Mientras prosigo mi búsqueda de supervivientes y material útil entre los desponjos, observo al profesor Bedford, preocupado por su situación.
Mantenernos unidos... sí. Aquella era una idea lo suficientemente brillante e importante como para alejara de mi la visión del voluptuoso cuerpo semidesnudo de la señorita Vixen.
Por otra parte: ¿Quén podía asegurar que no hubiera otros supervivientes en la zona?
Rebusqué entre la playa hasta dar con una ramita con la cual dibujé rápidamente en la arena algunas ecuaciones sencillas.
Sí, no era descabellado que partiendo del hundimiento del Emperatriz las corrientes hubieran podido atraer a a la isla a otros supervivientes, quizás en otra zona de la misma. A fin de cuentas una variación de la ecuación podía hacer que acabaran en cualquier otro punto de la misma.
Tendríamos que explorar y buscarlos si podemos...
De repente al volver a ponerme en pie y sacudirme la arena de los pantalones producto de haberme arrodillado para hacer los cálculos reparé en un objeto que sobresalía de entre la arena semienterrado. No pude evitar que una sonrisa aflorase a mis labios... Mi vieja bolsa de cuero gastado.
La suerte me sonreía al menos por una vez. En ella guardaba los objetos que consideraba más importantes para mi.
Me muevo entre los restos esparcidos del naufragio buscando mi equipaje. El baúl grande con mi ropa no aparece por ninguna parte y no puedo evitar soltar una maldición. Sin embargo sí encuentro el pequeño, donde llevo mis ocho pares de zapatos de reserva. Los examino a sabiendas que ninguno de ellos son apropiados para caminar por la arena de esta playa y mucho menos por esa amenazadora jungla. Un poco más allá encuentro mi bolsa con mi neceser de piel y el costurero.
Cojo las tijeritas, aguja, algo de hilo y un espejito. Con eso recorto mi vestido un palmo por encima de las rodillas para ganar algo de libertad de movimiento, y remiendo y recorto los jirones del torso hasta crear una especie de improvisado sostén que deja mi ombligo al aire. Me deshago de las medias (aqui hace demasiado calor) pero conservo las ligas. En la liga derecha sigo llevando mi pequeña walter ppk, reluciente bajo el sol. Al acariciarla me siento más segura, menos abrumada.
Al mirarme en el espejo me recuerdo un poco al aspecto que ofrecía en "Mesalina en el país de los dinosaurios". Pese a la terrible situación en que me encuentro dejo escapar una sonrisa. Mientras piense que esto es solo otro alocado rodaje no me hundiré en la desesperación.
Me guardo las tijeritas y el hilo en el escote y clavo la aguja en mi liga izquierda, donde coloco mi espejito con el cristal hacia el muslo.
Miro alrededor al grupo de hombres que me rodean. "Supongo que es una suerte que me retrasara y no llegara a cojer los primeros botes con las otras mujeres y los niños. No me gustaría estar aquí con un montón de amas de casa histéricas y crios insportables", murmuro para mí.
Mientras rebuscas ves un destello en la orilla un poco más lejos, entornas los ojos para contemplar un cuerpo tumbado boca abajo. Parece que el motivo del destello es la muñeca del brazo del supuesto superviviente. Trata de incorporarse con dificultad. Está a unos veinte metros más allá.
Empiezo a acercarme hacia allí mientras grito a los demás:
- ¡¡Eh!! ¡¡Creo que he encontrado a alguien más!! ¡¡Ayudenme!!
Y me aproximo con la máxima premura.
Habiendo dejado mi gabardina secarse al aire y con la camisa desabrochada para quitar el frio de los huesos, busco, también como el resto, mi vieja maleta. Por suerte allí estaba ella y medianamente seca, claro que su contenido difícilmente lo estaría.
Al abrirla, unicamente repare en mi martillo, lo poco que quedaba de mis herramientas de trabajo, lo acuno entre las manos mientras dejo que el viento agite una de las mangas desgastadas de las únicas 3 que me quedan, también estaba allí mi cómoda almohada, lo que agradecí. No era fácil desplumar un par de ocas en plena noche y mas conociendo mi suerte, ese era el simbolo de victoria de aquella noche y la que guarda mis sueños por pequeños que sean. Ella y mi querida pe...
En ese momento escuche los gritos de uno de aquellos hombres que decía haber encontrado a alguien mas. En un principio, pensé en olvidarme del tema y llevar mi maleta hasta mi gabardina para colgar a secar mi ropa como hice con ella, pero puede que me consideren mejor, si ayudo en lo máximo posible.
