Partida Rol por web

Guardias humanos, sectarios que corretean de un lado a otro y zombies... una serie de imágenes recorre mi mente, aparezco en la capilla de la iglesia y todos los feligreses caen dormidos, matamos a la muchacha que se disuelve en burbujeante y repulsivo líquido mientras todos empiezan a caer dormidos.... eso es, será la mejor manera de deshacernos de las armas de fuego y limpiar el campo de vidas inocentes.

Esto es una muy mala idea, pero una idea al fin y al cabo, que Dios acoja mi alma

Evangelia empieza a ascender un palmo del suelo, por encima de Dorothy puede verse una imagen espectral, de una niña pequeña, con unas ridículas alas de un palmo, un haz de luz empieza a emanar de la imagen sobre la cual se forma un brillante halo celestial. Dorothy permanece en extraña posición mientras la aparición se forma frente a los humanos que antes correteaban y ahora miran con los ojos como platos.

Humanos, Hijos de Dios, Hermanos, tended vuestras armas sobre el suelo y salid de aquí, pues habeis estado bajo las órdenes de satán

Pero no hay más que temer ya, salid de aquí ahora

Solo espero que se vayan corriendo, o que caigan dormidos.... pero no sé porqué, también espero que una lluvia de plomo caiga sobre mí

Zadkiel corrió junto a sus compañeros hasta que se encontraron de bruces con todo un ejército infernal que se interponía entre ellos y su objetivo.

Uh, oh... nos van a enchafarinar... pensó cuando se quedó momentaneamente congelado allí en donde se encontraba, a causa de la sorpresa. Pero esta se extendió a todo el mundo cuando hizo acto de presencia una furgoneta que cortó el paso al coche que huía, y desde la que un hombre, armado con un arma que parecía haber salido de una película de Schwarzenegger, habló a Ruthiel, dando a entender que se conocían, por si la mención a la caballería no hubiera sido suficiente.

-Estupendo, con que de ese vehículo salgan ahora unos cuarenta tipos armados con... Una vez más, a Zadkiel no le dió tiempo a terminar la frase. El estridente tableteo que era el sonido del arma que portada Eddgar lo interrumpió, y reaccionando por instinto, buscó el poder que su jefe le había otorgado esperando desorientar lo suficiente a los enemigos, como para que estos no pudieran reaccionar eficazmente contra el ataque, y de paso apoyar el espectáculo poltergeist de Evangelia.

Observo la situación totalmente desconcertada. No comprendía muy bien que ocurría pero nada pintaba bien. Ahí estaban los muertos vivientes que eran mas duros de roer que un roble. Los humanos que, inocentes o no, habían quedado en medio y aquellos hombres con armas.

Mire mi maño, observando el puñal que tenia en ella. “perfecto” pensé con algo de ironía para mi misma. Sabia que no iba a durar mucho con aquello pero por lo menos era algo. Las personas que estaban allí presentes tenían armas, si pudiese tomar una...

Avanzo con paso decidido al humano mas cercano, extendiendo la mano y guardando el puñal para no asustarlo y terminar yo como como un colador en vez de ayudarlos.

-¡Dame tu arma! ¡Si quieres vivir necesito que me la des!-

Le pido en tono firme pero con un dejo desesperado. Contra muertos vivientes y hombres armados el puñal no me servia demasiado. Necesitaba armas de verdad. Esperaba que aquel humano me la entregara de buena gana...

La guerra se desata con gran presteza, y de repente la violencia y la destrucción parece consumir el improvisado campo de batalla de una forma inusual. La primera en actuar es Evangelia, quien se imbuye con la fuerza de su naturaleza celeste.

-Pero que... sois unos imbéciles...- gruñe Ruthiel quien carga hacia adelante como quien no quiere la cosa, la voz de Evangelia retumba con el eco angelical que hace parte de su ser verdadero, aquel atrapado dentro del cascarón humano para cumplir la misión que le fue encomendada... y al menos hace tiempo, porque Eddgar aprovecha y con la presteza de un francotirador, vuela la cabeza de uno de los muertos caminantes más cercanos, una bala, una explosión de sesos y sangre que riega ahora el suelo, mientras el cadáver animado cae, y otros cuatro más parecen forcejear para salir de la mansión. Los números no están a favor de los ángeles...

