El oficial torció el gesto.
La cosa está dificil en verdad, es un cumulo de circunstancias negativas, para empezar parece que el espiritú de Narwain haya venido para quedarse y ponerlo todo bajo su sombra... Lo cual está condenando a muchas familias, sobretodo a los más pobres.
Nos enfrentamos además a un rival muy fuerte. Dijo ensombreciendo el rostro. El ejercito angmareano avanza poderoso. Varios puestos fronterizos del lejano norte han caído bajo el puño de hierro de Rogrog. Por si eso fuera poco... Nuestros dirigentes... Dijo bajando el tono. Se niegan a reconocer los problemas que tenemos. Arthedain ya no es lo que era... Reconoció tristemente.
* Narwain = invierno.
Vârkim nunca había sido muy hablador así que se mantuvo al margen de todas las conversaciones, es más, poco le importaban las cosas de los humanos. Sólo mantenía el oído en la conversación por si se hablaba de Orcos, Enanos y/o Trolls.
Escucho con tristeza las nuevas sobre la guerra, su cabe mi preocupación y mis prisas por llegar a Fornost aumentan, hasta el momento hemos tenido bastante suerte y no nos hemos topado con un grupo como el que ha arrasado los sitios por donde hemos pasados, pero la situación es cada vez más peligrosa.
Recien levantado, y ya descansado, se acerca hacia sus compañeros para degustar algo de la comida cuyo olor le ha hecho recordar su falta de desayuno esa mañana.
Se sienta junto a todos, escuhando mientras come a unos y otros, poniendo especial atencion en la conversacion de Dimrod. Sin intencion de intervenir, oye atentamente los relatos del oficial.
Solo sabia una cosa, cuanto mas tiempo durase su camino, mas probabilidades habia de ser atacados. Lo de avanzar hacia Fornost, estaba claro que el camino se iria complicando.
En sus divagaciones internas, se planteaba seriamente el proponer dejar la caravana, aunque su proteccion era valiosa su lentitud les ponia en peligro. Melyanna se opondria por supuesto, pero seria una buena opcion si Dimrod lograr hacerla entrar en razon.
Entre pensamiento propio y las noticias, no dejaba de pensar en las masacres que habian visto, pese a ello el apetito no desaparecia y comia con ganas.
Solo queda un día de caravana para llegar a Fornost. Lo digo por lo que ha posteado Nagredog
Eoden sintió curiosidad por la que conversación que mantenía Dimrod con los soldados.
La cosa está realmente dificil si el ejercito de Angmar es tan poderoso como dice este oficial... Sin embargo había un nombre que el muchacho no conocía.
¿Quién es ese tal Rogrog? Intervinó preguntandole directamente al oficial del ejercito de Arthedain con quien hablaban.
En el rostro del oficial se posó una pesada y oscura sombra. Es el señor de la Guerra Olog de los Uruk-Engmair, la confederación de tribus de orcos unidas bajo el estandarte del Rey Brujo de Angmar. El es el comandante de las principales fuerzas contra todo Arnor.
Yo he tenido la suerte de no haberlo visto nunca. Pero comentan que es un terrible Olog-hai. Esos trolls negros creados por el Señor Oscuro para ser más listos y poderosos que los trolls normales y que pueden actuar a la luz del día sin convertirse en piedra. Eso tal vez sea lo peor...
Alraim escucha la conversación algo apartado del resto. No quiere perderse las noticias del norte, pero sólo por conocer las dificultades que encontrarán en su camino a Fornost. Una vez allí, conseguiría por fin la esquiva flor de plata y podría acudir a la ayuda de su tio Harold. No tiene tiempo que perder en una causa que de momento no es la suya...la vida de su tío dependía de su premura
A tan solo un dia de viaje para llegar a Fornost, la impaciencia crecia en mi. Pronto Melyanna llegaria a la ciudad, yo recibiria mis monedas de plata, y entonces ya veriamos que ocurriria.
Se hablaba de guerra, pero de momento lo unico que meimportaba era la seguridad de la dama, y por tanto del cobro de mis honorarios.
