Partida Rol por web

-Honestamente no pensé que lo dijera en serio, pero...bueno, agua pasada.

Negó con ganas de dejar el asunto atrás, y aprovechó a acariciar la cabeza de Alan momentáneamente.

-No quiero pescar por nada en particular...bueno, si. Me agrada sencillamente, aunque cuando no uso la pesca para comer, sencillamente la devuelvo. -se llevó una mano a la nuca, con una sonrisilla un tanto avergonzada- También tiene que ver con que vi un documental sobre pescadores. ¡Dicen que dependiendo del tiempo de vida de un Magikarp pueden llegar a ser muy, muy grandes! Y que los más raros son dorados en lugar de rojos. Quizá si sigo intentando pueda encontrar uno así, por eso siempre uso hilo extrafuerte para que si llega el momento, mis sueños no se vayan con una línea rota...

Al acariciarlo notas como vuelve a erizarse por un momento y su cola pega un brinco, pero se queda quieto, con una expresión extraña que pronto vuelve a ser su sonrisa habitual.

—Un Magikarp sería un buen compañero. La mayoría de entrenadores tarda años en conseguir que evolucionen pero me apuesto a que tu lo conseguirías en menos de uno. Ah, y creo que aquí también hay Poliwags y Mudkips, esos al evolucionar se hacen bastante grandes.

King sale del centro Pokémon totalmente recuperado y decide volverse a su pokeball para echarse una larga siesta. No tardáis mucho en llegar al Pequeño Nido. Allí os atienden con amabilidad y no tardan en envolveros algo de comida casera y guardarla en una cesta para que podáis transportarla con comodidad. 

-¡Espero! Aunque dicen que entrenar uno es muy díficil también...

Lucina se sorprendió también de la reacción de Alan, y considero que quiza no debería hacer esas cosas sin pedir permiso. Esperaba tener oportunidad de hablar sobre eso y pedir disculpas durante la comida. Por lo demás, hizo algo de charla trivial pero apasionada sobre la posibilidad de un Magikarp del tamaño de un bote de remos o un submarino, y que cosas así quizá pudieran suceder en una competencia de pescadores. En general, se veía contenta de dejar volar su imaginación.

Una vez en el sitio, pidió...croquetas de papas. Algo así como MUCHAS. Normales, con jamón y queso mezclados, sazonadas con orégano...pidió unas 10 de cada una para tener suficientes para compartir, y le pregunto a Alan por su propia elección si tenía alguna. En retrospectiva no le quedaba demasiado dinero, así que tendría que considerar conseguir algún trabajo pasajero en algún punto.

—¿Si fuera fácil cuál sería la gracia? ¡Todos andarían por ahí con un Gyarados bajo el brazo! Para mí solo las de papas, por favor —indica mientras rebusca algo en su mochila. Antes de que te des cuenta ha sacado su propio dinero y paga por la comida mientras te guiña un ojo—. Ahorra tu dinero. No tengo apenas gastos, así que lo que saco de los combates me suele durar bastante. Además todavía tienes que comprar la caña, ¿verdad? —se gira hacia la hostelera—. Eh Rosaura, ¿sabes dónde hay una tienda de pesca?

Ella os da varias indicaciones y llegáis al lugar, regentado por un viejo anciano. Con entusiasmo os muestra las diferentes cañas y os deja escoger con libertad y sin presiones. Incluso os indica un par de puntos de pesca recomendados. Yendo hacia el lugar, veis a otros que parecen seguir la misma idea. Hay campistas en los alrededores del lago y gente bañándose, pero el lago es lo bastante grande como para que haya espacio para todos. 

-¡Que sitio agradable! Estas aguas son mucho más azules que en otros sitios.

Lucina había agradecido el pagar la comida a su acompañante peludo, y en el sitio de pesca había aprovechado a preguntar por los peces más grandes vistos por el tendero, además aprovechó a aprovisionarse  con cebo y una boya de repuesto por si tenía algún accidente, además de algunos anzuelos extra. Ahora, estaba de pie observando el paisaje del lago y decidiendo el sitio para sentarse en el almuerzo y la espera hasta que algo picara.

