—¿Tan arraigada está la mentira en tu corazón que no has pensado en ser, simplemente, tú mismo? —replicó a Thadeus—. Si Sigvatr tiene magos a su servicio, lo desconozco. Pero no me extrañaría que os encontrárais algún sacerdote de Dagon.
El anciano no respondió inmediatamente a Karin, sino que guardó las manos en las profundidades de las mangas de su túnica.
—La capacidad de congeniar con la gente es un totém de muchas caras, bardo. Hay quien lo usa para congraciarse con alguien, y otros para enmascarar su duplicidad. Pueden mostrar un acto de bondad desinteresada, o una confesión de miedo. Sea como fuere, es algo que tú ya conoces. Te voy a dar la respuesta a algo que no conoces, pues. Mi nombre es Lothar. Un día recorrí el Camino de la Voz junto a los Barbas Grises, pero ahora sigo el mío propio —señaló Lothar—. La razón por la que abandoné Alto Hrothgar fue una de vital importancia, pues mis antiguos hermanos insisten en el camino de la no violencia. Aunque honorable, ese camino renuncia a la responsabilidad ética e intelectual del individuo adoptando una postura moral simplista y fácil. Nuestro mundo está al borde de la guerra, los bandidos y los cultos malignos campan a sus anchas por los caminos, y los Barbas Grises se mantienen a un lado, tranquilos porque sus manos están limpias. No obstante, cuando llegue el juicio, los Divinos castigarán a todos aquellos por el bien que no han hecho, y por el mal que han ignorado.
El perro del antiguo Barba Gris le echó las patas a su amo, que le rascó detrásde las orejas distraídamente.
—Las antiguas tradiciones nórdicas dicen que Kyne enseñó el Thu'um a los hombres. ¿Crees que estás a la altura del apelativo de Voz de Kyne, bardo? Enséñame esa voz tuya.
Karin sonrió, complaciente, la verdad era que no hacía falta mucho para hacerla trinar. Carraspeó un poco. Entre la pastosa bebida y el frío de la noche tenía la voz ligeramente tomada. Recordaba haber escuchado en Soledad algo sobre la Voz...
Nuestro héroe, nuestro héroe aclamado como guerrero.
Oíd que aquí llega el Sangre de Dragón.
Su Voz encierra el poder del arte nórdico verdadero.
Creedme, aquí llega el Sangre de Dragón.
El azote del mal que en Skyrim causaba amargura.
Cuidado, que viene el Sangre de Dragón.
Las tinieblas se extinguieron, mas su leyenda perdura.
Y sabréis que aquí llega el Sangre de Dragón.
Lanzó una débil tos. Puto frío...en fin, era pasable para una aprendiz de Bardo, pero no para una maestra del arte intentando impresionar a un Maestro de la Voz.
- Voz de Kyne es como me llaman, no como me llamo - dijo encogiéndose de hombros -. De todas formas, buen maestro Lothar, quizá Kyne no desee para mí el Camino de la Voz, he oído que exige una vida contemplativa y, aunque haya casos excepcionales como tú, el buen jarl Balgruuf y el buen jarl Ulfric Capa de Tormenta, la no violencia parece ser uno de sus principios. Si es el mandato de Kyne es el mío, así que no aceptaré un mandato al que no estoy dispuesta...y no tiene nada que ver con el patético graznido que has oído de mí esta noche
Enfada consigo misma por fallar en una prueba tan sencilla como cantar, y sabiendo que se estaba portando cual cría idiota, dejó que Thadeus llevara el resto de la conversación, si Lothar no respondía.
Motivo: Interpretar
Tirada: 1d20
Resultado: 2(+14)=16
A Thadeus le pareció curioso aquel señor, y le gustó la puesta en escena de Karin, pero tenía en mente que el tiempo jugaba en contra de Aerin.
-La mentira no está tan arraigada -iba diciendo con voz varonil, y aspecto de niña-, es parte del estudio y estímulo de la mente, al controlar los intrincados hechizos que hacen realidad dichos efectos extraordinarios - dijo dejando claro que su arte era algo verdadero, y no radicaba en la mentira-. Un mago es un mago, sencillamente - dijo con una sonrisa de niña inocente, para que desconcertase junto con sus serias palabras.
En fin, aquel hermitaño no parecía un don nadie, y lo que menos quería Thadeus era meter en problemas al anciano, por culpa de Aerin, así que tenía claro que mejor probar suerte con las minas.
-Bonita canción Karin, pero... será mejor que no olvidemos que nuestro tiempo es limitado -sobre todo para un vampiro, el amanecer-. ¿Vamos con el resto y organizamos una incursión como los dioses mandan? Esos malhechores no pueden hacer bien a nadie, y nadie los echará de menos si les pateamos el trasero.
