Hago un breve gesto ante el golpeteo en el cristal para que noten que los he oído.
—Esto está bien, chico, eso está bien. Ahora mismo se dirigen hacia allí…
Un problema menos, bien. Me paseo nerviosamente por la sala y añado con cierto dramatismo:
—Pero sea cual sea la razón por la que querías matar a esos colombianos, puede que os ponga en peligro, tanto a ti como a Natalia —niego apesadumbrado, pensando que llegados a un punto, lo grave, el paradero de Natalia, ya ha sido desvelado; y de que lo demás podrían ocuparse los interrogadores más… físicos—. Así que debo volver a insistir, por tu bien, y por el suyo, porque la quieres: ¿quiénes son esos colombianos? ¿Temes alguna represalia por su parte? ¿Es un tema de drogas? ¿La droga que llevabais era suya? ¿Alguien dio el palo? Puede ser importante. Puede que pronto sea importante.
- La droga era de ellos, los gilipollas se la olvidaron en un coche... - escupe - y ese coche lo robó un viejo amigo mío. Intentó venderme el coche y al ver lo que había me quedé con el coche entero por cien mil pesetas. Lo que no sabía es que los colombianos se enteraron de todo y lo mataron hace una semana. El cobarde soltó todo antes de que lo mataran y sabían perfectamente quién era, dónde vivía...joder...esos sudacas de mierda lo sabían todo. Así que quedé con ellos y quería acabar con ellos...
Mala idea. Los colombianos seguramente sean una de las mafias que están llegando al país, son una plaga para la Policía Armada. Parece ser que se metió en un gran lío.
Puedes hacerle alguna pregunta más, pero el interrogatorio en sí ya terminó. Ahora a esperar al resto.
Martín suspira apesadumbrado. Menudo embolado…
—Pues no pinta nada bien. Creo que lo sabes perfectamente. Creo que tu mejor opción, quizás la única opción buena, es que negocies con la fiscalía y digas cuanto sepas. Sin mirar atrás. Sin pensar en nada. Los colombianos tienen un gran tinglado montado y una vez que salgas de aquí… —niega con la cabeza, como si le molestase decir lo que va a decir—, no estarás seguro. ¿Me entiendes?
Martín hace una pausa y apoya las manos en la mesa, quedando de pie justo ante el preso.
—Debes negociar con ellos y dar toda la información que puedas. Y quizás así consigas sacarles algo también.
Cuando salga de la celda, el prisionero dejará de ser su problema; pero la sensación de que en cuanto salga a la calle puede pasarle cualquier desgracia lo abruma. No es que el tipo sea trigo limpio, pero Martín siente que, a veces, la policía apenas puede hacer nada para impedir el mal. Y le frustra.
—Buena suerte con ello —dice parado ante la puerta ya abierta—. Y no seas tonto, hazme caso. Negocia. Intenta salvarte. Y salvarla. Con el silencio ya nadie gana.
Escuchas unos golpes en el cristal de la sala de interrogatorios. Te indican que salgas y vayas a la sala contigua, debe ser Mayo que quiere hablar contigo. El interrogatorio ha terminado para ti. El pobre diablo quedará a merced de un trato con la fiscalía, si la chica no sufrió daños y no denuncia puede que salga decentemente...pero si no...se pudrirá en una de las prisiones estatales.
Entras en la sala contigua y ves que Mayo está esperando con una gran sonrisa en su cara.
- Buen trabajo muchacho, lo has hecho realmente bien. Has conectado con él, aunque no siempre es bueno en este caso seguiré tus indicaciones y hablaré con la fiscalía para que sea menos duros con ese pobre desgraciado. Esperemos que sea un fiscal benévolo.
Hace una pausa y te mira mientras te hace la pregunta que deseabas escuchar.
- Hay una plaza en la Brigada, ¿deseas unirte a ella?
Esa es la gran pregunta...la única que deseabas oír. Unirte a la mejor brigada de investigación criminal del país, y de Europa si la propaganda que escuchas sobre los logros de la unidad es cierta.
Martín recibe el cumplido con una sonrisa ligera y cortés. En general intenta ver el lado bueno. Intenta buscar soluciones. No cree que se pueda sobrevivir de otra forma. Es un trabajo duro. Es tenso. Si uno se deja llevar por la oscuridad, por lo desolador del ambiente… es imposible no acabar consumido. No acabar… roto.
Cuando Mayo habla de la Brigada, la sonrisa reaflora en sus labios de forma más abierta, más sincera… casi infantil. La Brigada. El sueño de todo investigador.
—Por supuesto, comisario, sería un honor formar parte de ella —dice con una voz que intenta sonar neutra, ocultar la euforia que siente en aquel momento.
Mayo te da la mano mientras dice:
- Bienvenido a la Brigada Martín.
Ahora todo un mundo de nuevas oportunidades se abrían ante ti.
-. FIN DEL PRÓLOGO .-
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