Partida Rol por web

Astérope

La Gran Llegada

Cargando editor
25/01/2021, 18:33
Chiba Mori

Chiba arrancó haciendo entrar al coche en la carretera con áspera torpeza. La moto de Carme les adelantó a todo gas y la chica que había sentada sobre Adam añadió un nuevo matiz a su sonrisa, pero sin hacer amago de moverse de su posición. El asiento de detrás estaba abarrotado y notaba Ingvild la presión de los cuerpos encajándose.

Los primeros cien metros de carretera transcurrían paralelos a la costa y en la oscuridad de la noche sin electricidad las luces del terremoto hacían brillar la superficie del agua negra del mar con sus colores. El mar se empezó a replegar dejando cada vez más y más franja de arena a la vista, haciéndose la playa ancha y ese fenómeno de retirada que parecía antinatural —ninguna marea en ningún océano bajaba tanto y tan rápido— iba liberando a su paso una niebla densa que parecía alzarse tras una larga espera en el fondo del mar.

Cargando editor
25/01/2021, 19:13
Frida Farkas

La gente seguía saliendo de la casa con fluidez y entre ellos, Nikita y Bediviere, que se encontraron con Branwen.

Frida le preguntó por su compañera de piso y tras animarles a los tres a que salieran inmediatamente entró dentro de la casa.

Alguien gritó que el mar se estaba alejando y pudieron ver cómo, iluminada por los relámpagos del maremoto, la marea estaba bajando de una manera y a una velocidad que parecía imposible para el Mediterráneo, incluso para el mar.

Y como si la arena una vez librada del manto de agua que la había estado cubriendo soltara algún tipo de humo, o como si éste, prisionero durante siglos y siglos, aprovechara la ocasión para escaparse, la playa comenzó a llenarse de niebla.

En el garaje sólo quedaba el mini de Frida con las llaves puestas. No estaban ni el Lancia ni la vespa.

Los que salían corriendo no lo hacían con carreras torpes, movidas por el miedo, sino con determinación y agilidad. Un grupo de diez personas que aguardaban cerca del garaje les preguntaron si el coche era suyo y si ese era el caso si podían llevarse a cuatro o cinco con ellos.

Cargando editor
25/01/2021, 19:15
Frida Farkas

Bryony animaba a unos chicos que estaban sacando a su amigo borracho medio a empujones cuando Frida la tomó del brazo y la llevó hacia el cuarto de sus padres, en la planta de abajo.

Allí dentro la oscuridad era interrumpida por las luces del maremoto que entraban por la ventana del cuarto, que daba al mar.

La echó contra una pared y tomó su cabeza entre sus grandes manos, metiendo sus dedos entre el pelo, desde la nuca, acariciándole el cuero cabelludo, y le fue a dar un beso que pretendía ser muy intenso.

Cargando editor
25/01/2021, 19:55
Nikita Pontecorvo

Al localizar a Branwen en el jardín, Nikita le dedicó lo más parecido a una sonrisa que su ánimo le permitió. Sus labios estaban comprimidos y su rostro lívido de gesto apurado, transmitía una sombría exaltación. Aferraba la mano de Bediviere casi con demasiada fuerza, temeroso de que ella se soltara.1 Irracionalmente temía llegar a perderla para siempre si la dejaba de sostener un solo instante y aunque no se sintiera preparado para ello, buscó los ojos de la chica con avidez. Los suyos, algo turbios todavía, casi febriles, la miraron con viva agitación. No pudo decir nada, no se sentía capaz ni hubiera podido hablar en ese instante, pero su mirada expresaba todo su miedo a perderla.

Todo se movía muy rápido a su alrededor. Él solo pretendía localizar gente suficiente para llenar el coche de Frida antes de marcharse con Branwen y Bediviere al suyo, pero un Mini era el único vehículo que quedaba en el garaje. No podían dejar a sus anfitrionas sin modo de escape, así que se giró a la gente que les rodeaba a quienes no habría entendido en medio de aquel caos si no fuera porque era evidente lo que todos necesitaban.

