Freya coge la poción y se sienta en la cama, aunque sería más apropiado decir "se deja caer".
No creo que eso sea problema...
Murmura como respuesta a Roran pero sin alzar la voz para que la escuche. Hasta ahora nunca se había planteado el querer tener una família. Hasta ahora nunca había tenido la necesidad porque tampoco había tenido la oportunidad.
Olvídate, Freya... sigues sin tener esa oportunidad...
Inclina la cabeza hacia atrás en un rápido gesto para tragar la poción de golpe tras una pequeña pausa. Pero no se permite más tiempo de meditación ni de depresión. Enseguida se pone en pie y busca algo de ropa para olvidarse de esos oscuros pensamientos.
Tienes toda tu ropa dentro de uno de los armarios, tal cual te dijo Roran.
Mientras estás allí con tus cosas, sientes como el rubio tararea una cancioncilla mientras continúa lavando las pocas cosas que habéis utilizado para comer.
En ese momento, miras por la ventana y ves a uno de los dragones salir volando de la ciudad.
Era el dragón de Pâris que con el montado, se alejaba hacia el norte a toda prisa.
Continuaste con tus cosas, lista a cambiarte de ropa y otro zumbido hizo que mires hacia arriba por la ventana.
Otro dragón, esta vez el de Adam, que se elevaba haciendo círculos con el encima.
Extrañada, Freya vuelve junto a Roran, terminandose de poner una chaqueta de cuero.
Oye, ¿Porqué podrían salir disparados los jinetes de dragón?
Pregunta, asomándose a la ventana de la cocina. Antes de escuchar respuesta alguna, la pelirroja busca el vínculo de unión con su dragona.
¿Kirah? ¿Ha ocurrido algo? He visto a un par de jinetes salir volando...
Piensa, buscando respuesta y sin dejar de escrutar el cielo en busca de alguien más.
Roran se encogió de hombros mientras guardaba los enseres limpios en unos armaritos de madera.
- No tengo idea, pero no creo que sea nada importante ya que las alarmas no han sonado. - Dijo el rubio mientras se giraba hacia tí. - Anda, te queda muy bien esa ropa. -
Al mismo tiempo, en ese momento te habla Kirah.
No te preocupes, Freya, pequeña. Están paseando. Creo que Adam se ha querido desentumecer después de tanto tiempo parado y Pâris quiere dar una vuelta por el lugar. Nada importante. Si pasa algo, serás la primera en enterarte.
Freya asiente, más tranquila tras las palabras de Roran y de Kirah. Haciendo caso omiso del cumplido del rubio, Freya se gira bruscamente hacia él, con mirada seria.
Quiero entrenar.
Acababa de tomar esa decisión. Su primera intención era disfrutar de una noche tranquila de coquetería con Roran, pero no podía olvidar lo que mañana se les vendría encima. Tenía que estar preparada. No... Tenía que estar MÁS preparada que ningún otro.
- Ajá. - Dijo el rubio mientras medio sonreía. - ¿A estas horas? No será que te has picado por que dos Jinetes han salido a dar una vuelta, ¿no? -
Roran se acomodó dónde estaba, apoyando sus manos detrás de su espalda.
- Pues bien, ¿de qué manera quieres entrenar? Puedes ir a dar una vuelta con tu dragona si quieres, o no sé, si quieres luchar, siempre puedes ir a la Guardia a darte de palos contra algún soldado aburrido. Tú dirás, ¿qué quieres hacer? -
Freya esboza una sonrisa de medio lado mientras se apoya en la encimera.
¿Yo sola? ¿Eres tan aburrido o me tienes miedo? No sé por qué opción decantarme... -Murmura mientras se lleva un dedo a sus carnosos labios.
¿Qué vas a hacer tú? Mira que si no me propones un plan mejor... igual me voy y te dejo solo.
Termina, picándolo y mostrando la punta de su lengua, entre pícara, maliciosa y divertida.
- Bueno, mi idea no es tan divertida como darnos de palos. Tenía pensado sentarme en alguna piedra de por allí fuera y meditar hasta el amanecer para recargar Esencia e intentar dominar algún que otro Encantamiento, pero bueno, si eso te parece aburrido, no sé que otra cosa proponerte. - Dijo Roran con una sonrisa.