Zadkiel ahora toma la iniciativa, se concentra mientras la energía emana de su cuerpo, puede sentir la estática y como aprieta con fuerza el arma en su mano, sus ojos se hacen blancos y la energía empieza a fluir, y cuando intenta usar su brazo para apuntar, una descarga eléctrica sale de la palma, rota en cientos de pequeños rayos, que buscan tierra, inofensivos, y dejan al moreno con la mano en alto y algo más agotado, está claro que no controla aún su poder del todo...

Anastacia en cambio de pare firme y pide un arma a uno de sus enemigos. Ella, ajena a lo vivido por sus compañeros, es entonces cuando nota la mirada blanquecina, la piel pálida y la inexpresividad del rostro del hombre de negro, como si estuviera muerto, una herida en la mejilla, el sujeto, a quien ella había creído humano, solo levanta el arma y dispara, dándole en el brazo y haciendo que se gire sorprendida. La bala ha entrado, el dolor empieza a reactivar sus recuerdos de cuando fuese humana, la sangre empieza a gotear por la herida y se da cuenta que ha tomado la decisión equivocada... la más equivocada. Puede escuchar como el otro levanta el arma y quita el seguro, para una ronda mucho menos gentil de plomo sobre ella...

Ruthiel salta sobre un hombre de negro cercano, con su hacha, corta su cabeza, que sale volando más allá, mientras el cuerpo dura en pie unos minutos -A los de negro novatos! dejad de perder el tiempo!- grita con furia y adrenalina mientras se dispone a cargar contra otro...

Y los disparos en el aire, cuando todos observan, el objetivo había sido Evangelia, grande, brillante, sobresaliente y claramente angelical, parece que ha servido de diana perfecta para las huestes de los demonios, quienes sin escatimar en balas, han descargado varias rondas en contra del ángel, la luz se extingue y ella cae varios metros más allá, con su cuerpo humeante, llena de heridas y de balas, apenas pudiéndose quejar y sintiendo huesos, musculos y tejidos rotos, sangra bastante, y para ella el olor a pólvora y a sangre, el ruido de la batalla se desvanece en la lejanía mientras sus fuerzas acaban allí mismo, dejando solo un cuerpo más.

Pero las ráfagas siguen, se intercambian, la ametralladora hace lo suyo, pasa por el auto negro, y acaba con cuatro guardias antes de que puedan decir o hacer algo, sus cuerpos reventados caen al suelo sin vida, deformes por la fuerza de las balas, mientras que los sobrevivientes, sin más que hacer, disparan de regreso, la camioneta se ve impactada, los vidrios se rompen, pero su conductora, ilesa, parece repeler los tiros con un aura azulada que la rodea...

Tras escuchar los gritos de Ruthiel me doy cuenta de que tiene razón, como la ha tenido siempre hasta ahora desde que llegó, los más peligrosos ahora mismo son los hombres de negro y no los torpes zombies, pero no puedo olvidar lo putas que nos las han hecho pasar esos muertos vivientes hace apenas un rato.
Apunto al hombre de negro que tengo delante, completamente a tiro pero esta vez fallo el disparo y maldigo en voz alta con el característico cento tejano de mi envase; tras el fallo decido moverme tras ver cómo no muy lejos de mi posición Eva ha caído, angelical como estaba, su aura de bondad no le ha servido de nada. Pero no hay tiempo para lamentarse, ahora no.

Me muevo rápidamente hacia el hueco que hay entre Anastacia y Ruthiel, la chica de aspecto jóven es la más desprotegida de quienes quedamos en pie pues a mi lado Zadkiel se las apaña lanzando rayos a nuestros oponentes y no me convendría ponerme en medio. No quiero acabar frito.

Había quedado claro que los poderes de Zadkiel aún distaban de ser controlados por el moreno con la eficacia que los salvaría de la situación, por lo que el ángel decidió dejar las fuerzas celestiales de lado y echar mano de algo más físico.

