Partida Rol por web

Astérope

Segundo día

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17/11/2020, 12:19
Director

Algunos de los comensales soltaron una risotada indecisa. El chico de gafas de montura de metal miró preocupado.

Ashley aprovechó el movimiento hacia el ventanal de Ingvild para tomar a Bryony del brazo y llevársela hacia allí. Un poco del champán de su copa se vertió sobre su mano. Se notaba fresco.

La señora mayor preguntó al de gafas por algo relacionado con su trabajo y el grupo reaccionó volviendo a hablar entre ellos.

El teléfono confirmó su localización en Ginebra.

Ashley, tras confirmar con una mirada cómplice que podía hacerlo delante de Ingvild, habló.

*—¿Qué demonios nos está ocurriendo ahora Bryony? *—señaló con la cabeza a sus compañeros de trabajo, que se habían pasado al francés—¡Ellos también te ven! Eso es que estás aquí ¿no?

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17/11/2020, 18:19
Bryony J. White

Bryony se dejó arrastrar hacia el ventanal con una mirada alucinada puesta en la pantalla del móvil y ya en aquella pequeña intimidad de las tres, asintió con la cabeza para indicar que podía hablar con libertad delante de Ingvild. 

—No lo sé, no entiendo nada —cuchicheó, contemplándola con los ojos muy abiertos—. Hace cinco minutos nosotras estábamos en la biblioteca de la facultad, en Astérope. Pero ahora... Ahora estamos aquí, en Ginebra, contigo. Y no sé cómo ha podido pasar algo así, nunca nos había pasado. Esto es muy fuerte, mucho más que lo de la otra vez.

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17/11/2020, 22:38
Branwen Glyndwr

Enfrentó con estoicismo el ojo del anillo que su críptico progenitor le colocó delante. No fue una actitud de incomodidad si no más bien de intriga. El hombre había sido capaz de picar su curiosidad hasta que esta asomara su proverbial cabeza por encima de cualquier resquemor de fondo. ¿Es para mí o alguien me está mirando?

Eso no le hizo olvidar coger las palabras con la meticulosidad de una lección. Desconocía el objetivo por el que, su procreador, la estaba visitando en el filo de un viernes noche, pero las sensaciones empezaban a caminar por los mismos derroteros que en la clase de la tarde.

Se frotó los ojos con el dorso de una mano, cansada, mientras sujetaba sus lentes con la otra y al final no se las volvió a colocar. Con todo lo que le ayudaba a concentrarse cuando leía o calculaba había momentos en los que la impresión de opresión vencia a la de amparo. Esta era casi una de ellas.

Tomó como nuevo objetivo, brevemente, los ojos de su interlocutor, inusitadamente calmados, calculadores a su parecer, y le hizo el efecto de estar siendo despellejada con ternura. O probada. O ensoñada.

Tenía su propia idea razonada de la trabazón de circunstancias, personas y acontecimientos, pero sin embargo no lo soltó a la ligera. Le estaban diciendo que su talento servía para predecir, pero sabía por experiencia que podía ser más que eso. Que podía convencer a los ríos a desaguar por diferente sitio. Hasta en el fondo imaginaba que podía ir más allá. Desvanecer la idea de río y mudarla en la de glaciar o incluso de corriente de lava. Cuestión que le daba mucho miedo por lo mucho que le gustaba, en lo profundo, tener ese pensamiento y la intuición de que no era imposible. Olímpicamente difícil si, pero no imposible.

Por eso se decidió a echar un vistazo tras la cortina de la probabilidad, ya que su engendrador estaba tan interesado en que le contara, y solo se conjuró a hacerlo con el más escrupuloso cuidado y que las 'consecuencias' en forma de Infovoro no tuvieran hoy un exceso de hambre por encima del usual.

Tomó unos folios del área de juegos y un bolígrafo austero, pues no había bajado el suyo. Las tostadas restaban huérfanas pero, la taza de café la rellenó.

