Partida Rol por web

Fue un alivio encontrar el puente aún en pié. Dada la temperatura hubise sido muy arriesgado intentar cruzarlo – Ya  casi llegamos, amigo – Le dije a mi compañero y me ceñí las ropas aun más.

La velocidad no era toda la que hubiese querido por culpa del viento, pero quizás pudiésemos descansar pronto. – Cuando pueda darme un baño con agua caliente voy a morir de felicidad ja, ja, ja – Bromeé. Estar cerca de cumplir el objetivo me puso de buen humor.

La ciudad se veía cercana y el guerrero respiró aliviado al comprobar que el puente aún seguía en pie. Al parecer habían llegado justo a tiempo y no se habían demorado mucho en su misión. Miró a su compañero y sonriendo comentó:

-Pues no se a que esperamos para disfrutar de ese baño. El último que llegue le toca bañar a "flaco". Dijo guiñando un ojo y moviendo la cabeza en dirección al perro que ahora les acompañaba. Espoleó a su caballo para aumentar el ritmo en el tramo final y llegar antes que su compañero.

A la carrera, llegaron a Rood con el Estandarte del Rey Supremo a buen recaudo y la alegría del deber cumplido. Sin embargo, aunque sus corazones se habían alegrado desde el momento en que vieron la ciudad, no se permitieron el lujo de respirar tranquilos hasta que no hubieron cruzado el puente y se encontraron en la ciudad. Flaco, como lo había bautizado Thander, caminaba detrás de ellos contagiado por su alegría y ladrando alegremente mientras meneaba la cola y correteaba a su alrededor.

Se adentraron en la ciudad sin que los guardias que vigilaban las puertas les pusieran ningún problema después de identificar sus libreas de raggers, pero su alegría contrastaba con los rostros serios de la mayoría de los soldados y campesinos con los que se cruzaron. La guerra se cernía sobre ellos y sus rostros reflejaban la preocupación, el miedo y la desesperanza a partes iguales. Sobre ellos, y también sobre el ulular del fuerte viento, se escuchaba un coro de gritos y aullidos de personas que les hicieron recordar al hombre que gritaba amargamente la noche previa a su partida. ¿Se habría extendido aquel extraño y misterioso mal que le afectaba?.

Sonreí a las palabras de mi compañero y apreté el paso para llegar a la ciudad cuanto antes ¿Tendríamos tiempo de descansar en una mullida cama? Pronto se sabría pero primero era el objetivo de la misión.

El ambiente no era el más agradable, pero ya había pasado por esto y sabía que aún se podía enrarecer bastante más.

Cuando pasé junto a uno de los guardias y le enseñé mi librea le pregunté por donde estaban “los nuestros” Quizás si preguntaba por Faramis no sabrían a quien me refería y tampoco quería dar demasiadas explicaciones. 

La creciente alegría por el regreso fue poco a poco apagándose ante el ambiente taciturno del campamento. Algún alarido que otro se escuchó y el guerrero rememoró el momento de la partida. Si una peste se había extendido en el campamento posiblemente muriesen antes de que los ejércitos oscuros llegasen si quiera.

Miró a Emyr y ambos compañeros buscaron a Faramis para presentarse ante él y entregar el objeto que custodiaban.

Condujeron a Thander y Emyr hasta la tienda donde se alojaba Faramis y en la que días antes les había encomendado aquella peligrosa misión que habían conseguido realizar con éxito. Sin embargo, Faramis se encontraba atendiendo unos asuntos y les indicaron que debían esperarle allí.

Nos condujeron hasta la tienda de Faramis, y allí por fin me sentí a salvo. Aunque aún no habíamos entregado las cosas, ya conseguía sonreír de forma algo más abierta.

Pero ahora tocaba esperar a que regresaran - Me alegro de haber contado con tu compañía – Le dije a Thander – Partiría a una nueva misión contigo sin dudarlo.

Esperando al llamamiento de Faramis, Emyr comparte con Thander su impresión sobre la misión que acababan de llevar a cabo. Con un gesto de aprobación responde a sus palabras:

-Yo también me alegro, Emyr. Las palabras de Faramis sobre tí y tus amigos parecen ser muy ciertas. Me alegro mucho que hayais decidido caminar junto a los raggers. Es un honor contar con vosotros en nuestras filas.

Se agachó para darle de comer un mendrugo de pan al perro y le preguntó a Emyr:

-¿Qué hacemos con "flaco"? Creo que fue buena idea sacarlo de allí. Al menos le hemos dado dos días más de vida. Sin embargo la guerra no es lugar para un perro. 

