Partida Rol por web

Suena el despertador, son las seis de la mañana. Te arrebujas un poco en las sábanas de la cama grande en la que duermes. Te das cuenta de que estás solo. Los años de fijación en los estudios han conllevado búsqueda y hallazgo de conocimientos olvidados, pero también de una enorme soledad. Eres un hombre respetado y un genio de la ciencia positiva, pero eso se ha logrado a un alto precio. Tienes un vacío enorme en el alma que no eres capaz de llenar.

Te gusta levantarte temprano, preparar el maletín de cuero ordenando tus apuntes y el viejo cuaderno de páginas amarillentas con las notas de tu última investigación de forma esmerada. La pluma está en su sitio, también los lapiceros. Recuerdas perfectamente el tema que vas a explicar a los alumnos, estuviste ensayando tu discurso anoche. Hoy toca comenzar a tratar la cuestión de Tartessos en la Península Ibérica a través de las fuentes escritas.

Recuerdas las citas de las fuentes en voz alta mientras te vistes. Prefieres dar tu clase sin notas y que tus alumnos te respeten por tu amplia sapiencia:

«Estrabón III, 2, 11. Habla de la ciudad de Tartessos y del río del mismo nombre, que identifica con el Betis, con conexión con la existencia de plata.

Esteban de Bizancio, s. v. Tartessos. Ciudad que tenía el nombre del mismo río. Además de plata arrastraba estaño.

Escimno de Quíos...»

Se incorpora echando el cuerpo hacia delante de golpe, cualquiera que le viera pensaría que había despertado de una pesadilla, pero no. Edward se levantaba así cada mañana, siempre había pensado que la forma en la que te levantabas, era la misma en la que afrontabas el día. Así que siempre se levantaba con energía, era... una actitud ante la vida.

Nada más incorporarse bajaba de la cama justo en el punto en el que sus zapatillas descansaban junto al borde de la cama, calzando los pies en las mismas, avanzaba con paso decidido al baño a asearse y en menos de cinco minutos salía a la habitación de al lado, la más importante de la casa: El Despacho.

Comprobaba que todo estaba en su sitio, bien preparado y ordenado. Tenía el armario con sus trajes en el mismo despacho y mientras se vestía miraba al escritorio y a su cuaderno de notas, mientras repasaba en voz alta:

- Tartesos y el orientalizante. Primeros asentamientos fenicios en el círculo, contacto con los indígenas y formación del estado tartésico. La Monarquía y Argantonio ¿Rey eterno?

Tras vestirse metía todo su material en la cartera de piel y caminaba con paso firme hasta el final del pasillo, hasta la cocina, se sentaba en la mesa dejando el maletín y luego volvía a levantarse al olvidar que no había preparado el café.

Encendía el hornillo, preparaba café y lo degustaba durante 15 min ( 2 ó 3 tazas) mientras se tomaba un breve respiro mental y pensaba en su hermana y sus sobrinos.

Tras el café tomaba el maletín y salía por la puerta de su apartamento, bajaba las escaleras a la calle y buscaba con la mirada su coche, que siempre olvidaba en qué lugar había quedado aparcado el día anterior hasta localizarlo para dirigirse a la Universidad de Miskatonic, su lugar de trabajo.

Ah, la vieja universidad de Miskatonic. Ha sido prácticamente tu hogar durante años. Tras dejar el coche y salir del aparcamiento, inhalas el aire limpio y húmedo de la mañana de febrero, que huele a hierba fresca y árbol bien recortado. El suelo de piedra roja te lleva hasta la puerta de la facultad. Los estudiantes casi se cuadran al verte pasar, te tienen bastante respeto, incluso algo de temor, pues corre el rumor de que eres un examinador severo. Alguna jovencita te echa una mirada casi reverencial, y piensas que si carecieras de escrúpulos no te costaría llevártela a la cama.

Al poco te asedia Artie, un estudiante de primero con exceso de entusiasmo.

—¡Profesor Steiffen, profesor Steiffen! —casi tropieza contigo al acercarse—, ya he comprado el libro de Burckhardt sobre la cultura griega que me recomendó. ¡Es magnífico!

