Acabe por llegar a la zona de observacion junto a mis compañeros y lo cierto es que no pude evitar sorprenderme al ver que, al parecer, no eramos los unicos que disfrutabamos de aquel tipo de rituales antes de un largo viaje.
Alce una ceja como unico gesto de sorpresa al ver aquella botella. ¡Una botella de 680.000 dolares! ¿De donde cojones habia sacado aquel tipo una botella como aquella?
Di un pequeño codazo a Price, cabeceando en direccion al hombrecillo, dibujando un amago de sonrisa en los labios- Vaya, si va a rresultarr que las mata, callando. - dije, en relacion a Kane.
Entonces varias cosas mas sucedieron que despertaron mi curiosidad. En primer lugar , fue Bas quien pidio algo de intimidad, ausentandose durante algunos minutos, los mismos que tarde en encenderme un cigarrillo, ofrecer al resto y fumarmelo, pensando en cuanto tiempo estariamos sin fumar hasta que llegaramos. Afortunadamente, no iba a enterarme y no tendria que aguantar el mono. Cuando el hombre volvio, acabo por confesar que su mujer y su hija estaban esperandole en algun sitio.
Pobre sintética. Quizas al final sea el gato quien la alivie.
Aquel pensamiento acudio a mi mente, y no pude evitar desviar mi mirada hacia la rubia, que parecia haber accedido a charlar con el doctor "siempre y cuando fuera estrictamente profesional". Negue ligeramente, mientras acababa por acercarme a aquella botella con el vaso de Price y el mio, escuchando la historia de la misma de fondo, mientras la cogia para servirme.
-Estupidos capitalistas. Eso en Rusia jamas habrria pasado. - fue lo unico que dije, cuando hizo alusion a aquellos ricachones que habian elegido tirar un buen whisky. Deberia estar penado con carcel, desde luego.
Y, en cuanto termine, me acerque a aquella cristalera, entregando a Price su vaso y quedandome junto a el y a Fenix, observando aquel increible paisaje- Es bello. Incrreiblemente bello. - dije, reconociendo lo obvio. Algo que quizas chocaba con alguien tan parca en sentimientos como yo. Y entonces, cuando Kane propuso aquel brindis alce mi copa, añadiendo mi propia coletilla a aquel brindis- Na pososhok!- exclame entonces, justo antes de vaciar mi vaso con el resto, de una sola sentada.