Por ello, cerré la maleta y la deje al lado de mi gabardina y con martillo en ristre; sin darme en cuenta que lo llevaba, me acerque escuchando los gritos de aquel burges.
-Que se le ofrece buen hombre, donde esta ese naufrago.
Mientras compruebo los útiles de mi bolsa de mano, suspiro al contemplar como el agua salada ha destrozado por completo el volumen de Principa Mathematica de Russell...
Irreparable. Es la única palabra que me viene a la mente. Al menos la daga ritual, la navaja suiza recuerdo de mi estancia en las trincheras durante la Gran Guerra, mi pipa labrada en espuma de mar con motivos de criaturas marinas irreconocibles, aunque las cerillas se habían echado a perder, tal vez si consiguiera secarlas podría volver a hacerlas funcionar... Igual suerte se había llevado por delante mis libretas de notas, aunque mi reloj de bolsillo labrado en plata regalo del decano de la universidad todavía funcionaba.
El movimiento de las idas y venidas de la señorita Vixen distrae mi atención y la observo a través de mi visión periférica. Mientras se arregla la ropa, un hombre menos mundano hubiera reparado en sus interminables piernas, y en la prometedora suavidad de la piel que conformaba la cara interna de sus muslos. Camino para muchos hacia la tierra prometida.
En mi caso, mi mente me ha enseñado a desechar los placeres mundanos de la carne a cambio de prestar atención a aquello que sin duda resulta anacrónico...
Lleva un arma. Pequeña. Calibre 22 casi seguramente... Me digo a mi mismo cuando veo como relucen las cachas de la culata bajo los reflejos del sol. No dejo de tomar nota del detalle.
En ese momento la voz de Rowan anuncia un nuevo superviviente y observo como Charlie se encamina con despreocupado gesto en su ayuda martillo en mano.
Decido seguir sus pasos y sumarme a ellos...
Respondo al hombre de la camisa desabrochada que se aproxima, indicándole el lugar donde veo el brazo del supervivente.
- Por allí a unos veinte metros, parece que se incorpora, vamos a socorrerle.
De puta madre
Me incorporo como puedo,tambaleandome.
Tengo arena hasta dentro del culo
Tras un rápido espamo empieo a vomitar agua,cayendo de rodillas pues no me quedan apenas fuerzas.
Creo que estoy al borde de desmayarme,me apoyo como puedo en la arena dejandome caer.
Realizo una tirada de Geología para ver si reconozco el lugar,algun dato relevante sobre ella o por lo menos saber si puedo determinar si es tropical o algo por el estilo
Tirada oculta
Motivo: Geologia
Tirada: 1d6
Resultado: 2
Inicio mi andadura con timidez siguiendo a los demás... No siempre las cosas son lo que parecen, quizás ese hombre no esté realmente vivo, tal vez sea un cadaver... Pero mis ominosos pensamientos se rompen cuando veo al hombre incorporarse y dar un traspiés antes de caer de rodillas vomitando agua... Todavía está vivo... Me sorprendo a mi mismo al pensarlo cuando de repente veo que está a punto de desplomarse.
Raudo me lanzo a sostener su cabeza antes de que choque contra la arena, resbalando con mis propias piernas en ella. Observo como su mirada parece desvanecerse mientras el agua salada sale de sus labios como si de una tubería sin presión se tratara...
-Rápido, rápido... Necesito ayuda- digo a los demás -Áyúdenme a ponerlo de medio lado antes de que se ahogue- pido a Charly y a Rowan mientras le busco el pulso.
-Por favor díganme que somos afortunados y alguno de ustedes tiene conocimientos de medicina...- inquiero con la mirada desesperada en los demás supervivientes, mientras temo que finalmente mi pensamiento inicial antes de socorrer al nuevo náufrago acabe haciéndose realidad sin que podamos hacer nada para evitarlo...
Rowan niega con la cabeza.
- No soy médico. De hecho, me saca de como preparar un Bloody Mary me pierdo ...
Y así, los seis supervivientes os encontráis en ese punto del océano, en una playa de un pedazo de terreno en mitad de la nada. No os conocíais, sólo de haberos visto en el transatlantico, pero pronto aprenderéis que juntos es la mejor manera de superar un problema común: un problema común que conlleva vuestra propia existencia, ya que la propia existencia se convertirá en un problema.
- Cambio de Escena -