Sonrío ante la efusividad del estudiante

- Artie, me alegro de que le haya gustado. Ya sabe que le dije que me tiene que hacer una breve recensión del Arcontado y el Surgimiento de la Conciencia de la Polis...-digo sin dejar de caminar a través del pasillo en dirección a mi despacho, seguido muy de cerca por Artie que me mira con cara de estúpido -si la memoria no me falla... capítulos del uno al cuatro-abre la puerta de su despacho -nos vemos en clase-dice despidiéndose.

—Hasta pronto, gracias, profesor —dice Artie, sin tanto entusiasmo. Sabe que tiene bastante trabajo de por medio.

No es mal muchacho ese Artie. Cuando eras un joven e inexperto profesor pensabas que esa clase de estudiante era el tipo de persona que llegaría a ser un gran historiador. Pero luego te encontrabas con que no era capaz de aprobar ni uno solo de tus exámenes. Así que con dolor de corazón no te quedaba otro remedio que suspenderle.

Artie no llegaba a ese extremo, pero era una mediocridad en potencia, aprobaba sus exámenes, sin embargo le costaba mucho memorizar. Confundía nombres, fechas, datos, incluso tenía alguna falta de ortografía. No supiste qué hacerle cuando escribió «have» con «b».

Tienes un despacho amplio, fruto de la consideración que tiene Miskatonic para contigo. No obstante, para tu volumen de trabajo se te queda pequeño. Tienes una pila de libros de la biblioteca que dejaste convenientemente preparados para su estudio. Por aquí y por allá hay montones de papeles para dar salida, exámenes de varios cursos, trabajos de alumnos, revistas científicas con las últimas investigaciones históricas, etc.

Miras la pila de libros. Quizá pronto a través de tu dominio de la hermenéutica logres dilucidar el lugar exacto donde murió Amílcar Barca. ¿Cuál era la ubicación de la Helike que refieren las fuentes?

Miras el reloj, pronto comenzarán las clases.

Amílcar Barca... 

Leí recientemente que recientemente había aparecido una moneda conmemorativa del Tratado del Ebro en la que se decía que había sido acuñada en una ciudad aún no localizada

Iba a continuar con el pensamiento, pero decido que es mejor centrarme en el presente, rápidamente echo un vistazo al reloj y antes de comenzar las clases leo el correo*,casi todo son invitaciones a Conferencias a lo largo y ancho de nuestra joven nación a las cuales me encantaría ir, pero una mezcla de falta de tiempo y de pereza me impide hacerlo.

Me estiro y no puedo evitar soltar un bostezo, miro a la puerta para ver si ha podido oirlo alguien, gracias a Dios tras la puerta no había nadie y mi reputación está a salvo.

Es hora de hacer lo que más me gusta en el mundo - después de enfrascarme en un texto clásico por primera vez - que es dar clases, transmitir conocimientos, ver las caras de sospresa y de avaricia de conocimientos de desgraciadamente cada vez menos alumnos...

Esa sensación me mantiene vivo, hace que tenga un motivo para levantarme por las mañanas, no es que haya elegido esta vida solitaria y lóbrega, sino que más bien, mis gustos y mi forma de ser tan estrafalaria, han hecho todo el trabajo.

Sin más me levanto, tomo mi maletín con la diestra y salgo de mi despacho en dirección a mi clase.

Al abrir la puerta de la clase, todo el mundo guarda silencio. Está distribuida en forma de gradas, los alumnos están convenientemente sentados en sus puestos. No hay demasiada imaginación en la vestimenta: pantalones, chaqueta, camisa y corbata ellos, predominando el color marrón o el gris en la ropa, y camisas pulcramente blancas y faldas en ellas. Los alumnos más aventajados o lisonjeros se encuentran en las primeras filas, los más vagos en las últimas, un par de ellos están entusiasmados con unos tebeos. Echas una mirada fulminadora a un muchacho que ha tenido la indecencia de servirse el café y desayunar en la propia clase. Sonríes al ver al señor Tannen explicar a la preciosa alumna alemana algunas cosas que no entendió de la lección anterior, sin olvidar dejarle caer que podrían quedar al finalizar la clase.