Seguía con media sonrisa en mi rostro – Si, mi temor inicial era que se pusiera a ladrar en un momento comprometido. Pero creo que si ha sido un acierto – Mi sonrisa se amplió – Te veo muy encariñado con él, si quieres quedártelo…

La guerra no es lugar para nadie, pensé. La guerra es destrucción, puedes morir en un instante. Y mi mente sin querer voló a aquella precipitada huida con la caravana hacia aquella mansión fortificada camino de Ilmayen. 

Era verdad que Thander le había cogido mucho cariño al animal. Pero no veía posibilidad de poder cuidarlo como debía. Se encaminaban a una guerra. Aunque si algo había aprendido el guerrero era que lo animales eran mucho más inteligentes que las personas y sabían cuidarse mucho mejor.

Miró al perro y con una sonrisa en los labios le susurró:

-Veamos que opina el capitán.

Esperando que Faramis les diese acceso a su tienda, Thander quedó mirando el campamento. Intentando encontrar a algún compañero y evaluar el ánimo de la gente.

Faramis llegó ante ellos tan pronto como pudo y les recibió con una fuerte abrazo y una gran sonrisa aunque su rostro reflejaba cierto cansancio y cargaba ojeras bajo los parpados. Aún así se alegraba de tenerles de vuelta pues había llegado a pensar que les había enviado a una misión suicida.

-Perdonad la tardanza, amigos míos. Tenía que ocuparme de ultimar los preparativos para el puente. Hemos estado muy ocupados por aquí desde que os fuisteis. He hecho llamar a Nagredog y Varkim. Seguramente querréis verlos. Pero antes decidme, ¿qué tal la misión?.

Me alegré de ver de nuevo a Faramis – Bien, bien, un éxito, algún pequeño contratiempo pero nada de importancia. ¿Es un lugar seguro aquí mismo? Conseguimos algunas cosas de más a parte del estandarte, creí que sería mejor ponerlo a salvo, el asedio de cerró al poco de estar nosotros allí

Esperé sus indicaciones para ver si íbamos a algún lugar más reservado o aquí ya estaba bien.

-Puedes hablar con tranquilidad. - Dijo Faramis. -Este es el mejor lugar para hablar de todo Rood. Ahora contadme todo. -Se mostraba impaciente por recibir la información, el halo de misterio con el que Emyr había envuelto esas pocas palabras hizo que Faramis se interesara y preocupara a partes iguales.

- No si, más que de hablar es de entregar… - Abrí mis cosas y le entregué primero el estandarte que fue el elemento objetivo de nuestra misión y luego los guantes y los cuchillos de plata que había guardado en mis bolsillos. Y finalmente abrí mi bolsa de monedas y le entregué también los tres rubíes, eran unas piedras maravillosas – Todo esto estaba en el mismo cofre, supongo que pertenecen al príncipe – Era una lástima desprenderse de tales objetos, pero tenían dueño y ese estaba en nuestro bando

- Ah, en la fortaleza nos encontramos con Azrahil, un humano que nos ayudó en nuestra empresa, si es capaz de sortear los peligros llegará próximamente, viene a pie hacia aquí

Thander no interrumpió la conversación mientras Emyr le hacía entrega de lo encontraron en el cofre. Sin embargo cuando nombró a Azrahil recordó el encuentro con aquel hombre en el campamento y esperaba que Azrahil no se hubiese encontrado con él.

-He de deciros, mi señor, que tuvimos un encuentro con un hombre que no conseguimos identificar. Parecía ser un explorador o rastreador. En cuanto se encontró en inferioridad salió huyendo. Espero equivocarme, pero si trabajaba para el enemigo, están más cerca de lo que cabría esperar. Lo encontramos a un día de viaje.

Faramis respiró tranquilo al ver el estandarte como si hubiera estado conteniendo la respiración todo ese tiempo. Al verlo, lo tomó de inmediato y comprobó su estado, ni siquiera pareció fijarse en los demás objetos. Una sonrisa agradecida se dibujó en su rostro. Colocó el estandarte juntó a él y sólo entonces, se fijó en los demás objetos que Emyr le había mostrado.

