Partida Rol por web

EL COLEGIO

-Número máximo de ocupantes: 12

-Número actual de Ocupantes: 10 / 12

-Seguridad: 5

-Recursos A: 7

-Recursos B: 3

DÍA 0

Hacía ya un mes, mas o menos, desde que se desatara el infierno. No demasiado tiempo pero si lo suficiente para que todo el mundo supiese ya lo que era un zombie. Muchos habían muerto y lo que era aún peor: muerto y vuelto a la vida como zombies...

Lo sabías, un simple arañazo o mordisco era suficiente para infectarse, conocíais los síntomas. En menos de 24 horas te convertías en uno de esos monstruos. La única forma de matar a un zombie definitivamente es destruyendo su cerebro, ya sea con un tiro en la cabeza o aplastando su cráneo, nada demasiado agradable.

Por esta o aquella razón, ahora mismo os encontráis en Umbria City, una ciudad infestada de zombies. La buena noticia es que en ocho días los militares vendrán a rescataros, la mala es que hay que aguantar ocho días.

No os conocéis de nada pero tendréis que colaborar para sobrevivir. Eso si, tened cuidado, no todo el mundo puede ser lo que parece...

Calen sin duda había gozado de una buena vida, con privilegios que en sus momentos despreciaba o no valorizaba, ya que serian cosas muy cotidianas y simples para el joven, pero ahora añoraba tener cada una de ellas. Recordaba como todo empezó para él, donde varios de sus compañeros y compañeras fueron infectados y transformados en esas cosas.

El joven Flores mirando desde lo alto de la azotea del colegio, como aquel campus paso de ser un lugar paradisíaco o de enfoque y estudios, a un lecho de muerte, donde solo se busca sobrevivir un día mas.

A sabiendas de que ya el los iluminaba con todas sus fuerzas, este debería aprovechar sus tristes horas, en vista que la noche no es una opción; Se dispuso a ir a el departamento de limpieza, en busca de una linterna y cualquier accesorio que le ayudase a defenderse, como una escoba o algo, luego iría a la cocía para ver si tomaba algo que comer.

La vida era extraña, y más lo que sucedía ahora, qué demonios, porque los muertos simplemente no se quedan como lo que son, como un pedazo de materia inerte… algún día estuve en estos pasillos, intentando escapar de las aburridas clases de matemáticas, como adoraba las clases de arte y todas esas manualidades, y cuando… -Solo son recuerdos, que ahora no me sirven de nada-

Mientras caminaba por los pasillos, un chico venia en dirección hacia donde yo estaba, se veía preocupado, igual que todos aquí, pero tenía cara de optimista aun así, puede que tenga idea de que podamos hacer antes de que nos coman esos… bichos… -Parece que tienes algo en mente, hacia donde vas-

Ya hacia un mes que el holocausto zombi había arrasado con toda la ciudad, inclusive con todo el mundo, parecía algo sacado de una película, quien imaginaria que algo como esto en verdad sucedería. Me las arregle para escapar de esas criaturas cuando irrumpieron en mi hogar, por dios eran tantos, no tuve tiempo de alcanzar a tomar alguna arma de fuego para defenderme, me hice de una varilla de hierro con la que movía la leña cuando encendía la chimenea en aquellas épocas heladas, golpe a varias de esas cosas cuando se acercaban lo suficiente como para estorbar mi camino. Me las arregle para sobrevivir todos los días siguientes, terminando así en un colegio muy reconocido de Umbria City. Cuando llegue, el lugar se veía enrevesado, una historia horrorosa era contada por los pupitres y las manchas de sangre salpicadas en las paredes. Cuando atravesé por el pasillo observe a lo lejos dos figuras humanas, uno parecía un muchacho y el otro una mujer algo obesa, pero no estaba seguro si aun seguían vivas, esas cosas pueden ser engañosas, mantenía mi ceño fruncido e hice un pequeño grito no tan bullicioso.

-EHH!!! ¿Quienes son ustedes?

Calen se asombro al ver a la joven que lo saco de su ensimismamiento, respondiendo aun con algo de asombro -Wow, que bueno encontrar a alguien en todas sus facultades- al no escuchar bien la pregunta dice -¿Disculpa... pero has preguntado algo?- y en ese mismo instante aparece un hombre algo inquisidor, al parecer la ha pasado muy mal y esta con cara de pocos amigos.

-Bueno, si te tranquilizas empezamos con buen pie, mi nombre es Calen ¿y ustedes?- el joven parecía estar muy contento de ver gente, no bichos que quieran comérselo.

