Partida Rol por web

Llovía. Pese a ello las llamas del instintuto Vanacour se alzaban desafiantes contra el cielo, como si ninguna lluvia de este mundo pudiera extinguirlas. La columna de humo era tan densa que se podía ver desde varios kilómetros a la redonda. La historia se repetía nuevamente.

En la playa, junto al embarcadero, unas figuras se levantaban en la arena. Confusos, heridos, tosiendo... Cuatro de los cinco pasajeros iniciales se iban incorporando mientras se miraban unos a otros confundidos... Kathleen, Enrique, Alicia y Jim volvieron su vista hacia lo alto de la colina. ¿Cómo habían salido de la casa? Lo último que recordaban era el techo desplomándose sobre ellos y el fuego consumiendo... No, lo último que recordaban no era aquello...

Miraron a su alrededor... Las primeras luces del amanecer despuntaban en el horizonte. A lo lejos, en la bahía de la ciudad, se veían las últimas luces de la noche. Otras luces se acercaban. ¡Lanchas de salvamento! Seguramente habrían visto el fuego y se aproximaban a la playa. También se escuchaba el ruído de un helicóptero, aunque con el humo y la semioscuridad del amanecer no alcanzaban a distinguir su posición. ¿Había terminado la pesadilla o era otro acto más de horror?

Kath comenzó a mirar a su alrededor, comprobó que todo había vualto a la normalidad que llevaban experimentando varias horas. Vio de nuevo a sus compañeros y sintió un alivio que apenas hubiea podido describir algo empeñado por la ausencia de Walker.

Miro hacia el mar y vio las lanchas que se aproximaban. No sabía si sentía alivio o temor por lo que pudiera esperarles ahora, al menos, volvían a estar juntos.

-¿Estais todos bien?

Jim miró alrededor, desconcertado. Estaban fuera del edificio, que ahora era consumido por las llamas. Ellos en cambio estaban a salvo, a pesar de que, por toda lógica, tendrían que haber ardido dentro del manicomio.

-Si, creo que si- contestó a Kathleen, mientras su mirada se centraba en las luces que se acercaban por el agua

-¡Mirar, parece que vienen a salvarnos!

Quique miró a sus compañeros, extrañado de volver a verlos y, porque negarlo, algo avergonzado frente a ellos. Las lanchas, el helicóptero, todo pasó a segundo plano mientras tragaba saliva y, con algo de timidez les comentaba - Como estamos aquí? No se Uds. pero yo tuve un sueño... bueno, supongo que fue un sueño... o más bien una pesadilla -

En realidad no decía nada, pero no por ello dejaba de decirlo - Fue tan real que... no lo se. Explicaba y a la vez dejaba de explicar tantas cosas que... - las palabras, aparentemente sinceras del rugbier no expresaban tanto como sus ojos - Como llegamos aquí? Y... Están seguros que vienen a salvarnos? No lo se. Ya no se nada - Confundido, pensativo, asustado, la masa de músculos miró a sus compañeros a los ojos, uno a uno, antes de agregar - Es que realmente tenemos salvación? -

Mientras hablaba, mientras temblaba de miedo e impotencia, sus ojos recorrieron la playa, buscando un lugar donde esconderse, si es que hacía falta.

Las palabras de Quique eran atronadoramente claras. Como había sospechado, no era la única que había pasado por aquel mal sueño. Ahora todos debían saber la verdad, igual que ella conocía la verdad de todos. Ya no importaba, el juego había sido en un principio descubrir el secreto de Price, para compartir su carga pero en vez de eso ahora compartía parte de la carga del resto, al menos durante el tiempo que le quedase, después... Bueno, después ya llegaría.

Con los ojos llenos de comprensión miró al deportista. -Tal vez en este mundo si tengamos salvación- volvió a bajar los ojos al suelo sin querer pensar en ningún "otro mundo".

- Ojalá tengas razón - reconoció el deportista mirando a la actriz a los ojos - Solo que no sabemos quienes vienen... Y, si somos los unicos sobrevivientes... bueno, habrá que dar explicaciones de como sobrevivimos. Eso será dificil, dado que realmente no lo sabemos. O alguien SI lo sabe? -

-Ni siquiera sabemos cuanta gente había ahí dentro o si tan siquiera había alguien... Excepto Walker, claro... Aunque no me queda claro que siga ahí después de lo que dijo la criatura...- Estaba cansada, las explicaciones a dar no le importaban ya. Había sufrido demasiado como para preocuparse por su imagen a estas alturas, que investigasen, que descubriesen la verdad si es que podían. -Lo único que me extraña, es que nos deje irnos así, tan fácilmente- la actriz expresó sus pensamientos en alto involuntariamente.

-¿Tan facilmente? -Dijo Alicia levantándose. -No creo que nos vaya a ser muy fácil explicar por qué estamos en este estado, tenemos ropas y armas ensangrentadas con nosotros. No creo que lo tengamos tan fácil.

Mientras a lo lejos las lanchas se aproximaban - tardarían como mínimo unos diez minutos en alcanzar la orilla - Quique recorrió con la mirada la playa. Había algunas rocas que incluso formaban pequeñas cuevas entre ellas donde podrían ocultarse. Luego de eso sólo quedaba el bosque subiendo por el camino que conducía a la mansión en llamas, pero en algunos puntos de la zona superior ya había comenzado a sufrir el mordisco del fuego. El embarcadero estaba totalmente vacío.