Pensó el articular como una tirada del I Ching en el núcleo, pero en su propia forma de trazar la conexión. Empezó la primera secuenciación desgranando formulaciones como en una partitura. En el portal del viento había sentido la comprensión como el enhebrado de una armonía. Por que no. Visualizo el proceso en un desglose de tres partes, una por folio, perfectamente ordenadas, perfectamente enfocadas, perfectamente diferentes y se relajó en el convencimiento de que sin la terminación de la terna nada tenía que asomar por encima del panorama monótono de la información.

Se detuvo en la segunda línea, justo al acabar la primera parametrización de variantes de Birkhoff y se inclinó hacia él con tono intrigado, el mismo que había iniciado la exhibición del ojo y de esta guisa liberó su interés.

- Puedo contestar tu pregunta. ¿Pero por qué hacerlo? - se detuvo para mejorar en la pausa lo que quería decir -Apenas somos conocidos. No sé que quieres de mí. Ni si confío. ¿Esto que tenemos como va a ser? ¿Qué soy para ti? ¿Qué me va a comportar? A ratos te imagino verme como una herramienta. Como también detrás evoco un propósito no tan simple. Menos vulgar.

- Pero bien dijiste mi experiencia vital es bastante pobre. No sé si estoy en medio de una continua negociación o en una relación real o algo parecido.

- Meter la mano en ese río y responderme... si es una posibilidad... pero, que demonios, por Ceridwen que es mejor descubrir las cosas por palabras. ¿Por qué quieres que te responda? ¿Estás probándome? ¿Comprándome? ¿Enseñándome? ¿Quieres que te incluya en la respuesta? Hoy en clase me ratificaron que la forma de preguntar es tan importante como la contestación

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18/11/2020, 08:34
Casa del paseo marítimo

Nikita logró romper la persiana con la palanca y se encontró con Bediviere al otro lado, que le ayudó a ir arrancando los trozos y a sacar a Adam que a pesar de sus ansias por escapar de ese lugar sentía las piernas como agarrotadas y necesitó apoyarse en sus compañeros para salir de allí.

Si alguien echó un último vistazo al interior de la sala no vio más que oscuridad. Cuando llegaron al paseo marítimo ya era de noche y no había nadie.

Desde que estaban en el sótano, Nikita había oído la voz de Adam como había ocurrido con la de Branwen en el campo de amapolas, como desde debajo del agua, pero sin necesidad de audífonos. A Bediviere, en cambio, la oyó normal, como en su infancia anterior a la sordera.

Al salir pudiron escuchar las olas del mar y con la percpeción de su olor, traído por la brisa, Nikita dejó de oír de nuevo.

Notas de juego

Tiradas y comentario en la Natilla.

Editado.

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18/11/2020, 10:16
Nikita Pontecorvo

Primero pareció que a Adam le abandonaban todas las fuerzas. Empezó a deslizarse lentamente hasta acabar acurrucado junto a sus pies.

Nikita paró un instante de dar golpes. Necesitaba oír a su amigo. Aunque fuera un estertor, un llanto, un grito... ¡Lo que fuera! No podía ver sus ojos, plegado como estaba el chico sobre sí mismo y temió que algo se hubiera roto en su interior hasta el punto de que no reaccionara, que su mente se hubiera marchado muy profundo a esconderse donde creyera que nada más la podía tocar. Nikita conocía ese abismo interior, esa especie de insensibilidad añorada de la que tanto costaba emerger.

Iba a agacharse para hablarle, para buscar conectar con sus ojos, cuando lo oyó rogar y después gritar que tumbara la persiana de una vez. A pesar del sobresalto al oír su grito con aquella voz que le ponía los pelos de punta, esa reacción era precisamente la que andaba buscando, así que se apresuró a terminar de abrir el boquete con la ayuda de Bediviere y un par de golpes más mientras lo oía sollozar.

Ya está, Adam. ¡Ya está! Nos vamos. Agárrate a mí, ¡vamos! —tomó al chico uno de los brazos para pasarlo alrededor de su cuello y agarrarlo después de la cintura—. ¡Arriba! —ordenó mientras tiraba de él tratando de ponerlo en pie.

Miró a Bediviere al otro lado de la ventana pidiéndole ayuda con un gesto de premura. Entre los dos ayudaron al chico a cruzar el jardín lleno de matorrales y hierbajos y pasar al otro lado de la valla medio derruida para llegar al paseo marítimo.