El señor Dikaios, de mantenimiento, ha dejado la pizarra brillante como siempre. Las tizas están nuevas y dispuestas a ser estrenadas.

Entro con paso firme, me acerco al pupitre del profesor al fondo del todo, cruzo el aula de lado a lado frente a la pizarra y dejo mi maletín sobre el escritorio.

Hago una pausa de un segundo, no puedo evitar sonreir, me encanta ésto. Tras la pausa, echo a andar mientras empieza el show

- Buenos días damas y caballeros, como dije el último día, hoy vamos a abordar el interesante asunto de Tartesos.  ¿Recuerdan que les estuve hablando de la formación de las primeras sociedades metalúrgicas en la Península Ibérica verdad? ¿Recuerdan que les estuve hablando de los Fenicios?

A ver... ¿Eran los Fenicios un Imperio cohesionado? -hizo un rápido barrido con la mirada a ver si alguien decía que sí o asentía para reprenderle, al ver que todos habían aprendido la lección sonrió - veo que han leído, muy bien. Así es, se denomina Fenicio al conjunto de Ciudades-Estado que en un momento u otro formaron digamos una Liga de intereses comunes, tenían los mismos dioses, mismas costumbres, eran de la misma Etnia: Semitas y otra serie de factores de unión, algo similiar a lo que ocurrió aquí mismo señores, hace menos de un par de siglos, cuando un conjunto de colonias decidieron asociarse... ¡Sí, sí! Ya sé que no es exactamente lo mismo y que los derroteros que hemos seguido tampoco lo son, pero ya pueden captar la idea de lo que quiero decir- al darse cuenta de que estaba divagando volvió al tema -el caso es que esas ciudades estado, movidos por el afán expansionista de los asirios que les presionaban por el Este y de la búsqueda de metales, llegaron en varias oleadas a la Península, primero en viajes comerciales de intercambio con los indígenas y posteriormente, se piensa que en el Siglo VIII a.c. formaron el primer asentamiento permanente.

- Lo que nos interesa para nuestra asignatura caballeros, es que ese contacto con las tribus indígenas y el hecho de que se fundaran asentamientos con población fenicia de diversas ciudades-estado, produjo un cambio gradual en las sociedades indígenas que se manifestó fundamentalmente en que las élites gobernantes indígenas tendieron a imitar los usos y costumbres fenicias, destacando sobre todo en elementos suntuarios y cerámicas funerarias que se configuraron como elementos de Poder y prestigio en las diferentes sociedades.

Hizo una larga pausa, éstas eran buenas para que los muchachos asentaran conocimientos.

El público te mira ensimismado. Eres un magnífico orador, tu voz y tu porte elegantes fascinan a tus oyentes. Varios alumnos toman esta pausa como un mesías, mientras copian a toda velocidad todas y cada una de tus palabras. El del café vuelve a la carga, lo tiene escondido bajo el pupitre y toma un sorbo —ahora frío— de tapadillo.

Artie se adelanta a tu próxima explicación haciéndose el interesante:

—Profesor Steiffen, ¿es cierto eso de que los griegos creyeron que Argantonio era un rey extremadamente longevo porque al arribar a la zona de Tartessos veían un gobernante que tomaban por el mismo hombre?

Asiento haciéndome el interesante

- Sí, esa es una de las muchas hipótesis que se barajan...-dejo que sea admirado por el resto de la clase -aunque como les digo siempre señores, para estudiar la Historia, que no es una ciencia exacta, deben situarse en el contexto económico-social y político de la época que quieren estudiar.

