Bessie muge, agradecida por el cumplido, justo antes de volver a la pokeball.
—Tú también puedes enseñarle —contesta Darío, contento de compartir sus conocimientos—. Requiere esfuerzo por ambas partes, pero conozco varios entrenadores que han creado sus propios Movimientos. A decir verdad, es casi un requisito para entrar en el Alto Mando. Entonces, ¿te interesan los Pokémon grandes? Creo que podría ayudarte...
-¿Oh? ¿Entonces sencillamente requiere entrenamiento y disciplina? ¡Interesante!
Juntó ambos puños delante de sí, entusiasmada.
-Y...si, me gustan mucho, pero son difíciles de encontrar. Es culpa de King mayoritariamente, desde que rompió el cascarón mantiene su escala de ser dos veces más grande que otros slowpoke. Son geniales, ¡especialmente los que ya de por si son grandes!
Darío baja los brazos y adopta una postura relajada mientras guarda su pokeball.
—¡Ciertamente! Aquí Bessie empezó a crecer así al hacerse adulta —da unos toquecitos sobre la pokeball—. ¡No quiero imaginar los gastos de comida que habrá hecho King hasta ahora! Pero no me importaría tener a un grandullón como él en mi equipo. O a ti, algún día.
Empieza medio bromeando, pero su tono cambia y notas que va en serio.
—Mi olfato me dice que tienes talento. Si en algún momento quieres unirte a mis seguidores, bienevenida serás, tenlo claro. Y ahora dejame pensar... —se masajea la frente con la mano—. Creo recordar que en el periodico vi algo sobre Pokémon grandes. Uno que parecía dar problemas en Tres Cantos. Fue hace un par de días, sí.
-De una u otra forma terminaré volviendo aquí, agradezco mucho la oferta. Pero por ahora quedé de viajar con mi amigo, Alan. El vino antes que yo, ¿verdad?
Lucina sacó su mapa, buscando este pueblo o lugar que mencionaba.
-Tres Cantos, Tres Cantos...hmmm...
Con rapidez su dedo señala un punto al Norte de tu posición, a unos diez kilómetros.
—Aquí. Es un pueblo pequeño, creo. Ese pokémon debería ser fácil de encontrar. Y ahora ve con tu amigo, ¡y dile que se siga esforzando! Espero verlo pronto en la Liga o estaré muy decepcionado —suelta con tono jocoso—. ¡Que tengáis un buen viaje!
Parece que la espera ha puesto un poco nervioso a Alan, pues para cuando sales te das cuenta de que todas las sillas de la sala apuntan en dirección contraria a la que tenían antes. Alan está dando vueltas en círculos, cambiando de dirección con una intensidad casi patológica, hasta que levanta la mirada y te ve.
—¡Lucina! —se acerca corriendo—. ¿Cómo ha ido? ¿Bien? ¿Te sorprendió el campo adaptable?
-¡Hasta otra Darío! -dijo agitando una mano en el umbral de salida ya. Al ver la inusualidad en la sala de espera, se rascó una mejilla preguntándose si tenía algo que ver con el magnetismo que podía generar la electricidad de ciertos pokemon.
-¡Alan! Si, me tocar focos de luz solar así que todo se volvió muy brillante...ha...perdí, pero fue divertido y al menos derrotamos a uno de los dos pokemon del otro lado. Darío es un gran sujeto, ¿no?
Se acuclilló para estar a su altura, contenta, y con el mapa en mano enrollado de nuevo.
-¿Que tal te fue a tí?
—Sí, ¿verdad? Estuvimos hablando un rato después del combate. Quería saber porque quería luchar en los Gimnasios y me dio varios consejos para mis próximos combates. Un gran tipo. Yo tuve que combatir a cuatro y bueno, ya ves que gané —dice, girando la medalla de Darío entre sus dedos—. Los detalles te los puedo contar por el camino. ¿A Ola Sombría, pues?
-¿Cuatro? ¡Wow! ¡Eso suena bastante injusto incluso!
Lucina le observó asombrada, sabía que Alan era fuerte, ¿pero 4 contra 1?
-Actualmente sería bueno que comenzara a mejorar si quiero llegar y actualmente hacer algo útil. Darío me mencionó que hay un pokemon inusualmente grande causando problemas en un pueblo no muy lejos, Tres Cantos. Quizá pueda resolver lo que esta pasando si puedo convencerlo de que venga conmigo. Me pregunto que clase de pokemon es...es decir, ¡si no te molesta el desvío!
—No, no fue así —negó con la cabeza—. Él se dio cuenta de que era fuerte y me animó a probar mis límites, nada más. Me habría dado la medalla con dos victorias, si lo hubiera elegido así.
Sonríe y guarda la medalla en un bolsillo interior de la mochila.
—Te acompañaré a donde quieras —asevera—. Pero creí que tenías prisa por llegar a Olas Sombrías. Ya sabes, por tu hermano, tu padre y todo eso.
-Tengo prisa -dijo con aire reflexivo- Pero también esta instancia me hizo comprender que puede que esté yendo en vano. Ambos están metidos en cosas peligrosas con gente peligrosa. Si no puedo protegerme a mí misma...entonces solo estoy yendo a entregarme, básicamente. O a ponerte en peligro por estar conmigo, también. Tengo que ser un poco más fuerte cuanto menos.
Suspiró, con una sonrisa apenada.
-Todo suena un tanto aterrador dicho así, pero no puedo mentirme, es la verdad.
—No me pones en peligro —afirmó con rotundidad—, pero entiendo a que te refieres.
Sus manos se cierran en torno a la tuya mientras sus ojos te miran fijos, brillantes.
—Os ayudaré a ser más fuertes. Pero ya lo sois. Habéis llegado hasta aquí sin ayuda, ¿verdad? Solo necesitáis un pequeño empujón. Siempre que no os rindáis, lo conseguiréis. Lo sé. Y ahora... ¡a Tres Cantos!
Lucina sonrió y le acarició la cabeza afectuosamente con la mano libre unos momentos.
-Cuento contigo. -dijo sencillamente, con tono contento- ¡A Tres Cantos!
Agradeció su buena suerte por conocer a Alan en el camino, era un compañero maravilloso a pesar del poco tiempo que se conocían. Aún en la esquina de su mente seguía preocupada por lo que se hubiera perdido ayer en la situación surreal en el lago. Lo tensos que estaban ambos pokemon, y...lo que había dicho Raikou también. No había hecho nada destacable en su vida como para recibir esa clase de palabras, aunque las pokemon que velan por el mundo como él y tantos otros tendían a conocer más sobre todo. El mundo, los corazones de sus habitantes, espíritus y voces olvidadas, y otros tantos tópicos que se veían cerca de cualquiera pero que a la vez estaban lejos en cuanto a conocimiento profundo.