Estaba tan solitario el lugar que la primera impresión de Nikita fue que de alguna forma no habían salido, como si siguieran encerrados en la pesadilla que había comenzado en el colegio mayor. Pero de pronto el sonido de los pasos, de la voz de Bediviere y de la respiración de Adam a quien todavía sostenía se apagó junto a la resaca de una ola. Y de nuevo se hizo el silencio más absoluto.

Sintió alivio y tristeza a la vez pero no podía ni quería detenerse, ni siquiera para ponerse los audífonos que había guardado antes en la mochila. 

Ya no puedo oíros —dijo con un tono algo apagado. Sabía sin embargo que aquello solo podían ser buenas noticias.

Miró sus propios pies y los de Adam. Ambos estaban descalzos y su compañero apenas iba vestido con el pantalón de pijama que había quedado hecho jirones, raído como si le hubiera atacado una fiera.

Su extrema delgadez, la palidez casi lívida de su rostro y el brillo enrojecido de sus ojos le hacían parecer un enfermo terminal de tuberculosis. El muchacho tenía un aspecto lamentable.

Mi casa está aquí al lado, estaremos allí en cinco minutos —explicó—. Vamos, necesitas un baño, algo de ropa e intentar descansar —miró a Bediviere—. Ven también, por favor, tenemos que hablar.

Notas de juego

Edito: una falta de ortografía.

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18/11/2020, 10:43
Adam Dyer

Se hacia raro caminar por la calle completamente descalzo. Era algo en apariencia nimio pero que tenía un poderoso efecto sobre al sensación de irrealidad de todo aquello. La calle desierta, la quietud de la noche, el manso crepitar de las olas contra la arena a lo lejos... y la sensación del pavimento bajo los pies. Si aquello no era un sueño lo parecía. O más bien una pesadilla. Pero no... ese era el corolario de todo aquello... que no estaban soñando. Casi se podía asegurar con un mínimo margen de error. Adam había vivido cosas inexplicables. Había soñado, luchado y perdido contra infinidad de sombras en el espacio tras sus párpados. Algunas veces también en la vigilia... colores, rumores, sensaciones. Pero como aquello nunca. Su problema se acusaba. Confrontarlo no era la solución en absoluto. No era como tomar una medicina según la cual tienes que esperar un poco hasta que comienzas a experimentar la mejoría... era más bien como iniciar un via crucis que conducía a la salvación, quizá, al final del túnel.

Con todas sus fuerzas Adam trataba de recomponerse. Domar su respiración y atenuar aquel eco de sensaciones que le aturdían desde dentro. Sentía tanto miedo. Las fuerzas le abandonaban. Ya extrema tensión soportada primero en el sótano y luego en aquel salón de los muertos se habían llevado la poca energía que pudiese recorrer el cuerpo del chico. Tanto así que, aunque se sujetaba del brazo de Nikita, al final optó por claudicar a la fuerza de la gravedad y dejarse caer de una forma un poco controlada hasta sentarse en el suelo.  Allí se volvió a hacer un ovillo. Intentaba respirar su propio dióxido de carbono para evitar hiperventilarse. Aún en aquella situación había un pequeño input de cordura que seguía luchando por controlar lo que le pasaba.

La mano del chico se extendió hasta tocar la pierna de Nikita. Esta temblaba pero necesitaba transmitir calma a su amigo.

Estoy bien...  —susurró azorado. —Necesito un minuto, por favor. Solo un minuto.

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18/11/2020, 19:53
Bediviere Lafayette

Bediviere trató de ayudar a romper la persiana, de nuevo, aunque era obvio que con sus brazos delgados y su pobre constitución no iba a conseguir que cediesen los tablones. Nikita, sin embargo, los golpeaba con la suficiente fuerza como para que se partiesen, y la forense se apresuró a colaborar, quitando fragmentos con los que pudieran hacerse daño al salir.