Una vos masculina irrumpió el pasillo, gracias a Dios, no quería enfrentarme a esas criaturas, uno nunca sabe cuales pueden ser lo bastante peligrosas, y a manos limpia no podría causarles daños certeros, el arma que llevaba con migo la perdí un par de días atrás, tras escapar de una horda que acabo con el grupo en el que me hallaba antes, un grupo de mas de treinta sobrevivientes, todos fueron devorados por esas cosas; recordarlo me hizo sentir impotente al no haber podido hacer nada por salvar si quiera a uno.

-ohhh!! Entonces están vivos, no pensé encontrar gente aquí-

Estudio con detenimiento a los sujetos y me doy cuenta que no poseen armas o por lo menos eso es de lo que me doy cuenta. Mmmm no parecen peligrosos, ni tampoco parecen estar chiflados.

-mi nombre es Felipe, Felipe Faunda- pronuncio con vos gruesa.

Evitó alguna de esas cosas mientras corría por unas calles que apenas guardaban parecido con las que había conocido desde joven. Al fondo pudo ver el colegio donde sus hijos estudiaban, el sitio donde habían sido infectados, y un nudo se formó en su garganta. No había otro lugar mejor donde tomar un descanso, y además se conocía el lugar lo suficientemente bien, por lo que decidió cruzar la calle para refugiarse.

La puerta estaba cerrada; tuvo que saltar a través de una ventana con el cristal roto. Alcanzó un par de tablas y algunas puntas para asegurarse de que nada entraba por allí, pero cuando estaba a punto clavar aquello con su paraguas destrozado, oyó unas voces al otro lado del pasillo.

Con cuidado se asomó para descubrir a dos hombres y una mujer manteniendo una charla. Hacía días que no veía a nadie con vida, y la última vez no había sido... agradable...
Sintió un escalofrío.

Bajad la voz, por favor. - Susurró - Al menos hasta que aseguremos la zona.

Volvió a entrar en la clase, pero al momento asomó de nuevo la cabeza.

Roberto, por cierto. Así me llamo... o me llamaba...

Comenzó a clavar las tablas en la ventana hasta que, finalmente, el paraguas quedó totalmente inutilizable. El suelo era ahora su sitio.

Ann Raiswill, ese era su nombre. Era una joven empresaria. Estaba en una clase del colegio, parecía de secundaria. Había mesas, libros por el suelo, sillas rotas... Entonces escuchó palabras que provenían del piso inferior. Así pues se dirigió hacia allí con precaución. Bajo unas escaleras y cada vez podía escuchar más lo que decían aquellos. Al ver a unos muchachos se sorprendió. - Oh vaya, tenemos gente aquí y yo que pensaba que estaba sola. ¿Cómo os llamáis? - Preguntó mientras miraba uno por uno las pintas que tenían. - Oh perdonad... qué maleducada soy, yo me llamo Ann Raiswill mucho gusto.

Vaya, parece que estamos en una fiesta de graduacion, todos aqui, charlando y presentandonos, no lo tomeis a mal, pro habra que idear algo, ahi fuera hay un buen puñado de cabrones de esos...y desde luego, conmigo no van a acabar...por cierto soy Mary, Mary Morgan. Esta tension es insorportable....y por la noche sera peor, id pensando en establecer gurpos de guardia, para que se pueda dormir....aunque quizas no venga del todo mal relajarse un poco mientras no haya demasiado peligro.....Mary sonrie y ladea un poco la cabeza en un gesto que intenta ser optimista y algo simpatico.

El joven se asombra, parece que no hubiera visto gente desde hace mucho tiempo, creo que igual que yo… -Lo mismo digo- repentinamente escucho una voz muy fuerte del otro lado del pasillo, parecía que llegaban más personas, me siento más segura, espero que más personas puedan refugiarse; el joven se presenta… -Yo soy… bueno mi nombre es Marianela, pero me puedes llamar Mari-

Me sobresalto un poco al escuchar otra voz, también masculina que se asoma por uno de los salones, tenía razón, estábamos haciendo mucho ruido y era probable que llegaran hasta aquí, ya fuera por nuestro olor, o por los sonidos… -Tiene razón, debemos hacer algo por asegurar, de la misma forma en cómo hemos conseguido entrar aquí, puede que ingresen esas cosas-

Después de mi palabras llega una voz un poco mas melodiosa, una voz femenina, uff, a pesar de que me sentía segura por tener compañeros, aun así necesitaba un apoyo más… sutil… -Hola soy Mari-

A Calen le iba a estallar la cabeza de ver tanta gente viva, tenia mucho tiempo sin ver gentes racionales, simplemente ya no quedaban por estas zonas y casi todos los conocidos habían muerto al inicio de estos acontecimientos.