-¿Y que explicación podemos darles? No hay nada que ocultar en lo sucedido. Nos invitaron a un fi de semana de terror, en algún momento mientras explorabamos la casa se declróa un incendio y ni siquiera recordamos como conseguimos salir... Si alguien averigua lo que ha pasado me encantaría que me lo explicase, de verdad.- Kath miro a sus compañeros -Lo que está claro que no podemos decir es que el pasado ha cobrado vida y hemos estado paseando entre dementes y demnios que pretendían sabe dios qué.

Quique escuchó a sus compañeros mientars se planteaba si sería una buena idea ocultarse. Finalmente descartó la idea. En algún momento deberían salir del lugar. Y las balsas parecían la mejor solución.

- Las armas podemos esconderlas, supongo que lo mejor será en el agua... y la sangre. Bueno, acabo de hablar del agua, no? - preguntó intentando volver a su tono semi-humorístico - Después de todo, que nos hayamos sumergido para escapar del fuego es más que razonable... creo -

Con firmeza dió unos pasos en dirección a la orilla antes de aclarar - Como bien dice Kathleen lo mejor es decir la verdad... por lo menos la parte de la verdad que sabemos es cierta. La invitación y el incendio. El resto? No, no quiero que me encierren en un loquero de la época actual. No debe ser muy distinto a lo que ya vivimos -

Kath dejó en el suelo la pesada cadena que había portado durante su periplo en el manicomio. La ide de Quique de lavarse le parecía apropiada, no tanto por lo que fueran a pensar quienes llegasen en las lanchas como por la necesidad de sentir el agua fría sobre ella. Lentamente, se acercó al agua junto a Quique e intrudujo sus manos en ella con cuidado, casi como si de un ritual se tratase.

-La sangre de la ropa no sería tanto problema, siempre pudimos habernos herido en la huída. El problema son los cuchillos y las tenazas. Esas tenazas deben tener restos e hueso y masa encefálica pegadas.

Alicia tomó su cuchillo y se acercó al agua.

-Si nos vamos a deshacer de ellas, tenemos que asegurarnos de hacerlo de alguna forma que no las descubran, si no, las sospechas van a ser peores.

En el mismo momento en que Quique se estaba remojando - notando que el agua estaba congelada - y que Alicia tiraba el cuchillo al mar se oyó un disparo terrible. Ambos se dieron la vuelta sorprendidos. En un acto reflejo Alicia buscó el cuchillo que acababa de tirar mientras se giraba...

En medio de la playa estaba Jim con su revolver en la mano, humeante. Ante él, tirada en el suelo como una muñeca a la que la habían cortado los hilos, estaba el cuerpo de Kathleen. La mitad de sus sesos se esparcían por la arena y por el rostro del músico, que todavía mantenía el revolver alzado, a la altura de donde había estado la cabeza de la mujer antes de recibir el disparo a bocajarro, mortal de necesidad...

Alicia se quedó clavada en el lugar sin poder pronunciar palabra. A lo único que pudo atinar fue a buscar con la vista algún lugar que le permitiera ocultarse.

- Pe... pe... pero - Quique no conseguía articular las palabras mientras se giraba y veía lo que veía - Maldito loco! - exclamo mientras intentaba acercarse al asesino chapoteando en las aguas de la bahía

- Porque? NO! Porque? - las palabras, entrecortadas surgieron, finalmente, de su boca mientras las piernas del rugbier impulsaban su robusto cuerpo en dirección a quien creía el asesino de la actriz

Cuando todos se aproximaron al agua, Jim aprovechó la oportunidad. Sacó su revolver y colocó la boca de este a la altura de la cabeza de Kathleen. No era la primera vez que ese revolver apuntaba a una cabeza, pero en las otras ocasiones había sido la suya propia. Nunca se había atrevido a apretar el gatillo. ¿Lo haría ahora? Dudó unos instantes, pero sabía que si no tomaba la decisión sería demasiado tarde –Lo siento...-las palabras, apenas susurradas, dieron paso al atronador disparo. 

Con la cara manchada de sangre y restos de cerebro, sus lágrimas apenas se apreciaban. Notó las miradas del resto clavarse en el, el miedo en la cara de Alicia, la furia en la de Quique.

-Tenía que hacerlo... ¡No me miréis así, ninguno de vosotros es mejor que yo, todos tenéis las manos manchadas de sangre! Y ella... ¡ella sobre todo! Mató a su propio hijo. ¿Quien haría algo semejante? Yo no pienso arder en el infierno, no me lo merezco- Jim cayó de rodillas, sujetando aún el humeante revolver- ¡Ella era mi salvación, tenía que hacerlo! ¿Has oído? ¡Ya te he dado lo que me has pedido! He cumplido mi parte del trato!- Jim no hablaba ahora mirando al resto, miraba mirando hacia arriba, al cielo, a la nada.

Había cumplido su parte. Se libraría de ir al infierno. Eso es lo que le había dicho. Pero también le había dicho que si volvía a cometer aquellos crímenes no se libraría. Y eso no estaba seguro de poder controlarlo. De hecho estaba seguro de que no podría controlarlo. Aquel ser oscuro que le obligaba a asesinar se volvería a apoderar de el, y lo condenaría al infierno. No. La única solución era morir antes de volver a asesinar, burlarse de aquel ser de cara claveteada.

-¿Loco? ¿Y quien no lo es?- Jim se metió el revolver en la boca y apretó el gatillo.

Alicia cayó de rodillas en la arena al oir el segundo disparo.

"Así que todo se reduce a esto". Fue lo único que pudo pensar en ese momento. Lo miró a Quique esperando a ver cuál era su reacción.