La percepción de oscuridad, de saber que se había hecho de noche, le erizó la piel. La sensación de que aquellos muertos, aquellas almas, estaban inquietas, y esperando, volvía a palpitar entre sus sienes, ahora con mayor intensidad- ¡Vamos! ¡Vamos!- dijo, estirando las manos, tratando de tirar de Nikita, o de Adam, o de los dos, con tal de sacarlos cuanto antes de dentro de la casa, con el corazón desbocado y los ojos bien abiertos. 

A penas tuvo la percepción de desplazarse, cuando atravesaron el hueco del muro para encontrarse otra vez en el paseo marítimo. El olor a sal llenó sus fosas nasales, sustituyendo el profundo olor a pantano que había percibido al acercarse a la casa. Se acuclilló, y apoyó las manos sobre el suelo, percatándose en ese instante de que le temblaban, presa de la adrenalina que pulsaba por sus venas.

Posó la mirada sobre un Adam aovillado, que parecía luchar por respirar, y acto seguido sobre Nikita, que con aquella expresión que a ella se le antojó indescifrable les confesaba que de nuevo había dejado de escucharlos. No había sido consciente de que no llevaba los audífonos puestos hasta ese momento, y la noción de que de nuevo, había podido escuchar su voz, o sus gritos, hizo que sintiese de pronto la boca seca.

Sus pupilas se encontraban preñadas en preguntas, mientras su rostro asentía ante la petición de Nikita- Sí, tenemos que hablar.-convino, antes de levantarse, y apoyar una mano sobre la espalda de Adam, en lo que suponía en ella un extraño gesto de cercanía- Cuatro, siete, ocho. -dijo, antes de explicarse- Inspira cuatro segundos, aguanta el aire siete, expira ocho... Cuéntalos en tu cabeza. Te tranquilizarás.- indicó- Vamos, lo haré contigo. A mí también me hace falta.-confesó, apoyándose una mano sobre el esternón, para comenzar a inspirar profundo y sentir cómo el aire elevaba su pecho.

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18/11/2020, 19:54
Piso de Nikita

En cuanto echaron a andar por el paseo marítimo se fueron cruzando con gente. Primero un grupo de estudiantes con bolsas llenas de botellas, luego una señora con dos perros y un chaval con otro.

El piso de Nikita estaba a cuatro minutos de allí, igual de cerca que la casa de Bediviere o el bar en el que ambos se habían conocido. Era una casa del casco antiguo de Sassaneva, llamado "barrio de los pescadores", en una hilera de fincas de cuatro alturas a lo sumo que daban la espalda al mar. En la calle, en cuesta, además de algunos coches había una barca, aparcada a las puertas de un taller.

Era un edificio de los años veinte o treinta y no tenía ascensor. Cuando abrió la puerta de un feo marrón oscuro notaron el olor, no demasiado fuerte, a recién pintado y lejía.

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18/11/2020, 19:54
Irene Castellini

La música atenuada pasó a sonar más cuando se abrió la puerta del cuarto de baño. Era pop con un deje reggae e instrumentos ochenteros como la batería electrónica, cantado con voz femenina, rasposa, en italiano.

Irene salía del baño canturreando la canción, lidada en una toalla roída, secándose las rastas con otra más pequeña y en mejor estado. Cuando reparó en ellos les saludó sin fijarse en las pintas que podrían traer.

—¡Hola vecina!— dijo a Bediviere, con una sonrisa— Niko, esta noche tenéis el piso para vosotros solos, tenéis comida y bebida de sobra en la nevera. Si queréis venir a la fiesta de una colega de la facul pégame un toque y os mando la ubicación. Jamiu se ha ido al cine y luego se pasará con sus colegas.

Y aunque hizo amago de plantarles un par de besos se echó a un lado para dejarles espacio, yendo enseguida a su cuarto para vestirse. Luego no dio señales de vida, salvo cuando un cuarto de hora más tarde se despidió con un ""¡A'ui!" antes de dejarlos solos.

