Partida Rol por web

Astérope

La Gran Llegada

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13/01/2021, 22:42
Bryony J. White

Bryony frunció el ceño mientras lo que decían las dos chicas rebotaba entre sus neuronas, mezclado con otras decenas de pensamientos y estímulos. 

—¿Creéis que eran hadas-hadas? ¿Hadas de verdad? —preguntó, mirándolas sin dejar de grabar—. ¿De las de Nick Cave y eso? 

Hizo un esfuerzo muy grande para reflexionar y trato de ordenar algunas ideas que amenazaban con escurrirse de entre sus dedos. Como un puñado de arena escapando de la mano. Como los sueños. Como la libertad. Sonrió. 

—Pues oye, a lo mejor. No se me ocurre nadie que pareciese más un hada que Josean y la mujer. Y eso explicaría cosas —agregó, con cierta travesura revoloteando en la comisura de sus labios—. Muchas cosas, la verdad. Creí que eran actores, como iban disfrazados y hablaron de los fuegos artificiales... Carme también los vio, ¿verdad? —apuntó, mirando a la chica—. El árbol es genial, pero no es magia, es un mecanismo, con... no sé, alambres y cosas. —Se mordió el labio y al final se le escapó una risilla, ante la posibilidad de haber estado a punto de retozar con un hada sin saberlo—. Oye, pero si lo eran... pues a lo mejor no están tan mal las hadas como creía. Me cayeron bien. 

La fecha del cumpleaños de Branwen pasó desapercibida entre todo lo demás, era demasiado lejana para retenerla. Bryony miró de soslayo a Sharif y chasqueó la lengua mientras negaba con la cabeza, con una decepción fingida.

No te robes el título que tú te has autorregalado. Para mí siempre vas a ser el portador de luz, signifique tu nombre lo que signifique. —Le guiñó un ojo con complicidad y volvió a mirar hacia el horizonte—. ¿Y entonces qué? Yo no tengo el móvil encima... que alguien llame a la profe, ¿no? 

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14/01/2021, 00:43
Sharif Karamani

Sharif sonrió a la alusión a Lucifer de Branwen y la legitimación que otorgó Bryony a su título, y cuando Ingvild habló de Skiagraphos se rascó la nuca pero no abandonó su gesto aunque enseguida apartó la mirada hacia el cielo.

Esta última se había dado cuenta que los frutos del árbol de alambre que había a pocos metros de ellos no sólo no parecían comestibles, sino que eran metálicos, rojos, con forma de cabeza de león y tenían algo dentro, como si fueran algún tipo de cascabel.

Azia apuntilló algo al comentario que había hecho la noruega. Cada vez ceceaba más:

—Zabez, zi lo pienssas bien la sombra nunca puede tapar una luz. Eso es físicamente ¡Impozible!

Y luego, mirando a las luces.

—¡Weeeo!

Carme sacó su iPhone, hizo unas fotos al horizonte y se puso a escribir un mensaje mientras hablaba.

—No he visto a la profesora. Si queréis os dejo mi teléfono cuando acabe.

Elio rió al oír hablar de hadas y luego dejó de hacerlo lentamente, mirando a Branwen y luego a Bryony con un gesto mudo que según como se mirara podría ser digno de un mimo o de un perro muy comunicativo. Decía "¿Hadas? ¡No me jodas!"

Chiba permanecía serio, centrado en el fenómeno del horizonte.

Notas de juego

1 de 2

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14/01/2021, 00:44
Casa de Bryony

Entraron en el jardín, desde la calle, Nikita y Bediviere. El cielo seguía produciendo esos relámpagos que cambiaban de color: blanco en su origen, amarillo en su cénit y azul en su ocaso, cuando se extinguían.

A veces variaba su origen, dentro de un amplio arco del horizonte pero sin seguir un orden, con lo que no parecía algo que se moviera viniendo o marchándose sino algo que estaba ocurriendo en una gran zona de mar adentro.

Allí, nada más entrar contemplando el horizonte—que se veía perfectamente desde el césped de la piscina— , junto a su grupo de afinidad se encontraron a Sharif, Azia, Elio y sus compañeros de clase Carme y Chiba.

Unas veinte personas más contemplaban el espectáculo. De entre aquellos se oía alguna que otra exclamación. Alguna de risa o de admiración y alguna temerosa.

Elio fue el primero en reparar en Nikita haciéndole el gesto de su nombre y luego el de "Joder, qué fuerte" en idioma de signos.

Ya estaban todos juntos pero todavía no se habían llegado a hablar cuando el árbol empezó a sonar como si cien cascabeles fueran movidos por un viento que no había. Nikita lo oyó con una claridad imposible para él en ese ambiente.

Tanto para Bediviere como para Nikita era la primera vez que lo veían. Era una especie de "palmera" de no llega a dos metros con ramas de alambre y tronco del grosor de un bastón, de madera blanca. Las ramas tenían hojas de metal y una especie de frutos del tamaño de un albaricoque pero rojos y con forma de cabeza de león, cuyo leve movimiento había empezado a emitir el sonido característico de los cascabeles.