El mago, aun con aspecto de niña, tendió la mano a la bardo para que se la cogiera, y se fueran disimulando como hasta ahora: como una mujer adulta y una niña pequeña.
Lothar escuchó la canción del Sangre de Dragón y después recitó una estrofa que Karin jamás había oído, y que sin embargo guardaba la misma métrica y ritmo:
Dovahkiin, Dovahkiin, naal ok zin los vahriin,
Wah dein, vokul, mahfaeraak ahst vaal.
Ahrk fin norok paal graan, fod nust hon zindro zaan,
Dovahkiin, fah hin, kogaan mu draal.
Aunque susurradas, las palabras reverberaron en vuestro pecho como un trueno, y la tierra tembló a vuestro alrededor como si el anciano estuviera hablando una lengua que el mismísimo diseño del universo no pudiera ignorar. Si las hubiera gritado, podría haberos hecho pedazos.
Tras aquella demostración de poder, el belígero Barba Gris se dirigió a Karin.
—Había oído que la voz de los bardos tenía su propia magia, y bastaba para animar a un corazón cansado, calmar a una bestia, o hacer bailar de alegría a los ancianos —el brillo de la decepción asomó a sus ojos—. Veo que no todas las leyendas son ciertas.
Y después se volvió para contestar a Thadeus.
—Hablas de estudio y conocimiento, mago. Pero ese es sólo el primer paso en la senda de la sabiduría. Necesitamos el conocimiento para aprender. Debemos aprender para comprender. Pero incluso cuando comprendes realmente tu arte, sólo has dado el primer paso hacia la auténtica sabiduría. Porque la sabiduría no procede del conocimiento, sino de desafiar sus méritos. Un mago no es sencillamente un mago del mismo modo que un Barba Gris no es sencillamente un Barba Gris.
Dicho esto, se despidió de vosotros.
—Que los Divinos os otorguen la fuerza para derrotar al mal, y la sabiduría para reconocerlo.
El antiguo Barba Gris se dio la vuelta y volvió a su cabaña, seguido de su fiel animal. Vosotros hicisteis lo propio y regresasteis junto a vuestros compañeros para preparar vuestro siguiente paso.
Ayayay, Wonka, que la has pifiado en esta parte de tu trama personal xD.
Thadeus y Karin hablaron con el anciano y, en cierto momento, la bardo empezó a recitar los versos de la canción del Sangre de Dragón con voz destemplada por el frío y el alcohol. Entonces ocurrió algo curioso. Aunque el anciano parecía susurrar en voz baja, oísteis con claridad sus palabras, en una lengua desconocida:
Dovahkiin, Dovahkiin, naal ok zin los vahriin,
Wah dein, vokul, mahfaeraak ahst vaal.
Ahrk fin norok paal graan, fod nust hon zindro zaan,
Dovahkiin, fah hin, kogaan mu draal.
Aunque susurradas, las palabras reverberaron en vuestro pecho como un trueno, y la tierra tembló a vuestro alrededor como si el anciano estuviera hablando una lengua que el mismísimo diseño del universo no pudiera ignorar. Si las hubiera gritado, podría haberos hecho pedazos. ¿Sería aquel hombre uno de los famosos Barbas Grises, maestros de la Voz? Si lo era, ¿qué hacía tan lejos de Alto Hrothgar?
El susodicho se despidió de vuestros compañeros, que regresaron a vosotros.
Furiosa consigo misma, queriendo impresionar al desconocido, herida en su orgullo...¡Nadie menospreciaba a Karin Manoshermosas, Karin Voz de Kyne! Karin se valió de sus reflejos de nórdica. Reflejos que, como los guerreros de Skyrim solían decir, servían para coger al vuelo un hacha, girarla y lanzársela al enemigo que te la había lanzado a tí. Los reflejos del arquero sin flechas que toma la que le disparan por la espalda. Sólo que Karin "cogió" una canción. Siempre había tenido muy buen oído, desde niña, era uno de los motivos por los que se había hecho Bardo, así que creyó pronunciar bien cuando cantó:
Dovahkiin, Dovahkiin, naal ok zin los vahriin,
Wah dein, vokul, mahfaeraak ahst vaal.
Ahrk fin norok paal graan, fod nust hon zindro zaan,
Dovahkiin, fah hin, kogaan mu draal.
Miró hacia arriba un instante, esperando ver algún cambio en el ambiente. No había estado tan mal, aunque tampoco había sido su mejor cántico. Sonrió con gesto de disculpa a Lothar.
- Vaya...esperaba poder derrumbar las minas sobre los bandidos - dijo con inocencia -. Veo que no es poco el poder de los Maestros de la Voz. Puede que Kyne y su viento me lleven un día hasta tí de nuevo, buen maestro
Estrechó la mano a la niña Thadeus, esperando las últimas palabras del granjero antes de la despedida.
