando lo desee. - Miré hacia la puerta de nuevo, visiblemente afectado por la historia de Perkins. Al menos lo suficiente como para preocuparme más por él. - Solo debe aprender a mirar hacia adelante y dejar a los muertos descansar en paz.
Eso había hecho yo hacía años. ¿Me dolió matar a "mi hermano"? Por supuesto. Pero, ¿que clase de vida me esperaba con ellos? No era más que su perro, su mascota. Ya había escuchado rumores de que querían usarme para convertirme en espía de los míos, pensando que yo tenía algún lazo fuerte con ellos. Me habían criado y educado por pena, como el que saca adelante a un animal herido, esperando fidelidad por su lado.
Pero la decisión fue clara. Solo quedábamos él y yo vivos. Él estaba herido y yo quería volver a casa, tener una familia y saber que era el sexo con alguien más, algo que tenía vetado por completo en aquel universo donde me movía. En ese instante me di cuenta de que había sepultado la idea de la familia al descubrir la cultura de mi raza y miré a T'Kev.
- Las relaciones interpersonales en la Flota Estelar son más sencillas de llevar que en lo que fue el Imperio Romulano o incluso en el klingon. Allí no podría estar manteniendo esta charla con usted, alférez, simplemente porque los rangos son distintos. De alguna manera, se hace más sencillo aparcarlos y poder llegar a las personas. Pero es algo que acabo de aprender hace realmente poco tiempo. Conocí a Perkins hace unas horas realmente, pero me ha demostrado más en ese tiempo que en años de trato con otras. - En ese momento vino a mi cabeza Annaith y su intervención en la enfermería. Creía conocerla después de tanto tiempo y... al menos abrí los ojos a tiempo. - Sin su apoyo y su ayuda, yo no estaría ahora mismo aquí, delante suyo, sosteniendo a este pequeño entre mis brazos. - Dije en un verdadero brote de sinceridad. Claro que no solo era suyo el mérito, sino que Lena también tenía mucho que ver en eso. Pero había cosas que debían permanecer en secreto.
Me sentía bastante tenso con aquel asunto y la verdad era que hubiese preferido que me lo hubiera contado él. Pero tenía claro que sería una tumba al respecto y que no sacaría el tema jamás, salvo que fuese él mismo quien lo buscase. Miré a la alférez cuando se puso en marcha en busca de todo lo que necesitaba para T'Kev. - No sabe cuanto le agradezco su ayuda. Realmente estoy perdido con él. - Perdido y enamorado de cada gesto suyo. Era increíble como me había cautivado desde el primer segundo que le tuve en mis brazos.
Al poco, la mujer se reunió conmigo con un auténtico arsenal de objetos para el pequeño y la cuna. Arqueé una ceja al ver todo aquello pensando por un segundo donde me había metido. - Si quiere lleve usted a T'Kev. Yo cargaré con todo eso. - Le dije a la mujer antes de salir de la guardería.