Partida Rol por web

Freya enarca una ceja...

¿Hinchado? ¿A qué te refieres? Bueno, da igual... ahora lo veré.

Sigue caminando, pero después de un momento se detiene, y esta en un tono menos divertido, vuelve a dirigirse a Kirah.

Ah... y nada de "del alma". ¿Estamos?

Frunciendo el ceño sale corriendo de la torre, buscando por todas partes pero caminando despacio. No quería parecer asustada ni ansiosa ni desesperada por encontrarlo... Al fin y al cabo él era sólo un "objeto" más, ¿no?

Cuando saliste a la torre el panorama era desolador.

Los cadaveres de los enemigos y también de los Vardenos, regaban toda la ciudad, dentro y fuera de la muralla. Estaba claro que había más enemigos que Vardenos muertos, pero no podías saber a ciencia exacta cual era la proporción.

Sin embargo, un brillo por el rabillo del ojo te llamo la atención.

Giraste la cabeza y te sorprendiste cuando a lo lejos, a unos dos kilómetros, viste una figura enorme de Roran, hecha de Esencia, pero igualmente, era él. La figura parecía que estaba sentada en una roca, con el martillo en la mano y apoyado sobre sus rodillas. Así como descansando o meditando.

Pero el tamaño era tal que le podías ver los gestos que hacía con la cara desde donde estabas. Claro que él no te miraba a ti.

¿Y eso? Será cerdo... siempre llamando la atención... Odio a ese tipo de gente...

Y odiaba ese tipo de gente porque le quitaban la atención a ella... Y no es que se hubiera encontrado en toda su vida a muchas personas capaces de hacer algo así.

Decidida a cantarle las cuarenta al gigante de Roran, Freya camina hacia él. Sin embargo, su atención poco a poco va desviándose a los caídos que hay a su alrededor... En otros tiempos no habría sentido nada por ellos. Quizá desprecio por haber caído. Pero había aprendido algo... y es que todos ellos se merecían su respeto. Respeto por haberse enfrentado a la muerte sólo por un futuro mejor. Respeto por no aguantarse las injusticias y la rabia y luchar para intentar solucionar algo... aunque fuera algo tan pequeño como esta batalla.

Y es el peso de ese mismo respeto el que empieza a caer sobre sus hombros. La guerra no había acabado... tendrían que luchar contra Galbatorix. Tenían que acabar con él para que todas estas muertes merecieran la pena. Tenían que traer a estas gentes, todo por lo que esta gente luchó.

Si supiera como hacerlo, Freya habría entonado una plegaria por todas aquellas almas que encontraban ahora la paz... pero nunca había creído más en los dioses que en la capacidad del ser humano por lograr lo que quiere. Por luchar por ello.

Rezar es una pérdida de tiempo... lo que hay que hacer es luchar para traerles a los muertos todo por lo que luchaban.

Con esos pensamientos, la pelirroja se olvida del cansancio y las heridas, aunque su costado sigue perdiendo algo de sangre y su brazo sigue doliendo. Aquellas heridas no eran nada en comparación a lo que habían sufrido estas gentes durante tantos años...

Tal es la profundidad de sus pensamientos, que no se dibuja ni una sola de sus encandiladoras sonrisas durante todo el trayecto. Aunque tampoco se ve pena reflejada en sus oscuros ojos negros. Sólo respeto.

Mientras te vas acercando hacia Roran a través de los cuerpos, su imagen de hombre gigante se va haciendo cada vez más pequeña. Como si poco a poco se fuera tranquilizando y relajándose después de la pelea. La imagen continuó decreciendo hasta que cuando llegaste junto a él, era la misma persona que habías conocido hace un par de meses.

El Roran de tamaño original.

El chico levantó la mirada cuando te colocaste frente a él y con el rostro serio, simplemente te saludó con un ademán de su cabeza. No dijo nada, ni siquiera movió un músculo, simplemente movió la cabeza hacia arriba para saludarte.