Cinco o seis de vosotros, seguidnos, ¡nos vamos! —esta vez sí, habló clara y firmemente, asegurándose de que le habían entendido y le seguían, incluida por supuesto la galesa a quien no pensaba permitir que se quedara allí ni un segundo más aunque tuviera que acarrearla. Fue al correr hacia la puerta cuando, desde la posición elevada del jardín, Nikita vio espantado cómo el mar se retiraba.

Sintió una fuerte sacudida en el pecho. Un suspiro ahogado escapó de su garganta mientras rogaba mentalmente porque el tiempo que se les hubiera dado fuera suficiente, incapaz ya de mirar atrás, temiendo quedar paralizado si lo hacía. Ahora su única obligación era sacar a Bediviere y los demás de allí lo más rápido posible, no había nada más que pudiera hacer. No ver a Sharif, a sus hermanos o al resto de sus compañeros le infundió un soplo de esperanza.

Comenzó para Nikita un momento extraño tras aquella visión. Cada paso, cada respiración, latido o palabra que llegaba a sus oídos, parecía remarcada y vívida como si le hubiera otorgado el don de poder distinguir nuevos colores, nuevos rasgos en los rostros de la gente o nuevos miedos en sus ojos. Por otro parecía sentirse enajenado de sí mismo, como si pudiera verse desde fuera inmerso en aquel maremagnum. Se sentía plenamente enfocado y al mismo tiempo por su mente parecían cruzar vagas ideas o algunas imágenes sin orden ni concierto, como ráfagas difusas.

De esta manera alcanzaron su coche. Pidió a las chicas que se sentaran en el asiento del copiloto a su lado, una sobre otra, y que aquellos que les habían seguido se acomodaran como pudieran en el asiento de atrás.

Sin perder un instante arrancó y se dirigió por la carretera en dirección al interior a toda velocidad.

Notas de juego

1. Si ella no lo suelta.

(No lo sueltes, por favoooooor) XD

Edito: una errata.

Cargando editor
25/01/2021, 21:46
Bediviere Lafayette

Bediviere avanzaba, como una sombra larga, tras Nikita. Él sostenía su mano y su brazo parecía sin embargo lánguido, como la raíz reblandecida y muerta de un árbol de pantano. Su mano parecía haber perdido la fuerza, a medida que se acercaban al jardín y a la piscina. 

Su mirada indudablemente reflejaba miedo, pero más bien parecía perdida. Disuelta, mientras enfocaba a Branwen, suspirando, brevemente, de alivio, al situarla. Posó acto seguido las pupilas sobre un punto indeterminado, junto al árbol de cobre, y su rostro se contrajo en una mueca indescifrable. Sus ojos volvieron a empañarse, y su mano libre se apoyó sobre su pecho, cerrándose en un puño. 

Nikita apretaba más fuerte su mano. Casi al punto del dolor. Pero ella aún se permitió un instante de contemplación, de vacilación, antes de volver a mirarlo. El corazón le latía tan rápido cuando volvió a toparse con sus ojos enturbiados, que a penas habría podido escucharlo con claridad si se hubiese pronunciado. Su expresión, el miedo en sus pupilas, provocaba en ella evidente sorpresa y hacia que la culpabilidad volviese a aguijonearla. Con mayor fuerza. Con mayor determinación. Bendita culpabilidad, se dijo. 

Parpadeaba, y respiraba hondo, varias veces. Escuchaba aquel grito y contemplaba el horizonte, notando cómo se le desencajaba el rostro. La raíz reblandecida que era su brazo, recuperaba la savia mientras sus dedos se entrecruzaban con ahínco con los del asteropense. De haber poseído la fuerza suficiente, quizá le habría ocasionado dolor. Temblaba, cuando se detuvieron frente al grupo que esperaba junto al garaje.