Quizas una vez en Fornost, alguien page por mis servicios en el frente de batalla, pero hasta entonces solo tenia una misison.
Centrado en la proteccion de Melyanna y en mantenerse con vida, no veia elmomento de llegar, para colmo el grupo se para a comer. Aunque hambriento y agradecido de tomar esa decision, la prisa me ciega.
Olog-hai... Rey brujo de Angmar... el mal se levantaba al norte, la oportunidad de ganar algo de dinero estaba alli. En cuanto llegemos a Fornost, me enteraria bien de lo que alli ocurre e intentaria buscar alguna compañia que acepte mercenarios para la lucha.
Tras saborear los últimos trozos de carne Elacar Brazo Afilado se levantó y agradeció a los soldados su hospitalidad.
Ha sido todo un placer compartir comida y noticias con ustedes. Pero tenemos que continuar nuestro viaje. Hizo un gesto hacía uno de sus hombres que empezó a ordenar que recogieran todos los enseres y pusieran la caravana lista para partir. En unos cuantos minutos ya estuvo lista.
Bien, pongamonos en marcha. Dijo al cabo. Hasta la vista, soldados de Arthedain.
Continuaron caminando durante toda la tarde en dirección a Fornost Erain, durante el camino de aquella tarde, apenas hablaban y la tristeza se apoderaba de la mayoría de los hombres del grupo. El paisaje era el culpable de este estado de animo, ya que durante muchas millas lo único que podían ver era más granjas y fortiticaciones asoladas.
Finalmente llegó la noche y acamparon en un gran llano del monte algo apartado del camino. Como ya habían hecho noches pasadas, las carretas de la caravana eran discpuestas en circulo, resguardando la hoguera que los hombres preparaban en el centro. En torno a ella, los viajeros se reunían en grupos mientras cenaban y comentaban los aspectos del viaje. Algo cansados y tristes esa noche por lo que habían visto.
Galastel volvió a contar sus historias y congregó a numerosa gente nuevamente. Podían ver a Elacar en el grupo de gente que escuchaba a Galastel, aunque algo astraído de sus historias, con gesto serio y afilando la hoja de su muñeca izquierda. Como otros días también, la dama acudió acompañada por Dimrod a escuchar las historias del medioelfo.
Me encontraba cada vez más nervioso, mañana podríamos llegar a Fornost, el fin de la misión de llevar a la dama, la oportunidad de encontrar a mi hermana, realmente estaba inquieto, una vez más me acerqué al grupo del tahúr, como siempre por no perder de vista a la dama, más tarde me ofrecería para hacer una guardia, de poder ser la primera ya que sabía que de todos modos tardaría en poder conciliar el sueño.
De nuevo una parada, tan cerca de Fornost y habia que detenerse.
Yo hubiera continuado, aun denoche, pero el cansancio y el animo pedian un merecido descanso a todos los viajeros.
Habia descansado bien a lo largo del dia, y ya estaba preparado para afrontar otra noche de vigia. La caravana se volvio a posicionar como en dias anteriores, y yo una vez mas, deambule alrededor de ella.
Era un claro, en la noche y en una zona de guerra, demasiada gente para pasar inadvertidos diria yo, pensaba mientras deambulaba solo por la oscuridad.
Cuando termine de dar mi paseo en busca de posibles peligros y una vez todo el mundo termino de cenar, volvi al campamento para comer algo ligero, no convenia tener el estomago demasiado lleno antes de una guardia.
Galastel, ya estaba contando historias, y yo aun descondiado de su persona, intentaba no mezclarme demasiado con el.
Solitario esperaba las ordenes de Dimrod en cuanto a las guardias. Yo la haira toda la noche de nuevo, pero siempre me interesaba saber quien me acompañaria en cada uno de los turnos que los demas harian.
Arthos no queria decir nada ahora dado que los preparativos que hizo que hicieran la noche anterior parecian que fueron ineficaces,pero,el solo se preparaba para un eventual ataque,si no fuese asi,las ciudades no deberian tener murallas que custodien la seguridad de la ciudad.