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14/01/2021, 02:03
Nikita Pontecorvo

El camino hacia la piscina lo hizo Nikita sin soltar la mano de Bediviere.1 Necesitaba aferrarse a ella de alguna forma temiendo que aquello que anunciaban las luces en el cielo pudiera arrebatarla de pronto o algo parecido. No sabía qué pensar. Apenas podía hacerlo más que en encontrar a sus hermanos, a Sharif y sus compañeros, aunque en aquella fiesta debían haber cientos de personas, por no nombrar que dada la amplitud de lo que estaban viendo quién sabía si había algún lugar en la costa en el que estar a salvo.

Allí en el jardín localizó de inmediato a Elio que se volvía hacia él para compartir su asombro. Al verlo se le encogió el corazón y volvió a pensar en Billie y David Ellison. Tan cerca de la casa el ruido se hizo molesto, volviéndolo de nuevo incapaz de entender a nadie. Pero quitarse los audífonos no había pasado de una intención todavía cuando llegaron junto a los demás.

La alegría que había sentido cuando Ingvild había dicho que Adam y Branwen también estaban en la fiesta se transformó ahora en preocupación al verlos. No fue siquiera capaz de saludarlos aunque sus ojos pasaron sobre ellos, sosteniéndoles la mirada un instante, al igual que sobre el resto, como si estuviera absorto tratando de localizar a todo el mundo y comprobar si estaban bien.

Iba preguntarle a Elio dónde estaban Vera y sus amigas cuando de pronto aquel artefacto del jardín, que habría podido pasar por algún tipo de escultura, empezó a sonar.

La vibración de sus cascabeles llegó cristalina hasta Nikita. El sonido le produjo un sobresalto que lo dejó momentáneamente petrificado. Como si esperara una respuesta inmediata del cielo, Nikita se volvió hacia el horizonte, después de nuevo hacia el árbol. Tuvo el impulso de acercarse a aquella cosa y tratar de arrancarla del suelo. Pero, ¿qué era? ¿Era más peligroso tenerlo allí o no tenerlo? ¿Podría protegerlos acaso? Por una asociación de ideas se volvió hacia Branwen queriendo comprobar si llevaba su anillo. Después se volvió hacia Elio:

Tenemos que encontrar a Vera y sus amigas —no explicó que aquello le daba malísima espina, pero cualquiera lo podía leer en su cara. Soltó la mano de Bediviere1 para poder sacar el móvil del bolsillo y escribir.

Vera Mikhailovna, venite in piscina adesso2

Usar el patronímico en un mensaje de texto para ellos era un código. Jamás lo usaban si no se trataba de algo verdaderamente serio y códigos de ese tipo tenía también con su padre o sus primos. Usar el italiano era una forma de reforzar la urgencia también, como si su padre mismo lo hubiera escrito. Si Vera lo leía sabría que se trataba de algo de verdad importante o que comprometía su seguridad. Otra cosa era que se diera cuenta siquiera de que le estaba enviando un mensaje... Nikita chasqueó la lengua.

Le he dicho a Vera que venga aquí, pero voy a buscarla —dijo a Bediviere y Elio volviendo a guardar el móvil—. Si os movéis a algún otro sitio escribidme.

Estaba más tranquilo si se quedaban todos juntos.

Notas de juego

1. Si no es que ella le ha soltado antes.

2. "Vera Mikhailovna, venid a la piscina ahora." 

Dire, quiero hacer una tirada de Percepción + Pneuma (o Psyché) para ver la impresión que tiene Nikita hacia el árbol, pero como no puedo hacer tiradas ocultas, ¿puedes hacerla tú si no quieres que la veamos todos?

Edito: he quitado la referencia al número de cascabeles porque lo de que son cientos entiendo que es una impresión.

Edito II: estaba mal conjugado el verbo en italiano (porquería de traductores). XD

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14/01/2021, 17:22
Bediviere Lafayette

Bediviere acudía a la piscina de la mano de Nikita, situando a sus compañeros rápidamente, alrededor de la misma. Su rostro parecía calmado, a pesar de que su maquillaje pareciese un tanto estropeado. Sus pupilas absolutamente dilatadas, oscurecidas de manera evidentemente iatrogénica, se posaban sobre el árbol metálico, reparando en que aquel debía ser el árbol de cobre que había mencionado Bryony. Algo que había atribuído al colocón que llevaba su compañera encima, cuando se la había encontrado, se plantaba delante de ella, haciéndola preguntarse si lo que veía era real.

Había entreabierto los labios, sin comprender, repasando a los demás con la mirada como si buscara respuestas, cuando el sonido de los cascabeles emergió de los frutos en las ramas, como si fuese la luz misma de aquellos relámpagos multicolor la que meciese cada pequeña cabeza leonina.

Y si bien aquel ruido repentino, similar al del enorme atrapasueños que tenía en la puerta de su terraza, en Louisiana, la había descolocado un tanto, fue la reacción de Nikita al mismo, lo que terminó de asustarla. El hecho de que lo sobresaltase, y de que su expresión ya llena de preocupación no hiciera sino exacerbarse, provocó que contuviese la respiración durante un instante, sin pretenderlo y casi sin darse cuenta, mientras buscaba en su rostro, con el propio marcado por un evidente interrogante- ¿Lo estás escuchando?.