-Los guantes parecen de gran calidad. - Comprobó el grosor de la tela. -Muy aptos para las temperaturas actuales. Los cuchillos tienen la enseña de la casa real labrada en el plomo si os fijáis, son de plata y creo que tienen un gran valor, sobre todo histórico. Los rubíes son unas piedras formidables. Habéis hecho bien en rescatar estos objetos, están mejor aquí que en manos del enemigo, aunque lo realmente importante era el Estandarte. Cuantos tesoros formidables se perderán en esa ciudad si el enemigo finalmente la toma.- Se lamentó. -Podéis quedaros los guantes. Los demás objetos se los llevaré al Príncipe y me aseguraré que sepa que los habéis rescatado. Seguramente os recompensará por ello, al igual que por el Estandarte.

Después el rostro de Faramis volvió a iluminarse cuando nombró al hombre que les había ayudado. -Azrahil. Un buen hombre sin duda. Esperemos que llegue pronto, tengo intención de derribar el puente cuanto antes. Y eso me lleva a la siguiente cuestión. Habéis dicho que el asedio en Fornost era inminente, ¿qué tal resistían los barones?. ¿Nos darán más tiempo?.- Aquella información era importante para saber cuanto tiempo más podría dejar el puente en pie. Lo que dijo Thander tampoco daba muchas esperanzas, a Faramis parecía extrañarle que un explorador anduviera ya tan cerca.

Thander completó la información referente a nuestro encuentro nocturno

- Gracias – Le dije a Faramis aceptando los guantes. Y sonreí porque al menos le hablarían de nosotros al príncipe.

Pero cuando me puse a hablar de lo que encontramos en la ciudad me puse más serio – Lo siento señor, la situación parecía caótica, me dio la impresión de que la gente estaba dividida y que la toma de la ciudad era asumida como segura. No nos dio tiempo a conocer la situación en profundidad, pero no había la unidad que vimos cuando estuvimos tanto tiempo sitiados - Me hubiese gustado darle mejores noticias, pero…

-Con permiso, mi señor. Dijo Thander para expresar su opinión. Pero dudo mucho que los barones tengan intención de resistir el asedio. La mayoría de ellos se quedaron para saquear las casas y lugares. Nuestro encuentro con Azrahil se debió precisamente a un intento de saqueo del palacio real. Detuvo a esos cobardes y embusteros.

Thander no creía que merecieran respeto y no tuvo problema alguno en despreciarlos. Habían aprovechado el momento para intentar saquear y sacar tajada de del momento. No había honor, sólo cobardía.

-Sin embargo, si consigue llegar a tiempo, puede informaros de primera mano, mi señor. ¿Puedo proponer partir con caballos a su encuentro? Ha demostrado ser un hombre leal, deberíamos darle la oportunidad de reunirse con nosotros. 

Faramis se mostraba contrariado y las noticias sobre Fornost cayeron sobre él como un jarro de agua fría que había terminado con la alegría que había sentido al ver recuperado el Estandarte. Se quedó meditativo unos instantes sin responder a la pregunta que había formulado Thander. Cuando reaccionó no lo hizo para responder, sino que se levantó deprisa y fue a buscar tinta, pluma y comenzó a redactar una breve carta. Tomó el Estandarte y llamó a uno de sus hombres que hacían guardia en la entrada a la tienda.

-Toma el caballo más rápido que encuentres en los establos y lleva de inmediato esto a Annúminas. -Dijo haciendole entrega del mensaje y el Estandarte. El ragger asintió y corrió a obedecer las ordenes de su señor. Faramis volvió a sentarse junto a ellos con la preocupación todavía reflejada en su rostro.

-Sabía que no había que fiarse de los barones, pero no esperaba tal cobardía en ellos. Aún así tenía la esperanza de que Fornost aguantara más tiempo el asedio...  -Lamentó justo antes de dirigir una mirada entristecida a Thander. -Si Fornost ha caído debemos volar el puente de inmediato. Reforzaré las guardias y aguardaré hasta la noche por si vienen los montaraces, pero a la mínima señal de actividad enemiga deberemos destruir el puente, estén aquí o no.

Agradecí a Thander que completara la información mirándole y asintiendo con la cabeza. La preocupación de Faramis se reflejó en su rostro. Pronto dio instrucciones con respecto al estandarte, que ya pasaba a otras manos.

En cuanto a Azrahil, yo también estaba dispuesto a lo que hiciese falta. Pero Faramis priorizaba, y con razones estratégicas, la voladura del puente – Esperemos que le dé tiempo, en todo caso me presto a las acciones que se requieran - Dije con sinceridad