Bediviere miró hacia un lado y hacia otro, reparando en cuántos eran, en cuántos podían caber en el coche. Nikita hablaba, antes de que ella llegase a pronunciarse, y ella asentía- Es el coche de las anfitrionas.-aclaró- No podemos dejarlas varadas aquí. -insistió, consciente de que el agua se retiraba. De que quedaba muy poco para que se desatase el auténtico caos. 

¡Vámonos! ¡Vámonos de aquí!- apremió, mirando una última vez, hacia aquel punto junto a la piscina, y antes de que sus ojos pudieran empañarse aún más, se dirigió junto al resto hacia el coche de Nikita. Le tendía las llaves, casi a la carrera, y soltando su mano con evidente reticencia, le dedicó una breve mirada.

Y si las miradas hablasen, la suya habría dicho, o más bien habría gritado "no vamos a morir", mientras en su cabeza, resonaba una frase, a modo de mantra al que aferrarse para no perder la cordura- Allors, vivez. 

La misma mirada caía sobre la galesa, mientras se acomodaba deprisa en el asiento del copiloto, abriendo un tanto las piernas y dejando un hueco, delante de ella, en el que se pudiera sentar Branwen, mientras le hacía señas para que se sentara y sacaba el móvil para escribir tres mensajes.

A Bryony: 

SAL DE AHÍ YA. YA!. EL MAR SE RETIRA!!!!!! No vespa. Solo mini!!!!

A Sento: 

Pilla a quien puedas. Avisa a quien puedas. Ve tierra adentro. Hay un aviso de tsunami. CORRE. 

Y por último al grupo de afinidad:

LEAVING NOW. DONT FUCKING DIE ON ME. 

Cargando editor
25/01/2021, 21:59
Bediviere Lafayette

Mensaje al móvil de Bryony: 

SAL DE AHÍ YA. YA!. EL MAR SE RETIRA!!!!!! No vespa. Solo mini!!!!

Cargando editor
25/01/2021, 22:44
Bryony J. White

Cuando Frida la cogió, Bry tenía el corazón acelerado, contagiada por la urgencia de la situación. Se dejó llevar, alarmada, pero sin cuestionar a su compañera de casa, y cuando entraron en el dormitorio de sus padres pensó fugazmente que sería para recoger alguna cosa importante. 

La caricia la pilló desprevenida y erizó todos los poros de su piel, que reaccionaron de inmediato, espoleados por el eme que aún circulaba por su sistema. Jadeó y arqueó la espalda por instinto, pegando sus formas a las de ella, para recibir sus labios con ganas. 

Por un momento podría haberse perdido en las sensaciones, pero notó que el móvil le vibraba en la mano una sola vez y se dio cuenta de que tenía una alarma constante en la cabeza. Separó un poquito su rostro para mirar a Frida a los ojos.

—Frida, el maremoto —le recordó—. ¿Qué haces? Tenemos que irnos ya.

Aún no había leído el mensaje, pero el teléfono se había hecho más presente en la mano, como si se disputase su atención con los ojos oscuros y profundos de la chica.

Cargando editor
25/01/2021, 23:11
Branwen Glyndwr

Sintió la erosión lenta de su tranquilidad a medida que los segundos se perdían por el sumidero al pasado. Le picaba la idea, la incipiente idea de que podía morir y el susto primitivo que conllevaba. Y la curiosidad de sí, esa sensación tan visceral, iba a ser una de esas de las que iba a traspasar por la intuida conexión que creía tener. Si moría ¿La otra persona iba a marchitarse también? ¿O solo sentiría un vacío? ¿O descansaría?.

Había querido siempre imaginarla con lazo fraternal y, quizás por preferencia femenina, una hermana, algo así como una melliza que compartía algunos de sus retazos de sí con ella y viceversa. Después de la reunión con su Padre ya no sabía qué pensar. Ojalá el Mundo no se estuviera volviendo loco tan deprisa y de tan repente... querría tener tiempo...y experimentarlo...no verse atropellada.