Tragó saliva, sin atreverse a verbalizar su pregunta, y respiró hondo por la nariz. Se percataba en ese mismo instante de que aún sostenía su mano, cuando su tacto desaparecía de entre los dedos. Asentía, cuando le decía que tenía que buscar a su hermana, y cuando le pedía que lo avisase si se movían de allí- Te avisaré. Si nos movemos, o si aparece por aquí mientras la buscas. O si... Ocurre cualquier cosa.-dijo, mirándolo a los ojos mientras una sensación repentina, angustiosa y familiar, reptaba a través de la boca de su estómago. No quería verbalizar la línea de pensamiento que se manifestaba en su cabeza, pero la idea de perderlo de vista, precísamente en ese instante, generaba en ella un desasosiego evidente- Ve con calma, ¿vale? Seguramente está bien, y donde la dejamos hace un rato. Avísame con lo que sea. - añadió, aunque el tono de sus palabras dejaba entrever un segundo mensaje. Uno que quizá Nikita podría entender con mayor claridad.

Miró hacia los demás entonces. Específicamente, hacia Bryony, aunque no sin reparar en la presencia de Adam y Branwen, a quienes no había visto hasta ese momento, y que se encontraban de la mano en ese preciso instante- ¿Es este el regalo de esa gente rara de la que nos hablaste?- preguntó, claramente refiriéndose al árbol- ¿Sabemos algo de todo esto? ¿De esas luces o del árbol?

Notas de juego

Ya que estamos yo también quiero tirar. Las mismas tiradas que antes.

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14/01/2021, 19:44
Adam Dyer

Adam miraba a diestro y siniestro con la nariz arrugada. Todo aquello daba mala espina. El hecho de que se hubiera colado gente en la fiesta... y no solo gente... hadas. Suponía que ellas —¿o sería más correcto usar el masculino neutro?— ya estaban entre los humanos. Y si esto era así probablemente no sería desde aquella noche. Si esto era así llevarían más tiempo... ¿días? ¿Meses? ¿Siempre? El canadiense se sentía invadido y desconfiaba de aquellos seres completamente. Pero no había nada que hacer. Esa era la única constante.

Ellos estaba allí, en la fiesta y todo se había parado por aquella irrupción. Y lo único que podían hacer era mirar como pasmarotes cómo se desarrollaban los acontecimientos. Esas hadas son unas aguafiestas de mierda.

En aquel pequeño parterre ajardinado una veintena de jóvenes miraban el cielo esperando que algo sucediese. Aquellas formas y colores eran realmente impresionantes, pero si algo tenían claro todos los que las observaban, era que solo eran el preludio de algo.

Esa mierda... —dijo con displicencia refiriéndose al árbol. —¿... y si es un pararrayos? Quiero decir... es de cobre. Yo no sé de ciencias pero, ¿y si sirve para eso otro? —su mano se extendió señalando el horizonte y el continuo manar de rayos hacia el cielo. —¿Y si hay chismes de esos repartidos por todas partes?

Miró a Branwen intentando encontrar algo de apoyo a su teoría. Hacía aguas y él lo sabía... pero quizá entre todos pudieran armar algo consistente. Algo que no fuese seguir allí y esperar a que les cayera un rayo de esos... o, mejor dicho, a que un rayo de esos manase del suelo y les entrase por el culo.

Nikita y Bediviere hicieron su entrada. Ellos se habían tomado su tiempo... sin duda se lo habían montado mucho mejor que él. Pero a Adam le asustó ver a Nikita con esa expresión de urgencia en la mirada. Apenas reparó en nada de lo que les rodeaba... su cabeza estaba en otra parte. Hablaba de una tal Vera y de la necesidad de encontrarla. Al menos imponía una acción y no la vía contemplativa.

Ey... Nikita. ¿Necesitas que te ayude? —dijo Adam levantando la voz. Fuera quien fuese la tal Vera, el asteropés necesitaba dar con ella al instante. ¿Estaría en peligro? De cualquier modo al canadiense no se le pasó el hecho de que su hermano Elio no se ofreciese a arrimar el hombro. Bravo por el mini-super-fucker...

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14/01/2021, 21:54
Branwen Glyndwr

No supo bien por qué, pero el inesperado cascabeleo del extraño árbol le hizo pensar en el bufón que precede al rey. Quizás fuera que en su bagaje cultural sobre las hadas estaban ‘lores y damas’ y Tiffany Dolorido y la asociación más directa fuera el rey Verence.  La forma subliminal de su mente de traducir que el arbol decia ‘anuncio cosas serias’.

Su acto de reclamo, había coincidido con la aparición de sus dos últimos compañeros, de los que creyó que hubiera sido mejor que de verdad hubieran estado retozando, por el rostro que estaban poniendo ahora. Nikita estaba en fase Defcon dos y farfullaba como si los misiles estuvieran por partir al aire. 

Si pudo transmitirle alguna impresión fue la que deducía que ya era mejor no tocar el carillón, por llamarlo algo mejor que arbusto, si no se querían afrontar las consecuencias en un espectro menos halagüeño. Esa y que no había olvido traer el anillo escrutador, fuera lo que fuera que hiciera.