Empuñando el arma con fuerza, Zadkiel volvió a apretar el gatillo desatando muerte hecha de plomo y teflón sobre los enemigos que querían terminar con aquella misión divina por la que ahora se encontraban todos allí.

De modo que el arma escupio la munición en dirección uno de aquellos a los que Ruthiel había señalado, y Zadkiel deseo no errar la ráfaga mientras se mordía el labio inferior al tiempo que resistía las sacudidas provocadas por la fuerza del arma al ser disparada.

Me toco la herida y es claro que he hecho una estupides, posiblemente pense que sería una buena idea, pero en realidad mi acción sólo acarrea sangre. Miro a mi lado, Evangelina esta muerta, y a pesar de que hizo todo lo posible, el mal esta ganando y ahora por más las cosas pueden estar peor. Tomo el puñal con rabia y salto con  el mismo  hacia el cuello del que me ha disparado.

Por Dios santísimo que estas encima de todos vosotros demonios, morir impias ratas.

Dios celestial protégeme,

Guy mandarme sabiduria y fortaleza.

Dios interviene! todas las armas se encasquillan durante el siguiente turno!

El fin está cerca...

Este pensamiento pasaba por la cabeza de los ángeles, enfrascados en la batalla, en donde, lejos de tener el tiempo para sus reflexiones y las añoranzas de su terrenal estado, impulso tras impulso, eran guerreros en medio de una guerra, el bien contra el mal por los mortales, los hijos de Dios. Que enorme sacrificio representaba todo aquello, y al borde del abismo... aquellas revelaciones parecían esfumarse...

Cómo las oportunidades de victoria.

Eddgar levanta su arma y pone más fe que puntería, hace su mejor esfuerzo, pero su disparo se pierde sin nada, mientras intenta correr tras Zadkiel. Su compañero -quien con tenacidad, sus heridas y la apenas respuesta coordinada de sus músculos humanos ante las múltiples heridas- se decide a cubrirlo y a intentarlo una vez más. Su ráfaga es incontenible, pero solo hace blanco al cesped y a la lejanía. El cansancio y el dolor empieza a hacer mella en él mientras baja el cañón. Su contrincante, el de negro, levanta ahora el suyo, y casi puede sentir una brisa suave que le augura su pronto reencuentro con Dios, en el cielo. Cierra los ojos... valientemente espera el final, espera el impacto de las balas... espera la muerte de su cascarón humano...

Anastacia saca su cuchillo, la sangre cae al suelo y ella parece darse la última oportunidad, con su cuchillo intenta una última acción desesperada, ante los ojos impotentes de Eddgar, demasiado lejos de ella para alcanzarla, sabiendo que la carnicería quizás sea inevitable y solo esté demorando el desenlace. Anastacia se lanza y su enemigo, con esa sonrisa de cadáver socarrón, la detiene con el cañón, haciendo que su cuchillo caiga, el golpe la deja fuera de equilibrio y cae, mientras ahora es ella la que observa como el fusil se acerca a su rostro. Cierra los ojos y una lágrima se escapa... ese era el final de todo... era su final allí, lamentaba no poder hacer más en nombre de Guy...

Ruthiel se detiene un instante, su hacha baja una milésima y se gira para ver como su línea de soporte, los novatos, parecen estar siendo quebrados. Craso error, al frente suyo uno de los hombres de negro se gira. Escucha el clic y toma el hacha, frunce el ceño, ni siquiera él podría llegar tan rápido...

Y de fondo, mientras el tiempo se detiene y queda suspendido, el estampido de la ametralladora limpia el otro flanco, dejando descubierto a los restantes. Parecen apuntar, parecen tener en su mira al anciano, sin llegar a ser detenidos por sus alíados...

Todo se iba a la mierda...

Pero en lugar de un disparo, un clic se escucha. Y se propaga por entre el ejército de no-muertos.

Zadkiel abre los ojos, aún está en la tierra.

Anastacia hace lo mismo, y el cañón se niega a disparar, ante el intento de su propietario.

Ruthiel se gira, la bala no ha salido...