Después, volvió a quedar cabizbajo, y en silencio.

Freya iba dispuesta a echarle un sermón, pero las palabras se agolpan en la garganta al verlo tan alicaído.

¿Roran? Vaya, vaya... No te había reconocido desde tan lejos...

Murmura con una media sonrisa y un tono sarcástico en la voz. Agotada, aunque con cuidado de que no se note, se sienta a su lado.

Oye... ¿Estás bien?

Pregunta con las manos en los tobillos, que están cruzados en el suelo, y mirando al frente, hacia el horizonte. Por un lado, se alegraba de verlo vivo y bien... aparentemente. Por otro... seguía preocupada. Aquella no era la actitud de alguien que ha ganado una batalla haciéndose el héroe.

Yo sí, estoy bien... ellos... Dice señalando a los caidos que ya forman una montaña a un lado del campamento improvisado. Ellos no tanto.

Roran levanta la cabeza para mirarte e intenta sonreir.

Creo que nunca había estado en un combate de estas características. Los enemigos atacaban con todo lo que tenían, no daban cuartel. Aún con su comandante muerto, ellos seguían atacando y nuestros hombres caían a montones. Después... todo se volvió rojo y termino la batalla conmigo aquí sentado.

El rubio miró la montaña de cuerpos amigos y enemigos y los observó como ardían al arrojarles antorchas... y se quedó un minuto en silencio.

Después, te volvió a mirar.

¿Tú estás bien?

Freya sigue la mirada de Roran con la suya y también se queda en silencio. Un silencio solemne por los caídos. Entendía perfectamente cómo se sentía Roran. Ella misma había experimentado ese sentimiento hacía tan sólo unos momentos.

¿Yo? Buenísima...

Sonríe de medio lado, lanzando una mirada de reojo a Roran e intentando bromear.

Estira las piernas sobre el suelo y deja caer el torso hacia atrás, apoyando su peso en los brazos estirados y dejando al aire la herida del costado. Frunce sólo un instante la ceja, por el dolor causado por el movimiento, pero nada más deja ver otra cosa que no sea tranquilidad. Su cabeza también cae hacia atrás, dejando que su cabello rojo fuego caiga en bucles desordenados hacia el suelo.

Cansada...

Responde con un susurro final, dejándose llevar por una oleada de sinceridad.

Roran asintió y su mirada se posó en la herida del costado.

Te han herido. Dijo. Déjame arreglarlo.

El rubio medio se incorporó de donde estaba, y estirando su mano, la dejó a pocos centímetros de tu piel, justo encima de dónde estaba la herida y cerrando los ojos, murmuro unas palabras que seguramente eran del idioma antiguo.

Sentiste un calor seco en el lugar del corte, y tras unos segundos, la herida comenzó a cerrarse sola, de dentro hacia afuera evitando así las infecciones.

Tendrías que tener más cuidado cuando juegas con cuchillos, Freya. Dijo bromeando mientras volvía a su posición de descanso. En poco tiempo más regresaremos, ¿vendrás con nosotros?

Lo tendré en cuenta para la próxima vez...

Responde también bromeando, llevando una mano al costado y acariciando su piel que está ahora como nueva.

Aquí... ya no hay nada más que hacer. Además... esto no ha acabado...

Murmura las últimas palabras alzando los ojos al cielo. Todavía faltaba lo más difícil. Todavía tenían que derrotar a Galbatorix.

Por cierto... -Añade tras una pausa, volviendo a mirar a Roran a la cara, buscando sus ojos- Gracias por venir en mi ayuda, pero... mis misiones son mias. La próxima vez que quieras ayudarme, al menos házmelo saber antes.

Eso era todo lo que iba a decir sobre el disgusto que se había llevado. No iba a comentar nada sobre falta de confianza o robar méritos... Freya sabe que Roran está demasiado destrozado para pelearse ahora por algo así. Ya habría ocasión de devolverle el favor... aunque nunca había querido deberle nada a nadie.