Rememoró también las palabras de su padre e intuía que la oportunidad de salir de esta estaba en los modales que él había recalcado. Esos que el joven medio de esta época, dentro de lo que ellos se incluían, conoce por la tele o por tener que tratar con el turista inglés medio o por tener unos padres peculiares. Esperaba que los demás tuvieran alguna opción más que las enunciadas. La de ella era la segunda y, callo había hecho. En silencio se encomendó a Epicuro.

- Esa exquisita creación artística - comento son sutil, deje de atención sobre la elección de palabras - puede ser cualquier cosa. Incluida una línea de conexión con lo de la lontananza. Mi pensamiento es que no son rayos de electricidad sino de luz, igual como los reflejos de un espejo o que se yo, un láser - declaró al mismo tiempo que lo iba sacando de la chistera de sus neuronas - De momento parece que solo nos están dando cortesías y es porque es lo que debe ser. Amabilidad lo primero - eso era algo que era como si lo supiera de verdad, pero sonrió añadiendo - Por precaución creo que mejor nos ponemos unos pasos más allá - y señalo una posición desconectada del terreno.

Se preguntó si era sensato dejar que el nudo que relacionaba cosas en su interior se desatara. El observador es actuador en cualquier situación lo suficientemente cuántica. Decidió que no y por eso puso sus labios a contabilizar la serie epicureo-pitagórica con tono dulce y casi inaudible - 2, 4, 8, 16, 32, once, 64, 128...

No se escondía de su arsenal de intuiciones y observaciones. Solo reenfocaba su activada mente para hacerlo de utilidad cuando correspondiera. O al menos eso se dijo. En su cabeza las líneas de pensamiento corrían muchas carreras paralelas.

Escuchó a Adam a su lado ofreciéndose a ayudar y a Bediviere dándole seguridades entre incertidumbres a Nikita. Compartió una cómplice mirada con esta que decía 'si vosotros estáis más puestos en esto yo os sigo a lo que digáis' y una ojeada de soslayo hacia Bry como diciendo 'creo que ella está en el centro del meollo'

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15/01/2021, 01:00
Ingvild Hoem

Su breve inspección y las palabras de Bran sobre el árbol de cobre le recordaron a aquella ocasión en la que un turista distraído dejó una mochila rastafari en el suelo de una exhibición. Luego alguien puso una cáscara de banana a un lado, luego un mp3 portable, un porro, y la próxima vez que miró  una cuerda extensiva rodeaba al variopinto conjunto y era la obra más popular de la galería. Resultado: «bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas». Autor: anónimo. Pero la cáscara de banana había sido de Ingvild. Irónico que su obra más popular no llevara su nombre. No que importara demasiado: como bien lo resumía Adam en ése momento, el conjunto no era más que basura pretenciosa.

Los frutos cabeza de león tintineaban fuera de foco, como los remates de cabeza de león en las sillas españolas que Vermeer pintara tan exquisitamente en varias de sus obras1. Remates que tras un atento exámen se descubrían como apenas sugeridos por el pincel del artista, otra ilusión óptica de luz y sombra2.

—No te preocupes por las sombras —dijo a Azia apretando su mano— La mayoría ni siquiera las ve. Es por eso que es tan común que la sombra del fotógrafo se cuele en la foto sin ser notada —le explicó a la graciosa contrabandista de imágenes que la asaltara ni bien puso un pie en la fiesta. Aunque algunos fotógrafos sí que sacaban provecho de su propia sombra para obtener un efecto artístico3.

Aún así estaba preocupada. Pese a las cautelosas palabras de Bran, ellas comprobaron lo que el futuro del mundo hada les deparaba. De pronto se dió cuenta que ya no tenía reparos en violar la "primera regla del viaje en el tiempo" que había referido a Bry un día atrás. Le dirigió una mirada rara a la británica al tiempo que una sonrisa entre tímida y traviesa asomaba en sus labios.

Muchos años atrás, en el instituto, en una noche desenfrenada junto a sus compañeros, la habían emprendido contra todos los postes con banderas de una playa en el sur de Italia. Sólo se necesitaban dos o tres personas para desenterrar uno, bajarlo y hacerse con la bandera, para luego echar a correr como si no hubiera mañana. Se acercó al árbol infame.

—Na-die las-ha-invitado —afirmó entrecortadamente mientras, apoyando las dos manos, intentaba arrancar el tronco de raíz, agitándolo de un lado a otro— Que se vuelvan por donde vinieron.

No era sólo la visión de Ginebra. No era sólo el éxtasis. Los noruegos tienen una perspectiva menos romántica que el resto del mundo respecto a criaturas como hadas y trolls. Si Bran tenía razón y aquello era un desembarco, Ingvild se aseguraría que fuera como el de Delacroix4.

—Venga, ayudadme con ésto.

Notas de juego

Referencias en la natilla, me da pereza :P

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15/01/2021, 01:14
Bryony J. White

Bryony apartó la mirada del horizonte el tiempo suficiente para saludar a Nikita y Bediviere con un gesto de cabeza y una sonrisa que no iba exenta de picardía. De no haber estado ocupada con el lejano juego de luces sin duda les habría hecho un gesto con las cejas o algún comentario sobre el efecto del eme en el sexo. Pero notaba vagamente que a su alrededor flotaba una preocupación que a ella no terminaba de calarle, tal vez por las drogas, tal vez por su inconsciencia natural, o tal vez porque aún vibraba el cosquilleo que unos susurros habían dejado en su nuca. 

