Partida Rol por web

Elynea suspiró hondo una vez tocó el suelo, la dunmer sostenía un cetro de ébano en las manos que antes no tenía y, de algún modo, parecía la excusa perfecta para tener algo que hacer con ellas.

—¿Qué me decis si os digo que Alduin es el menor de nuestros problemas?—dijo repentinamente sin separar la vista del suelo. Esperó a que alguna expresión se descompusiera antes de continuar sin dar opción a réplica:—. Exacto. Bien. Lo que está provocando esto es un artefacto dwemer, cortesía de que nuestra amiga Reilien no sepa tener las manos quietas. El tiempo se está curvando sobre si mismo y si no hacemos algo... terminará por no haber tiempo alguno.

»Entraremos en el campamento de los elfos una hora antes del amanecer; ese será el momento en el que se produzca la siguiente marea temporal y por tanto podremos llegar a Imrarlatz. Si intentamos entrar antes o después, fracasaremos y moriremos. Así lo ha decretado Azura.

Esperaba que aquello fuera de la mano con no terminar cruzándose en el camino de lo que fuera aquella cosa que se dedicaba a masacrar thalmor. Sujetó el cetro en el cinturón  un instante y se acercó a recoger su armadura. No veía la hora de ponérsela otra vez.

—No es una cosa—se enfurruñó cuando Uthgerd hizo referencia a Ákadir—. Y no os preocupeis, sabe cambiar de aspecto.

- El tiempo replegándose sobre sí mismo... Fascinante... Asombroso... Hay estudios filosóficos sobre eso, por supuesto, pero nunca pensé que pudiesen tener ni la más mínima interpretación práctica.

La profesora se mesó el mentón por un momento.

- Así que solo tenemos que salvar el universo de dos destinos distintos, y terribles ambos.

Cuando los pies de K'Dan se posaron sobre la nieve el khajita se acarició la hebilla con forma de rosa de su cinturón. Con los ojos aún húmedos, el devoto de Azurah se quedó ensimismado en sus pensamientos mientras Elynea le explicaba a sus compañeros la situación.

Su viaje, su exilio, había terminado. El misterio de Azura y Azurah había quedado resuelto y lo que era más importante, había conseguido el perdón de su diosa. K'Dan era consciente de que nunca podría volver a Elsweyrr, no sólo por sus crímenes sino por el hecho de que la revelación acababa de cortar cualquier lazo que compartiera con su pueblo. 

De todas formas, ahora sólo importaba el encargo de Azurah, el honor más grande que el khajita jamás podría haber recibido.

—Deberíamos movernos e inspeccionar el campamento. Así tendremos claro como actuar cuando llegue el momento.

Khaled trató de hacerse una imagen mental de lo que podía suponer el tiempo curvándose. Lo imaginó como una línea recta, con los instantes desplazándose por ella punto a punto, siempre en el mismo sentido. Al curvarse de forma constante, sin freno, en algún momento la línea se cruzaría consigo mismo, tocando el presente al pasado, y transformada en una espiral convergente seguiría haciéndolo, una y otra vez, con cada vez mayor frecuencia, quizás hasta colapsarse al alcanzar su eje. Mas qué sabía él de los fundamentos del universo, como para tratar de entender todo aquello.

Abrió la boca, pero la cerró inmediatamente. Elynea y los demás no sabría nada más. Dudaba siquiera que Azura lo supiera. La civilización dwemer había dejado atrás incluso a los dioses. Generaciones de académicos llevaban siglos estudiándola, y seguían estancados en la maravilla y la incomprensión. Solo podía confiar en que del mismo modo que se había puesto en marcha el proceso, pudiera detenerse.

—No es buena idea —replicó al khajiita—. El campamento está en la cumbre, no hay lugar desde el que observarlo a escondidas.

Uthgerd frunció profundamente el entrecejo de forma obtusa cuando Elynea empezó a hablar de la curvatura del tiempo... y se estremeció con el decreto de Azura, muy a su pesar. Se enderezó y se cruzó de brazos.

—Si me dieran un septim cada vez que alguien me ha dicho que voy a morir, sería más rica que el jarl.

—Las posibles repercusiones de que los dwemer inventaran máquinas capaces de manipular el tiempo podían sacudir los cimientos de todo lo que conocemos sobre ellos hasta ahora —coreó Obsjorn el entusiasmo de Fjorda—. ¿Y si los dwemer no desaparecieron, sin más, sino que viajaron al futuro? ¡Esta máquina del tiempo dwemer podría contener un legado de conocimiento de incalculable valor!

Torció el gesto.

—Si fuéramos capaces de entender una décima parte de esa tecnología. 

—¡No, no! Ákadir no cambiar de forma. Dama de las Rosas hacerlo, para que Ákadir poder servir mejor. Forma de Ákadir estar bien como estar ¿no?

Nidryne miró el cielo de la tarde.