-Parecía que conocías a la persona en el sitio de comida, ¿hm? -comentó sentándose en la orilla tras acomodar la comida cerca y lista para comenzar a tomarla de a poco, la caña cerca tras tomar impulso y lanzar la línea al lago, y algunas servilletas bajo una roca para que no se volaran.

-Entonces...¡buen provecho! -en el final eligió una de las que tenían jamón para comenzar, mientras mantenía una mano en la caña. Respiró hondo antes de comenzar, quitándose el estrés del día con este gesto, acompañado del paisaje prístino ante sus ojos.

—Sí, ya había estado aquí antes —responde sin quitarle ojo al cordel—. Rosaura una buena chica, muy servicial, aunque un poco alelada a veces.

Se ríe un poco y toma una de sus propias croquetas. Pronto sus carrillos están llenos y a punto de explotar, sin que eso frene su engullir. En un humano quedaría bastante ridículo pero Alan se las apaña para seguir siendo adorable y tierno con sus pequeños mordiscos y sus ruiditos de satisfacción. Se reclina sobre la hierba y se da unas palmaditas en la tripa.

—¡Uf! Espero poder digerirlas antes de combatir o me veré en serios aprietos contra ese líder de Gimnasio.

aunque un poco alelada a veces. Toma el mismo una de sus croquetas y empieza a comer. Sus pequeños y rapidos mordiscos acompañados de un sonido de satisfaccion son un tierno espectaculo y te dan ganas de achucharlo de nuevo. Ves como se quita la cinta azul del brazo y la dobla con mucho cuidado, se queda mirándola, la acaricia y finalmente la guarda. Unf, están deliciosas. Espero poder digerirlas todas antes de combatir o me veré en serios aprietos.

-No tenemos que ir inmediatamente de todas formas...

Lucina se estiró en sitio, cuidando de no mover la caña de lugar. Había chequeado algunas veces que siguiera teniendo carnada,, pero en general el lago parecía tranquilo de momento ya que esa no era la excusa para que nada picara. Guardó un momento de silencio, escuchando el susurro de la hierba.

-Hey...¿fue maleducado de mi parte poner mi mano en tu cabeza? ¡Si es así lo siento! Fue mero instinto, entre que fuiste muy atento y demás.

—No pensaba hacerlo —contesta con un gesto relajado mientras —. Antes tenemos que conseguirte una captura.

Termina guiándote un ojo.Con eso parece haberlo dicho todo y permanece tumbado sobre la hierba hasta que hablas de nuevo. Antes incluso de terminar la pregunta entiendes que acabas de pisar un terreno muy sensible. Alan se gira hacia un lado, evitando mirarte. Su cola deja de revolotear para quedarse encogida junto a él.

—No. Quiero decir... fue inesperado. Pero no me molestó. Yo...

Parece indeciso. Se levanta y te mira. En su cara puedes leer vergüenza, esperanza y quizás... ¿miedo?

—Se sintió bien cuando tú me acariciaste —bajo su voz temblorosa te parece notar que hace hincapié en la palabra "tú"—. De verdad.

-¿Me alegra oírlo! Pero...hmm... uhhh...

Lucina pensó un momento como formular lo que estaba en su mente. Frotó sus manos nerviosamente mientras esto y se asintió para sí misma, muy levemente, tras resolver que sencillamente le convenía avisar y disparar...las preguntas, claro. Por lo demás, dejó salir a King también para que pudiera disfrutar del paisaje, aunque mantuvo un ojo de que no se le antojara pescar. Los shellder normalmente son de agua salada, pero prefería no arriesgarse.

-No tengo demasiada idea de tacto así que solo voy a preguntar y no te sientas en obligación de contestar...¿Tuviste un entrenador antes? Me dio la impresión de que quizá tuviste alguna mala experiencia con el gesto.

Mientras hablas puedes notar como se va poniendo más y más tenso. Sin embargo su respuesta es clara.