Como fuese, cuando el árbol empezó a hacer sonar sus cascabeles, no lo miró con desconfianza, sino con un brillo fascinado en los ojos. Giró sobre sí misma para cambiar el foco del vídeo, desde los rayos del mar hasta el árbol de cobre que la maravillaba desde que se lo habían regalado, y asintió con la cabeza en respuesta a la americana. 

—Sí, el árbol de cobre. ¿No es precioso? ¿Oyes cómo suena?

Esperaba no ser ella la única que lo oía, aunque no lo descartaba, así que la pregunta no era retórica. Y cuando Adam habló, lo fulminó con la mirada. 

—¡Eh! —protestó, riñéndole como si fuera un niño que acabase de decir una palabrota—. No es ninguna mierda. Es un regalo. Y no creo que haya más por todas partes. Me lo regalaron porque me gustó.

La intervención de Branwen entretuvo más sus pensamientos, imaginando una tormenta reflejada en un espejo en medio del mar, silenciosa por tanto pero con una fuerza visual estremecedora. Podía hacer un vídeo sobre eso, aunque la logística alrededor no sería sencilla. Su sentido artístico despertaba con fuerza, espoleado por la droga y por la excitación de estar viviendo un momento único, pero entonces Ingvild se metió en el plano de la cámara y la miró con el ceño fruncido.

—¿Qué vas a...? —La pregunta se cortó en seco al ver lo que pretendía y el vídeo quedó olvidado de inmediato con la alarma que aquella acción había despertado—. ¡Eh! ¡No! ¡Ingvild! ¡Deja eso!

Se apresuró a correr junto a ella, para intentar evitar que la noruega se saliera con la suya y arrancase aquella obra de arte. La empujó, se interpuso entre ella y el árbol, lo que hiciera falta para protegerlo.

—¡Suéltalo! ¡No puedes romper mi regalo!

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15/01/2021, 02:06
Ingvild Hoem

Dejó lo que estaba haciendo por unos instantes al escuchar las reprimendas de su amiga.

—¡De pie, soldado! O ayudas o te apartas.

Empujó a la chica —no sin cierta delicadeza— y volvió a lo suyo, agitando el árbol de un lado a otro, con la seguridad de quien se sabe superior físicamente a su rival. Y es que hasta la ropa interior mojada de Ingvild pesaba más que la británica.

—Ya viste como vivían Ashley y sus colegas. Adam tiene razón. Esos rayos son mala energía, y quieren hacer contacto a tierra para afectarnos a todos. No lo permitiré.

Notas de juego

Adelanto post a pedido de Cusa que quería ver si Ingvild llevaba su intención hasta las últimas conescuencias.

Resumen: pos claro XD

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15/01/2021, 10:16
Branwen Glyndwr

Y yo que no quería llamar la atención - pensó cuando se desato la trifulca congelandole la voz paradojicamente cuando tocaba el Griton.

Reaccionó como un resorte, mas lenta y menos lanzada, por no haber sido capaz de calibrar el contacto con Adam y no querer arrastrarlo.

Acabó precipitándose con decisión alzando la voz - Eh, Eh!, ¡Eh!, ¡Eh!, ¡¡Eh!! Esto... - intento articular en un ingles inteligible señalándolas - ... no tiene nada de Fiesta. Las que me estáis enfricando ahora sois vosotras.

¡Por los santos calvos..!. Separaos... O daos un beso. 

Mas rápida hubiera hincado codos y aplicado su experta palanca antihooligangs. Únicamente las rozo con las palmas, temblando por debajo de la piel.

- Ingvild...Jodera...Toda la comarca esta invitada...Es lo que tiene...lo que ha pasado...No puedes evitarlo por que no te gusta - gritaba - Y esto es un regalo. Igual que el que traigo yo. Para Bry. Como anfitriona. Rompeselo y le estas haciendo un feo a ella. ¿Lo ves? - la señaló - No quieres eso ¿Verdad? Es lo que yo quisiera - miró a Bry - Y ella no le va dar importancia ¿Verdad?

- Vamos. Estáis demasiado buenas para estas escenitas - añadió como insinuando que algo asi le daria el gusto a quien, seguro, estaba observando y a la vez sacarles del trance combativo.

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15/01/2021, 12:03
Bediviere Lafayette

Bediviere a penas había compartido media mirada con Branwen, y no había podido responder a Bryony, cuando Ingvild se acercó al árbol. La americana contempló a la noruega, absolutamente empalidecida. No era que aquello fuese un regalo, era la sensación profunda de que arrancar ese árbol del suelo podía atraer consecuencias nefastas, lo que hizo que se tensase, al ver cómo la chica intentaba zarandear el tronco, enarbolando su propia harenga. El término "profecía autocumplida" volvía a parpadear en su cabeza, provocando que cerrase los puños- ¡Eh! ¡Suelta eso!- dijo, alzando la voz, mientras se acercaba a ella, presta.