Se sintió algo intimidado cuando la joven Mary interrumpió ya que entrar y dar ordenes así de improviso, sin conocer la disposición o no de cada uno sobre esos planes que planteaba, en fin, algo inquisidora. Cuando esta hubo terminado de plantear la situación y todos los presentes habían comentado algo Calen simplemente dijo -Estoy desde hace días en este sector, no es muy seguro y si creo que debemos buscar cuanto antes un lugar que nos permita un acceso y una salida rápida-

-Mas abajo hay una despensa y su respectiva cocina, cosa que nos podría servir de algo lo que encontremos allá, pero esa área aun no la he recorrido... (se interrumpió para imaginarse el lugar) creo que es aconsejable primero hacernos de un lugar para dormir como dije antes, claro esta... es muy temprano para quedarnos allí todo el día-

De repente, escucháis un ruido. Os alarmáis por un momento pensando que podría tratarse de algún muerto viviente, pero enseguida os dais cuenta de que tenéis un nuevo amiguito.

¡Miau! ¡Miau! ¡Miau! - sus maullidos son suaves pero insistentes, parece que tiene hambre. Lleva collar y en el podéis leer un nombre: "Chascarrillo"

Dejó de apuntalar la ventana, ya parecía segura, o al menos los zombies tendrían que hacer demasiado ruido para romperla. Nos daría tiempo a escapar o, de no ver la retirada segura, defendernos antes de que entrasen. El resto de ventanas de aquella sala estaban casi intactas, no había demasiado que hacer allí.

Regresó al pasillo cuando pudo oír maullidos en otra de las aulas. Y ahí estaba, agazapado bajo una de las mesas.

Rebuscó por sus bolsillos algo de comida, pero sólo pudo encontrar unos pequeños restos de paté de hígado de pato en el frasquito. Guardaba esto para mi, pero es un mísero bocado... puede que para tu estómago sea suficiente, pequeño... - pensó para sí.

Si se acercaba, corría el riesgo de que huyese. Optó por una solución más sencilla. Apoyó el frasco en el suelo y lo echó a rodar en su dirección.

Ahí tienes, guapo. ¿Te gusta?

Chascarrillo apuró los restos de paté del frasquito con autentica ansia, sin importarle nada mas.

Cuando terminó, se relamió los bigotes y miró a Roberto, como en señal de agradecimiento gatuno.

¡Miau! - el maullido sonaba mas alegre que antes.

Y después de tamaño festín, allí se quedo, lamiéndose sus partes.

Me acerqué a acariciar al bichejo, siempre era mejor tenerlo por aquí a que se escapase. Los zombies no eran el único problema. Con tanta podredumbre, las ratas podrían andar cerca, y tener un gato en el lugar podría mantenerlas a raya.

Mientras le rascaba las orejas, vi un nombre grabado en una de las mesas. SUSANA. Era la clase de mis hijos, y ella había plasmado allí su nombre para la posteridad.

Repasaba con un dedo cada letra mientras las lágrimas recorrían mi rostro...

Mis pequeños...

Me desconcerté al comenzar a oír mas voces aparte de las de la chica Mari y el sujeto calen, pero al instante me sentí un poco seguro y baje la guardia lo suficiente como para charlar con la gente que ahora allí se hallaba.
-esto es increíble, no pensé hallar un grupo así de grande como este, mi nombre es Felipe- le decía a los recién llegados, recordé de nuevo a aquellas personas con las que había compartido y luchado por sobrevivir y ahora estaban “muertas”. Es extraño que mucha gente se encuentre en un mismo sitio, y que vienen de diferentes partes de la ciudad y mucho más en días como estos, pensé. En fin prefiero estar así que haberme quedado solo en este recinto.
-Calen y Mary tiene razón, debemos asegurar el perímetro antes de buscar cualquier objeto que nos sea útil, después de eso si podemos ir por alimentos y bueno… tal vez hasta podríamos hallar algún arma con que defendernos…. Pero creo que encontrar algo así aquí es muy improbable, después de ello podremos escoger grupos para que monten guardia, yo podría ser uno de los primeros- termino de decir, agregándole a mis palabras un toque de mando, pero era algo que hacia por la costumbre nada más. El sonido al final del pasillo nos alertó a todos y resulto ser un gato, valla que susto que nos pego ese animal. El tipo llamado Roberto fue muy amable con el felinillo y obsequio un poco de comida.

-bueno al parecer el si tendrá la barriga llena el día de hoy, pero tengan cuidado, no sabemos si pueda transmitirnos la infección-