—No. Nunca he tenido-

La frase se corta cuando notas un chispazo recorrer tu cuerpo. No es doloroso, pero hace que te estremezcas. Alan y King también parecen sentirlo por la expresión de sus caras. Todos los pelos de tu cuerpo se erizan, incluyendo tu cabello, que queda flotando como si fueran unos extraños tentáculos. El aire mismo parece cargado de energía e incluso te parece vislumbrar pequeños relámpagos saltando entre los recovecos de la hierba. 

—¡Allí!

Alan señala un punto del bosque que rodea el lago. En un primer momento no llegas a ver nada, pero está claro que él ha descubierto algo. Pasando a cuatro patas empieza a correr en esa dirección y King lo persigue, haciendo lo que puede por no perderlo de vista.

-¿¡Huh!?

Cuando estaba a punto de dejar el tema, su cabello reaccionó y se arqueó la espalda con sorpresa al sentir algo así como una corriente suave y momentánea. Alan pareció notar enseguida de que se trataba, comprensible siendo su "campo" de experiencia, aunque de nuevo con temas de electricidad volvió a temer por la integridad de King. Algún pokemon salvaje parecía estar liberando corriente cerca, quizá a tierra o...¿quizá la carga que tenía era tan fuerte como para dejarla así?

De todas formas, dió un tirón al anzuelo para sacarlo del agua y dejó la caña en el suelo, saliendo tras sus dos compañeros de viaje.

-¡H-hey, espérenme! -mientras corría, fue tratando de aplanarse el pelo, aunque no parecía que este fuera a querer bajar pronto.

Al llegar hasta el limite se detiene, lo cual os da tiempo para alcanzarlo. Gira la cabeza de un lado a otro y sus orejas vibran buscando la menor fuente de sonido. De nuevo corre, esta vez hacia la derecha, saltando arbustos y esquivando árboles en busca de aquello que ha llamado su atención.

Ni el mejor cazador podría seguirle el ritmo por mucho tiempo. El bosque es bastante salvaje, lleno de ramitas y desniveles que no hacen sino retrasar vuestra carrera. Aún podéis oír a Alan y ver las marcas de sus patas en la tierra, por lo que estáis seguros de ir en buena dirección. Cuando lo alcanzáis, se ha detenido y mira fijamente un punto del bosque con la boca abierta de asombro.

Las leyendas son, en esencia, historias. Como tales, todos sus elementos están cuidados al detalle. Nunca ocurren en sitios olvidables, nunca carecen de propósito y los que aparecen en ellas nunca son individuos comunes. Y por todo ello es que ahora, al hallaros frente a una leyenda viva en este lugar, no podéis pensar que es más bien un sueño. Que algo como esto no puede pasaros a vosotros, sin importar que cada fibra de vuestro cuerpo sienta el azote de la electricidad. Un sueño al que Alan da nombre en un susurro:

-Raikou...

Lucina inicialmente tuvo que mirar dos veces, a pesar de que la criatura delante de ella y sus compañeros era muy llamativa en color, forma y reputación. Sencillamente, la primera vez pasó algo similar a que su sentido común rechazara algo tan fuera de lugar e imprevisto, y necesito una nueva confirmación visual para creerlo. Luego de eso, dió un paso hacia atrás, insegura de qué hacer a continuación, y consiguió caerse sentada. Apenas sintió el impacto, de todas formas, y no quitó los ojos del pelaje amarillo y negro.

Sin duda había tenido un genial golpe de suerte, pero no sabía hasta qué punto...después de todo, comprendía que estaba ante un pokemon potencialmente peligroso y muy poderoso. ¿Habría interrumpido algo? ¿Quizá no le gustaría haber sido avistado? No había forma de que pudiera dejarlo atrás por más que quisiera por lo cual solo le quedó permanecer expectante a lo que sucedería a continuación con la leyenda ilusoria que acababa de encontrar.

Como si su simple presencia extinguiera el sonido, sus patas se mueven en completo silencio. No es el Pokémon más grande, pero parado delante tuya te das cuenta de que no has conocido humanos de tal altura y porte. Sus ojos refulgen con la carga de un poder desconocido, sometiéndote a un escrutinio tan riguroso que no te queda otro remedio más que apartar la mirada.