Las maniobras y las tareas que había propuesto para esconder esa sensación ya no le alcanzaban. En un indeterminado momento ya solo le había cabido pararse a desenmarañarse el cabello y contemplar el lento fluir de la gente. Hubiera sonreído si solo su universo se hubiera contenido en esa casa. Pero no pudo abandonar la idea de que esa era solo una porción de la gente que se salvaba... Que aquí y allá habría un rostro a la que la furia del mar se llevara.

Por un momento quiso estrangular un poquito a quien estimó que volar embajadores de las hadas era una civilizada forma de actuar.

Creyó atisbar, por un instante, el fondo de pensamiento que manejaba esos parámetros y se le cerró el estómago. Por primera vez en Asterope se sintió amarga en la boca. Lo sacudió literalmente agitando la cabeza en negación. Piensa en lo bueno. Piensa en que puedes mejorarlo.

Alumbró otra vez lo que era creencia y encendió otra vez su mirada al optimismo, justo para ofrecérsela a Bediviere y Nikita que parecieron necesitarla tanto o más como ella misma.

Los miró, aprehendiendo parte de la comunicación no verbal que desbordaba de sus rostros y solo asintió como validando el acuerdo tácito de lo que creía todos estaban pensando. Sus labios una línea recta en lucha con el horror - Vámonos - dijo adelantándose a sus dudas y esperando no oír el ritmo machacón de Chumbawamba anunciando el límite de los siete minutos hasta alcanzar los coches. Por un momento pensó si rescatar el extraño árbol. Pensó en el acertijo de su Padre de huir o no. Pensó en como demonios plantearse una cuestión como esa ante la inminencia de un desastre. Pensaba mientras se arrastraba en la inercia cosida a la de los demás...

-No, si tenía que ser un Mini - bufó nada sorprendida por la ironía cósmica mientras Nikita organizaba la partida. Suspiró un momento mirando alrededor y ya no dudó cuando Bediviere le ofreció un hueco a su regazo en el que intentó arrellanarse sin ser demasiada carga.

Su móvil empezó su descarga y fue extraño como por un momento encajaba y eso le detuvo unos segundos antes de apagarlo.

I get knocked down, but I get up again
You are never gonna keep me down
I get knocked down, but I get up again
You are never gonna keep me down
I get knocked down, but I get up again
You are never gonna keep me down
I get knocked down, but I get up again
You are never gonna keep me down

Luego los engulló el sonido del Motor y la Carretera.

Notas de juego

 

Cargando editor
26/01/2021, 00:46
Bryony J. White

Frida miró al teléfono y luego a Bryony con un gesto travieso de fingida decepción.

—Oh, Bryony, creí que tú podrías seguirme… Confía en mi… No necesitamos huir... Quédate, por favor.

Notas de juego

backup

Cargando editor
26/01/2021, 00:47
Bryony J. White

Se sumergió en sus ojos oscuros, tentada por la oferta de esa voz capaz de estremecerla con un susurro. Sentía el peligro flotando alrededor, la adrenalina cabalgando en sus venas, y recordó en un chispazo algo de lo que había hablado la noche anterior con su grupo de afinidad. La posibilidad de que hubiera alguien cerca, alguien que supiera más. «¿Eres tú?», pensó, mirando a su compañera en un silencio que se prologó un par de segundos. Al final, asintió despacio con la cabeza. 

—Confío en ti —murmuró, entre Frida y el teléfono, había ganado la batalla la primera. Maldita sea, entre Frida y los que se suponía que eran sus afines, también ganaba ella—. ¿Seguirte adónde?

Claro que existía la posibilidad de que la tierra y el mar se las tragasen a las dos. De que fueran dos chifladas que se habían pasado con las drogas. Pero en ese momento, con la incredulidad totalmente suspendida, Bry habría corrido hacia el agua de la mano de Frida si se lo hubiera pedido.

Cargando editor
26/01/2021, 01:24
Ingvild Hoem

Estaba a punto de invocar las relaciones extramaritales que los padres de la chica mantenían con ejemplares bovinos y ovinos varios —acaso vejaciones propias del legado de la granja familiar—  cuando se percató de lo que estaba sucediendo afuera.