A lo que me estoy refiriendo, es a que si se sitúan verán que un grupete de marineros llegan a unas costas levemente conocidas, habitadas por un pueblo desconocido, con una civilización desconocida y mucho más avanzada que lo que se pensaba. Después de X meses en la mar, encuentran un reino con multitud de riquezas minerales, que los indígenas tampoco tienen en mucha estima, no en la misma medida que en el mundo civilizado. Algo parecido, aunque a mucha menor escala, que lo acontecido con los Aztecas o Incas. Los griegos descubren un reino en el que la plata mana en abundancia y bautizan a su rey con un nombre que le identifica directamente con el valioso metal. Seguramente caballeros, las supuestas riquezas fueron exageradas, ¿vivió realmente Argantonio 120 años? ¿0 150? como dicen algunos historiadores griegos, parece poco probable. ¿ Puede tratarse de una dinastía más que de un único rey? Es muy probable, aunque tampoco se descarta que sea simplemente un error o una burda exageración.

Camina hacia el maletín, abre, saca una botella de agua y antes de beber añade

-En el futuro, se darán cuenta de que muchas de las teorías o leyendas que se tienen, no son más que consecuencia directa de burdos errores del historiador que se han dado por buenos a lo largo del tiempo.

Da un largo trago de agua.

A partir de este momento, la clase se convierte en un batiburrillo de preguntas y especulaciones. Algunos están de acuerdo con la idea de que Argantonio efectivamente pudo ser la representación de hombres distintos a los que se confundió con un mismo hombre, siguiendo a Heródoto, que dice que vivió 120 años y reinó 80; incluso toda una dinastía, pues como apunta Estrabón reinó 150 años y Silio Itálico dice que vivió 300, aunque desde luego tú afirmas que seguramente fue exageración de estos autores. Otros hablan de que es posible que sencillamente fuera un rey mítico y que las fuentes se equivocan, y puede que ni siquiera existiera. Los de los tebeos hablan de que es posible que en la Antigüedad hubiera una raza de hombres que fuese por naturaleza más longeva, lo que ocasiona risas y burlas. Tú señalas que los turdetanos tenían fama de longevos, pero que es indemostrable.

Desde luego te satisface que los jóvenes alumnos hayan sido aplicados, leyendo lo que les pediste. La hora de clase llega a su fin. Algunos te asedian para plantearte cuestiones de trabajos y tareas. Cuando todo está resuelto te marchas.

Caminando por el pasillo te topas con el cartero.

—Ah, profesor Steiffen, le había dejado una notificación en su taquilla. Llevo carta certificada y necesito su firma.

Me sobresalta el cartero un poco, pues caminaba yo mirando al suelo con aire distraido y ensimismado en mis pensamientos...

- ¡Ah claro! cómo no...-el cartero me tiende un boli pero yo soy algo maniático en cuestión de escritura, rebusco en mi cartera tras depositarla en el suelo y saco mi pluma aún húmeda de tinta y estampo mi firma en donde me indica el cartero. Doy los buenos días e impaciente, prácticamente corro hasta llegar de nuevo a mi despacho.

Sentado frente al escritorio, uso mi abrecartas con forma de Tizona* y abro la carta, la curiosidad me pica en demasía. No es normal que las invitaciones lleguen certificadas, por lo que tiene que ser otra cosa... ¿Noticias de algún viejo colega? Es posible.

Lo primero que te sorprende es que la carta está redactada en una perfecta letra humanística redonda. Un curioso detalle que te inspira que el redactor de la misma es un enamorado del Renacimiento. El segundo detalle es la calidad del papel: artesanal, sin duda, con una marca de agua preciosa.

Lees atentamente lo que dice:

Estimado profesor Steiffen:

No tengo el placer de conocerle en persona, pero desde hace años soy un declarado admirador de su obra intelectual, he leído la mayor parte de sus artículos y en ellos ha demostrado un dominio extraordinario de la lógica y la hermenéutica. Le escribo en referencia a un problema que escapa a mi comprensión y no logro dar solución, confío que con la ayuda de su mente privilegiada podamos dársela. Le ruego que tenga a bien citarse conmigo el día 1 de marzo a las 18:00 en el Hotel Plaza, Quinta Avenida, junto a Central Park, Nueva York. Estoy intentando reunir a los mejores especialistas de diversas disciplinas. Le adjunto un cheque, con el que confío que pueda pagar los gastos del viaje y no causarle más molestias de las debidas.