Motivo: Prueba Inteligencia (recordar canción por fonética)
Tirada: 1d20
Resultado: 19(+2)=21
Motivo: Interpretar
Tirada: 1d20
Resultado: 10(+14)=24
Volshyene alzó una ceja, sorprendida. Un posible barba gris… insólito, sin duda. Pero se encogió de hombros. Tenía curiosidad, ciertamente, pero también la dignidad suficiente para no ir corriendo a preguntar. De modo que esperó que los otros llegaran, para preguntar:
—¿Bueno, ¿qué ha pasado? ¿Quién era ese anciano, y qué os ha dicho?
Miró con indulgencia a Thadeus, pues no creía que el seguir las bromas a Karin fuera buena idea, pero… ¿qué harían sin poco de sentido del humor? Algo del sentido del ridículo quizá les vendría más que bien a partir de ahora, tratar de anticiparse a los thalmor sin duda agriaría el talante a más de uno...
El mago fue al grupo con forma de niña pequeña, tal cual se había mostrado al anciano de la cabaña. Aun así estaba dispuesto a seguir hablando de manera varonil al grupo, seguro que eso les desconcertaría un poco pero así lo reconocerían. Se acercó al grupo agarrado de la mano de Karin, con gesto inocente, que de repente se volvió algo más serio a la hora de hablar:
-Ese anciano parece algún tipo de ermitaño que es capaz de echar a los bandidos de su casa, así que no creo que sea buena idea tener problemas con él. Sería mejor que intentáramos resguardar a Aerin de la luz del sol en las minas, aunque confirmamos que están llenas de bandidos, e incluso puede que algún sacerdote de Dagon. Tendremos que organizar una pequeña limpieza - dijo disipando su conjuro y volviendo a su forma original; no había previsto tal situación, pero al menos tendría algunos trucos de magia bajo la manga para la ocasión...
- De acuerdo, no tenemos mucho tiempo, me habría gustado tener aquí a los dos guerreros pero a ver qué se puede hacer...
Elynea torció el gesto. No sabía si preocuparse por el hecho de que ya no le extrañaba nada de lo que se encontraban, es más, estaba empezando a pensar que el día en que encontrasen algo normal en el camino sería precisamente cuando empezaría a sospechar.
En cuanto el mago llegó, se pellizcó el puente de la nariz.
—No voy a preguntar qué, en nombre de todo lo sagrado, haces con esa pinta... —suspiró cerrando con fuerza los ojos como si el conjunto en sí le diese vergüenza ajena. Sin embargo, hubo algo en la mención que la hizo levantar la cabeza como impulsada por un resorte—. Espera, ¿Dagon? ¿Merunhes Dagon?
Había pocos daedra que un dunmer pudiese considerar non gratos y Merunhes Dagon era uno de ellos.
— ...Genial—refunfuñó frunciendo el ceño con fastidio.
Con lo bien que habría estado descansar en una mullida cama de El Gigante Dormido aquella noche y ahora lo habían cambiado por el suelo de una cueva polvorienta. Cueva que para colmo tendrían que limpiar de rateros y amantes del destrozo a gran escala antes de poder considerarla campamento. Condenados vampiros... ya podrían haber intentado morder a un gigante en lugar de a Aerin para que les pusiese en órbita de un garrotazo o algo así.
—Espera, Suro. Ahora que lo mencionas... —dijo obligándose a volver a la realidad (y a enderezarse en la silla) Se giró en la silla echando un vistazo en dirección a Cauce Boscoso—¿Qué narices está haciendo ese alcornoque? Tarda demasiado ya.
Y el sol desde luego sí que no iba a esperar a nadie.
«Más líos no, por favor... »
—Si han ido a Cauce Boscoso no están tardando. Nosotros hemos venido aqui directamente y solo hemos tenido una corta conversación —repuso Volshyene—. Lo extraño sería que nos alcanzasen tan pronto. Por qué se han ido por su cuenta, sin explicación alguna, es otro tema muy diferente.
Suspiró.
—Ya sabíamos que tendríamos problemas en las minas, Ely. Esto sólo nos lo vuelve un poco más complicado. En fin, al menos esto nos libra de problemas morales. Es un servicio a la humanidad y a Skyrim limpiar el mundo de esas escoria. Pero dejémonos de cháchara, el tiempo corre y Aerin no puede quedar expuesto al sol. Sigamos, montar no va a impedir que nos contéis más detalles de la conversación. Ese tipo... parece un Barba Gris. Por todas las cosas sagradas, no me digáis que no le habéis pinchado para que diga algo más sobre él.