Espero el momento de nuevamente ser un heroe y poder volver a llevar la voz cantante.
Por tanto luego de comer y dormir ayudaria con las guardias.
Fornost, estamos ya cerca. ¿Como será la ciudad?. Lunadan se intentaba imaginar una gran ciudad como la de Minas Tirith, aunque su idea de la ciudad decaía según se iban acercando y viendo la devastación que la guerra dejaba a su paso. El escoltar la caravana le daba tiempo para pensar, quizás demasiado tiempo. Lo poco que lo distraía eran las historias de Galastel que oía un poco a trozos y las guardias nocturnas que le obligaban a estar atento.
Vârkim se sentó con el resto de los componentes de la caravana, pero en realidad no estaba escuchando las cosas que se decían, estaba pensando en el día de mañana y su futuro.
Mañana llegaremos a Fornost, será el fin de la misión y después tocará volver a forjarse en nombre en esta ciudad. Parece que los Orcos son aquí mucho más numerosos que en las montañas por lo que seguramente no pueda seguir usando mis tácticas de guerrilla. Seguramente tenga que unirme a algún grupo de mercenarios o algo por el estilo. Incluso podría decirle a Nagredog que me acompañara, me ha caído bien y en combate es tan efectivo como yo mismo. Además tener a alguien de mi raza cerca me ha hecho acordarme que los echo de menos.
Alraim salió a comprobar la zona para asegurarse de que no había peligro. Mientras recorría el perímetro, era consciente de la temeridad que estaban cometiendo acampando de aquella forma. En el silencio de la noche podían oírse con claridad las voces de los integrantes de la caravana, e incluso se podía distinguir la voz de Galastel contando sus historias. Por si no fuera poco, las hogueras encendidas revelaban la posición exacta de la caravana. Estando en zona de guerra, y seguramente rodeados por campamentos de orcos, si no eran atacados esta noche era realmente por pura suerte ya que el grupo no estaba haciendo ningún esfuerzo para pasar inadvertido. Alraim tenía cada vez en menor estima a Dimrod, ya que parecía que ninguna de sus decisiones era acertada.....aunque milagrosamente de momento todo había ido bien
Tras su ronda, el joven montaraz regresó al campamento, aunque permaneció alejado del resto
Quieres que haga alguna tirada para ver si hay peligros cercanos al campamento, o estamos siendo observados o seguidos??
Esta vez no hace falta, pero esas cosas no hace falta que me las preguntes. No es lo que yo quiera si no lo que tu quieres.
La noche no tuvo ningún incidente a destacar, al día siguiente mientras desayunaban tuvieron una visita muy especial que muchos no esperaban. Matha se levantó de su larga convalecencia y acudió a desayunar con ellos, mostrando una notable mejoría, y sin riesgo de contagio según lo que dijo Zori el curandero. Aún así el consejo para ella fue ir en una carreta sin caminar, aunque la hobbit prefirió estar al aire libre después de tantos días encerrada.
Así se pusieron en marcha y tras dos horas de viaje se encontraron con Fornost Erain al frente, aun quedaban unas pocas millas para llegar hasta ella, pero el solo hecho de verla hizo que se sintieran en parte aliviados y en parte temerosos del futuro, con la sombra creciente de la guerra y del Rey Brujo allá en el Norte.
Aquella maána el clima era templado, aunque algunas nubes se podían adivinar en el horizonte. La ciudad, situada en una escarpada elevación en la vertiente meridional de las Quebradas del Norte, era a su vez una ciudad y una fortaleza. La morada real estaba en la más alta explanada y la ciudad, en sus tres terrazas estaba salvaguardada por un imponente muro de piedra, grueso y muy alto (unos 18 metros).
La capital norteña tenía fama de tener habitantes muy introspectivos y dados a la espiritualidad, relajados y felices, a pesar del peligro de la guerra, eran muchos los que esperaban que el conflicto se saldaría sin problema alguno en su favor.