Aunque se carcajeó cuando le sacaste la lengua.
- Si tu quieres gastar energías luchando o entrenando, y así no recuperar la Esencia que has gastado, tu misma. Pero te recuerdo que si no descansas, mañana estarás más seca que una uva pasa. Así que tu verás, diversión o aburrimiento. Tal vez lo aburrido no lo sea tanto, claro. -
La sonrisa de Freya se borra de su rostro mientras entrecierar los ojos, acribillando con la mirada a Roran. Tras un momento de pausa, finalmente habla.
Tienes que ganar siempre, ¿no?
Tiempo atrás, Freya habría dicho esas palabras completamente en serio, y podría incluso haber llegado a pegar a esa persona. Ella siempre ganaba. Siempre quería ganar. Y cuando no lo hacía, tenía muy mal perder. De hecho, ni siquiera sabía porqué no podía sentir esa rabia hacia Roran ahora. Ni siquiera sabía porqué en vez de pegarle un puñetazo, tenía ganas de agarrarlo del cuello de su camisa y arrastrarlo hasta ella para hacerlo callar con sus propios labios.
Fuera por el motivo que fuera, la pelirroja termina riendose, desapareciendo aquella falsa mirada hostil y acercándose al rubio con movimientos sinuosos.
Vale, vale... esta vez ganas porque yo te dejo. ¿Dónde está esa piedra tan maravillosa sobre la que quieres pasar el tiempo?
- No es maravillosa, es una simple piedra junto al lago, nada más. Pero es plana y puedes sentarte en ella tranquilamente sin temor a caerte a un lado. - Dijo el rubio mientras sonreía. - Está aquí al lado y además, puedes darte un baño por la mañana temprano antes de ir a la reunión en el mismo lago. Entonces, ¿te vienes? -
Roran esperó unos segundos tu respuesta, antes de decir algo.
- Además estaremos solos. Si no quieres meditar, puedes darte de palos contra algún bicho acuatico de esos, que siempre están dispuestos a luchar. -
Freya parece más satisfecha ahora. Nunca había sido una chica de agua, pero hacía tanto tiempo que no tomaba un baño en el lago de su aldea, que ahora aquel parecía llamarle mucho la atención.
Me has convencido. ¿Cuando nos vamos?
Se acerca a él y rodea uno de sus brazos con el suyo, de la forma en la que cualquier pareja lo haría.
- Ahora mismo. - Dijo Roran y dejándose coger el brazo, salió junto a ti de su casa.
Te llevó por la ciudad hasta uno de los caminos que salía de ella, y por ese sendero entre árboles, después de caminar unos diez minutos, llegasteis a un gran claro en el centro del cual había un enorme lago de aguas cristalinas en cuyo centro se reflejaba la luz de la luna.
En el centro del lago, había una pequeña isla, que sobresalía un par de metros sobre el agua.
- Es allí. - Dijo señalando la isla y una especie de roca que había sobre ella. - Tenemos que llegar allí. -
Freya se queda unos instantes mirando el reflejo de la luna en el lago. No, no era de aquellas mujeres que miraban soñadoras e imaginaban bonitas escenas. No es romántica ni sentimental. Pero sí aprecia la belleza cuando la ve, así que no puede menos que dedicarle unos segundos a aquella vista. Tan sólo unos segundos, pues enseguida gira el rostro hacia Roran y con una sonrisa divertida, pregunta.
¿Vamos a ir nadando o tienes algún tipo de truco que desconozco?
Bajo la luz de la luna, las facciones humanas que un día cambiaron al convertirse en jinete, se muestran más marcadas. Su piel resplandece levemente, dando una imagen angelical que constrasta con el color fuego de su cabello, de la que ella ni siquiera es consciente.
- Nadando. Todavía no sé volar. - Dijo Roran y se tiró al agua.
Ambos nadastéis hasta llegar a la roca y allí, os sentastéis y comenzastéis a meditar bajo la luz de la luna.
Los ruidos de los pájaros nocturnos y del agua meciéndose por el viento ayudaban a llegar a la máxima concentración.
Así pasastéis toda la noche, meditando y recuperando energías para lo que se os venía encima hasta que el sol asomó sus rayos por el horizonte.
Cambiamos de escena en breve...