Atentamente:

Paul Hoyt

Junto al sobre hay un cheque por el valor de cuarenta dólares. Una cifra generosa, teniendo en cuenta que el remitente no sabe si aceptarás o no.

En otras circunstancias, posiblemente habrías rechazado la oferta, no sueles tener costumbre de citarte con desconocidos, y mucho menos hacer viajes largos a petición de nadie. No obstante el nombre de Paul Hoyt te suena. Por supuesto que te suena. Ha escrito artículos antropológicos magníficos acerca de diversas culturas del mundo. Nunca te habías topado hasta la fecha con él, no suele dejarse ver por congresos.

- Hoyt,Hoyt, Hoyt... ¡Pues claro!- exclama dando una palmada en la mesa. Doblo con cuidado la carta en cuatro partes hasta que queda sólo un cuadradito y me lo guarda en el bolsillo interior de la americana. Guardo el cheque en la cartera y a toda prisa salgo de mi despacho, cierro con llave y le digo a Margaret -Querida, estaré fuera unos días por motivos de trabajo. Voy a hablar ahora mismo con el señor Englehart para comunicárselo y que me busquen un sustituto para unas semanas, Stanley iría bien...en cualquier caso, cójame los recados.

Volando cruzo el Campus hasta el edificio de administración, en el que se reunen las altas esferas de Miskatonic y pido cita con Harlod Englehart, el  ex- Administrador de la Universidad de Providence y actual Administrador de la Universidad de Mikatonic. Entro en su despacho, tomo asiento y comienzo a explicarle

- Siento aparecer así de sopetón en tu despacho Harold -había conocido al hombre en Providence hacía ya unos cuantos años y teníamos buena relación, él sabía que yo era un gran activo para la Universidad y no me iba a poner ningún tipo de pega -pero me ha surgido algo importante, una entrevista y asistencia a una Convención en Nueva York con uno de los más famosos antropólogos, el señor Hoyt. Quizás pueda convencerle de que acepte un puesto en el Departamento de nuestra Universidad, pues ya sé que llevas tiempo buscando a alguien para cubrir el puesto tras la jubilación del viejo Mathieson. Si no acepta, por lo menos habrá alguien de Miskatonic en la Convención y me vendrá bien para mis clases. Estaré fuera unas semanas, Stanley puede dar mis clases, Margaret está al tanto del programa y del tema en el que me he quedado...- bla,bla,bla. La conversación se postergó casi cuarenta minutos hasta que Harold dio el visto bueno y me dejó escaparme a Nueva York.

Pero aún no era la fecha... tenía tiempo y quería darme una vuelta por la Biblioteca Pública y por la Biblioteca de la Universidad para buscar información sobre Hoyt, quizás pudiese encontrar algún libro o artículo suyo o cualquier vieja noticia en la hemeroteca de la Biblioteca sobre el señor Hoyt. Así que pasé unos días buscando antes de tomar el tren a Boston y de Boston a Nueva York..

Entre los trabajos que encuentras de Paul Hoyt hay un extenso compendio acerca de los fulani y también interesantes artículos sobre los mandinga. Su último trabajo refiere una extraña cultura asentada al norte del Canadá, que está relacionada con una antigua raza que pudo tener origen en Groenlandia. Parece más un diario de aventuras que un verdadero texto universitario. Dice que allí conoció a unos hombres de América —Estados Unidos— y Canadá que se habían integrado en su tribu, y que le acogieron como a uno más. Evita dar referencias en torno a su ubicación por la promesa que le hizo al líder de la tribu, al parecer un canadiense que desciende directamente de aquella raza.

Por otra parte, en la hemeroteca por Hoyt encuentras una noticia relativamente reciente. Trata sobre la muerte de Peter Hoyt, hombre de negocios neoyorquino soltero que pasó a mejor vida dejando su considerable fortuna a su hermano, un jesuita que está en proceso de localización.

Cuando llega la fecha, o está cerca, te despides de tus alumnos y das las indicaciones pertinentes a tu sustituto, un antiguo alumno que está deseando hallar la oportunidad de ser profesor. Tomas el tren y te diriges a la vieja Nueva York.