Aaron sonrió y bajó la mirada, derrotado.
-Estaba hablando con el hierofante-Se sinceró-Le he pedido que mande un mensaje a Xerine. Cuando hablamos en la posada me dijo que no volviera a dirigirme a ella, que no la hablara a menos que fuera totalmente necesario, y…bueno, no he roto su norma.
Suspiró y se sentó en la cama.
-Lo he intentado todo para acercarme a ella y no ha respondido. Esta ha sido mi última baza, si vuelve a ignorarme…
Dejó la frase en el aire, Quint podía imaginarse el resto.
-Lamento que lo hayas escuchado, sé que no te gustan estas cosas, pero es que simplemente me niego a que la cosa acabe así, de una manera tan fría. Ella no es de hielo, lo se, pero no consigo que se abra.
Aaron resopló y miró al rubio a los ojos.
-¿Tu que piensas de ella? ¿De verdad crees que siente lo que dice?
-Nada, nada. Lo juro. Sólo lo he cogido. Esto lo ha hecho él sólo. El poder es suyo, no mio. De verdad, lo prometo.
Escupía las palabras de su boca una tras otra sin apenas pausas. Los ojos de la joven revelaban su desconcierto. Ella tampoco entendía que había pasado.
Te creo
Frunció el ceño
Aaron está haciendo magia. No han pasado ni un par de horas, y ya está haciendo magia
La expresión de la música era bastante impenetrable, pero un brillo iracundo se podía intuir en sus ojos
Quint negó con la cabeza, decepcionado.
-No solo has roto su norma al dirigirte a ella a través de la magia, si no que la habrás hecho enfadar. Hace menos de una hora que nos dejó muy claro que no quería volver a tener nada que ver con lo sobrenatural, y tú has mandado a la encarnación de la magia a darle un mensaje. ¿Acaso nunca piensas lo que haces?
-Hace un rato yo también dije que no iba a perseguiros a ninguno, haciendo especial referencia a ti, pero puede que también falte a mi palabra. ¿No te das cuenta que podías haber hecho lo mismo con una nota bajo su puerta? Eres un adicto a tu poder, ¡no me extrañaría que lo usaras hasta para atarte los zapatos!
Se paró un momento a ver la reacción del invocador, antes de seguir.
-Voy a estarte vigilando. Y más te vale que me demuestres pronto que eres tú quien controla tu poder y no él el que te controla a ti, o tendré que tomar medidas drásticas. ¿Está claro?
Mientras hablaba, Quint ocultó una mano tras la espalda, como si estuviera buscando algún objeto. Era sin duda un gesto bastante amenazante.
Para Edward y ElAngel: ¿Hay alguna vela encendida el camarote? Si no es así, habrá alguna ventana abierta, ¿o por dónde entra la luz? Es necesario para el siguiente post.
Aaron parpadeó un par de veces y guardó silencio, reflexionando sobre las palabras de Quint. Una nota en su camarote…
-Pues no se me había ocurrido...
Confuso, volvió a plantearse por enésima vez si sus poderes le estaban corrompiendo. Se pasó una mano por el pelo y palpó la cuenca vacía donde antes había estado su ojo. En cierto modo, tenía razón.
Miró al rubio con gravedad y una pizca de miedo en su mirada.
-Tu cazas brujos, ¿Verdad? ¿Cómo sabes en que momento han cruzado la línea? ¿Cómo sabes cuando se han vuelto malvados?
Aaron estaba sentado en la cama y se abrazaba a si mismo. La magia hacía la vida tan fácil que a lo mejor había abusado demasiado, tanto que ya no concebía la vida sin ella.
-Solo puedo saberlo cuando ya es demasiado tarde. -Contestó Quint.- Pero si quieres saber si has pasado la línea, hazte unas sencillas preguntas. Si de pronto perdieras tus poderes, ¿qué estarías dispuesto a hacer para recuperarlos? ¿O hasta qué punto llegarías para aumentarlos? ¿Podrías vivir sin usarlos?
El cazabrujas sacó la mano de su espalda. En ella había una hoja de papel doblada con cuidado, pero no se veía nada escrito en ella. Su contenido debía estar en la parte del interior, oculta a la vista.
-Pensaba que tú aún tenías salvación cuando me contaste qué eran tus poderes, pero a cada día que pasa lo dudo más. En esta nota se encuentra el nombre de un hombre que podría ayudarte a vislumbrar el camino, pero solo si queda algo bueno en ti.
Quint caminó hasta la mesilla, donde tintineaba la llama de una vela encendida. Lentamente puso la nota sobre la llama dejó que prendiera. Mientras el papel se consumía poco a poco, siguió hablando.
-Haz un examen de conciencia, y cuando sepas quién eres y la respuesta a esas preguntas ven a verme. Si las respuestas me satisfacen, te diré el nombre. Si no...
El chico no terminó la frase. Le dirigió una última mirada a Aaron antes de abrir la puerta y salir del camarote.
Quint salió del camarote de Aaron y se paró en el pasillo. La conversación le había dejado mal sabor de boca y no le apetecía hacer nada. Tampoco quería ir a su camarote en ese momento. Sin más opciones, subió a cubierta a ver si con un poco de aire frsco se despejaba y podía pensar con claridad.
Aaron dejó que Quint saliese de su habitación mientras observaba cómo la nota se consumía lentamente por el fuego de la vela. No hizo nada por intentar salvar el nombre o por apagar el papel. Tenía razón, debía hacer un examen de conciencia y debía hacerlo cuanto antes.