Un solo paso os separa. Sus letales colmillos se separan y entonces habla. Palabras de una lengua desconocida surgen con la intensidad de una orquesta en crescendo. Raichu y King se arrojan al suelo, en un gesto compartido de pura sumisión. Sin embargo sus orejas permanecer erguidas, alerta. Escuchando.

De repente tus ojos quedan anegados de una luz blanca. No importa cuanto parpadees o frotes tus ojos, no puedes ver nada. Solo sientes un impacto sofocante, similar a caer de cara al agua desde considerable altura, antes de que la electricidad que flota en el ambiente desaparezca. Poco a poco notas formas borrosas en blanco y negro, que van tomando matices de color y sombras. Una pequeña mano se cierra sobre la tuya, acompañada por una respiración intensa. Alan. También notas cosquillas cuando King se refugia bajo tu hombro, rodeándote el brazo con la cola. 

Ninguno de ellos habla, pero no te hacen falta palabras para saber que Raikou se ha ido. 

Con cuidado, Lucina se irguió nuevamente y parpadeó unas veces tras frotarse los ojos, recuperando la vista en el terreno. Percibió a sus acompañantes cerca, lo cual le brindó tranquilidad momentánea. La presión del aire se había ido, y si no fuera porque aún estaba donde se encontraba, habría considerado que tuvo un sueño. Se levantó, de forma lenta, y miró confundida al entorno.

-¿Eso sucedió, verdad?

Fue la primera en quebrar el silencio, con tono ofuscado. Cerró los ojos unos instantes, y comprobó el estado de Alan y King.

-¿Están bien?

Al escucharte los dos pokémon suspiran aliviados. Notas que se acercan más a ti, abrazándote como si pudieras desaparecer en cualquier momento.

—Estamos bien —dice Alan de forma automática—. ¿Puedes levantarte? ¿Te duele algo?

Examina todo tu cuerpo, como si temiera encontrar una herida. King tampoco te quita la vista de encima, con una seriedad que pocas veces has visto. Ambos están centrados por completo en ti, inquietos. 

—Deberíamos volver al lago —sugiere Alan, ofrecíendote la mano como punto de apoyo para que te levantes—. Recuperemos tu caña y volvamos a la ciudad.

-Sí -dijo, limpiándose algo de pasto de los pantalones momentáneamente. Por un momento le pareció que el ofrecimiento de mano iba a terminar con tirar a Alan, se recordó que pese a su aspecto bonito y tamaño, era un pokemon y uno bastante fuerte, por lo que se ayudó en él sin miedo.

Claro que trató de ignorar momentáneamente las miradas serias de ambo, pero en cuanto comenzaron a alejarse del lugar, no pudo evitar preguntar al respecto.

-¿Sucedió algo más? Es decir...parece que interrumpimos a Raikou haciendo lo que estuviera haciendo, pero...a pesar de eso parece que ya pasó, ambos siguen preocupados por algo. ¿Fue algo que dijo?

Los dos se intercambian una mirada de preocupación. King dice algo y Alan se muerde el labio mientras acaricia la cinta azul de su brazo y avanza hacia ti con decisión. 

—Nos...

Se detiene. Comienza de nuevo, tragando saliva para tratar de verbalizar mejor, aunque en el ambiente seco de la tarde su voz suena rasposa y cansada.

—Nos... nos dijo que acercan tiempos peligrosos. Y que deberíamos protegerte. Que eres... importante.

King asiente, confirmando sus palabras. Parecen sinceros, aunque tanta congoja hace que te preguntes si lo están suavizando o incluso si han omitido algún detalle.

-...¿Les trato mal? Creo que podemos dejar la conversación para mañana u otro día, pero cuanto menos espero que no haya sido rudo.

Veía poco viable que fuera toda la causa del estrés de ambos, pero al menos lo que sea que hubieran hablado (y lo que se perdió de la charla) esperaba que no hubiese sido en un mal tono.

-¿Cuanto tiempo pasó?