El anciano parece suspirar, está en la mira... pero nada ha sucedido...

Todos los fusiles parecen haberse encasquillado simultáneamente, para sorpresa de los guardias.

Ruthiel se gira sonriente -El Barbas aún no nos abandona...!!- dice mientras salta y la sorpresa del de negro se convierte en doble, cuando es cortado limpiamente por un hachazo vertical, que lo parte en dos...

El viejo sonríe y ahora apunta a los otros dos guardias, mientras el auto negro parece rugir, un indicador de que seguramente no seguirá de espectador demasiado, y los zombies, se tambalean en su gran número acercándose hacia los ángeles, los soldados de Dios...

Oh mi amado,

Oh mi reino, morire sin que pueda hacer algo por vos,

morire como una tonta, pero tratando de serviros,

Oh mi alma triste, lo lamento por la niña, era joven al fin y al cabo.

Puedo sentir en mi interior ella moviendose asustada, frente a mi ese cañon amenaza con acabar con nuestras vidas. Dios me tenga en consideración, y permita permanecer en la luz lejos de la oscuridad del mal.

Guy, mi amor, yo... lo lamento, de verás... lo siento,

He fallado, lo único que he hecho en esta misión es  fallar,

Una y otra vez,

Golpe en la misma pared, como ratón ciego..

Mis compañeros caen muertos, y el mal nos está ganando, y este el mi último momento de vida.

Mis ojos se llenan de lagrimas mientras pienso en este final, pero algo me hace sentir que no he perdido el apoyo de Dios en las alturas. Sí he de morir, morire peleando, pero no como una tonta!, no señor!, como una servidora de la luz.

Qué mi fe mueva montañas,

y que mis ojos no se apaguen hasta ver el mal destruido.

La bala no sale, lo que me da la oportunidad perfecta de esquivar al  maldito y ponerme en una situación más alagadora, tengo un puñal, los otros armas, estoy en evidente desventaja.

 Esquivo el fusil   y  doy una patada al fulano en las rodillas para que pierda estabilidad y caiga. Con mis manos trato de buscar el puñal caido para   golpearlo si es posible en partes nobles. Esto puede ser lo último que haga.

Zadkiel no tenía tiempo para pensar. Por un momento ya había dado por terminada la misión en la Tierra y de pronto allí seguía empuñando el arma con la que trataba de defenderse, y defender a sus compañeros, al mismo tiempo que se esforzaban por acabar con la misión.

Aún tenían una oportunidad y trató de no desperdiciarla, por lo que apuntó sin dilación, y volvió a apretar el gatillo del hierro que tenía entre las manos, disparando en dirección al hombre de negro que tenía frente a él, y rogando a su jefe que aquello terminara con el enemigo de una vez por todas.

Abro los ojos sorprendido, había pasado todo como a cámara lenta... Zadkiel siendo acribillado y Anastacia con un balazo en plena sien. Me quedo solo, me quedo solo con Ruthiel y los de ese coche, no sobreviré, de nuevo he fallado a mi señor, ya no me mantendrá más a su lado por muy amigos que seamos...

Los pensamientos se agolpaban en mi mente y de pronto ese "clic" común. No puedo creerlo así que abro los ojos y sonrío. Nuestro Señor está con nosotros aún, cuida de que no salgamos heridos ni tampoco los cuerpos en los que estamos. Arnold es fuerte, debo hacer lo posible por salvarnos  a todos. Ya ha caído un ángel en el día de hoy... y no debería ser sino el primero y el único.

 Veo acercarse por mi derecha y la de Zadkiel a un grupo de no-muertos y a uno de esos tipos de negro así que apunto con el arma hacia ese lado intentando contener su marcha a balazos. Ya no hay marcha atrás, mientras disparo comienzo a moverme en dirección al coche que nos está cubriendo, el motor ha rugido avisando de que va a abandonar el lugar y quizá haya sido un aviso para que nos dirijamos al mismo huyendo de aquel lugar, salvando el culo y sabiendo que los humanos que habían sido convencidos habían huido también.