Bryony y Branwen también intentaban detenerla. Bryony con su peso pluma, similar al propio. Branwen con buenas palabras. Bediviere no iba a dejar aquel asunto en manos de las intenciones o la fuerza. Lo primero dependía del razonamiento, no siempre efectivo, del otro individuo. Lo segundo, no lo poseía. 

- ¡Ingvild! ¡Suéltalo! ¡No seas idiota! ¡Nos vas a condenar a todos!-exclamó, no exenta de cierta ira, ni de la notable angustia que mantenía a raya a fuerza de voluntad en ese momento, ya a su lado, aprovechando que tenía los brazos estirados para agarrarse al tronco del árbol para apretar, hundiendo los dedos sobre sus músculos intercostales y sobre el borde del dorsal ancho, debajo de sus axilas. Un gesto no realmente dañino, pero sí efectivamente doloroso, que solía provocar que la persona en cuestión tuviese que bajar los brazos por acto reflejo

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15/01/2021, 12:59
Casa de Bryony

El árbol tenía algo especular con las luces, como si ambas estuvieran acompasadas. Lo que fuera que estaba ocurriendo en el mar le hacía sentir algo así como lo que sentiría alguien que nunca hubiera oído hablar de tifones y tuviera la ocasión de encontrarse con uno.

Notas de juego

1 de 2

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15/01/2021, 12:59
Casa de Bryony

Había una relación entre las luces y las campanillas, como si ambas fueran signos -uno natural y otro artificial- de otra cosa que estaba ocurriendo.

Las luces causaban la impresión que podía provocar la manga de un tifón o la estela de un meteorito cayendo. El árbol la sensación de una sirena de bombardeo.

Notas de juego

1 de 2

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15/01/2021, 13:00
Casa de Bryony

Elio caminó para ponerse junto a su hermano. No había dado ni tres pasos cuando todo se precipitó.

Ingvild agarró con fuerza el árbol pero estaba demasiado enraizado para sacarlo de un primer tirón. Ante su zarandeo los cascabeles no dejaron de sonar, ahora también mecidos por las ramas que iban de un lado para otro como locas. Aquello parecía más bien frágil.

Bryony se lanzó a empujar a la noruega pero sin fuerza ni tino y trastabillando se pasó de largo en una carrera aparatosa. Habría acabado en el suelo pero chocó como a cámara lenta con Sharif que pudo placarla sin daño para ninguno de los dos.

Ingvild notó como algo similar al cosquilleo de una corriente eléctrica entraba por su mano y se adentraba en su sistema nervioso. Su sentido del tacto se extendió por todo el suelo y se adentró por la tierra y la piedra cien o doscientos metros de profundidad. Hasta casi notó la humedad del agua del mar sobre la arena de la playa. Sintió que cada grano de ésta, así como la roca bajo sus pies, vibraba, turbado y cómo su propio cuerpo respondía a esa turbación poniéndose a temblar. Le castañeaban los dientes cuando notó un dolor intenso producido por la llave de Bediviere que había encontrado en su costado expuesto un objetivo fácil.

Sea como fuere todo aquello provocó en Ingvild un efecto repelente parecido al que ocurre con una corriente eléctrica y su cuerpo saltó como un resorte cayendo a dos metros del árbol. A pesar de lo espectacular de ese corto vuelo al menos en un primer momento no sintió dolor sino una especie de alivio, quizá porque la sinestesia y el tembleque habían cesado con el golpe.

La voz de Branwen llamando a la conciliación sonó con calidez. Las luces del cielo, y los cascabeles, seguían, aunque el árbol de cobre había quedado doblado como una antena rara vencida por un vendaval.

Notas de juego

Editado.

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15/01/2021, 15:57
Nikita Pontecorvo

Inmerso en el desorden que formaban la música y las conversaciones a través de sus implantes, Nikita siguió con atención la respuesta de Bediviere. Podía llegar a oír alguna cosa suelta, pero la americana sabía bien ya cómo hablarle y pudo seguir sus palabras reconfortantes sin problema. Pero con ella, tal vez desde el primer día en que la había visto, sentía que había aprendido a leer mejor las palabras que no se dicen. Y ahora sus labios trataban de tranquilizarle, pero el mensaje de sus ojos, alto y claro, era otro diferente.

No andarán lejos. Solo quiero asegurarme que estén con nosotros cuanto antes —respondió a sus labios. A sus ojos respondió con un asentimiento mientras la miraba con intensidad y rozaba su brazo.

Y a pesar de la congoja que reptaba por su garganta, y de la intuición de que aquellas luces eran la señal de algo terrible, el corazón de Nikita estaba en aquel momento —no solo por efecto de las drogas—, inmerso en una especie de exaltación capaz de mezclar todos los sentimientos, incluidos la angustia y el miedo, en un confuso impulso marcado en realidad por el amor a la vida.