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18/11/2020, 19:55
Nikita Pontecorvo

Hablar sin poder escucharse a sí mismo siempre le había resultado desagradable. Necesitaba hacerlo solo un momento para terminar perdiendo confianza y sospechar de inmediato que empezaba a sonar extraño. Por eso terminó colocándose los audífonos aunque en realidad guardara silencio prácticamente todo el camino. Mientras andaban observaba también a Bediviere tratando de no resultar demasiado invasivo. Buscaba ver cómo se encontraba y estaba muerto de curiosidad por saber cómo había llegado hasta la casa. Cuando buscó sus llaves en la mochila vio la sal y la palanca y le dio la sensación de que no sería capaz de salir sin aquellas cosas por una buena temporada. O quien sabe si tal vez no sería capaz de hacerlo nunca.

Era extraño cruzarse con la vida normal. Casi podría decir simplemente con "la vida": aquellos muchachos yéndose de botellón o la gente paseando a sus perros. También la visión de Irene saliendo del baño con esa actitud suya tan despreocupada que mostraba hasta qué punto ignoraba las cosas que a ellos les atormentaban como para no llamarle siquiera la atención el aspecto de Adam. Nikita había planeado decir, si preguntaban, que le habían hecho a su amigo una novatada en el colegio mayor, pero vamos, no hizo falta siquiera eso.

Cuando lo llamó "Niko", el chico resopló ligeramente por la nariz. Odiaba aquellos diminutivos que todo el mundo se inventaba como le daba la gana. No se llamaba Nikolai. Pero bueno, ¿qué razón tenía para molestarse con ella? Apenas había parado en el piso ni ayudado con la pintura ni con nada y aquella chica no hacía más que dejarle comida en la nevera, así que le contestó con un "gracias" y un "no creo que nos pasemos, estamos muy petados" y trató de sonreír de la manera más convincente posible. Era una alivio saber que podrían estar a solas.

Por favor, sentaos—llevó a sus compañeros hasta el salón y señaló el sofá. Le pareció demasiado pronto para ofrecerles comida pero un poco de agua o tal vez un café les sentaría bien—. Voy a por algo de ropa —dijo a Adam.

Pero antes de salir de la habitación se quedó de pie mirando primero a Adam, luego a Bediviere con una maraña de sentimientos difícil de desatar: ¿estaba aliviado o no de no estar solo con todo aquello? Era incapaz de saberlo.

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18/11/2020, 23:45
Ingvild Hoem

Ingvild alzó una ceja bastante poblada ante las palabras de Bryony.

—¿Que la otra vez? ¿Que la otra vez? —repitió, mirando con incredulidad la pantalla del móvil de su compañera. Siempre le había parecido que la británica más que caminar, levitaba, pero jamás se había esperado aquello. A lo mejor sí que se trataba de un hada.

—Oye, qué me cuentas. ¿Ya os habéis... —bajó la voz un tanto— teletransportado antes?

Comenzaba a sentirse abrumada por todo aquello. 

—Bueno, a ver si nos tranquilizamos. ¿OK? —dijo casi hiperventilando— Cuenta —le pidió a Bryony— ¿Qué te ha pasado, y cómo volviste de regreso? —inquirió mirando en dirección al ventanal, por lo que parecía que le hablara al paisaje— Oye,  ¿en qué día estamos?

La pregunta hacia Ashley le brotó espontáneamente, como si la idea de desplazarse en una sóla dimensión no fuera suficiente.

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19/11/2020, 00:26
Ashley

Ashley imitó el gesto de Ingvild mirando también al ventanal.

—La otra vez fueron… nuestras conciencias… Un viaje astral… Creo ¿Verdad?

Luego miró al suelo y titubeó antes de contestar.

—A once de septiembre... del año seis.

Se echó una mano en la boca como para contenerse.

—Dos mil... veintiséis ¿As, as… térope?

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19/11/2020, 01:51
Bryony J. White

Bryony empezó a mordisquearse el labio inferior cuando llegaron las inevitables preguntas de Ingvild. La miró con cierta confusión, no porque no la comprendiese a ella, sino porque no tenía respuestas claras para ella. Aunque cuando la noruega preguntó por la fecha, se le escapó un acceso de risa nerviosa. 