Una oportunidad es suficiente, un respiro es lo que necesitan -aunque los ángeles no tenga pulmones en su forma incorpórea- y lo aprovechan al máximo, la batalla se libra en una carnicería de muertos vivientes, el cuerpo de Evangelia permanece cubierto por Ruthiel y Eddgar en la retaguardia, como impidiendo que se convierta en el trofeo de las hordas infernales que los asedian.

Anastacia parece ver también su fe renovada, y sin rendirse todavía, efectúa su ataque, aprovecha el fallo generalizado de las armas y con gran agilidad, clava una patada en las rodillas, lo que produce un crujido innatural y le otorga a la articulación un ángulo nuevo que no parece muy saludable, el hombre de negro pierde el equilibrio y cae al suelo sobre su arma, mientras intenta aferrarse a ella, su rostro es la caricatura de un cadáver y aunque está incapacitado, no emite dolor. Anastacia se retira, sin poder levantarse del todo y al ver unos cuantos metros más allá, reconoce la hoja maldita que hace unos cuantos minutos estuviese a punto de sellar su destino y el de Constance. Se lanza por ella, y observa a sus compañeros.

Ruthiel y Eddgar por su parte gastan sus municiones en mantener a la horda de zombies a raya, pero hacen más ruido que daños, y las balas que llegan a extremidades y piernas apenas rozan a los muertos vivientes que se dirigen hacia ellos con su caminar tambaleante. Permanece como misterio la tozudez de Zadkiel, entre herido y algo cegato, no ha dado en el blanco más que por casualidad y lo que sea que lo mantenga allí, gastando balas a pesar de las heridas y fallando en cada disparo, parece contagioso, pues ahora Eddgar parece tratar de decidirse en algún extraño conflicto interno sobre que debe hacer. Evangelia parece ser la única que descansa en paz, a pesar de sus heridas...

La voz de Ruthiel los saca de aquel trance, cubierto en vísceras y sangre, se ha abierto paso con cada tajo del hacha, y su última víctima, otro de los hombres de negro, cae en un charco sanguinolento que tiñe de carmesí y marró el verde césped del jardín frontal de la mansión.

-: Cuidado!-

Pero su advertencia se ve ahogada por el traqueteo de la ametralladora, cambia de flanco violentamente, mientras el anciano que no ha dejado de disparar, acaba con los últimos dos enemigos a la vista, de los peligrosos. Solo quedan los muertos vivientes... lentos, esos serán menos problemáticos... si tan solo dejaran de salir...

Y es entonces cuando los ángeles realizan que su advertencia viene por otro peligro. El auto negro, el que intentaba escapar y en el que se moviliza el líder de aquel culto de demonios, acelera, sus neumáticos emiten un chirrido y se moviliza como una locomotora desbocada en dirección de los cuatro, el primer golpe es el de uno de los no-muertos al rebotar contra el parabrisas y dejar una mancha negruzca antes de volar por encima... luego Ruthiel parece lanzarse para colgarse contra él, pero la advertencia de último minuto ha hecho que se retrase una milésima, y en lugar de sostenerse, es golpeado por el auto, lanzándolo contra la reja mientras su hacha cae a sus pies. El gran guerrero ha sido herido...

Y ahora el auto, como un toro enfurecido se dirige hacia sus otros enemigos, a punto de sentenciar definitivamente a este grupo de ángeles...

 El golpe seco en las rodillas hace que el fulano se caiga mostrando su horrendo rostro, todos son seres del demonio, todos son zombies de una u otra manera, debo conseguir su arma. Y en ese instante siento como el sonido estridente de las armas suena alrededor, y veo como mis amigos van a ser atropellados...

Oh Dios,

Tu que estas en los cielos,

Mandanos apoyo...

El mal es mayoría pero nuestra fe es grande,

Ayudame con un milagro.

Tomo el puñal y me abalanzo hacia el cuello  del fulano con el mismo.

Dios proteja a mis compañeros.

Oh mi amor, sólo espero que comprendas.

Sí logro hacerle daño, tratare de tomar su arma y rematarlo.

¿Y ahora qué? Se preguntó Zadkiel cuando escuchó el ruido de los neumáticos al acelerar por el cesped del jardín de la casa.