—Tenemos algo más de diez horas hasta la hora en la que debemos subir a la cima. ¿Montamos un campamento? Mi hijo tiene que comer.

Los pensamientos desfilaron por la mente de Delphine, pero no se reflejaron ni en su rostro ni en sus labios. En cambio trabó la mirada en Khaled y lanzó una pregunta directa:

—¿Confías en ellos? ¿Haremos lo que "Azura ha decretado"?

—Pero no lo somos —respondió al comentario de Osbjorn—. Y si hemos de alcanzar ese conocimiento, que sea trepando por escalones contiguos, fabricados por eruditos, magos y filósofos naturales que no provengan de una especie que se ha conducido a la extinción.

Khaled arrugó los labios. Dudó unos instantes, en silencio, simplemente sujetándole la mirada a Delphine.

No era un hombre desconfiado. El tipo de persona que no dudaba en beber con un desconocido hasta que dejaba de serlo o se derrumbaba en el suelo. No se lo pensaba dos veces cuando tenía que dar la espalda. Ni siquiera las palabras que le había dirigido a Fjorda tenían

La verdadera confianza, sin embargo, no le llegaba con facilidad. Solo dos de las personas presentes se la habían ganado.

—No me han dado motivos para desconfiar —masculló por fin—. ¿Tenemos otra alternativa? No somos una banda de ladrones, ni un pelotón de batidores o asesinos. Creo que tendríamos más posibilidades de enfrentarnos a todo el campamento, golpe por golpe y conjuro por conjuro, que de colarnos. Posibilidades que a todoas luces están en nuestra contra.

A Elynea le sorprendió gratamente la respuesta de Khaled. El guardia rojo no era tan dejado como medio Carrera Blanca parecía pensar, aunque esa sospecha ya la tenía desde mucho antes.

—Por lo pronto, un poder como ese debería pertenece sólo a los dioses—añadió—. Mirad la que ha organizado Reilien por tocar lo que no debe. El mundo y la existencia en general estarán mucho más seguras si esa cosa es destruida que si se la rifan entre elfos, humanos, magos y políticos tratando de "comprenderla" de un plumazo cada uno para sus propios intereses.

No quería ni pensar en esa posibilidad. Pretender entender semejante cosa saltándose todos los pasos previos era como intentar construir una casa por el tejado. Y, por lo que a ella respectaba, tenía muy claro lo que pasaba cuando un mortal tenía la osadía de tratar de emular a los dioses: Que estos se enfadaban.

Si ya de por sí eso no era bueno, estaba también el detalle de que se estaban jugando la propia existencia de todo sólo porque a alguien le había dado por ponerse a jugar con lo que no debía.

—Tu forma no tiene nada de malo, Ákadir—dijo esbozando media sonrisa cuando la Crepúsculo manifestó que no podía cambiar de forma—. Pero en Skyrim un Crepúsculo Alado no es común, y hay gente que tiende a ponerse histérica ante algo que no comprende. Si no puedes cambiar de aspecto es suficiente con que intentes pasar desapercibida cuando aparezca algún desconocido.

Carraspeó.

—Nydrine tiene razón: Montemos el campamento. Descansemos un poco y pensemos qué conjuros podemos usar para pasar inadvertidos.

Las preguntas de Delphine ofendieron a K’Dan. Con más ímpetu de lo normal, el khajita clavó la lanza en el suelo y se cruzó de brazos fulminando a la mujer con la mirada.

—Si deseáis fracasar y morir podéis dirigiros hacia el campamento thalmor—dijo con desdén—. Por mi parte pienso cumplir el decreto de Azurah.

Si la Madre de las Rosas no hubiera sido clara en sus deseos probablemente K’Dan hubiese tenido otra actitud con respecto al artefacto dwemmer. A fin de cuentas, un objeto capaz de manipular el tiempo ofrecía muchas posibilidades, incluyendo la posibilidad de no haber fallado nunca. Pero después del encuentro con la diosa, esas posibilidades quedarían en meras hipótesis. Su misión estaba clara.

El khajita asintió a las palabras de Elynea sobre montar el campamento. Les vendría bien descansar teniendo en cuenta lo que les esperaba.

- La existencia de un aparato que puede manipular el tiempo es fascinante, porque según algunos filósofos, un objeto similar podría manipular el espacio, quizás permitir saltos a otras dimensiones. Eso quizás explicaría por qué desaparecieron los enanos, simplemente... se fueron a algún mundo mejor. Si vamos a entrar allí, me gustaría pediros qeu cogieseis todos los libros que veáis. Quizás haya alguno diferente a los que todo el mundo ha visto, y que permita saber algo más con exactitud. Por la parte que me toca, soy bastante buena escondiéndome, haré lo que me pidáis que haga, pero mejor si no arriesgo demasiado el pellejo, si me pillan y me reconocen, no habrá preguntas.