—No, a ver. Vamos a calmarnos —pidió, sin que estuviese muy claro si lo decía por ellas o por sí misma—. La otra vez nadie se teleportó. Sólo... hablamos. —Se encogió de hombros, algo incómoda con la idea de contar aquello en voz alta, y se rozó la sien con dos dedos—. Mentalmente. No sé, no fui a ningún sitio. Fue como telepatía o algo así, oía a Ashley en mi cabeza, pero sin conocernos de nada. Nada que ver con esto, es que no sé qué ha pasado ahora. —Miró a la chica rubia, algo indecisa—. ¿Tú estabas pensando en mí? A lo mejor nos has invocado o algo así, yo qué sé.

Vació los pulmones de golpe cuando Ashley respondió sobre la fecha y la contempló con los ojos como platos durante dos o tres segundos. 

—¿Dos mil veintiséis? —repitió, con la risa de antes atragantada de golpe—. ¿Estás de coña? Si estuve hablando contigo el otro día, ¿recuerdas? La última vez que hablamos. Te conté que me habían admitido en la facultad de Estudios Esotéricos, en Astérope. Eso fue... la semana pasada, o hace dos. Hoy es mi segundo día de clase, en dos mil veinte. Mierda, ¿lo dices en serio? 

La piel pálida de Bryony se estaba quedando aún más blanca y sus labios resaltaban con cierta tonalidad morada por el susto. 

Notas de juego

No he encontrado referencia a la fecha actual de la partida, pero he dado por hecho que es la correcta porque Bry y Ashley hablaban por mensajería. Si no es así, avísame y corrijo lo que sea :3.

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19/11/2020, 22:50
Ingvild Hoem

Ingvild abrió mucho los ojos con la respuesta de Ashley,  sus cejas en riesgo de colisión inminente. Cuando por fin se recuperó de la sorpresa meditó sobre el viaje astral mencionado por las chicas, ambas tan pálidas como fantasmas. Ella también, aunque no tenía forma de saberlo.

—Puta, mierda —dijo llevándose la botella de champán directamente a los labios— Serenidad ante las crisis —añadió limpiándose las comisuras mientras observaba de manera extraña a su compañera.

Antes de que ésta pudiera reaccionar, Ingvild estiró un brazo pálido de transparentes vellos rubios, y apretando entre sus dedos índice y pulgar, infringió cerca del huesudo codo de Bryony lo que popularmente es conocido en las secundarias noruegas como un finito, un tipo de pellizcón especialmente doloroso. Mientras apretaba procurando cubrir la menor cantidad de superficie de la piel de la británica —el dolor del finito es inversamente proporcional a la superficie afectada— cerró los ojos, con la firme intención de que, al abrirlos, se encontrase por fin de regreso en la biblioteca de Astérope.

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20/11/2020, 12:17
Ashley

—No, sé si deberíais estar aquí… Creo que puede ser… malo… O quizá… No sé si tengo que deciros… algo…

El dolor del pellizco era parecido a la picadura de un gran insecto o a la mordedura de una pequeña serpiente que tratara de llevarse un pedazo de carne de la londinense.

Dolor y solo dolor para Bryony. Nada de lo demás cambió.

Notas de juego

:-)

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20/11/2020, 12:17
Bryony J. White

Bry no se apartó al sentir la mano de Ingvild acercarse, de hecho, concentrada como estaba en las palabras de Ashley, apenas la notó. Lo que sí notó fue el dolor agudo que se extendió de repente desde su codo y que la hizo gritar. 

—¡Au! ¡¿Tía, pero qué haces?!

Tiró del brazo con brusquedad, intentando salvarlo de aquella pellizcadora profesional que quería arrancarle la piel. Se frotó el lugar dolorido con la mano mientras la miraba con reproche. Casi no se había enterado de lo que estaba diciendo Ashley, así que la miró de nuevo con un interrogante en las pupilas. 

—¿Qué tienes que contarnos?

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20/11/2020, 12:32
Ashley

Miró hacia los lados, a sus compañeros, que seguían hablando, y luego al paisaje, antes de vovlerse y más o menos terminar de las frases que había dejado a medias, mirando con el ceño frunzido al codo de Bryony.