Ese mismo impulso hizo que quisiera, por un lado, haber tomado el brazo de Elio que se acercaba a él, por otro, el brazo de Adam que se ofrecía a ayudarle —visiblemente inquieto y probablemente preocupado al ver su propia urgencia—, y decir como con solemnidad: "Adam, este es mi hermano Elio. Elio, este es mi hermano Adam", pero en lugar de eso giró la cabeza sobresaltado y de sus labios salió únicamente un:

Blyad'!1

Aislado de lo que se hablaba y de espaldas al árbol no tenía ni remota idea de qué había podido pasar, pero al notar que Bediviere se movía y gritaba, pudo ver cómo las chicas se enzarzaban alrededor de aquel artefacto en una maraña confusa en la que le pareció comprender que Ingvild quería arrancarlo y el resto evitarlo. Hasta que vio a la noruega salir despedida y caer aparatosamente al suelo.

Nikita se acercó para agacharse junto a ella y comprobar aliviado que respiraba y estaba consciente. Tomó sus manos, explorándolas para ver si el contacto de aquella cosa le había quemado o algo parecido.

¿Estás bien? —trató de cruzar su mirada.

Podía entenderla. Él mismo había sentido el impulso de arrancar aquella cosa. Pero quiso tranquilizarla al respecto y habló hacia ella, pero también para los demás.

Las luces son… Efecto de algo que está ocurriendo, como un trueno que se puede oír porque ha caído un rayo. Y eso —señaló al árbol—, es solo como una señal, como si fuera una alarma ante lo mismo. No está provocando nada, Ingvild, no te preocupes. Es una intuición —reconoció mirándola a los ojos—. Pero confía en mí, ¿vale?

Notas de juego

1. "Fuck!" en ruso transliterado. XD

Edición sin importancia.

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15/01/2021, 16:21
Adam Dyer

Mierda, mierda, mierda... —maldijo Adam mientras corría a evaluar los daños del desastre. Ya habría tiempo para la elocuencia más tarde, o quizá nunca. Ahora primaba la urgencia y aquella situación parecía extrema. La tensión volaba por el aire como si este estuviera cargado con esa electricidad estática liberada tal vez por el efecto del árbol o por la acción de los rayos místicos del horizonte. Había que actuar.

Casi a la carrera Adam se acercó al lugar de los hecho y pasó la mirada por todas las implicadas con diferente expresión a tenor de las circunstancias. Ingvild... vaya par que le has echado. Espero que estés bien, pero ya tienes a Nikita encima... así que mejor imposible. Bediviere, tía... das mucho miedo con esas llaves de poli. No cabrearte es prioridad. Bry... te has pasado con el eme. Vas demasiado puesta y empiezas a descontrolar, ¡córtate un poco! Branwen... gracias pro intentar ponerle a esto un poco de cordura. No veo el momento de volver a besarte.

Y, sin embargo, aquel trote errático llevó a Adam junto al árbol. Ese chisme había quedado maltrecho y ahora que parecía que las hadas entraban en escena por la puerta grande, verlo así podría suponer... ¿una ofensa? ¿Una declaración de guerra? ¿La destrucción de la realidad tal y como se conoce? El chico se pasó las manos por la cara intentando organizar sus ideas. Hacía el ademán de coger el árbol con ambas manos, pero no llegaba a hacerlo ante la posibilidad de recibir una sacudida como la que la pobre Ingvild había sufrido. Esa tía es dura... imagina lo que haría conmigo. Seguro que me quedo hecho fosfatina como el coyote. Miraba en derrerdor buscando una solución a su problema y no encontraba nada que le pudiese servir. Lo ideal sería algún material no conductor... plástico o goma. Pero al final se dio por vencido, así que se quitó la americana, guardó todo lo que llevaba en los bolsillos de esta en el pantalón y la dobló varias veces para intentar manipular el árbol sin dañarse.

E intentar enderezarlo de nuevo sin que sufriera más daños.

Seguro que ahora entran las hadas y me pillan enderezando esta mierda y se creen que lo he jodido yo. Con la suerte que tengo... ¡me cago en la puta!— bromeó.

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15/01/2021, 18:51
Branwen Glyndwr

¡Zas!, ¡Boom!, ¡Plaf! - casi vio las onomatopeyas salir disparadas en cada dirección. Gracias a todo lo que les cuidaba que el resultado de la contienda había sido rápido y al parecer leve.

Branwen le puso cara a Bedeviere de admiración suma y de 'yo quiero aprender eso' (más bien fue un 'todas deberíamos aprender eso') y su posicionado en sus altares de la 'verdadera brujería' subió un par de peldaños.

Luego, observó a ambos lados cerciorándose de que sus amigas no habían sufrido daño (Bry parecía con la habilidad de caer en blando) o, al menos, estaban atendidas (¡Ouch Ingvild!). Espero que esto haya calmado los ánimos porque lo siguiente es enfriarlos en la piscina.

Que Adam intentara recomponer el estropicio y más con el cuidado que le ponía la movió en esa dirección, que una vez visto el resultado inclinado sujeto a la tierra, era el impulso que le había venido al pecho. El de enmendar lo que se pudiera.

- Déjame que te ayude - se arrodilló junto a Adam, posando las manos sobre la tierra alrededor del nacimiento del tronco, con la intención de auxiliar la jardinería o la manualidad, no sabía ya como llamar a esto - Nos apresuramos a cambiar esa suerte y después callamos como putas - le sonrió guiñándole un ojo.