Herregud...1 —murmuró sin poder apartar la vista de la ventanilla— Adam, mira... —añadió con voz queda, temblorosa.

No era difícil imaginar lo que vendría. No para Ingvild, quien pasara días enteros contemplando La Gran Ola2 en la sección de arte japonés del British Museum, fascinada por la perspectiva isométrica empleada por los artistas del Japón, donde las líneas no se encontraban en un punto de fuga sino que eran paralelas, de alguna manera más reales a como ve el ser humano, animal de dos ojos que no dejan de moverse hasta que está muerto. Pero era demasiado angustiante pensar en aquello y al mismo tiempo tener la certeza de que Bry, Bediviere, Nikita, Bran, todos ellos habían quedado atrás.

Notas de juego

Referencias en la natilla :P

Cargando editor
26/01/2021, 01:28
Frida Farkas

Sonrió, satisfecha.

—¿Te has preguntado alguna vez quién le paga a tu madre? Ellos trabajan con I+D militar y cosas así... Tienen secretos… Generalmente desprecio lo que hacen y ellos fingen que no les importa, pero los pocos días en que el pacto de silencio se rompe los atesoro en el corazón… Durante una tormenta de verano mi padre me enseñó… esto.

Retiró el adorno de acero pulido de la base de metal con la que una lámpara estaba fijada a un lado de la cabecera de la cama de matrimonio y mostró una pequeña botonera con el cristal de un sensor.

Soltó una risotada. Puso su pupila sobre el cristal y tras sonar un pitidito se puso a pulsar una tecla por cada palabra que decía

—Mi-hija-tiene-los-dos-pies-más-grandes-que-he-visto-en-mi-vida-asterisco.

No había hecho más que apretar la última cuando una puerta corredera se abrió en esa pared. Parecía una especie de ascensor mimetizado con el cuarto.

—No quise entrar pero es algo entre una panic room y un refugio nuclear.

Cargando editor
26/01/2021, 02:52
Bryony J. White

Al principio frunció el ceño, confusa por aquel cambio de tema. La respuesta obvia era que a su madre le pagaba el King's College, pero era evidente que Frida no se refería a eso, así que se calló para escucharla. Podía sentir cómo ese sentimiento del que hablaba la chica reverberaba de algún modo en ella, bajo su piel, aún sin saber de qué le estaba hablando. 

Contempló cómo desvelaba aquel panel, el sensor, la puerta secreta. De pronto se sintió algo disociada, como si viera todo aquello desde fuera, como quien observa una película desde el sofá. 

—La hostia puta —dijo, cuando el estupor le permitió articular palabras—. Vamos, vamos a entrar. Juntas, ¿vale?

Se puso al lado de Frida y extendió la mano para entrelazar sus dedos con los de ella. Era excitante atravesar esa puerta oculta, esconderse en lugar de huir. Una pequeña sonrisa se fue dibujando en sus labios y se imaginó que aún podían oír el cascabeleo del árbol de cobre. Si estuvieran en uno de sus vídeos, sería la banda sonora perfecta para cerrar aquel plano. 

—Antes conocí a dos hadas, ¿sabes? —le dijo, mientras avanzaba para entrar en el ascensor, juntas—. O eso creo. Me regalaron el árbol de fuera. —Pensó en Ashley, en lo que les había dicho en Ginebra, en el futuro—. Creo que están sacando la Atlántida de debajo del mar, fue el primer lugar que reclamaron. Que reclamarán —se corrigió.

Cargando editor
26/01/2021, 14:28
Frida Farkas

Cogidas de la mano entraron en el cubículo que se cerró tal cual un ascensor. Una luz fría la cegó un poco y luego se abrió otra puerta similar, que daba al refugio propiamente dicho.

Era una estancia tan grande como la habitación de matrimonio. Una pared-mueble, otra que tenía una mesa con mandos, pantallas, sendas sillas de oficina de diseño. Adosada en la tercera pared había y una especie de minicocina con máquina de café de cápsulas. Allí dentro la luz era cálida. Si se oía la refrigeración era porque el silencio era total.