—Tenéis que haber saltado justo antes del Gran Retorno… La Atlántida fue uno de sus primeros reclamos… Puedo estar cagándola mucho contándoos esto…

Notas de juego

Edito: he añadido una frase al final del primer párrfo.

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20/11/2020, 20:08
Ingvild Hoem

Aguardó en silencio hasta que el chillido de la chica le devolvió a la realidad. ¿Había sido todo un sueño de aquella hada onírica?  Abrió los ojos. Los pálidos rostros de Ashley y su amiga seguían allí, dirigiéndole miradas acusadoras, flotando enmarcados por aquel enorme ventanal con una preciosa vista de Ginebra. Fy Faen.

—Oooooh... ¡Perdón, Bry! Creí que tal vez no fuera más que un sueño... —dijo intentando reprimir las ganas de reir, de los nervios y de la reacción de su compañera.

Pero entonces Ashley comenzó a hablar algo de un Gran Retorno y fue su turno de fruncir el entrecejo.

—¿La Atlántida?  ¿Astérope? Joder... —hizo un ademán invitándola a proseguir—  Por favor, no te cortes, ¿Qué es eso del Gran Retorno? ¿Tiene algo que ver con las hadas? —preguntó recordando súbitamente las palabras del matriomonio Cave.

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20/11/2020, 20:20
Bryony J. White

—Pues haberte pellizcado tu brazo —protestó, todavía frotándose el lugar del pellizco.

Sin embargo, lo que decía Ashley era tan interesante que aquello quedaba en un segundo, tercer o cuarto plano. La voz de Ingvild pareció leer su propia mente al empezar a soltar preguntas y al final, Bry asintió con la cabeza, mirando a la chica rubia.

—Si estamos aquí tiene que ser por algo, así que cuéntanos lo que sea. Me estoy acojonando viva. ¿Tía, es un futuro postapocalíptico o algo así? —A esas alturas ya no descartaba nada—. ¿Todo el mundo ha sido arrasado y dominado por las hadas? ¿Qué ha pasado con Astérope?

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22/11/2020, 20:58
Bediviere Lafayette

Qué hay.-Bediviere saludó, con un asentimiento y no demasiado énfasis, a Irene. Dio gracias a que la chica se encontrase inmersa en sus propios asuntos, y que no sintiese la necesidad de ponerse a charlar con ellos. Después de todo, dudaba de ser capaz de mantener una charla superflua en ese instante, y creía que Adam iba a ser incapaz de hacerlo. Miró a este último, mientras la compañera de piso de Nikita terminaba de arreglarse y se marchaba.

Se sentó cuando Nikita señaló el sofá, sin haberlo hecho hasta el momento, no por educación, sino por no haberse ni siquiera fijado en el asiento. Suspiró hondo, y se mesó el cabello, dejando que su cuerpo se hundiese en el sofá a medida que se volvía laxo.

Vio a Nikita mirarla, mientras ella misma lo contemplaba a él. Había algo, palabras, un texto mudo, que recorría el camino entre ambas pupilas cifrado en código. La piel se le erizó, mientras lo veía abandonar el salón. Nikita, el que podía escucharla, recordó, sintiendo de nuevo el poderoso escalofrío de la primera vez que fue consciente de ese hecho.

Cuando lo vio volver se irguió un tanto, apoyando los codos sobre las rodillas, y la barbilla sobre el puño alzado de sus manos- Te sentí, en la casa.-dijo, de pronto, mirándolo de nuevo, con las pupilas grises clavadas en las suyas, casi gemelas en color- Quiero decir... Sentí un fuerte olor a pantano, al acercarme a la casa cuando iba por el paseo.-explicó, permitiéndose un instante, para tomar aire y proseguir- Era extraño. No hay pantanos en esta zona. Hay marismas pero el olor es... Diferente. Y eso me llamó la atención. Y al acercarme y tocar la puerta... Lo supe. Supe que habías entrado. No te vi, ni te escuché, ni te olí. Pero lo supe. -confesó, ligeramente empalidecida- Luego entré, y me encontré con todo ese percal. Y ahí sí, vi tus huellas. Gracias a eso supe que tenía que moverme por los bordes de las paredes, así que supongo que... ¿Gracias?