Sin embargo, esboza una sonrisa de gratitud. Corta, escueta, pero sincera.

Oye... antes has dicho que todo se volvió rojo... ¿Fue algún tipo de magia? -Pregunta con curiosidad.

Ni yo quería venir, la verdad. Dijo Roran con una media sonrisa. Pero pasaba por aquí con el ejercito y vi la torre negra, a tu dragona rosa que me saludaba con las alas y bueno, no podía dejar pasar la oportunidad. Aunque no creo que mi ayuda sirviera de algo, por que todo terminó en cuanto mataste al Sombra. Cayeron como moscas trás eso.

Roran se pasó la mano por el pelo, tirándoselo hacia atrás.

Ya lo tenía bastante más largo que la primera vez que lo viste y la barba de un par de semanas poblaba su rostro.

¿Magia? Sí, como siempre. Al parecer en los momentos de tensión, me acuerdo que sé hacer una cosa, y de repente la hago y todo cambia para mejor. No sé. Me han dicho que crecí lo suficiente como para coger a tu dragona al vuelo, pero ya sabes como exageran las cosas.

Freya alza la vista y sonríe, viendo como Kirah sobrevuela las cabezas de ambos a bastante altura.

Pues... yo te he visto desde allí y no parecían exageraciones...

Explica bromeando también, saltándose la parte del alivio que sintió al verlo vivo.

Así que... puedes convertirte en gigante, curar heridas -roza suavemente la piel de su costado ya sano con los dedos- y tienes un sentido del humor que no está mal... A parte de cortarte el pelo y afeitarte... ¿hay algo que no sepas hacer?

Bromea también, echándo una ojeada de arriba abajo al hombre que tiene al lado, y sintiendo ese extraño cosquilleo que empieza en el estómago cada vez que se siente débil... ese cosquilleo que iba acompañado siempre de una oleada de deseo tan intensa que pocas veces podía resistir. Pero aquel no era el momento. Ni el lugar. Y tampoco quería "abusar" de la condición de un amigo como Roran.

Cuando vuelvas a la ciudad, Freya, ya buscarás a alguien...

Se muerde el labio inferior y traga saliva, desviando la mirada al instante hacia una piedra cualquiera en el suelo.

Supongo que soy nulo escalando, por lo que también supongo, que me he hecho gigante para alcanzar las cosas más altas. Dijo estallando en una carcajada mientras se incorporaba y te cogía de la mano, tirando de ti para levantarte. Anda, regresemos. Que también supongo que tenemos que terminar lo que hemos empezado.

Y aunque tú habías entendido que "terminar lo que hemos empezado" se refería a la misión de terminar de una vez por todas con Galbatorix, lo ha dicho de una manera algo extraña. Entre serio y pícaro. Algo raro que te hizo sonreir.

Dile a tu dragona rosa que baje que partimos hacia los Vardenos otra vez.

Freya se levanta todavía con aquella media sonrisa en los labios.

Kirah bajará si quiere...

¿Volvemos a casa, preciosa?

La pelirroja levanta la barbilla orgullosa, dejando claro que su dragona era tan chula o más que ella. Había llegado el momento de volver a casa. De volver triunfantes y de recuperarse para un nuevo triunfo. La victoria contra Galbatorix. Volvería también a enfrentarse a las dudas de sus compañeros, a sus inseguridades y desconfianzas. Pero Freya lo tiene muy claro. Siempre ha conseguido lo que se ha propuesto, y ahora no iba a ser diferente.

Aunque pensándolo mejor... no es precisamente descanso lo que necesita...

Y con total tranquilidad, todos partistéis nuevamente hacia la ciudad de los Vardenos.

Algunos iban cabizbajos por lo que había sucedido.

Otros, lo hacían simplemente por que sabían lo que sucedería en poco tiempo.

La historia se había decantado hacia el bando de los Jinetes, pero...

¿Qué sorpresas depararía la batalla final?