- Sabes casi, así inclinada, parece más verdadera. Como más auténtica - dijo con el aire tonto, casi bucólico, del pensamiento fugaz que te viene mientras te concentras - No solo más Singular y única.

- Como en Pisa. Torres rectas hay a montones, pero con la que la gente se fotografía es con la que la cagaron... Porque al final refleja mejor lo que es la vida - se detuvo como dándose cuenta de que pensaba en voz alta - Estoy hablando demasiado ¿Verdad? Como para enfricar al más pintado.

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15/01/2021, 20:08
Bediviere Lafayette

Bediviere soltó un respingo, al ver que Ingvild salía despedida hacia atrás. Se miró primero las manos, con un gesto claramente confuso en el rostro, abierta la posibilidad de un efecto tan sorprendente como aterrador en su mente dopada de THC y MDMA. La razón se imponía pronto a aquel momento abstracto, mientras volvía a mirar alrededor.

Branwen y Adam la miraban, cada uno a su modo pero de manera significativa. Bryony había caído sobre Sharif, y de no encontrarse en ese instante tan confusa, aquello le habría suscitado un comentario jocoso. Ingvild parecía respirar y encontrarse bien, aunque a pesar de ello le dedicó un vistazo claramente clínico, desde su posición, observando sus manos, entre las manos de Nikita. 

El árbol... El árbol no se encontraba tan bien. Y a su lado, y aún con las manos ligeramente extendidas frente a ella misma, sintió una suerte de desazón que no habría sabido explicar con palabras. Suspiró, dibujando una expresión que era un claro ¿y ahora qué? Por un instante, antes de que Branwen y Adam llegasen para reparar aquel objeto, pareció perdida. Pero entonces los vio, tratando de reparar el daño. Escuchó las palabras de Branwen y se sintió conmovida- No. No hablas demasiado. Lo que has dicho es hermoso, y auténtico.-dijo, antes de tomar aire, profundamente, acercándose a Ingvild y a Nikita, habiendo bajado al fin las manos.

Sé que lo que te he hecho ha debido de dolerte. No voy a mentir, no ha sido sin querer. -dijo a la chica, situándose junto a Nikita, aunque de pie, apoyando la mano sobre el hombro de este último, para que supiera que estaba hablando- Pero no te he hecho daño de verdad, ¿no?-preguntó, antes de escuchar la explicación que él daba a las luces, y al propio árbol- Yo también he intuído que están relacionados. Las luces y el árbol. Son especulares. -añadió, apoyando la teoría- Bryony ha dicho que el árbol se lo había regalado esos tipos gótico-futuristas que mencionó antes. -añadió, asegurándose de que la entendía- También dijo que iban a lanzar fuegos artificiales. Pero claro, ¿qué tipo de fuegos artificiales? Esto parece más bien un tifón de luces. - concretó, antes de posar finalmente la mirada, sobre la noruega.

Te escondes detrás de mí cuando se nos acercan unos moteros salidos de cualquier cubil del mal de poca monta, pero luego mírate, vandalizando el regalo de la gente al otro lado del espejo.-soltó, desviando brevemente las pupilas, hacia Chiba, quien le había descubierto ese término que ahora volvía a su cabeza, hacía quizá una hora, ¿o dos?- Ahora entiendo por qué Bryony te plantó ese morreo. Eres adorable. Pero muy molesta. - dijo, con un bufido- Yo me encargo.-indicó, desviando su atención hacia Nikita. 

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15/01/2021, 20:17
Bryony J. White

No tuvo muy claro con qué se había tropezado, o si simplemente había resbalado. Perfectamente podía haber sido con sus propios pies, o que se hubiera pasado de ímpetu y de frenada. El caso es que no logró alcanzar a Ingvild, pero sí los brazos de Sharif, que pasó de portador de luz a héroe salvador en apenas un suspiro. Bry le dedicó una sonrisa de agradecimiento, pero fue breve, porque su atención y urgencia seguía estando en el regalo que Ingvild quería malograr. Enfocó su vista a tiempo para verla salir disparada y no le dio pena ninguna. De algún modo pensó que el pobre árbol se había defendido ante aquel ataque injustificado y lo felicitó mentalmente. 

Pero al ver cómo había quedado sus ojos empezaron a empañarse y sus labios perdieron esa sonrisa casi perpetua para fruncir las comisuras hacia abajo. Se acercó a él despacio y acarició las ramas con cuidado, pero sin temor ninguno, tratando de devolverlas a su lugar. 

—Gracias, chicos —murmuró hacia Adam y Branwen, que habían ido también a socorrer al artilugio—. Es metal, así que seguro que se puede arreglar. Eso espero. Le diré a Josean que fue un accidente cuando vuelva. No te preocupes, Adam, que aunque vengan ahora no se enfadarán contigo —le aseguró al chico. 

Pero luego se giró hacia Ingvild y su ceño se frunció. Estaba muy enfadada con ella, muchísimo. Su mirada era furibunda y sus ojos estaban llorosos cuando le increpó.

—Tía, si no sabes drogarte no lo hagas, pero no puedes ir a la casa de la gente y romper sus cosas. No sé qué te has creído. —Apretó los labios y negó con la cabeza—. O te comportas o te largas, pero como te acerques otra vez a mi árbol te juro que te muerdo.