Cargando editor
26/01/2021, 14:29
Director

Nikita tomó la carretera perpendicular a la costa y cuando se disponía a ganar velocidad vio a una persona cojeando en la carretera.

El más grandote de los seis que se amontonaban en el asiento trasero habló con tono de ruego. Aun así se notaba que su voz podía resultar imponente, como su tamaño.

—¡Para por favor!

Venía un coche por detrás, pero suficientemente distanciado como para hacer esa maniobra sin peligro de chocar.

Una chica de gafas y pelo largo que había junto a él puso cara de espanto. Habló con la voz temblorosa.

—¡No por favor! ¡No me dejes!

Él respondió inmediatamente, levantando un poco la voz.

—¡Confía en mí, cariño! ¡Puedo correr tanto como una puta moto!

Y para cuando dijo, buscando la mirada del conductor en el espejo retrovisor central.

—¡Para joder! ¡Cámbianos!

 

Cargando editor
26/01/2021, 14:31
Nikita Pontecorvo

El corazón de Nikita martilleaba con tal fuerza que podía sentirlo pulsar en cada parte de su cuerpo. Golpeaba con vigor particular en sus sienes y contra las yemas de sus dedos, hundidas en los puños firmemente agarrados al volante. Ya habían alcanzado la carretera que los alejaría del mar, solo quedaba acelerar y esperar lo mejor, cuando distinguió a alguien que apenas podía andar huyendo por la carretera.

De la conversación que se formó en la parte trasera del coche pudo entender lo básico y necesario, pues el chico que le rogaba que detuviera el coche lo miró directamente a través del retrovisor.

Un segundo. Una duda más prolongada habría hecho que tuvieran que volver atrás o esperar que aquella persona les alcanzara, de modo que Nikita maniobró para detenerse sintiendo como la sangre se le agolpaba en la cabeza.

Le embargó una especie de náusea. Frenar iba contra todo lo que todos sus músculos y la adrenalina que corría por sus venas le pedía, pero era cierto que aquella persona no tenía ninguna posibilidad a la velocidad que podía moverse y él, si lograban sobrevivir, jamás podría olvidar que la había dejado allí. No perderían más de un minuto, pensó, sabiendo sin embargo que cada segundo contaba. El muchacho que se disponía a bajar le produjo una honda admiración.

—¡Rápido! —fue todo lo que se atrevió a decir con voz agitada mientras él mismo bajaba del coche. Era necesario que alguien de delante lo hiciera para poder acceder al asiento de atrás y quería ayudar a subir cuanto antes a la persona lesionada.1

—Pomogite mne, dedushka…2 —susurró mientras sentía como temblaba todo su cuerpo. 

Notas de juego

1. Es un coche de tres puertas (como se podía ver en la foto que os enseñé).

2. "Ayúdame, abuelo" en ruso transliterado.

Cargando editor
26/01/2021, 16:55
Bediviere Lafayette

Su cuerpo se tensó, al escuchar la alarma de Branwen, y más aún al percatarse de la presencia de aquella persona cojeando en medio de la carretera. Ella tampoco estaba de acuerdo en dejar a alguien atrás, en ese estado, pero no pudo evitar mirar hacia Nikita, siendo el miedo que había visto antes en su mirada sólo una sombra de aquel con el que ella lo contemplaba en ese mismo instante. 

El frenazo le heló la sangre. El aire se volvía denso, y el corazón aún martilleaba entre sus sienes mientras veía cómo Nikita se bajaba del coche. Aunque por su actitud pareciese estar dispuesto a ayudar a hacer el intercambio y no a intercambiarse él mismo, lo cual le producía un alivio sumamente egoísta que le permitía inspirar hondo, llenando el pecho. 