Por un momento no se percató de lo que sucedía pese al gritó de advertencia de Ruthiel, ya que su furiosa mirada estaba centrada en los tipos de negro que tenían como objetivo hacerse un llavero con las pelotas del bueno de Walton, sin embargo, el negro coche destacaba lo suficiente como para ser percibido por el rabillo del ojo del ángel, y su movimiento, rumbo a ellos, fue detectado de inmediato en el mismo instante en el que Ruthiel era golpeado por el duro chasis del vehículo.

Zadkiel no se detuvo a pensar y reaccionó lo más rápido que pudo, dejando para un mejor momento todo intento de ofensiva, y echándose a un lado en el instante en el que el vehículo se lanzaba hacia él y su compañero Eddgar.

-¿¡Te regalaron el carnet en la autoescuela o qué, majadero!? Le gritó al conductor a modo de burla y provocación.

Cuando estoy a punto de disparar de nuevo a quienes ahora tengo de frente, un grito me avisa del peligro que se avecina y, más por los reflejos y las ganas de seguir vivo de Arnold que las mías propias, de un buen salto me aparto de la trayectoria del coche negro.

Espero que no consiga huir el muy... - pienso evitando los malsonantes adjetivos que se me podían haber ocurrido a continuación.
 

El vehículo se lanza con gran velocidad y los ángeles tienen poco tiempo para tomar una decisión adecuada... una vez más el tiempo cambia su transcurrir y dejando atrás la misma temeridad y terquedad que mostraran en su enfrentamiento, deciden salvar el pellejo. Zadkiel y Eddgar y se lanzan por el suelo, para evitar ser golpeados, los neumáticos pasan bastante cerca. Zadkiel levanta la cabeza vociferando, descubriéndose haciéndole compañía al cuerpo de Evangelia, tranquilo, inerte.

El vehículo derrapa y arrolla a uno de los lentos muertos vivientes, quien rebota contra el mismo con un crujido desgradable que arroja un cadáver nuevamente muerto sobre la vía, el automóvil hace un giro cerrado y toma la dirección por un lado de la casa, dirigiéndose hacia donde habían retornado todos los humanos que están huyendo de la batalla...

El fragor del combate no cesa para algunos, Anastacia aprovecha la coyuntura y salta sobre el de negro al que ataca, y hunde el puñal en el cuello con fuerza, atraviesa tejido y piel, mientras un borbotón de sangre espesa y oscura revienta como una burbuja maloliente proveniente de la garganta de aquel enemigo, manchando sus brazos y mezclándose con los tonos de rojo de su túnica, había sido como apuñalar un cadáver.

Y los problemas no dan tregua, una línea continúa de enemigos se dirige con paso lento hacia ellos, sus miradas ausentes, sus aspectos pútridos y su número exagerado solo equilibra las desventajas de su escaso razonamiento. Varios otros cadáveres adornan como trofeos macabros el césped...

Ruthiel se mueve y se levanta lentamente, su rostro refleja que aquel ataque le ha propinado un fuerte golpe.

-No me gustaría arruinar vuestra diversión, pero creo que podéis venir al auto... traed a vuestra amiga, no creo que pueda defenderse sola- dice el anciano que ha manejado la ametralladora. Se refiere a Evangelia. El cerco de muertos vivientes se acerca, y solo hay dos salidas, ir detrás del vehículo, o reagruparse hacia la camioneta antes de ser rodeados por los muertos...

Siento el olor pútrido de la muerte en ese ser demoniaco que me disparó, los ojos  desorbitados de los muertos sin vida se acercan cada vez más, son la mayoría, y nosotros unos  ángeles. La  reacción de estupor se ha ido y escucho a Ruthiel hablar, miro a mis compañeros Eddgar y  Zadquiel y sin dudarlo  tomo el rifle de aquel al que mate, guardo la daga y digo dirigiéndome al auto. Te sigo Ruthiel, esto debe tener una mejor salida, pero por ahora, confio en ti plenamente. Espero que mis compañeros recojan el cuerpo sin vida de Evangelia y salgamos todos de aquí. Vamos.