Partida Rol por web

Los primeros rayos del día iluminaba la isla. Ana, Ezequiel y Charlie yacen tumbados en la arena de la playa. Ignoran como han llegado ahí pero se encuentran exhaustos, sedientos y hambrientos. La selva tenía un aspecto nada amenazador. No parecía tan frondosa. El Dr se encontraba al pie de la colina cuya cima se encontraba la caverna que ocultaba el libro. El libro, de sus manos doloridas cayeron las cubiertas plateadas carentes de hojas, quiso reincorporarse pero apenas se podía mover. A unos treinta pasos escasos podía ver la playa, las distancias eran muchas más cortas ahora y la selva no parecía tan densa. Debía llegar a la playa, quizás algún avión o barco los buscara tras su desaparición.

Los cuatro supervivientes miraban el cielo mientras una avioneta cruzaba el cielo. Debían hacer algo para llamar su atención. Estaban hambrientos y sedientos. Estaban como al principio: sin agua y sin comida. ¿Los rescatarían?¿Sobrevivirían hasta que algún barco los recogiera? Sólo el tiempo podría decirlo.

Estaba tan confuso como el primer día, pero solo tenia una pregunta en la cabeza.
-Doctor. ¿Como es que esta aqui?-Puede que esta pregunta daría muchas respuestas.

Ana levantó la vista, sintiéndose cegada, aturdida. Aquella inexplicable aventura parecía haber terminado por fin, disipándose en el aire como si de un sueño se hubiese tratado. ¿Había sucedido realmente, o había sido sólo una alucinación causada por el accidente? Miró a sus compañeros, y se sintió sobrecogida, pues en sus rostros podía ver la misma verdad que mostraba su recuerdo. La pesadilla había sido real, y, aunque hubiese terminado, su recuerdo ya nunca la dejaría descansar tranquila. La certeza del infame poder allí encerrado le acompañaría por siempre, sin darle respiro alguno, sin ceder al olvido al que el tiempo todo condenaba. Atrás quedaban los sueños de ser una estrella, banalidades que ya poco o nada importaban. Atrás quedaba también la mujer egoista y vanidosa que había sido, pues la amarga experiencia le había abierto los ojos, haciéndole entender que el universo no prestaba atención a las trivialidades de las vidas humanas.

Para Ana Vixen, todo había cambiado, y el futuro se antojaba incierto. Pero no quedaba duda de que cada nuevo paso que diese la guiaría hacia un sólo objetivo: sobrevivir.

Walter apenas podía moverse. Usualmente su curiosidad se habría visto ativa, pero en aquel momento no deseaba mas que ver el cielo y la selva sin colores extraños, ni amnimales de otra dimensión. Arrojó las tapas de un libro cerca de Charlie.

- Esto fue el responsable de todo. Al parecer algún culto antiguo en honor de dioses que... que ya conocimos. Solo se me ocurrió volver a la caverna a ver si estaba allí. El diario que encontré en el avión hacía mensión a este maldito libro.

El sonido de la avioneta la alertó. Increiblemente, segundos atrás no podía moverse, pero se paró de golpe. La adrenalina la dió las fuerzas necesarias.

- Rápido, debemos hacer una fogata!!!!

Abriendo los ojos poco a poco, nota como el cuerpo le duele, todas las extremidades, la columna, etc y este dolor le indica que todo lo vivido en los últimos días no ha sido un sueño. Ha trastocado todo en lo que creía el profesor, no dejaba de ser un científico y lo visto ayer no entraba dentro de la ciencia conocida.

Ve al doctor y se sorprende igual que hace Charlie, el cual debe de tener la pierna jodida todavía. Se da cuenta del paso de una avioneta por encima de ellas, pero Ezequiel no tiene fuerza y deja a sus compañeros la tarea de llamar la atención.

Recogí el libro con una sola mano y observe estupefacto las pastas. Solo eran eso, pastas de un libro, el mismo libro de donde salio ese horror indescriptible.
-Entonces... ¿Con romper sus hojas ha solucionado todo? Creo que cualquier escritor de ciencia ficción, nunca lo admitiría.

En mi cabeza simplemente no tenia sentido alguno, como había solucionado una muerte inminente un simple libro. Las palabras sobre nuestro rescate, también pasaron desapercibidas, así como cualquier otro mal o necesidad, necesitaba comprender primero como es que aun seguía convida.

Entonces Bedford recordó el cuaderno de notas que llevaba guardado, era un milagro que no se cayese al suelo con toda la acción. Lo extrajo y se lo entregó a los demás.
- Esa mujer piloto fue la culpable que el libro llegara a la isla.
De todos modos ya nada importaba. El tiempo pasó, ¿irían a buscarlos? ¿Habían padecido tanto para terminar abandonados en la isla muerto de inanición? Eso era un asunto que todavía estaba por ver, poco a poco el sol se iba poniendo y el ocaso sangraba el horizonte...