Miró hacia atrás, observó el rostro de la chica con gafas,  y al chico que iba a bajarse y tragó saliva- ¡Intenta entrar en el coche de atrás!- sugirió, sintiendo aquella expresión de desasosiego en la chica como propia. Su desazón, como algo demasiado familiar. Miró entonces a la chica. Y tomó su mano, apretándola. Eran contadas las veces en su vida en las que había tomado de la mano a un extraño, pero en ese momento, se le antojó como algo absolutamente necesario- Se subirá al coche de atrás o correrá como una moto. Ya lo has oído. Va a estar bien.- dijo, en lo que era un apretón que pretendía infundirle entereza, antes de mirar hacia Nikita, y hacia la persona que cojeaba- Haced hueco, ¡rápido! ¡No podemos tardar más!

Notas de juego

Tirada en la natilla

Cargando editor
26/01/2021, 19:37
Branwen Glyndwr

La vio por el rabillo del ojo y formó la petición en su cabeza, pero no la llego a articular. Detrás habían reaccionado rápido y ya estaban poniendo en otras voces y palabras el 'hay que ayudarla'. En su fuero interno sabía que les iba a pasar y solo la perturbo la bravuconada del muchacho en asiento trasero.

La maniobra de Nikita fue perfecta. Se preguntó si conducir era una de sus aficiones. Era memorable ver a sus amigos reaccionar con tanto esfuerzo, pero sin desfallecer y los quiso más por eso y por soportar la presión de las decisiones. Casi podía sentir el corazón de Bediviere acompasado con el suyo. Porque el golpeteo bajo la piel de ella era candente e imposible de no notar.

Cuando Nikita libero el asiento para dejar pasar a uno y a otra, entre las ideas de Bediviere puso las suyas.

- Probad a abrir el maletero y que él se siente allí, aunque sea con las piernas por fuera - dijo señalándoselo a los chicos con afabilidad sacada del pozo de ánimo - No es por no creer que eres capaz de lo que dices, es por usar lo que tenemos con más eficiencia - le sonrió con la suficiente entereza para acallar que sabía que ninguna moto podía con lo que venía - Por cierto que después de esto te prometo una ronda a la salud de tu generosidad.

- Vamos, Vamos. Eso y si no, prueba lo de que dijo Bedi - les acucio - Y si al final decides ir ahí atrás prueba a dejar algo de espacio por si hay que recoger a alguien más. Incluso sentados en el hueco de las ventanillas podríamos ampliar a cuatro más.

Se preguntó si la habrían entendido bien o mal porque a la velocidad que pensaba era todo acento al hablar.

Notas de juego

Quito a Ingvild de los destinatarios. :-)

Cargando editor
26/01/2021, 22:38
Bryony J. White

Sólo soltó la mano de Frida cuando pasaron al interior de la sala, para dar algunos pasos hacia delante y examinar lo que había allí. 

—Vaya... —murmuró, impresionada por aquel descubrimiento de algo que no sabía que había en su propia casa. Claro que solo llevaba allí cuatro días. 

Sus pasos la llevaron hasta la pared con las pantallas y buscó con la mirada algún botón que encendiese aquel sistema. 

—A lo mejor hay alguna cámara fuera y podemos ver lo que pasa —comentó—. ¿Por qué crees que tus padres tienen esto aquí? ¿Paranoia? Cuéntame qué sabes —pidió, girándose a mirarla.

Cargando editor
27/01/2021, 12:32
Frida Farkas

La consola parecía muy intuitiva, con dos teclados mecánicos y seis pantallas, unas más pequeñas que otras. Un botón las encendió y varias de ellas mostraron imágenes de la calle y la playa.

El agua del mar se iba retrayendo dejando al descubierto cada vez más franja de playa, como si la marea bajara mucho y muy rápidamente.

Mientras Frida hablaba.

—No sé, no creo que sea paranoia… ¿Teletrabajo?

Otro monitor mostró un código numérico que parecía unas coordenadas, un aviso de terremoto de magnitud 7,2 Mw con datos actualizados de sus réplicas y un pequeño pitidito con una frase parpadeante:

ALERTA DE TSUNAMI

Con unos pequeños mandos se podían dirigir las cámaras.